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POLITICA

Sigue la danza de nombres en la UCR bonaerense

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En estos meses siguen las especulaciones y los comentarios sobre quién ocupará el sillón de la sede de calle 53 en la capital bonaerense, a la vez que se desvanecen y fortalecen versiones sobre nominaciones.

En el lote de los debilitados aparecen el legislador provincial de la tercera sección y rector de la Universidad de Almirante Brown, Pablo Domenichini, quien también es el principal referente de la corriente Evolución que responde al senador nacional, Martín Lousteau.

Domenichini -exsecretario del comité provincia- mantuvo muy latentes sus expectativas, pero la cohesionada alianza oficialista “Adelante Buenos Aires” no abre, por el momento, las puertas para un acuerdo que lo catapulte al sitial partidario más codiciado. En “Adelante Buenos Aires” hay seguidores de Daniel Salvador, Maximiliano Abad y Carlos Fernández y parece que será dentro de ese espacio interno donde se definirá al sucesor.

Esta circunstancia se fortalece dado que otro de los “esmerilados” es el exintendente de San Isidro, Gustavo Posse, quien no quisiera repetir su apuesta del año 2021 en la cual estuvo a pocos votos de ganarle la compulsa a Abad. En aquella interna Posse tuvo el acompañamiento de las corrientes comandadas por Federico Storani, Juan Manuel Casella, alfonsinistas ortodoxos (como la ex legisladora Liliana Denot) y justamente Pablo Domenichini, quien juega sus cartas en forma individual.

Además, Posse está muy ocupado en recuperar el distrito de San Isidro, que perdió en las primarias contra el dirigente Pro, Ramón Lanús, quien ahora le viene provocando una serie de dolores de cabeza con denuncias por presuntas irregularidades.

En el contexto de las eventuales postulaciones se suma un nuevo nombre al ya conocido lanzamiento de Miguel Fernández, exintendente de Trenque Lauquen y excandidato a vicegobernador en la fórmula junto a Néstor Grindetti en la alianza de Juntos. Se trata del diputado nacional Fabio Quetglas, quien transita su segundo mandato en esa condición desde que asumió allá por 2017. Quetglas provenía del ámbito académico, es experto en temáticas tales como “desarrollo territorial” y acuñó los inicios de su carrera política y legislativa bajo la atenta mirada del exsenador nacional por Mendoza, Ernesto Sanz, quien también fue mentor o padrino político de Abad.

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Quetglas no tiene la inserción territorial ni el roce político que sí tiene Miguel Fernández, por su condición de ex jefe comunal, por consiguiente con muchas relaciones con el foro de intendente y como otrora interlocutor con la administración de Axel Kicillof. El diputado nacional muestra sus ambiciones o al menos las deja trascender. No obstante, deberá buscar respaldos importantes, empezando por el propioy cuestionado Abad, de quien se sospecha que es su mentor.

De esta manera, Quetglas contaría con un aval para nada despreciable desde las localidades balnearias y rurales de la quinta sección, de donde proviene el actual senador nacional y titular del comité provincia.

En la quinta sección también es fuerte el exsenador provincial Carlos Fernández quien estaría jugando más cerca de Daniel Salvador. A su vez, el exvicegobernador tiene seguidores en partes de la primera sección electoral (norte del conurbano) y en secciones territoriales muy amplias y con varias comunas de signo radical como la cuarta sección (oeste bonaerense) y la sexta (sur provincial).

Muchos hombres y mujeres de Alem sospechan que, definitivamente, la sangre no llegará al río y que, si cierran el acuerdo en el marco de la alianza “Adelante” y suman a Pablo Domenichini, estarían repitiendo una probable lista única con muy pocas posibilidades de darle batalla. De todas maneras hay tiempo hasta septiembre, avanzarían las negociaciones por el cierre de listas para saber quiénes competirán para suceder a Maxi Abad

Por el momento, todo se celebra a ritmo muy parsimonioso, dado que la coyuntura económica y social, tanto en nación como en provincia, está reclamando mayor prioridad en su atención. (www.REALPOLITIK.com.ar)

ETIQUETAS DE ESTA NOTA

UCR, Federico Storani, Néstor Grindetti, Martín Lousteau, Liliana Denot, Gustavo Posse, Daniel Salvador, Axel Kicillof, Ernesto Sanz, Juan Manuel Casella, Maximiliano Abad, Miguel Fernández, Carlos Fernández, Pablo Domenichini, Fabio Quetglas, Ramón Lanús

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La democracia de los movimientos sociales

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Como se sabe, los movimientos sociales surgieron en los años 90 del siglo pasado como agrupaciones espontáneas de personas desesperadas que iban quedando al margen del sistema. Con la crisis de 2001 estos fenómenos asociativos de los excluidos hicieron eclosión. Pero paulatinamente mudaron su razón de ser, dejando de funcionar como mediadores visibles de una demanda social para pasar a ser, primero, intermediarios de la ayuda del Estado y luego, protagonistas activos de la política, al servicio o en contra del gobierno de turno según los intereses del momento. Este proceso de sucesivas mutaciones, disimulado tal vez por la permanencia de la denominación “movimientos sociales”, pasó inadvertido para muchos.

En ámbitos católicos hubo otro factor que impidió advertir adecuadamente la relevancia de estos cambios. Los marginados, y no ya los trabajadores asalariados y sindicalizados, se presentaban como la nueva encarnación del pueblo pobre, cuya irrupción pública habría de significar la regeneración de la vida social y política del país. Algunos tempranos signos que inducían a la cautela fueron soslayados, como el caso de Milagro Sala y su movimiento Tupac Amaru, que fueron objeto de una defensa apasionada, la cual sólo menguó cuando las evidencias de corrupción y violencia quedaron demasiado expuestas por las investigaciones judiciales.

Con insuficiente sentido crítico, se relativizó la falta de transparencia y las prácticas abusivas de muchos de estos grupos como “desprolijidades” propias de cualquier fenómeno social surgido “desde abajo”, el costo casi inevitable de los servicios que efectivamente prestaban a su gente. Así tomó fuerza, en sectores del mundo católico, la idea de “institucionalizar” estas nuevas formas asociativas, e incluso integrarlas en el marco de la constitución. Una “democracia de los movimientos sociales” sería capaz de superar la crisis de representatividad de la democracia clásica. La inclusión de “referentes sociales” como funcionarios del área respectiva fue interpretada como un primer paso en esa dirección, aunque implicara responsabilidades en la asignación de recursos públicos a sus propias agrupaciones, con evidente conflicto de intereses.

El proyecto merecía graves objeciones. Los movimientos sociales, producto de la emergencia social, carecían de objetivos permanentes y de normas internas que regularan su funcionamiento; sus “referentes” no eran elegidos sino autoproclamados; no estaban sometidos a ningún control formal en su actuación ni en el manejo de los recursos públicos. Una vez “institucionalizados”, ¿no se convertirían, por fuerza, en otra cosa? ¿Y qué cosa que no fuera intrusiva o redundante? Lo que se presentaba como el camino de la inclusión de los postergados parecía estar proponiendo para ellos un estatuto diferente e inferior al de los ciudadanos comunes.

De hecho, hoy sabemos que muchos de los miembros de estos movimientos eran objeto de explotación económica y de “sanciones” en caso de negarse a participar en marchas y cortes. Bastó con desbaratar el negocio de la intermediación para que sus mismos integrantes les dieran la espalda, al menos en número suficiente para desalojarlos de las calles, mientras que varios de sus dirigentes fueron llevados a la justicia. No parece que éste pudiera ser el camino de la regeneración social, la inclusión y la nueva democracia.

Lo sucedido debe movernos a una profunda reflexión. La explotación de los pobres puede llegar de muchos lados, incluso desde dentro de los mismos “sectores populares”. El afán de justicia social no debe privar del sentido crítico y la imparcialidad, a riesgo de alinearse del lado equivocado. De hecho, las denuncias de los abusos mencionados no surgieron, como cabría esperar, de quienes pretendían ser la voz de los pobres, sino, sobre todo, de los mismos afectados. Cuando se les dio la oportunidad, miles de víctimas reclamaron no una nueva democracia, sino ser tratados como simples ciudadanos. Nada más y nada menos.

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Pbro. Consejo Consultivo Instituto Acton Argentina

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