POLITICA
“Puso su firma por $40 mil”: las declaraciones que complican al Polo Obrero en la causa de las facturas truchas
La hermana del titular de una de las cuatro empresas que son investigadas por desviación de fondos y la presentación de documentación apócrifa aseguró que él “estaba sin trabajo” cuando aceptó el trato y que «lo hizo por dinero».
Mientras el juez federal Sebastián Casanello avanza en su investigación sobre las dos empresas sospechadas de hacer facturas truchas al Polo Obrero para simular gastos y ocultar el destino final de los millones de pesos que la organización recibió como unidad de gestión del Potenciar Trabajo, una nota periodística reciente reveló los nombres de María Soledad Vega y Luis Alexander Pichuaga, cuyas firmas aparecen como los fundadores de las compañías.
Por asumir la titularidad de las formas, Pichuaga habrían cobrado $40.000.
La Justicia ya tiene probado que de los $113 millones que el Polo Obrero recibió del exMinisterio de Desarrollo Social, $25 millones se desviaron a la imprenta Rumbos y a Coxtex S.A., que para la AFIP es una empresa que se creó para emitir facturas truchas. La empresa comenzó a funcionar el mismo año en que el Polo Obrero comenzó a recibir millones de pesos del Potenciar Trabajo.
Esta última hizo recibos apócrifos por $5 millones entre 2020 y 2023, que luego se ocultaron en las otras tres empresas adjudicadas a Pichuaga y Vega, según reveló la investigación.
En el marco de esta causa, su pareja, Carolina, y su hermana, Alexandra, en diálogo con TN, defendieron a Luis Alexander y afirmaron: “No sabemos nada de la empresa esa. Como estaba sin trabajo, firmó para un conocido y le daba $40 mil por mes. Mi hermano lo hacía por la plata”. Ese monto incluía la firma por las otras tres compañías, agregó. “Es todo lo mismo. Todo lo hizo con la misma persona. Y también le pagaron por crear estas empresas. Le pagaron $40 mil por todo”.
“Él firmó, pero no es el dueño, firmó por necesidad porque le daban una plata por mes. Él firmó como que era el dueño, (lo hizo) para un conocido”, afirmó y añadió: “No tiene idea de cómo se manejaba esa empresa”. Alexandra desconoce el nombre de la persona que le ofreció el pago a su hermano.
También agregó que Pichuaga estaba “sin trabajo” en el momento en que le ofrecieron crear la empresa y que firmaba “desde hace unos años”. Sin embargo, destacó: “Hacía rato que no estaba cobrando. Le pagaron dos o tres veces. Tenía que ir una vez por mes, tenía que volver a firmar porque le pedían otro papel”, pero “nunca más le pagaron”. Actualmente, el acusado “trabaja en una estampería”.
En cuanto a su vínculo con el líder del Polo Obrero, la hermana confirmó que Pichuaga “no conoce a Belliboni, iba hasta una escribanía, firmaba y volvía. No tenía contacto con esa persona”. Según manifestó, el hombre tampoco conoce a María Soledad Vega.
Carolina, a diferencia de su cuñada, rechazó todas las evidencias. Aseguró que nunca había escuchado a su marido mencionar Coxtex e hizo hincapié en que su único ingreso viene del trabajo como “estampador” en una empresa de textiles cuyo nombre no pudo recordar. “Ni yo conozco a Coxtex, ni sé quiénes son. Me enteré porque vino la policía a allanar”, dijo la mujer y agregó: “(Alexander) trabaja en una empresa de estampas, es estampador de remeras”.
Además, declaró que no conoce a María Soledad Vega y aseveró que Pichuaga nunca hizo negocios con ella. “Él no tiene ninguna relación con nadie que mencionaste”, remarcó, incluyendo a Eduardo Belliboni. “De esos nombres, sacando a mi marido, jamás escuché hablar de ninguna de esas personas”, sostuvo.
En cuanto a las facturas apócrifas que Coxtex le vendía al Polo Obrero, la mujer repitió: “No sabía. De verdad que no sabía”. Asimismo, negó que en su casa se hubiesen guardado computadoras, parlantes u otros elementos electrónicos.
Y concluyó: “La policía vino a buscar papeles, documentación. Estuvieron un buen rato y se fueron, y no se llevaron nada porque no había nada”.
POLITICA
“No pueden crecer ahí”: la cruda realidad de los bebés que son abandonados en hospitales
Dalia, con el paso pendular y enérgico de sus 11 meses de vida, canta con su voz de bebé mientras camina por el patio del hogar de abrigo de Mar del Plata donde vive, desde los 5 días de nacida, con otros 10 bebés. Giselle Continanzia, de 48 años y fundadora de ese lugar, la alza para llevarla a una sala. Allí, tendrá unos minutos de juego con la que es su tía biológica. Su madre no puede tenerla por problemas de salud mental. La nena abraza fuerte a Giselle como a los peluches que tiene en su cuna. Es la segunda vez que la Justicia intenta vincularla con su tía.
En Don Torcuato, en un hogar que alberga a 22 niños sin cuidados parentales de 0 a 12 años, Lorenzo, de 3 meses, se despierta de una siesta matinal. El sol de enero, atenuado por unas persianas bajas y una cortina con motivos infantiles que se mueve con el aire que todavía entra fresco, ilumina las seis cunas de la habitación silenciosa. Sofía Paz, de 57 años, se asoma a la cuna, le acaricia el rostro, le agarra las manos pequeñas cerradas en puño, las abre y le busca la mirada, un tanto ausente.
“Es así porque vivió en un hospital dos meses y no tuvo el cuidado de su mamá”, dirá Sofía. Luego lo alza, lo besa, le dice su nombre y palabras bonitas. Es la hora de comer. Lo lleva a la sala comedor y lo coloca en un babysit frente a otros seis bebés. Tienen entre 6 meses y año y medio, están sentados en sillitas altas y vivieron situaciones semejantes a la de Lorenzo.
Las historias de estos bebés (cuyos nombres han sido cambiados como medida de protección) no son excepcionales y se dan en contextos altamente vulnerables. Algunos de estos pequeños que viven en hogares han pasado por largas estadías en hospitales a pesar de tener el alta médica. Todos fueron separados de sus familias por temas de violencia, abuso, negligencia o problemas de adicciones de sus padres.
Su realidad se agrava por el hecho de que son pocas las vacantes en los hogares y que la mayoría no están preparados para cuidar a bebés y niños tan pequeños.
Vivir en un hospital
Si bien no hay cifras oficiales, hay bebés que permanecen en hospitales más tiempo del debido luego del alta médica. Algunos son pequeños que sufrieron violencia o negligencia por parte de sus padres. Otros nacen en el hospital y allí se quedan, ya que sus madres tienen problemas de adicciones y se marchan sin ellos porque comienzan a sufrir abstinencia. En ambos casos, la Justicia dicta una medida de abrigo que los separa de su familia por 180 días. En ese periodo debe resolverse si se los revincula con alguna persona del círculo familiar o se establece su adoptabilidad.
Este es un fenómeno que ocurre en varios hospitales de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, según registró LA NACION en una investigación. Los pequeños permanecen internados, pero sanos, cuando no hay cupos en los hogares y pocos son especializados en bebés o niños de poca edad.
“Suele haber casos y lo cierto es que ese niño no se puede criar en un hospital. El equipo de salud y de asistencia social de los centros de salud hacen lo que pueden, pero su objetivo es atender a los chicos que tienen problemas de salud”, explica la abogada Marisa Graham, defensora nacional de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Además, advierte que siempre “existe el riesgo de que el bebé que permanece en el hospital se contagie con alguna enfermedad”.
Hay hospitales que cuentan con un equipo especializado para atender a niños cuyos derechos han sido vulnerados. Por ejemplo, el Elizalde, ubicado en CABA, tiene una unidad de Violencia Familiar. Para abordar los casos articulan con juzgados, organismos de protección de derechos de niños y otras instituciones como hogares, ya que en muchos casos los chicos no pueden volver con su familia.
Graham habla de una tensión entre lo real y lo ideal. “Lo ideal es que haya un lugar que inmediatamente albergue a esos bebés. Pero son muy pocos los que exclusivamente admiten niños de entre 0 y 2 años y están preparados para eso”, indica y subraya: “Cada jurisdicción tendría que tener por lo menos uno”.
Graham explica que la existencia de dispositivos para evitar que los bebés pasen largos periodos en hospitales depende de cada provincia porque “es el Estado el que convenia con un dispositivo que esté preparado y especializado para atender un bebé recién nacido y a su vez ese dispositivo se compromete a cumplir con lo que ofrece”.
Nadie lo miraba
La casona donde Dalia juega es el Hogar convivencial Mahatma, el único que se dedica a darle abrigo exclusivamente a bebés de 0 a 2 años en la provincia de Buenos Aires. Tiene un convenio con el Gobierno provincial, por lo que recibe pequeños de diferentes localidades. Hoy alberga a 11 bebés, de un cupo de 20, que suele agotarse rápidamente.
“En noviembre teníamos 17 chiquitos, y hoy ya nos pidieron abrigar a un chiquito de Hurlingham y dos hermanitos”, dice a LA NACION Giselle, quien tiene cuatro hijos y decidió fundar el hogar en 2020, luego de haber sido ella misma una niña que pasó por abusos por parte de un familiar.
“Muchos de los bebés que tenemos pasaron por un hospital primero, ya sea porque nacieron allí y sus madres y familias se retiraron sin reclamarlos o porque llegaron ahí después de algún allanamiento o por una denuncia de violencia”, cuenta Giselle.
En general las madres que tienen problemas de adicciones son quienes al tenerlos prefieren irse antes de amamantarlos y de pasar por una revisión médica, porque si se les detecta sustancias en la sangre, la medida de abrigo es inmediata, cuenta. “Algunas vuelven a reclamarlos o aparece algún familiar como una abuela. Otras veces no aparece nadie”, explica.
Que un bebé quede en ese limbo tiene un impacto en su salud integral y en cómo se relacionará con su entorno. Giselle habla de Geremías, un bebé que estuvo seis meses en una sala neonatal. Al principio los médicos se abocaron a tratarlo porque se había contagiado de sífilis de su madre, luego se trabajó en encontrar un lugar de abrigo mientras se buscaba a su familia ya que su madre lo había abandonado.
“Cuando Geremías vino al hogar no hacía contacto visual con nadie, no respondía a las sonrisas, a las caricias, y por eso tampoco succionaba. Nadie lo había mirado”, explica Giselle.
En el hogar comenzó a tener todo eso gracias al equipo especializado que consta de neonatólogos, psicólogas, pediatras, fonoaudiólogos y cuidadoras, entre ellas, Giselle. “Es hermoso cuando empiezan a responder”, dice.
Bebés con síndrome de abstinencia
No solo la problemática de la violencia intrafamiliar aparece tempranamente en las vidas de estos niños, también la de las drogas. “Hace poco un bebé tuvo una crisis de abstinencia, no dejaba de llorar. Su madre tenía problemas de adicción, cuando fue al hospital ni siquiera sabía que estaba embarazada”, cuenta Sofía Paz, cuyo hogar en Don Torcuato, Una Posta en el Camino, cumplirá en junio dos años.
El hogar, que se encuentra en un predio rodeado por un jardín con árboles, juegos de plaza y una cama elástica, cuenta con 22 niños y no tiene más vacantes. De ellos, 14 son bebés: 8 se encuentran en el lugar y 6 están en tránsito gracias a un convenio que tiene con Familias Solidarias. De esos 14, nueve estuvieron un tiempo viviendo en hospitales antes de ingresar.
Debido a que en 2024 Sofía recibió más pedidos para albergar bebés con medidas de abrigo, decidió crear La Postita, un nuevo espacio, exclusivo para ellos, a dos casas del hogar. El lote, donde hay un chalet que está siendo remodelado para ese fin, fue donado por la Congregación de Fátima y tendrá cupo para 10 bebés.
“Los bebés tienen otras necesidades y otro ritmo que los niños más grandes”, dice Sofía, quien desde siempre estuvo involucrada en tareas solidarias. Cuando analiza la situación familiar de los bebés con medidas de abrigos, la adicción de los padres es una constante.
“Hay que estar muy atentos siempre a su salud, hay que hacerles estudios, controlar las medicaciones que tienen y todos esos controles requieren un equipo especializado”, explica.
Al igual que Giselle, señala “las miradas perdidas” de los que pasaron mucho tiempo en los hospitales. “Acá intentamos que cada niño tenga la atención, la escucha, la mirada puesta para que sepan que merecen ser cuidados”, dice Sofía y explica que incluso los bebés, cuando ya abren sus manitos, comienzan a aprender qué es ser queridos “porque algunos vienen acostumbrados al maltrato y no conciben otro tipo de relación amorosa que esa”.
Ante la pregunta de por qué cree que hay una mayor demanda de cupos para bebés o por qué hay más chiquitos que deben separarse de sus familias, Sofía prefiere hablar sobre lo que ve día a día: “Es algo que hay que analizar sociológicamente porque es preocupante, hay mucha violencia, muchas familias que no pueden mantener a sus hijos por la situación económica y muchos problemas de adicciones”, dice.
Marisa Graham, desde su experiencia en la Defensoría de NNyA, coincide en que “hay mucha violencia” y que lo que sufren los chicos pasa en familias de condiciones socioeconomicas altas y bajas, pero quienes no tienen red son los que menos tienen y es ahí cuando el Estado debe garantizar su cuidado.
Revinculación y adopción
En el hogar de Don Torcuato de repente se escucha un grito y una risa de un bebé desde el parque. Es Lionel, de un año y 10 meses, que corre hacia el portón de entrada porque llegó la pareja que hace dos semanas se vincula con él para adoptarlo. Sofía y Jacinta, la asistente social, se asoman por la ventana para ver el encuentro y se emocionan.
Las medidas de abrigo que se dictan duran 180 días, período en el que se trabaja desde los juzgados en la revinculación del bebé con sus padres o algún familiar. Si esa medida fracasa se puede dictar su adoptabilidad.
“A veces se espera mucho a que se declare la adoptabilidad de los chiquitos, porque lo primero que se intenta es la revinculación con la familia. Los primeros bebés que llegaron al hogar recién ahora están siendo dados en adopción”, dice Sofía.
Al respecto, Giselle dice que cuando los intentos de revinculación con la familia exceden los tiempos que dicta la Justicia, se demora su posible adoptabilidad y los bebés extienden su estadía en los hogares. El 85% de quienes esperan adoptar están dispuestos a recibir a pequeños de hasta 3 años. Es por eso que la demora los perjudica.
Giselle habla de Dalia, la beba que corre y canta. Nació luego de que su madre tuviera una crisis mística. Su padre también tiene problemas de salud mental.
La pequeña, después de los cinco meses de estar en el hogar, comenzó a vivir con una tía materna. Para llegar a eso el juzgado correspondiente trabajó en esa vinculación. “Nosotros notábamos que la mujer ni la miraba, así que nuestro equipo de asistentes sociales y psicólogos hizo un informe con esa información, que solo sirve de referencia, porque no decide nada”, explica. A los dos meses la tía llamó al 102 y dijo que no la podía cuidar. Dalia volvió al hogar con siete meses. Hoy el juzgado insiste con la revinculación con la tía, pero aún no empatizan.
“Cuando las revinculaciones exceden los tiempos que determinó la Justicia y fallan una y otra vez, uno se pregunta si ese bebé no está perdiendo la oportunidad de ser adoptado por una familia que realmente lo ame y pueda cuidarlo”, concluye Giselle.
Por otra parte, cuando los padres tienen problemas de adicciones, los tiempos de la revinculación son extensos porque deben asistir a rehabilitaciones en hospitales públicos y “no encuentran turnos o son muy espaciados. A veces es poco 180 días para cambiar algunas realidades”, dice Giselle.
Graham explica que “para evitar que los bebés queden en un limbo” mientras se trabaja esa vinculación, se intenta que sean recibidos en familias de abrigo, que por ley no pueden transformarse en adoptantes. Sofía, por su parte, señala que son pocos los grupos familiares que se ofrecen para esa tarea.
De buenas a primeras desecha que sea un problema económico, ya que su hogar les brindan leches, pañales e incluso hacen los chequeos médicos con los profesionales del hogar. “La verdad es que tienen miedo de encariñarse, más cuando los tiempos de estadía son inciertos”, señala Sofía.
El comedor de la casa de Don Torcuato ahora es puro silencio, los niños ya comieron y el bebé que más temprano había corrido feliz a la puerta para recibir visitas, duerme sobre el regazo de quien quiere ser su mamá.
Cómo ayudar
- Hogar Mahatma: podés donar dinero a través de su página web a través de su alias MAHATMAHOGAR; o comunicarte con hogarmahatma@gmail.com para donar pañales, leche maternizada 1 y 2, y artículos para la higiene de los bebés (no necesitan ropa).
- Hogar Una Posta en el Camino: podés ayudar con donaciones desde su página web o desde Mercado Pago; o podés colaborar con leches y otros insumos comunicándote al 11-6165-2245 o a la cuenta de Instagram. Para ayudar a financiar el nuevo hogar exclusivo para bebés, La Postita, podés colaborar a través de esos mismos contactos.
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