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ECONOMIA

Cristina Kirchner recalentó el debate por la escasez de gas

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Era imposible que Cristina Kirchner la dejara pasar: después de años de haber sufrido en carne propia las críticas por los cortes masivos de electricidad en los barrios porteños y por la interrupción del suministro de gas a la industria -el colmo para un gobierno que se jactaba de priorizar a la producción-, decidió aprovechar la nueva coyuntura para pasar sus facturas políticas. Así, ante los cortes en el suministro de GNC y la interrupción de gas por la suba de la demanda generada por la ola de frío, el tema volvió a politizarse.

Cristina no dudó en atribuir la actual crisis a dos defectos atribuibles a la gestión de Javier Milei: la interrupción indiscriminada de la obra pública -que imposibilitó una mayor inyección de gas a la red- y una mala gestión en los funcionarios que tienen a su cargo la compra de barcos gasíferos.

«La idea de ¡superávit fiscal o muerte!, como todo dogma (excepto los de la fé), está destinado al fracaso. La paralización de obras absolutamente complementarias pero imprescindibles (léase compresores) al gasoducto Néstor Kirchner (auténtica obra pública estructural) bajo el slogan para redes de «no hay plata», revelan la falta de conocimiento o la confusión que hay en torno al concepto de gasto público, sobre todo cuando ese gasto es en realidad una inversión porque permite que el Estado evite gastos mayores posteriores», escribió en su cuenta de la ex Twitter.

Aprovechó, además, para acusar que el superávit fiscal es «trucho» y estimó que si hubiera avanzado con las obras del gasoducto Kirchner, gastando unos u$s40 millones, se habría ahorrado la compra de buques por montos muy superiores.

Y como ocurre siempre que Cristina emite opiniones, de inmediato se generaron miles de expresiones tanto de apoyo como de rechazo. Lo raro, tratándose de la líder kirchnerista, es que no fueron pocos los expertos en energía -que habitualmente discrepaban con sus políticas- que esta vez se mostraron de acuerdo. Es decir, que señalaron que la escasez de gas no es explicable exclusivamente como parte de la herencia recibida por Milei, sino que hay una porción de errores propios.

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Cristina Kirchner aprovechó la crisis del gas para criticar la política de ajuste fiscal de Milei

Por caso, se conoció un documento de la consultora G&G Energy Consultants, dirigida por Daniel Gerold, que alertaba sobre la brusca baja en las reservas de los gasoductos. Según consignó el informe de Gerold, los ductos operaron cerca del mínimo recomendado de 312 millones de metros cúbicos.

También Jorge Lapeña, ex secretario de Energía y uno de los referentes del sector, que dijo: «Ni el kirchnerismo ni Milei supieron nunca cómo resolver el problema energético argentino; tienen algo en común, la ignorancia y la falta de planes».

Las críticas, concretamente, apuntan a la falta de avances en las plantas compresoras de Tratayén, Salliqueló y Mercedes, que podrían haber duplicado la capacidad de transporte del gasoducto Kirchner.

Los críticos hacen mención a que, en el afán fiscalista, la «motosierra» terminó afectando el funcionamiento de la red, y ante un agravamiento de las condiciones climáticas, ahora habrá un costo a pagar con mayores importaciones.

¿Fue culpa de la motosierra?

El debate está lejos de terminarse, porque también están los que plantean el argumento opuesto: que la mayor parte de la responsabilidad por los problemas de gas radican en la demora del gobierno anterior para terminar la obra del tramo del gasoducto que une el yacimiento de Vaca Muerta con la ciudad de Salliqueló, y que conecta con la red general.

Según Emilio Apud, otro ex secretario de energía y director de YPF, la inauguración del gasoducto fue sólo «una puesta en escena», y sólo permitió el transporte de 11 millones de metros cúbicos, en un gasoducto que tiene potencial para transportar 40 millones.

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De todas formas, dijo que en breve se agregarán otros cinco millones de metros cúbicos de gas, cuando se ponga en funcionamiento la planta compresora de Tratayén. Su interpretación es que Milei no tuvo responsabilidad en el problema, dado que la otra planta, la de Salliqueló se demoró por problemas contractuales. Y que, aun cuando Milei no hubiese congelado la obra pública, la provisión de gas no sería hoy muy diferente.

Es un punto sobre el que hay discrepancias, que tal vez no habrían salido a la luz si no fuera por la imprevista ola de frío -en algunas regiones, con seis grados menos que lo esperado-, que generó una demanda de gas muy por encima de la habitual para esta época.

Hubo, además, una complicación adicional: las inundaciones en el sur de Brasil, que complicaron el plan original de contar con provisión de energía eléctrica desde el país vecino, lo cual obligará a depender más de la cuenta de los combustibles líquidos. Hablando en números, las nuevas importaciones serán por 200.000 toneladas de fuel oil y 350.000 metros cúbicos de gasoil.

Se estima que el costo de estas importaciones fuera de las previsiones originales implicará un mínimo de u$s500 millones.

La llegada de barcos con gas licuado alteró las previsiones sobre la balanza comercial energética, que hasta ahora venía mostrando un holgado superávit

La llegada de barcos con gas licuado alteró las previsiones sobre la balanza comercial energética, que hasta ahora venía mostrando un holgado superávit

Ya previamente, en abril, se había firmado un acuerdo con Brasil para asegurarse la provisión de gas para las provincias del norte, que estaba en peligro por la abrupta disminución de la llegada de gas boliviano. El mecanismo elegido fue una triangulación del gas que Brasil le compra a Bolivia: como el país vecino está incrementando el uso de la energía hidroeléctrica, que resulta más barata, tiene un sobrante del gas que ya tenía comprometido con Bolivia, y se lo puede vender a Argentina.

Aun así, ese acuerdo no alcanza para resolver el problema de demanda de gas que se genera en invierno, por lo cual se había dispuesto en abril la compra de 10 cargamentos de barco por u$s209 millones. Y antes, en marzo, se había adjudicado otros 10 cargamentos por u$s210 millones.

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Otra vez a hacer las cuentas

La cuestión es que, después de haber festejado varios meses de superávit en la cuenta energética -por la combinación de una suba en la exportación de petróleo y una disminución en la importación de gas-, todo indica que se volverá a la «normalidad» argentina, en la que la energía es sinónimo de gasto y no de ingreso de dólares.

Según estimó Apud, el imprevisto con la provisión de gas terminará significando, en todo el año, una cuenta de u$s1.300 millones. Una cifra pequeña en comparación con la que se registró en años críticos como 2022 -impactado por la guerra de Ucrania- pero superior a lo que se había proyectado originalmente.

En los papeles, se había trazado un panorama en el que la balanza comercial energética dejaría un robusto superávit de u$s4.000 millones. Ese es el punto que, ahora, queda bajo sospecha. En el primer cuatrimestre, se logró un saldo positivo de u$s2.415 millones. Pero ahora es cuando empieza lo peor.

Y, como en toda situación de crisis, las acusaciones cruzadas están a la orden del día. Durante la gestión peronista, la compra de gas fue siempre un problema, y no solamente por la guerra de Ucrania, que disparó los precios -y que le costó a Argentina un costo neto de u$s4.470 millones-. Ya antes de eso, en 2021, todavía con precios «normales» en el mercado internacional, se habían producido momentos de estrés, que llegaron al punto de que varias industrias tuvieran cortes en el suministro y debieran usar fuel oil para seguir funcionando, de manera de no tener que afectar la provisión a la red domiciliaria.

Fue por eso que se le criticó al gobierno peronista la demora en la concreción de un proyecto que, de haberse realizado, no sólo le habría evitado el costo de importar gas a precios récord, sino que hasta le habría permitido beneficiarse con la exportación.

El gasoducto Kirchner, en el centro de la polémica: el peronismo acusa al gobierno por la falta de inversión pero a su vez es criticado por las demoras en la obra

El gasoducto Kirchner, en el centro de la polémica: el peronismo acusa al gobierno por la falta de inversión pero a su vez es criticado por las demoras en la obra

Se trataba de una planta de licuefacción, que solucionaría el problema de cómo almacenar el gas que se produce y no se consume en los meses de verano. La planta que se había proyectado, a un costo de u$s4.000 millones, cumpliría la función inversa a la que se hace actualmente: es decir, en vez de recibir el gas licuado que traen los barcos y llevarlo al estado gaseoso para inyectarlo a la red, se haría lo inverso, para poder exportar en los momentos en que hay excedente de la producción de Vaca Muerta.

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Finalmente, nunca se consiguió la financiación para esa obra, principalmente por los problemas de inseguridad jurídica en el país y el congelamiento de las tarifas.

Las polémicas del gasoducto

Por otra parte, también el gasoducto Kirchner fue objeto de discusión. Aunque el peronismo lo reivindique como uno de los legados de la última gestión, lo cierto es que estuvo rodeado de peleas internas y acusaciones de corrupción.

El origen del gasoducto se remonta a la gestión de Mauricio Macri, que convocó a la primera licitación para el diseño de la obra. El kirchnerismo lo acusó de haber demorado el inicio por los condicionamientos financieros del Fondo Monetario Internacional.

Lo cierto es que, después de tres prórrogas, a fines de 2020, ya durante la gestión Fernández, la secretaría de Energía derogó el llamado a licitación. Por ese entonces, el país atravesaba la pandemia de Covid, que el Gobierno expuso como justificación para el impuesto extraordinario a las grandes fortunas. Se estableció que un 25% de la recaudación -que globalmente fue de unos u$s2.500 millones- fuera destinado a un fondo para financiar el gasoducto.

La obra finalmente se volvió a licitar a inicios de 2022, y todo ese proceso estuvo signado por peleas internas entre el ministro de economía, Martín Guzmán, y la secretaría de Energía, que respondía a Cristina Kirchner. Se acusaba al ministro de «cajonear» la obra, que recién tendría firmado su contrato con los operadores privados en agosto, cuando ya el ministerio estaba a cargo de Sergio Massa.

El ex presidente Mauricio Macri criticó en su momento el uso político del gasoducto por parte del peronismo

El ex presidente Mauricio Macri criticó en su momento el uso político del gasoducto por parte del peronismo

En el medio, estuvo la polémica que llevó a la renuncia del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. En un acto por el centenario de YPF, Cristina se había quejado de que Techint, uno de los operadores privados, importara la chapa desde Brasil en vez de producirla en el país. Fue el recordado acto en el que Cristina le pidió a Alberto Fernández «que use la lapicera» y lo acusó de ser blando ante los intereses corporativos. El mismo día, Kulfas le contestó que no había capacidad técnica para hacer en el país el tipo de chapa que se requería para el gasoducto y, además, insinuó que eran los funcionarios kirchneristas de la Secretaría de Energía quienes habían hecho un pliego de condiciones a la medida de Techint.

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Las polémicas no terminaron ni siquiera cuando se inauguró el gasoducto. En plena campaña electoral, Massa prometió que con los dólares que se generarían por la exportación, se cancelaría la deuda con el FMI, mientras que Cristina le reclamó que ese dinero se destinara a mantener los subsidios al consumo de gas.



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ECONOMIA

Los requisitos que el FMI le exige a Javier Milei para liberar dólares

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) adelantó este jueves algunos detalles sobre el próximo programa que piensa pactar con el Gobierno de Javier Milei. En esta oportunidad, fue la directora de Comunicaciones del orgnanismo, Julie Kozack, quien encabezó una conferencia de prensa.

«El nuevo programa apuntará a aprovechar los avances logrados hasta ahora, mientras aborda los desafíos pendientes que enfrenta el país. Continúan las conversaciones constructivas y frecuentes, y brindaremos más detalles sobre los próximos pasos cuando los tengamos», explicó Kozack.

El FMI dio detalles sobre los requisitos que deberá cumplir el Gobierno

Y añadió: «También puedo agregar que, para mantener los avances iniciales, existe un reconocimiento compartido entre el staff del FMI y las autoridades argentinas sobre la necesidad de seguir adoptando un conjunto coherente de políticas fiscales, monetarias y cambiarias, al tiempo que se impulsan reformas que fomenten el crecimiento».

Asimismo, aclaró que las «conversaciones constructivas» continúan con el equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, y que son «frecuentes».

Finalmente, la referente del FMI destacó el «enorme progreso» de la gestión libertaria, respecto de la reducción de la inflación, la estabilización de la economía y la baja de la pobreza.

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En un comunicado, la entidad financiera que lidera Kristalina Georgieva había dejado trascender qué aspectos eran los que diferenciaban la postura del FMI con la del gobierno argentino.

En este sentido, indicaron que «para allanar el camino hacia la recuperación del acceso a los mercados será necesario adoptar una estrategia creíble para desmantelar los controles cambiarios, una mayor flexibilidad cambiaria y un papel más significativo de la política monetaria».

Y advirtieron: «la fuerte acumulación de reservas cambiarias durante 2024 reflejó la devaluación gradual del 120% en diciembre de 2023, la flexibilización de las condiciones de sequía y la amnistía (blanqueo) fiscal. Al mismo tiempo, la presencia de amplios controles cambiarios (que será necesario desmantelar para aliviar las distorsiones y recuperar el acceso a los mercados de capital) y la apreciación del tipo de cambio real como resultado de la preservación de un tipo de cambio de paridad lenta podrían dificultar la acumulación continua de reservas cambiarias».

Sobre el aspecto fiscal, el Fondo reconoció la concreción de un superávit sostenido, aunque hizo objeciones. «Además de las medidas fiscales de alta calidad (mejora de la progresividad del impuesto a la renta personal y reducción de los subsidios), una parte considerable de la recuperación fiscal inicial se logró mediante profundos recortes al gasto discrecional, incluida la inversión pública y los salarios, así como medidas de ingresos temporales o puntuales»,

El mercado, a la espera de las novedades del FMI

A fines del mes pasado, una delegación del FMI concluyó una misión en el país.

El ministro de Economía, Luis Caputo, rechazó de plano esa noche que el Fondo Monetario esté reclamando una devaluación, y dijo que no hay chances de que se deprecie el peso en la Argentina, porque eso «generaría pobreza».

Al término de estas negociaciones en Buenos Aires, el organismo difundió un comunicado donde sostuvo que el diálogo con las autoridades argentinas fue «altamente constructivo y positivo», pero los operadores esperan más precisiones.

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Originalmente, la conferencia de prensa de Kozack estaba prevista para la semana pasada, pero la postergación llevó a que se especulara con la posibilidad que el cambio de fecha estuviera vinculado a un posible anuncio sobre la Argentina, el país que registra la mayor deuda con el organismo.

El presidente Javier Milei afirmó que el cepo se levantará a más tardar el 1.º de enero del 2026, pero acotó que «si hay desembolso del FMI podemos hacerlo más rápido, hay que ver cómo queda estructurado el programa y cómo se calzan los fondos, lo que determinará la salida del cepo».

Si bien Milei fue más allá de lo exigido por el FMI en materia fiscal, no siguió las recomendaciones tradicionales del Fondo en el terreno cambiario y monetario.

Reconocida economista aseguró que el Gobierno «le marcó la cancha» al FMI

La economista Marina Dal Poggetto, de la consultora EcoGo, señaló que las negociaciones entre el Gobierno y el FMI han sido complicadas. Hasta hace poco, no había un acuerdo claro entre las demandas de Milei y las exigencias del FMI sobre el esquema cambiario.

La economista resaltó dos movimientos importantes que el gobierno realizó para «marcarle la cancha» al FMI:

  • Cambio en el Ritmo de Devaluación: el Gobierno decidió que el ritmo de devaluación pasara del 2% al 1%, haciendo que el tipo de cambio sea cada vez más semi-fijo
  • Baja en las retenciones: se bajaron las retenciones, lo que indica que el esquema cambiario se mantiene

Estas decisiones podrían facilitar un entendimiento entre el Gobierno y el FMI, a través de un acuerdo stand by de corto plazo. Según Dal Poggetto, esto ayudaría a descomprimir los vencimientos que Argentina tiene con el FMI y ofrecería un marco para refinanciar deudas con otros organismos.

No obstante, la economista advierte que no habrá mucho margen para discutir cambios en el esquema cambiario. «La suma de intereses más amortizaciones rondan los 9.000 millones de dólares y ese esquema eventualmente podría funcionar con algo parecido al esquema actual. A mí me resulta muy difícil pensar que el Gobierno pueda negociar un esquema cambiario distinto una vez que se lanzó con este», señaló.

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