La cebolla es fuente de fibra, hierro, potasio, vitamina C y otros micronutrientes que ayudan a fortalecer el sistema inmune y mantener saludable al cuerpo.
Para estos aros se pueden usar cebollas blancas o moradas, la diferencia entre ambas estará en el sabor, siendo las primeras más suaves y dulzonas, mientras que las segundas más intensas y picosas.

Para prepararlas, lo ideal es que sean de un buen tamaño, de medianas a grandes. Pueden ser el complemento perfecto en una picada, acompañar a una hamburguesa o sándwich. Su preparación es sencilla y requiere de pocos ingredientes.

1- Pelar la cebolla y luego lavarla. El corte es muy importante, debe estar entera y las rodajas deben tener un grosor de medio centímetro -ni muy anchas, ni muy finas-, de esta manera se asegura una cocción correcta. Una vez que tengas tus rodajas, es momento de separar los gajos.

2- Este paso es opcional: si no te gusta el sabor fuerte de la cebolla, las podés sumergir en agua fría con sal durante 10 a 20 minutos y su olor va a disminuir, después hay que escurrir bien.

3- Prepará en un recipiente harina, podés agregarle alguna especia de preferencia para darle un toque extra. Agarrá cada aro y enharinalo bien. Una vez listas, lo vas a pasar por huevo batido y condimentado, y después por pan rallado. El proceso es similar al de la elaboración de milanesas.

4- En una sartén calentá suficiente aceite para poder sumergir los aros y una vez que esté a temperatura media-alta, freí hasta que tomen un color dorado. Lo ideal es cocinarlas de a tandas de a cuatro o cinco aros, esto va a depender mucho del tamaño de la cebolla y la sartén pero es fundamental que no queden encimadas.

5- Retiralas, dejá reposar en papel absorbente y agregale un poco de sal a gusto -también opcional-, y ya están listas para disfrutarlas con lo que más te guste, pueden ser solas con alguna salsita o acompañando algún otro plato.

Fuente: Vos