Los perros callejeros despiertan la curiosidad de muchas personas debido a su capacidad de sobrevivir y adaptarse a entornos desafiantes. Estos animales, presentes en casi todas las ciudades del mundo, representan tanto la resiliencia inherente de los perros como las complejidades de la vida en el entorno urbano.

La existencia de estos animales no es casual, sino el resultado de múltiples factores. Entre ellos, el abandono por parte de sus dueños, la reproducción descontrolada en las calles y la pérdida de mascotas que nunca lograron regresar a sus hogares. A esto se suma la falta de control en la reproducción canina, la ausencia de programas masivos de adopción y la inexistencia, en muchas comunidades, de sistemas eficaces para gestionar a los perros sin hogar. Para graficar este fenómeno, según el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires, existen 6 millones de perros y gatos callejeros en ese distrito.

En cuanto a su comportamiento, los perros callejeros desarrollan estrategias notables para sobrevivir. Suelen formar grupos, conocidos como jaurías, que aunque no siempre son permanentes, les brindan apoyo para defenderse, buscar alimento y cuidarse mutuamente. Dentro de estas jaurías, se establecen jerarquías informales basadas en la experiencia y la fortaleza de los individuos, lo que demuestra su capacidad de adaptación al medio.

A nivel individual, la vida en las calles también moldea su carácter. Los perros callejeros desarrollan una aguda capacidad de observación, al aprender a identificar patrones en el comportamiento humano. Esto les permite evitar peligros o aprovechar oportunidades, como encontrar comida. De esta manera, la relación entre los perros callejeros y las personas varía significativamente según el entorno.

Es importante notar que no todos los perros callejeros tienen las mismas experiencias o comportamientos. Por ejemplo, la ONG Zero Stray Pawject indica que un perro que tuvo un hogar y luego fue abandonado puede ser más confiado y buscar la compañía humana con mayor rapidez. En contraste, los perros nacidos y criados en la calle suelen ser más cautelosos y dependientes de sus instintos para sobrevivir.

El carácter de los callejeros también está determinado por los peligros diarios que enfrentan. Estos perros enfrentan riesgos constantes, como accidentes de tráfico, enfermedades, maltrato por parte de humanos y enfrentamientos con otros animales. Además, la falta de acceso a una alimentación adecuada y cuidados veterinarios disminuye significativamente su esperanza de vida en comparación con los perros que viven en un hogar, según indica la ONG Four Paws. Si un perro doméstico puede vivir en promedio hasta 12 años, el callejero alcanza los 6 años de vida.

Cuando las personas se encuentran con un perro callejero muchas veces pueden querer acariciarlo, pero hay algunas acciones más relevantes que se pueden hacer para ayudar a encontrarle un hogar permanente, de acuerdo a la Humane Society of America: