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advierten que la situación de los colectivos en AMBA es crítica y podría haber nuevos paros

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Todavía no pasaron dos semanas desde el último paro de colectivos que afectó a gran parte de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, pero ya comienzan a correr rumores de una medida similar, producto de las incompatibilidades que, acusan desde las empresas de colectivos, existen entre lo recaudado y la estructura de costos que incluye el último aumento otorgado a los trabajadores del sector.

Aunque aún no es una noticia confirmada y todos los que se refieren a un eventual cese de actividades prefieren hablar en off, comienzan de a poco a oírse declaraciones de las empresas de transporte, que dicen estar cada vez más complicadas para hacer frente al pago no sólo de los sueldos de sus empleados, sino también al costo de mantenimiento de las unidades.

La Asociación Argentina de Empresas de Transporte (AAETA) trazó este viernes en un tweet un panorama que refleja, una vez más, que las cuentas no dan: «Durante el mes de marzo los colectivos del AMBA realizaron más de 218 millones de viajes. Más del 50% de los pasajeros tuvieron algún descuento. Ya sea por tarifa integrada, social o boleto estudiantil«, escribieron. Junto a esto, acompañaron un gráfico en el que marcaron que, si bien el boleto mínimo de colectivo cuesta $270, lo que efectivamente cobra la empresa, producto de los descuentos, terminan siendo $209.

Y aunque desde el gobierno parecería ser que la postura es mantener el congelamiento de las tarifas del transporte, al menos durante el mes de mayo y como uno de los modos de contener la inflación, desde las empresas de transporte hace rato que vienen marcando que no están en condiciones de seguir funcionando con los ingresos actuales.

La solución, para AAETA, parecería ser incrementar el costo del boleto ya sea financiando este incremento con un aumento del valor del boleto, o bien con subsidios estatales, algo que el gobierno actual no parece estar dispuesto a hacer.

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Una tercera opción, y quizá la menos atractiva, sería un mix entre ambas, que implicaría que soporte una parte del costo el pasajero y que por otro lado se deban aumentar también los subsidios, medida que podría significar un duro golpe para la imagen presidencial ya que no sólo impactaría en el bolsillo de la población, sino que también iría en contra de uno de los principales postulados de Milei, quien desde sus inicios en la política planteó una reducción en los subsidios.

«El tema es una bomba a punto de volver a explotar. La UTA pide incremento salarial, la Secretaría de Transporte no confirma modificaciones en los costos y el boleto promedio que efectivamente paga el pasajero en AMBA es tremendamente bajo», señala un especialista sobre la situación crítica que podría derivar en un parto similar al que tuvo lugar semanas atrás, cuando varias empresa no pudieron pagar lo que reclamaban los trabajadores.

Si se implementase el ajuste, el boleto mínimo los colectivos en la Ciudad y el Gran Buenos Aires (GBA) debería saltar de $270 a $ 409,32 -como máximo-, y el de trenes, de $130 a $197,08, siempre para los que tengan su tarjeta SUBE registrada.

El último paro había tenido que ver justamente con esto. Según la Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (AAETA), que representa al grupo Metropol, el segundo en importancia detrás de DOTA, en marzo el costo «real» de un pasaje de colectivos fue $1.198 -con IVA incluido-.

No obstante, los usuarios pagan con sus tarifas un mínimo de $ 270 y el Estado, con subsidios, otros $ 354 por pasajero para completar $624, reconocidos por el Gobierno, lo que hace que los empresarios terminen yendo a pérdida.

Ya el 9 de abril, la AAETA había publicado un tweet remarcando lo barato del boleto, y con motivo del aumento salarial que en ese momento se discutía con la UTA. En esa publicación, se acompañaba un gráfico que marcaba que los boletos del AMBA estaban entre los más baratos del país, superando en costo únicamente a los de Mendoza y Río Grande.

En sintonía con esto, el 13 de abril hicieron otra publicación, detallando la estructura de costos: mientras que los salarios de los empleados subieron un 394%, quedando ligeramente por encima de una inflación de 372%, lo recaudado por las empresas de colectivos sólo llegó a un 253%.

Y es así que, en algún punto, las empresas dicen, deben encontrar el modo de hacer frente a estos costos. Sin una solución en el horizonte, las opciones parecen ser pocas: reducir la frecuencia, limitar el mantenimiento o bien dejar de pagar salarios, que indefectiblemente terminaría en un nuevo paro. Y en el medio, los perjudicados seguirán siendo los pasajeros.



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La clave de la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China la tiene un país con 72 millones de habitantes que quiere convertirse en el rey de los chips

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El auge de la inteligencia artificial provocó que la industria de los semiconductores firmase un 2024 histórico. A raíz del boom de esta rama tecnológica, empresas como NVIDIA han visto cómo sus ingresos se multiplican y alcanzan un récord tras otro, ya que tanto compañías como usuarios buscan exprimir todas las virtudes de la IA. Por ello, cada vez más países están interesados en sacar partido a este campo y, según indican varios medios, la nueva potencia en subirse al barco es Tailandia.

Como señala Reuters, la región asiática busca atraer inversiones en semiconductores y ha prometido un borrador inicial de sus planes que publicará en los próximos 90 días. Así, la Junta de Inversiones de Tailandia (BOI) contratará una firma de consultoría para diseñar una hoja de ruta del sector y, a su vez, todos los miembros implicados en esta iniciativa realizarán giras de inversión por Estados Unidos y Japón para atraer empresas de semiconductores. De esta forma, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha llevado a varios cambios en las cadenas de suministro que han beneficiado a ciertas economías del sudeste asiático.

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Foco en la electrónica de potencia

En 2023, las solicitudes de inversión en Tailandia aumentaron un 35% y alcanzaron un máximo de 29.100 millones de euros. A raíz de dichas cifras, Tailandia planea atraer 12.800 millones de euros en nuevas inversiones en chips de cara a 2029. Por ello, tienen la intención de priorizar la producción de semiconductores para centros de datos y almacenamiento de energía, pero Tailandia también tiene su foco puesto en los vehículos eléctricos, ya que cree que tienen cierta ventaja en este sector.

Gigantes de la talla de Sony o Toshiba se han convertido en empresas claves en dicho territorio y, por ello, han aprovechado su posición para anunciar proyectos en Tailandia. Además, la región ha vivido un fuerte crecimiento de la fabricación de placas de circuito impreso desde 2023, un componente determinante para smartphones y vehículos eléctricos. Eso, sumado a que es un país neutral en la guerra comercial que enfrenta a Estados Unidos y China, coloca a Tailandia como un actor clave en la industria de semiconductores.

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Imagen principal de Chris Ried (Unsplash)

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