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Dengue: el dato que derrumbó el mito de los brotes cada cuatro años y un duro pronóstico

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Se oye de todo: que la falta de repelente, que el aumento de asentamientos vulnerables llenos de cacharros, que el cambio climático, que las inundaciones por las lluvias torrenciales o la parsimonia del Gobierno para controlar y armar campañas de prevención… Sin embargo, ninguno de esos ítems explica del todo por qué parece roto el ciclo epidemiológico del dengue, esa noción en la que confiamos ciegamente de que los brotes reaparecen cada tres o cuatro años.

Aun cuando hay muchos infectados en la ciudad y la provincia de Buenos Aires (y prometen alzarse, tras las tormentas de las dos semanas últimas), desde el ámbito porteño es fácil hacer la vista gorda y minimizar lo que ocurre en el país, particularmente en el norte. La negación del que en realidad es un brote histórico podría traer a futuro consecuencias nada buenas.

Ver la foto panorámica, o sea, bucear en el capricho epidemiológico del virus que transmite el mosquito Aedes aegypti, quizás permita dominar mejor el tema a futuro. Y el futuro es mañana, considerando los pronósticos de este otoño-invierno y qué pasará cuando le demos la vuelta al 2024 y se avecinen otra vez las temperaturas moderadas.

Uno querría ponerle optimismo, pero en materia sanitaria, el futuro no pinta muy bien, por dos razones: 1) La masa de infectados de estos meses representa un combo de ultra susceptibles mañana, cuando podrían contraer un segundo serotipo y agravar su condición de salud.

2) Mientras en estas semanas siga habiendo infectados invisibilizados que no se mantengan aislados de los mosquitos, más Aedes seguirán contagiándose y promoverán la transmisión. ¿Cómo se puede cortar la racha?

La guardia del Hospital Rivadavia, repleta de pacientes con síntomas de dengue. Foto Maxi Failla

Julián Antman, epidemiólogo, ex coordinador del plan porteño de Prevención del Dengue y ahora una suerte de influencer abocado a la concientización del tema, intentó redefinir la cuestión de un modo realista: “Mi batalla es que se entienda que este es un problema complejo: que hay una dimensión de conocimiento que atañe las características del mosquito, o sea, por dónde se mueve y por qué, y a partir de ahí recién se puede empezar a prevenir e investigar. Todo esto implica asumir que vamos a vivir con los mosquitos. No los podemos eliminar. Estaban antes que nosotros, viven con nosotros y seguirán después de nosotros”.

En plan de aceptar las cosas como son, tanto Antman como Raquel Gleiser, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Universidad Nacional de Córdoba-Conicet) enfatizaron el que ambos definieron como “el dato” de esta temporada. Y es que en el Noreste, el dengue estuvo presente en continuado a lo largo de todo 2023.

¿Se puede decir que el brote actual estaba anunciado?

El dengue y los ciclos que no son

Desde los zapatos metropolitanos, el brote persistente en el norte podría haberse considerado una bomba con la mecha apagada. Faltaba lo que de hecho ocurrió: que siguieran naciendo mosquitos más allá de la época “normal” (diciembre a mayo) por un invierno moderado y poco frío, lo que garantizaría que se pusieran más huevos (pueden estar vivos en su sitio hasta un año).

Y luego, que hubiera lógicos movimientos migratorios interprovinciales, más una cuota de humedad adicional con precipitaciones insistentes que impulsen la eclosión de los huevos de Aedes aegypti.

Complejizemos aun más el escenario. Hace un tiempo que se habla de una adaptación del mosquito a temperaturas más bajas, lo que, agregó Gleiser, combinado con inviernos menos fríos por el cambio climático “explica que además haya casos de dengue en las provincias del sur”.

En busca de desmitificar la cuestión de los ciclos “estables”, Antman recordó el disruptivo mapa cronológico de los últimos brotes, más allá del que atravesamos ahora: “Puede haber regiones o pudo haber momentos con ciclos más parejos, pero también puede pasar, como pasó, que tengas un brote enorme como el de 2009 en La Rioja y Catamarca y no tener ningún caso o muy pocos en Buenos Aires, el mismo año. Y, luego, en 2016, nada menos que siete años después, no tener casos en Catamarca y La Rioja y, al revés, que proliferen en el AMBA. O tener dengue de corrido, como está pasando 2023 y 2024”.

Si las variables que definen la epidemiología del dengue son tantas y la vara con que se mide cada una posee tantos matices, ¿cómo se explica que se haya instalado la noción popular (archirrepetida por los funcionarios de Salud cada vez que hubo brotes de dengue) de que “los brotes aparecen cada ciclos de tres o cuatro años”?

La nueva dinámica del dengue

Dicen que cuando en 1633 Galileo Galilei se retractó –contra sus principios– de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición, murmuró la frase en italiano “eppur si muove”. Es decir, que la Tierra, “sin embargo, se mueve”.

La anécdota viene bien para repensar los problemas de punto de vista: lo que nos puede parecer constante o estable, quizás no lo sea. Por lo menos, en materia de dengue, hace rato que distintas variables interfieren en el cumplimiento de ese ciclo «esperable». Lo explicó, desde su laboratorio en Córdoba, Raquel Gleiser. Y lo hizo a partir de un dato central.

“Lo de los cuatro años posiblemente tuviera que ver con un hecho lógico, y es que, cuanta más gente hay expuesta en un brote, más personas quedan inmunizadas contra ese serotipo. Entonces lo lógico es que al año siguiente, suponiendo que los serotipos que reaparezcan sean los mismos que en el brote anterior, hay pocos susceptibles dando vueltas. Quizás son picados, pero pocos se enferman porque tienen los anticuerpos”, explicó.

Para combatir el dengue es clave vaciar y cepillar los recipientes donde se junte agua. Foto EFEPara combatir el dengue es clave vaciar y cepillar los recipientes donde se junte agua. Foto EFE

“El mosquito entonces se muere y no transmite», de modo que no hay brote. Sin embargo, luego de unos años la protección a nivel colectivo cambia. El escenario social dinámico hace que “aparezca nueva gente que antes no estuvo expuesta y ahora sí, sea por movimientos migratorios como porque también la gente crece y empieza a tener mayor exposición”. El concepto de base, desde este punto de vista, es una suerte de recambio de personas susceptibles cada tres o cuatro años.

Suena bien para la teoría, pero en la práctica viene pasando otra cosa, aclaró la científica, y es que, como se dijo, «los mosquitos siguieron activos por las temperaturas moderadas y porque el propio Aedes mostró adaptación a temperaturas más bajas. Esto hizo que no hubiera interrupción de la transmisión en algunas zonas del país».

«Si seguimos con temperaturas más cálidas más temprano, más temprano vamos a tener actividad del mosquito”, sentenció.

Qué puede pasar con el dengue en el otoño y el invierno

Gleiser está preocupada: “Argentina suele repetir con un poco desplazamiento en el tiempo lo que ocurre en Brasil y en Paraguay. Y ahí están teniendo muchos casos y van a seguir creciendo en el otoño. Para frenarlo, tendría que venir una ola de frío polar. La verdad es que está el temor de que siga todo el año”.

Antman tampoco ve un escenario optimista: “Ya circuló mucho dengue 1 y 2 y la chance de que haya casos más grandes se eleva. Creo que más que la estacionalidad, hay que mirar qué pasa geográficamente. Mi opinión es que de acá a los próximos años va a haber dengue más grave en el área metropolitana porque hay demasiados susceptibles. En 2016, fue muy fuerte en CABA, en 2020 fue mayor que en 2016 y en 2023, mayor que en 2020”.

Según Antman, queda mucho por hacer: “En prevención, la fumigación no existe. Es una respuesta humana peor que lo que queremos resolver porque le generamos resistencia a los mosquitos. Sin embargo, muchas de las imágenes de campaña siguen mostrando empleados fumigando espacios verdes”.

Personal de Guaymallén, en Mendoza,  fumigando el año pasado. Foto Orlando Pelichotti / ArchivoPersonal de Guaymallén, en Mendoza, fumigando el año pasado. Foto Orlando Pelichotti / Archivo

“Hay que armonizar con las provincias y que haya información fidedigna. Argentina tiene información y es algo para valorar: pasaron varias gestiones de Gobierno y sigue habiendo boletines epidemiológicos. Ahora bien, ¿cómo se pone esto en la agenda política? Por ahora no se ve ninguna acción realmente enfática en pos de la prevención”, opinó.

Una propuesta interesante hubiera sido «hacer un estudio piloto de barrido de todas las manzanas donde uno pueda eliminar el 98% de los criaderos. Sabiendo que el mosquito no vuela más de 100 metros, desaparece el mosquito». «Evidentemente, no hemos podido hacerlo”, sumó.

Las acciones, como se ve, dependen de la voluntad individual, concluyó Gleiser: “Este mosquito es my difícil de controlar. Se adapta a los lugares que acumulan agua y se desarrolla muy rápido. Los huevos pueden vivir meses y resisten la sequía. No hay que dejar lugares donde se reproduzcan. Esto implica no vaciar los recipientes que junten agua sino cepillarlos. Y no una vez. Por lo menos dos veces por semana. Dos veces de mínima, diría”.



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La UTA encabeza una medida de fuerza: a qué líneas de colectivos afecta y qué dice el Gobierno

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Por el atraso en el pago del aguinaldo, la Unión Tranviaria Automotor (UTA) anunció una medida de fuerza que desde este viernes a la madrugada afecta a diversas líneas de colectivos que circulan en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Fuentes de la Secretaría de Transporte advirtieron a LA NACION que si bien la responsabilidad de hacer ese pago es de los empresarios, la administración nacional giró los fondos compensatorios correspondientes a las transferencias para las compañías en materia de subsidios. Y añadió que ese dinero debería estar acreditado este 5 de julio.

El paro, que fue definido por el gremio como “una abstención de tareas”, afectará a los servicios que recorren la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. “Lamentamos informar que como consecuencia de la falta de pago de salarios en algunas empresas habrá abstención de tareas”, dijo la UTA. El anuncio se produjo horas después de una audiencia entre empresas y la entidad gremial, que tuvo al Ejecutivo como intermediario pero que no llegó a buen puerto.

En este sentido, desde Transporte indicaron a LA NACION que no existe una fecha de pago obligatoria de fondos a empresas y, por tal motivo, “se instrumentarán todas las medidas necesarias para asegurarlos lo antes posible”. Además, confirmaron que el pago de compensaciones a cargo de la dependencia fue enviado al banco y se acreditará en las próximas horas en las cuentas de cada una de las compañías.

A su vez, también anunciaron sanciones por parte de la Comisión Nacional de Regulación de Transporte (CNRT) para empresas que no presten los servicios, así como deducción de compensaciones del mes.

Pese al anuncio generalizado, hubo varias compañías que resaltaron que no adherirán a la protesta. En este sentido, el grupo DOTA informó que garantizará “el 100% de sus servicios”, mientras que otras líneas se replegarán a la medida de fuerza, como la 22, 114, 129, 143, 145, 148, 159, 219, 300, 338, 372, 382, 383, 406, 500, 584, 603, 619 y 620.

A pesar de que el reclamo inicial fue por la situación en el AMBA, el panorama no es muy distinto en otros puntos del país. Desde la Asociación Obrera de la Industria del Transporte Automotor (AOITA), en Córdoba, afirmaron a este medio que se adhiere al paro. “La Comisión Directiva, conjuntamente con el Plenario General de Delegados, decidió realizar retención de tareas (sin asistencia a los puestos de trabajo) por 24 horas desde las 00 horas del viernes 5 de julio, ante el incumplimiento por parte de las empresas del pago íntegro de haberes del mes de junio como así también del S.A.C. correspondiente al 1° semestre del corriente año, del cual se adeuda parte del mismo”, comunicaron.

Además, explicitaron que el viernes a las 16 habrá un nuevo plenario para debatir y considerar las medidas adoptadas, en caso de que “persista la reticencia al cumplimiento salarial de las empresas prestatarias del servicio”. “Exhortamos a los empresarios a ajustar su conducta y honrar los compromisos salariales asumidos y pedimos urgente la intervención de los organismos integrantes del Superior Gobierno de la Provincia de Córdoba”, detallaron a modo de conclusión.

Paro de colectivos en ConstituciónSantiago Filipuzzi

Tal como informó LA NACION, este jueves se reunieron representantes de la UTA, el gremio que reúne a los colectiveros, junto con empresarios y autoridades del Gobierno en una audiencia para resolver la falta de pago de aguinaldos al personal del rubro. Pero, al no lograr acuerdo, el secretario general de la UTA, Roberto Fernández, implementó la medida de fuerza.

Por un lado, los trabajadores exigieron el pago y, por el otro, el empresariado puso de manifiesto su dificultad para ponerse en regla, aunque comunicaron su intención de regularizar de manera urgente la demora salarial.

En paralelo, la Asociación Argentina de Empresas del Transporte Automotor (Aaeta) le inició un reclamo administrativo al secretario de Transporte, Franco Mogetta, a quien se lo acusa de repartir irregularmente el subsidio “cupo gasoil” que el Estado les provee a las empresas.

El titular de Aeeta, Carmelo Capozzi, denunció un supuesto beneficio para otro grupo empresario entre 2022 y 2023, cuando el área se encontraba bajo el mando de funcionarios allegados a Sergio Massa. “Dicha afectación significó para el conjunto de las empresas no incluidas en este cambio, un total de $8,9 mil millones ó 16,7 millones de dólares a tipo de cambio no oficial, en menos, en sus ingresos entre los años 2022 y 2023″, expuso Capozzi en su presentación, a la que tuvo acceso LA NACION.

LA NACION

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