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INTERNACIONAL

Alarma en Brasil por la primera fuga en una cárcel de máxima seguridad: así escaparon dos presos del Comando Vermelho

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El Gobierno de Brasil decidió endurecer las condiciones de reclusión en los presidios federales del país tras la «inusitada» fuga de dos presos de una cárcel considerada de «máxima seguridad», que puso a 300 agentes movilizados en una cacería sin pausa para recapturarlos.

El secretario de Políticas Penales del Ministerio de Justicia, André García, explicó en una rueda de prensa que, tras esas fugas, se decidió suspender las visitas en los penales federales y que los presos permanezcan en sus celdas durante los próximos cinco días.

Estas medidas fueron adoptadas después de que el miércoles dos presos escaparon de la cárcel federal de Mossoró, en el noreste del país, en lo que García calificó como «evento inusitado».

Se trata de la primera fuga registrada en una de las cinco cárceles federales del país, todas de «máxima seguridad» y en las que son alojados los presos considerados de «alta peligrosidad», en su mayoría miembros de organizaciones criminales.

La cárcel federal de Mossoró, considerada de "máxima seguridad". Foto EFELa cárcel federal de Mossoró, considerada de «máxima seguridad». Foto EFE

De hecho, ambos prófugos están acusados de pertenecer al llamado Comando Vermelho, una poderosa banda narco de Río de Janeiro con ramificaciones a otra clase de delitos, que tiene tentáculos en varios países de Suramérica.

Los primeros indicios recabados por los investigadores señalan, según la prensa local, que los presos habrían robado algunas herramientas del patio de la penitenciaria donde se estaban realizando arreglos.

Con esas herramientas, ambos reclusos hicieron un agujero en el techo de la celda que ocupaban y escaparon al exterior para después correr un trecho y cortar el cerco perimetral del complejo.

Uno de los reclusos que escapó fue identificado como Rogério da Silva Mendonça, sobre quien pesan condenas a 74 años de cárcel. El otro es Deibson Cabral Nascimento, con penas establecidas en 81 años.

Ambos estaban en Mossoró desde septiembre del 2023, cuando fueron transferidos desde otro penal tras haber participado en una rebelión que concluyó con cinco muertos, tres de ellos decapitados.

García dijo que no podía «detallar» las acciones que la Policía realizaba para capturar a los prófugos, pero aseguró que se estaban empleando «todos los medios disponibles» y que incluso se dio aviso a Interpol, frente a la posibilidad de que los dos hombres pretendan salir del país.

«Relajación» y «facilitación»: las hipótesis detrás de la fuga en Brasil

Respecto a la fuga, García planteó dudas sobre los controles de vigilancia en el penal, y puso un manto de sospechas sobre el comportamiento de los guardias.

Policías salen de la cárcel federal de Mossoró, considerada de "máxima seguridad". Foto EFEPolicías salen de la cárcel federal de Mossoró, considerada de «máxima seguridad». Foto EFE

«Si los protocolos de seguridad se hubieran respetado, no habría posibilidad de que se produjera una fuga”, declaró el funcionario. “No descartamos ninguna de las posibilidades: relajación [de los vigilantes], facilitación [de la fuga por parte de los guardias] o lo que indique la investigación. No puedo decir nada más”, agregó García.


El ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, precisó luego que en la búsqueda de los fugitivos participan 300 agentes de diversos cuerpos policiales, apoyados por tres helicópteros.

Anunció además que se determinó modernizar toda la infraestructura de seguridad de las cárceles federales, tras comprobar que algunas cámaras de vigilancia del presidio «no funcionaban adecuadamente».

Asimismo, se abrió una investigación a fin de establecer si hubo algún grado de complicidad interna para la fuga y también se «suspendió» de sus funciones a los directores del penal de Mossoró.

En Brasil, según datos oficiales, a fines de 2023 había 832.300 personas encarceladas, en un sistema penitenciario que sólo tiene capacidad para 600.000 detenidos, de los cuales unos 1.500 están recluidos en los penales federales.



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INTERNACIONAL

Ucrania pide poder atacar bases rusas con misiles occidentales para frenar el «terror» aéreo de Moscú

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A las habituales peticiones de más defensas aéreas, Ucrania ha sumado una solicitud más ambiciosa que podría estar sobre la mesa en la cumbre que la OTAN celebra la semana que viene en Washington: que sus aliados le proporcionen más misiles de largo alcance y le permitan utilizarlos contra bases aéreas situadas dentro de Rusia.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, dio su último discurso a la nación después de que Rusia atacara a plena luz del día este miércoles la ciudad de Dnipró.

Seis personas murieron en el ataque y medio centenar resultaron heridas por los misiles. La aviación rusa también lanzó este miércoles bombas aéreas guiadas contra la ciudad de Khárkov, y sobre las posiciones ucranianas en la región homónima de la que la ciudad es capital.

«Sólo hay una forma en la que podemos parar esto: más sistemas de defensa aérea, más ataques a larga distancia a las bases de los terroristas rusos, a sus bases aéreas», dijo Zelenski en su alocución.

El presidente ucraniano agregó que está trabajando con sus socios en ambas cuestiones. Zelenski también mencionó los preparativos para la cumbre de la OTAN de la semana que viene en Washington.

Sin opciones de recibir una invitación en firme para unirse a la Alianza, Ucrania espera obtener de los países miembros otras concesiones que compensen este nuevo aplazamiento. El permiso para golpear bases rusas con sus misiles podría ser una de ellas.

Ucrania gana libertad de acción

Desde que los países de Europa y Norteamérica empezaran a enviar armamento a Ucrania después del comienzo de la invasión, las entregas de material militar llegaban hasta hace poco con una condición: que Kiev no lo usara contra territorio ruso.

Esta limitación impuesta por miedo a posibles represalias rusas provocaba frustración entre los ucranianos, que consideran injusta la prohibición de atacar las mismas instalaciones militares que el enemigo utiliza para golpear su territorio y la ven como un obstáculo que reduce sus posibilidades de ganar la guerra.

Las ruinas de su casa de baños destruida por los recientes bombardeos en Donetsk. Foto Reuters

Aprovechando que Ucrania no tenía permiso para golpear con su mejor armamento las lanzaderas de misiles, los aviones y las concentraciones en su lado de la frontera, Rusia lanzó a mediados de mayo una ofensiva sobre la región nororiental ucraniana de Járkov.

La apertura de este nuevo frente despertó la preocupación en las capitales occidentales.

Algunos de los principales socios de Ucrania, como Francia y Estados Unidos, se sumaron al Reino Unido y a otros países «Halcones» que ya habían dado luz verde a los ataques ucranianos con sus armas en suelo ruso y eliminaron ciertas restricciones.

Pese a limitarse a objetivos situados cerca de la frontera, el permiso de Washington ha reducido la presión sobre las tropas ucranianas que defienden el norte de Khárkov y ha mejorado la situación de seguridad en la capital regional, que ahora es atacada con mucha menos frecuencia.

Como ha venido ocurriendo desde el comienzo de la guerra, la insistencia ucraniana y el miedo a que Rusia consiguiera una ventaja decisiva llevaron a parte de la coalición internacional que apoya a Ucrania a rectificar y a dar un paso antes impensable.

Ucrania confía en que, una vez más, pase lo mismo con su petición de poder golpear con misiles de largo alcance bases aéreas en toda Rusia.

La amenaza de las bombas aéreas

Si los drones y misiles pueden ser destruidos con los sistemas antiaéreos occidentales que siguen llegando gradualmente a Ucrania, las bombas aéreas guiadas son prácticamente imposibles de interceptar una vez han sido lanzadas desde cazas rusos.

Las bombas aéreas son explosivos convencionales con gran capacidad de destrucción que están dotados de sistemas de navegación propios. Esto permite que puedan lanzarse desde decenas de kilómetros de distancia del objetivo, sin que los aviones desde los que se deslizan entren en la zona de alcance de las defensas aéreas enemigas.

Para poder derribar estos aviones, Ucrania debe desplegar sus sistemas aéreos de más alcance muy cerca de la línea del frente, lo que eleva el riesgo de que sean destruidos por el enemigo. Transferir estos sistemas occidentales cerca de la línea de contacto supone, además, dejar desprotegidas otras zonas en que se necesitan.

Kiev considera más práctico destruir los aviones y los aeródromos que utilizan, para lo que necesita los misiles de alta precisión y largo alcance que recibe de Occidente.

Además de matar civiles, las bombas aéreas son uno de los instrumentos clave en los avances lentos pero sostenidos que está logrando Rusia desde el pasado otoño.

Este tipo de armamento sirve para destruir las posiciones ucranianas y los edificios que las tropas de Kiev utilizan como parapeto para defender pueblos y ciudades en el frente. Una vez convertidas en paisaje lunar, las sucesivas oleadas de carne de cañón rusas utilizan su superioridad numérica para avanzar y conquistar más terreno.

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