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Estas son las 3 mejores pizzerías de autor para disfrutar en la Ciudad de Buenos Aires

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La pizza es uno los grandes pilares dentro del mapa gastronómico porteño, capaz de abrir extensos debates sobre cuál es la mejor y levantar pasiones casi como si se tratara de un equipo de fútbol. En este contexto, existe una nueva ola de pizzeros que toman las bases de la pizza de origen napolitano y la clásica porteña, y elevan este producto un escalón más, con novedosas propuestas y combinaciones de ingredientes que sorprenden al paladar. A continuación, tres pizzerías de autor para visitar en la Ciudad de Buenos Aires.

1) Gordo Chanta

Ubicación: Juan Ramírez de Velazco 1200 (esquina Darwin). Villa Crespo.

La fachada de la pizzería Gordo Chanta

“Gordo chanta” fue el mensaje de WhatsApp que recibió Juan Carlos Ortiz de parte de uno de sus clientes cuando decidió comenzar con el delivery de pizzas durante el confinamiento por el COVID-19, con el fin de generar un ingreso extra. Lo que nunca supo ese remitente, disgustado por lo que comió, es que dos años más tarde bautizaría con su frase a uno de los 38 restaurantes imprescindibles de Buenos Aires que integran la Guía Eater.

Juan comenzó horneando pizzas en la terraza de otro de sus bares, La Favorita, para un grupo reducido, mientras que su hermano Juan José hacía el delivery. Se entusiasmaron tanto en este apasionante mundo que mandaron a hacer un horno a leña para especializarse en el estilo napolitano. En marzo de 2022, los hermanos colombianos Juan Carlos, Juan José e Isabela abrieron sus puertas con la estética de un cafetín de barrio y el mismo público que se deleitaba con sus pizzas durante la pandemia, fue el encargado de hacer el boca a boca.

“Me alejé de todo ese tema italiano y no seguí las reglas de la pizza napolitana, si bien es de ese estilo. Lo principal, también, fue alejarme de las combinaciones típicas y, en su lugar, optar por ingredientes locales, de estación y frescos”, señaló Juan Ortiz en diálogo con LA NACION.

Pizza de pepperoni, tomate, mozzarella, albahaca y miel picante

A pesar de los comentarios de los fundamentalistas de la pizza tradicional, esta fue la decisión que los diferenció. En esta etapa estacional del año, la carta presenta sabores distintos como, por ejemplo, de cuatro quesos con cerezas, higo al horno de leña con miel picante (la más elegida), pepinillos, ajo rostizado, salsa ranch y provolone, o incluso de duraznos con pesto y mascarpone casero.

Sin bien su nombre llama la atención, la fachada del lugar ubicado en Villa Crespo está iluminado por un cartel que dice “pizza, vino y faso”, en alusión al clásico drama argentino de Bruno Stagnaro, Pizza, birra y faso (1998). Esto se debe a que el otro pilar de esta diferencial propuesta es el vino natural, elaborado por productores argentinos.

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Esta novedosa oferta condujo a que cada fin de semana, Gordo Chanta llene su local con comensales dispuestos a disfrutar de sabores exóticos. “A mí me gusta decir que es pizza porteña. Es creada con ingredientes de acá y por inmigrantes acá en Buenos Aires, ¿qué más porteño que eso?”, concluyó Juan Ortiz.

2) Furore

Ubicación: Esmeralda 451. Microcentro.

Furore es la pizzería que abrieron Ezequiel Ortega y Damián Mármol

“Furore” fue el nombre elegido por Ezequiel Ortega y Damián Mármol para celebrar su pasión por la pizza. Ezequiel, hijo de un maestro pizzero, comenzó a trabajar en clásicos porteños como El Cuartito y Güerrín, y logró consagrarse Campeón Mundial de la pizza Freestyle. Por su parte, Damián, encargado de crear nuevos sabores, ganó el Campeonato Nacional en la categoría “Pizza italiana”. El dúo empezó horneando pizzas en eventos al estilo “pizza party” y su éxito los condujo a cranear su primer restaurante, cuyo nombre elegido fue en homenaje a un pueblito de la provincia de Salerno, en la Costa Amalfitana italiana.

Encontraron el local ideal en el microcentro porteño, cerca de los teatros y las pizzerías más icónicas de Buenos Aires. A pesar del desafío, que era sacar al público de la pizza al molde, los jóvenes le explicaron a sus clientes de qué se trataba esta propuesta. “Al principio costó, pero con el tiempo la gente entendió”, manifestó Ortega en diálogo con LA NACION y aseguró que la propuesta gastronómica se basa en hacer la pizza de “calidad y equilibrada”, lo que genera que no caiga pesada en el estómago.

“Nosotros hacemos lo que se llama pizza napolitana ‘contemporánea’. Se le dice así porque aplicamos técnicas avanzadas, tanto en fermento, harinas y descanso de la masa, logrando más aireo y más borde. Lo que se conoce como pizza estilo canotto”, explicó. Muchos de sus clientes, en algunos casos italianos, les confesaron que era mejor que la de Italia. Otros de ellos, también, se sorprendieron al recibir una tijera para cortarla y vivir una experiencia diferente.

Son tan puntillosos en su producto que sus propios dueños son los encargados de hornear las pizzas, uno en el turno tarde y el otro en el nocturno. “Lo que nos diferencia a nosotros es que no hay margen de error. No salen quemadas, crudas o lo que fuera, porque los que cocinamos somos nosotros”, continuó Ortega. Para comenzar sugieren la clásica margherita, pero además cuentan con gustos como mortadela y pistacho, papa y romero, pollo ahumado y pesto genovese, entre otras.

3) Roma Bar

Ubicación: San Luis y Anchorena. Abasto.

El Bar Roma fue restaurado en el 2019 y está ubicado en el barrio conocido popularmente como el Abasto

La tercera pizzería para explorar nuevos sabores y disfrutar de una cálida atención es Roma Bar. En el 2019, los dueños del vermú La Fuerza, amantes de los bares que reflejan la identidad histórica porteña, decidieron restaurar este lugar que cumplió 96 años en el 2023. En sus paredes se refleja parte de la historia nacional, donde se pueden encontrar cuadros de Carlos Gardel, José de San Martín, la Selección Argentina campeona del Mundo 2022 y, también, parte de la rica historia del antiguo Mercado del Abasto.

Esa mezcla de influencias se ve presente dentro de las pizzas. Martín Auzmendi, uno de sus dueños, desde joven tuvo el sueño de hacer la “clásica pizza porteña con mejores productos” y crear nuevos sabores, ya que las pizzerías tradicionales se quedaron con las mismas desde hace décadas, como por ejemplo, la de muzzarella, jamón y morrón, fugazzetta, napolitana, que igualmente siguen siendo un éxito.

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Las variedades de pizza con productos de estación que se pueden encontrar en el Bar Roma

“Para mí es una masa, no necesariamente al molde, aunque la más tradicional es así. Es una pizza grande con bastantes ingredientes y contundente. Por el tipo de cocción tiene piso, o sea, vos podés comerla con la mano a diferencia de la napolitana”, explicó Auzmendi en diálogo con LA NACION. En cuanto a los ingredientes, son todos estacionales, por lo que la variedad puede cambiar según la época del año.

Aparte de las clásicas, los comensales se pueden encontrar con pizzas de hongos de pino, champiñones y alcaparras; puré de berenjenas, morrones asados y nueces o lomito de cerdo ahumado, morrones asados y perejil. Esta novedosa propuesta condujo a este lugar a formar parte de los 38 restaurantes esenciales de la Guía Eater y a ser declarado como uno de los 79 bares notables de la Ciudad de Buenos Aires.



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Un plebiscito para la hegemonía mileísta

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Las elecciones de medio término suelen ser un examen sobre lo realizado por un gobierno tanto como el trampolín o la oquedad, de cara al futuro. La gloria o Devoto. Santiago Caputo lo sabe y Javier Milei lo internalizó y lo explicita.

Por eso, el Presidente ya anunció, con su conocida audacia (o temeridad), que pretende que los comicios de octubre de 2025 sean un plebiscito sobre su gestión. Mucho más que una simple y regular elección de legisladores nacionales y provinciales, que determine la composición de los poderes legislativos. Por más relevante que este proceso pueda ser. Una cosa, en definitiva, lleva a la otra.

La imagen de un oficialismo fortalecido y de una oposición descompuesta que hoy muestran las encuestas así como las noticias que surgen de cada espacio y la percepción mayoritaria que la sociedad tiene de cada uno son el combustible que alimenta toda las ilusiones libertarias y difumina cualquier nubarrón que asome sobre el horizonte de acá a diez meses. Una eternidad para la Argentina de siempre y más para la velocidad con la que cambian las cosas en estos tiempos. Pero en las buenos épocas solo hay lugar para soñar y no para imaginar pesadillas.

Trump anunció que Claver-Carone, que criticó a Milei y está enfrentado a Francos, será su enviado para América latina

Traducir en votos propios el porcentaje de imagen positiva que arrojan los sondeos es para el triángulo de hierro del poder tan relevante como convalidar en las urnas la profunda división y debilidad que existe en las fuerzas opositoras. Lo que importa para la Casa Rosada es el impacto dinámico que el resultado tendría a futuro en el ánimo de sus adversarios y en la opinión pública, más que la estática y formal distribución de bancas del Congreso que arrojaría el recuento de los votos.

Las idea dominante (basada en numerosos antecedentes, algunos muy recientes) es que las mayorías se construyen más sobre el poder real presente y las expectativas que por la pertenencia partidaria original de los elegidos.

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Peronistas como el mochilero Edgardo Kueider y su compañero de bloque Carlos “Camau” Espínola, o los legisladores tucumanos jaldistas son más que botones de muestra. A esa mercería también han hecho significativos aportes Pro y el radicalismo. Y prometen con seguir haciéndolo otros si al oficialismo le siguen soplando vientos favorables.

El fundamento que sostiene la táctica y la estrategia del mileísmo es la certeza de que seguirá siendo formalmente una fuerza minoritaria en el Congreso, aún cuando haga una muy buena elección como la que podría aspirar hoy.

Por lo tanto, para cambiar la relación de fuerzas y poder legislar y gobernar con menos (o nulas, si es posible) restricciones y así construir el escenario que se propone, el oficialismo libertario necesitará de algo más que del número de legisladores que surja de los fríos porcentajes electorales. Eso dependerá del sentido de que se dote al resultado, del significado que adquiera y del peso simbólico que logre darle.

Los antecedentes demuestran que para los gobiernos en minoría parlamentaria, las elecciones de medio término son relevantes tanto por su propia performance como por la de sus adversarios (internos o externos).

Las victorias del oficialismo de Néstor Kirchner, en 2005, y del de Mauricio Macri, en 2017, dejaron enseñanzas disímiles. Uno consolidó su proyecto y anuló construcciones opositoras. El otro abroqueló a sus adversarios y no expandió ni afianzó su propia alianza. Ganar no siempre implica imponerse.

El objetivo final libertario es, por lo tanto, construir a partir de las elecciones de 2025 una hegemonía, que es mucho más que una mayoría, capaz de concretar un cambio radical (el triunfo de la batalla cultural) que imponga no solo un nuevo sentido común sino que tenga su correlato institucional.

Reforma constitucional

En el final de ese camino se encuentra, casi por defecto, una reforma constitucional, como ya le ha anticipado Santiago Caputo a varios interlocutores. El propósito es borrar de la carta magna cualquier vestigio de constitucionalismo social para volver al proyecto liberal alberdiano original, alterado no solo por las reformas de 1957 y de 1994, que incluyeron nuevos derechos no solo individuales.

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También, el sueño libertario acuna la ilusión de quitar algunos principios surgidos de las reformas de 1860 y 1866, en particular en lo que refiere a la coparticipación. Que cada uno (empezando por las provincias) viva de lo que produce y exporta. Esa es la idea subyacente. Ni más ni menos, Aunque esté aún estado muy germinal, ya tiene sus promotores dentro del gobierno y entre algunos de sus formadores de opinión, sobre todo del ala económica. Otra idea de Nación.

Aunque Caputo diga abiertamente que “hay que volver a la Argentina de antes de 1916″ (nota al pie: cuando accedió al poder el primer Presidente elegido por el sufragio secreto y obligatorio), el retrofuturismo puede ir todavía más atrás. También podrían buscar revertir algunos importantes avances cívico-sociales fundacionales, impulsados hasta por otro prócer de los libertarios, como Julio Argentino Roca. Entre los ideólogos mileístas no escasean los que reniegan, por ejemplo, de la educación obligatoria, gratuita y común, no ya de la reciente ley de interrupción voluntaria del embarazo. ¿Quién cree que al mileísmo quiere cambiar solo la matriz económica?

La construcción electoral tiene ese norte aunque en lo inmediato asomen muchos ítems y tareas bastante más pedestres (y menos nobles), que no pueden eludir, aunque quisieran. El decisionismo personalista tiene limitaciones. Todavía.

La construcción en marcha de la fuerza oficialista en todo el país así como la cooptación de dirigentes y voluntades son tareas cotidianas a las que el trío metalero Javo-Kari-Santi les dedican tiempo, esfuerzo y recursos (con buenas y no tan bellas artes). De nuevo, Kueider, Espínola, los radicales con peluca, como Mariano Campero o flamantes exmacristas como el subjefe de espías Diego Kravetz pueden dar fe.

La consolidación de la identidad es un objetivo estratégico. Nada de lo que pueda poner en riesgo la nitidez del espacio libertario tiene cabida.

La construcción de alianzas solo podría tener lugar en la medida en que no puedan dejar dudas de que la orientación y el liderazgo son indiscutiblemente mileístas. Y de que son imprescindibles para asegurar el éxito mayor. Cualquier asociación que amague con desteñir el violeta está cancelada. Al menos, hoy. Lo explicitó ayer Milei: “Con Pro vamos juntos en todos lados o, si no, iremos separados”. Él fija las condiciones.

Esa es la encrucijada vital que enfrentan hoy Mauricio Macri y los que aún no dudan de su autoridad y liderazgo dentro del Pro. Son los que todavía esperan que las frías aguas del Nahuel Huapi esclarezcan al expresidente y le aporten el vigor y la motivación para la tarea política que le han visto flaquear últimamente. Otras actividades parecían haber concentrado su libido.

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Las esperanzas macristas de ser socios de los libertarios con derecho a voto en el directorio de la empresa dominante se van diluyendo día a día, con los logros macroeconómico-financieros del Gobierno, la defección de muchos de sus dirigentes y la desafección de una parte de sus votantes, cuya magnitud no logran dimensionar, a los que no les ofrecen identidad ni narrativa claras. Por eso, lo último es prioridad.

“En el primer trimestre de 2025 tenemos que definir y comunicar qué somos, dónde estamos y qué proponemos”, dice con más preocupación que ilusión una de las figuras a las que Macri suele escuchar.

El operativo de acoso con pretensiones de derribo encabezado por Karina Milei sobre el bastión macrista porteño aceleró los tiempos.

La posibilidad de que “El jefe” encabece una lista, sea en la ciudad de Buenos Aires o en territorio bonaerense, dejó de ser un especulación lejana, casi descartada, sobre la base de que la secretaria general de la Presidencia y soporte primordial de su hermano no dejaría ese lugar imprescindible para el Presidente.

La posibilidad de una candidatura testimonial, que nunca llegaría a asumir en el cargo para el que fue elegida, empieza a ser evaluada. La muy relativa contundencia con la que altas fuentes de la Casa Rosada niegan alguna probabilidad de esa alternativa alimenta sospechas en lugar de despejar dudas y temores.

El peronismo, en tanto, se asume como pocas veces en su historia como una fuerza en declive y casi naturaliza un escenario de derrota en 2025, salvo algunos exponentes que confían la vigencia de su pasado más que en la vitalidad de su presente y en su proyección a futuro.

El avance de la Justicia sobre Cristina Kirchner confunde a sus fieles, que ven ese proceso como un activo que la potencia a causa de la victimización. Pero el hechizo solo sigue teniendo efectividad sobre los creyentes, un núcleo duro en el que el piso y el techo se tocan. Axel Kicillof lo ve, pero por ahora no sabe, no puede o no se anima a cortar el cordón umbilical.

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El avance del Gobierno sobre la Corte Suprema, de cuyas formas y tiempos todavía no hay certezas definitivas, aunque sí de la intención, también va en línea con la construcción hegemónica.

“Necesitamos que nos asegure gobernabilidad”, expresan en el triángulo de hierro para justificar la embestida con la que se pretende imponer a los dos candidatos a jueces supremos designados por Milei. Una forma elegante de decir que no quiere trabas de ninguna índole. Una obviedad para cultores de verdades únicas. Sin apelación posible.

El gurú presidencial, que sigue ampliando su radio de acción y el círculo de consejeros, empezó a lustrar algunas manzanas con las que imagina tentar a gobernadores y senadores a los que imaginan dispuestos a pecar y a allanar el camino de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla hacia el cuarto piso de Tribunales. Inscriben en esa lista a varios que todavía no han sondeado, pero en los que imaginan disposición a escuchar propuestas siempre que incluyan atajos principistas (o morales),

Entre ellos anotan desde radicales como Alfredo Cornejo, quien comparte electorado con Milei, hasta mandatarios que están en las antípodas, como Kicillof.

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La estrategia implica un complejo entramado de operaciones en el que se busca hacer confluir intereses y necesidades. Estas van desde la oferta de lugares en una Corte ampliada para figuras cercanas a esos dirigentes y más que digeribles para el oficialismo hasta despejar espacios hoy cubiertos por personajes que los incomodan. Los supremos tribunales provinciales y las procuradurías generales entrarían en la negociación. La independencia de poderes no sería precisamente un objetivo a alcanzar en este operativo. Más real politik que nunca.

Todo sea por el proyecto hegemónico que vendría si se gana el plebiscito. Esa la película que se está rodando hoy. El final no está escrito. Y la foto de mañana es un futuro todavía demasiado lejano.

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Milei no será el primer presidente no peronista que lo intenta. También lo soñó Raúl Alfonsín en el fulgor de la primera mitad de su mandato.

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