El detonante fue a las 18.00 horas,  en el centro de contención, cuando doce menores iniciaron un motín en protesta por la escasez y baja calidad de la comida, la falta de agua caliente y atención médica insuficiente. En un ambiente tenso, los internos amenazaron al personal y causaron daños significativos al instituto, destrozando mobiliario, vidrios, luces y sistemas de seguridad.

La situación se complicó aún más con la ausencia inicial de los directores, quienes llegaron tarde mientras el motín ya estaba en marcha, con los menores controlando el lugar, esperando respuestas a sus demandas.

Aunque las autoridades prometieron trasladar sus reclamos a la cúpula del Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia (OPNyA), en los días siguientes, solo se procedió al traslado de algunos líderes a otros centros, lo que no descarta futuros incidentes.

Resulta sorprendente que, a pesar de situaciones recurrentes como estas, tanto los directivos locales como las autoridades provinciales permanezcan imperturbables en sus roles. Los trabajadores describen el sistema como una mafia, señalando discretamente al gremio ATE y a Fabricio Nosenzo, quien parece influir en las decisiones erróneas de la subsecretaria Viviana Arcidiácono.

Mientras tanto, la cadena jerárquica sigue ausente en asuntos críticos, apareciendo solo en eventos de poca relevancia. Como muchos señalan, parecen «vivir de cumpleaños» en medio de la peor gestión del OPNyA que se tenga memoria.

Es crucial destacar que, una vez más, la gestión del ministro Andrés Larroque, máximo responsable del organismo juvenil, optó por el silencio, evitando emitir cualquier comunicado sobre el incidente. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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