Una espectacular lluvia de hierro golpeó toda la Franja de Gaza este jueves con un ataque masivo de Israel sobre cientos de blancos en una oleada que incluyó las partes del sur de ese mínimo territorio indicadas como segura y que es donde se hacinan los refugiados.

Un escenario humanitario y de desesperación por la ausencia de protección, que se agrava por las dificultades para la entrega de alimentos, agua y medicamentos, entre otros elementos de extrema necesidad cuya resolución había prometido el presidente de EE.UU. Joe Biden en su histórica visita a este país el miércoles.

La ayuda humanitaria debería ingresar desde Egipto, pero no está clara la logística para el tránsito de una enorme caravana de camiones por el paso de Rafah que también sufrió bombardeos previos con daños graves en la carretera. La cadena egipcia AlQahera News informó que el corredor “abrirá mañana” por este viernes. No indicó fuentes o detalles.

Coincide la noticia con el hecho de que el sábado habrá una cumbre internacional de enorme jerarquía en El Cairo con representantes de 31 países para discutir la crisis. Incluirá al titular de la ONU, Antonio Guterres, los líderes de la Unión Europea; el mandatario francés Emmanuel Macron, el español Pedro Sánchez y el alemán Olaf Scholz y la italiana Georgia Meloni, también el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. Según los analistas, un dato de la preocupación de que se extienda la guerra.

La caravana de camiones, que hace días está detenida del lado egipcio de la valla, llevan entre otras cosas combustibles diesel para los generadores con lo que se tendría luz que serviría también para las bombas de agua. Pero Israel vetó el combustible entre los insumos autorizados. La energía es clave en momentos que los médicos deben operar en la oscuridad solo ayudados por la luz de sus teléfonos móviles, como pudieron constatar colegas de las agencias occidentales con personal periodístico residente en esa lengua de tierra. Una versión de estas horas señala que se autorizaría pero solo para los hospitales. Tampoco es claro como se manejaría ese tema.

El ejército israelí confirmó este jueves, que en el decimotercer día consecutivo de bombardeos había destruido centenares de instalaciones de Hamas, la banda terrorista que inició esa etapa sin precedentes del crónico conflicto de Oriente Medio con el ataque sorpresa del 7 de octubre en el cual mataron a más de 1.500 civiles en los pueblos alrededor de la frontera de la Franja. Allí tomaron a alrededor de dos centenares de cautivos que buscan utilizar para un intercambio con presos de la banda terrorista. La monarquía absolutista de Qatar estaría interviniendo en negociaciones clandestinas sobre ese asunto, según trasciende con insistencia aquí.

«Las Fuerzas de Defensa de Israel continúan atacando en la Franja de Gaza sobre cientos de estructuras terroristas de Hamas, incluidas docenas en Shujaiya», un barrio de la capital del territorio, informó un portavoz del Ejército. Entre las estructuras que fueron atacadas se encuentran puestos de lanzamiento de misiles antitanques, túneles, infraestructura de inteligencia y centros de mando adicionales, así como decenas de lanzadores de mortero, indicó el reporte. Uno de los blancos fueron los acantonamientos de las fuerzas de élite de comandos Nukbha, la más comprometida en la dirección y desplazamientos el día del ataque en Israel. También mataron a un comandante militar de otra de las organizaciones armadas que operan en Gaza, de menor tamaño que Hamas o la Jihad.

El problema evidente de esta estrategia donde la cuestión humanitaria no aparece ni lateralmente en los mensajes gubernamentales, es que el foco de los acontecimientos mira de modos excluyente esos horrores, con los civiles bajo fuego en el centro de todas las imágenes.

Una prevención que hizo notar el líder norteamericano al premier israelí, el conservador Benjamín Netanyahu, señalándole que incrementar el repudio y odio de los pueblos musulmanes en la región solo agravará el cuadro y amplificará la guerra beneficiando a los enemigos del estado hebreo y del propio Estados Unidos.

Precisamente, horas antes de la llegada de Biden, fue atacado un hospital cristiano en el norte de la Franja con el saldo de casi 500 muertos, un golpe que toda la región atribuyó a Israel, aunque este país mostro videos y conversaciones que probarían que, en realidad, el desastre lo cometió un cohete de la Jihad Islámica que se desvió. Esa controversia sigue siendo uno de los temas más relevantes aquí.

Según algunos analistas los ataques intensos de estas horas postergarían el proyecto de una invasión por tierra a la Franja, que Washington insistió en que no se haga porque empinaría el drama humanitario y el pretexto del vecindario para justificar una escalada de la guerra. No es claro que esa iniciativa esté cancelada.

En 13 días de guerra, se registran al menos 3.478 muertos y más de 12.000 heridos en la Franja de Gaza, así como al menos 1.400 muertos -entre ellos 306 soldados- y por encima de 4.000 los heridos en Israel. Desde el comienzo del conflicto, han sido abatidos unos diez altos cargos de Hamas, según información del Ejército que busca descabezar a la organización para su destrucción total.

Entre ellos, Mohamed Awdalá, jefe del sistema de misiles antitanque de la capital de Gaza, y Akram Hijazi, miembro del comando marítimo del grupo. También Ali Qad y Bilal al Kedra, dos jefes de unidades de élite de las brigadas, y Merad Abu Merad, a cargo del comando aéreo. A ellos se suman el ministro de Economía del enclave, el líder de la Oficina de Relaciones Internacionales de Hamás y un comandante de las brigadas en el sur de la Franja.

Israel ha señalado a Yahya Sinwar, líder de línea dura de Hamas en Gaza, como su principal objetivo en la guerra contra el movimiento fundamentalista. Sinwar, cuyo paradero se desconoce, es conocido por ser el dirigente de la organización habitualmente presente en la Franja, mientras que el máximo líder de Hamás, Ismail Haniya, exiliado en Qatar desde hace años, asume la representación diplomática con numerosas reuniones.