INTERNACIONAL
Con el aval de la OTAN, Ucrania ya espera los misiles antiaéreos Patriot para defenderse de los ataque de Rusia
El viento cambia para Ucrania. Después de semanas tormentosas, de ver cómo las tropas rusas superaban a sus hombres en número y en material, en los últimos días llegaron buenas noticias para Kiev. La Cámara de Representantes estadounidense aprobó, tras meses de bloqueo, un paquete de 60.800 millones de dólares que servirá en parte para enviar armas y para financiar al Estado ucraniano. La Unión Europea había aprobado otros 50.000 millones de euros (prácticamente lo mismo al cambio actual) en enero. Ucrania tendrá sus finanzas cubiertas al menos durante los próximos cuatro o cinco años.
Los representantes republicaron cambiaron de idea después de que Donald Trump, al que esperan tener sentado en meses en el Despacho Oval, dijera hace 10 días que “la supervivencia de Ucrania es importante para Estados Unidos”. Lo contrario parecía empezar a costarle demasiados votos. De los 60.800 millones de dólares de Estados Unidos, 23.000 millones quedan en territorio estadounidense para rellenar sus stocks de armamento y munición y 23.000 millones son para Israel.
Esa decisión estadounidense y una cumbre de ministros de Defensa y cancilleres europeos que se celebró este lunes en Luxemburgo hicieron que girara ese viento. Los ministros europeos recogieron el testigo de la OTAN, que el fin de semana dio su visto bueno a que sistemas de defensa antiaérea de largo alcance, como los Patriot estadounidenses que tienen varios países europeos, puedan ir a Ucrania.
Son armas destinadas a proteger infraestructuras esenciales como centrales energéticas, puentes, nudos ferroviarios, grandes arsenales de armas o incluso ciudades. También funcionan para proteger concentraciones de tropas o cualquier elemento que se quiera proteger del fuego aéreo o la misilería enemiga.
Con esas armas, y los aviones de combate F16 que deben empezar a llegar por decenas en mayo y sobre todo a partir de junio, Ucrania podrá volver a controlar su espacio aéreo, a merced de los bombarderos rusos en los últimos meses. Además, y es una de las claves de esta guerra, podrá atacar a las fuerzas rusas en la península de Crimea, territorio ocupado desde 2014 por los rusos.
Los europeos aplaudieron el destrabe de la ayuda estadounidense. La canciller alemana, Annalena Baerbock, dijo que “el corazón del apoyo a Ucrania vuelve a batir a ritmo” y que era “un día de confianza” para los ucranianos. Los europeos esperaron a Washington porque para muchos gobiernos y partidos políticos sin Estados Unidos es políticamente más complejo porque hay que dar la cara y enviar más y mejores armas. Ahora la OTAN y el canciller europeo, el hispano-argentino Josep Borrell, presionan a los gobiernos que tienen en reserva esos sistemas antiaéreos Patriot para que envíen a Ucrania.
Kiev pidió al menos siete. Alemania confirmó que enviará uno y las miradas se posan sobre Polonia, España, Rumanía, Grecia y Países Bajos. Los cuatro tendrían en sus arsenales. Francia dice que no puede enviar sus equivalentes, los franco-italianos Mamba, porque los necesita para proteger sus centrales nucleares y las sedes de los Juegos Olímpicos del próximo verano boreal.
Los Patriots no están guardados en arsenales sin usarse. Están “preposicionados” para proteger infraestructuras militares esenciales de la OTAN en Europa. Pero a la Alianza Atlántica le parece más urgente proteger por ejemplo las centrales eléctricas ucranianas para que el país no se hunda y el frente ruso avance.
Fuentes de la OTAN explicaban este lunes que lo que pidió el secretario general, el noruego Jens Stoltenberg, es armamento preparado para ser usado de inmediato. Eso conlleva, aunque no se diga, el envío de tropas expertas en su uso, pues los ucranianos ni los han usado nunca ni han sido entrenados para ello.
Un sistema Patriot consiste en plataformas de lanzamiento, radares de detección de objetivos, equipos de seguimiento de esos objetivos, grupos electrógenos y vehículos de carga. Son decenas de soldados, casi un centenar, por cada uno. Y todos miran a Estados Unidos, donde habría más de 60 sistemas Patriot sin usar, aunque Washington no ha anunciado ningún envío de este tipo de armas.
La solución podría ser la propuesta por el gobierno holandés: compraría los sistemas a los países que tienen, pero no quieren enviarlos y los enviaría él mismo. Un sistema Patriot nuevo cuesta unos 500 millones de dólares.
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