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María del Carmen Verdú: «El objetivo de las detenciones es amedrentar para disciplinar»

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«Han sido puestos en libertad más de 28 de las 33 personas inicialmente, es decir que solamente quedan detenidas al haber sido procesadas con prisión preventiva en el día martes a la noche solo cinco de esas personas con una resolución que viene a mostrar un poco esas irregularidades que se dio en todo este proceso», comenzó María del Carmen Verdú.

La titular de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional señaló: «A mí no me llegó todavía la cédula electrónica, que es simplemente apretar un botón para que me aparezca en la computadora notificándome que las personas que yo defiendo, junto a otras compañeras y compañeros de CORREPI, y que estaban detenidas desde el viernes, quedaron en libertad». «Leí la resolución porque un periodista tuvo a bien mandarme el PDF que está circulando en las redacciones y ha sido mostrado en las pantallas de televisión y todo el mundo sabe lo que dice, pero los defensores no lo tenemos», destacó la abogada.

Asimismo, advirtió que «no habían llegado todavía los partes policiales con los nombres de las personas detenidas y lo que la policía decía respecto a la circunstancia de detención de cada una a los juzgados cuando ya veíamos en redes y medios de comunicación afines a Patricia Bullrich, Javier Milei, Victoria Villarruel, etcétera, fijando los delitos que se le iban a imputar».

«No estaban los partes policiales en poder de los órganos judiciales que tenían que intervenir y al día siguiente aparece en Comodoro Py un dictamen del fiscal Stornelli -que uno podría preguntarse cómo sigue siendo fiscal, pero eso es harina de otro costal- donde retoma exactamente las mismas argumentaciones de los funcionarios del gobierno nacional, incluso cita dos notas de Clarín y la Nación y acusa por los mismos delitos», subrayó Verdú.

En este sentido, indicó que «la jueza Servini tomó eso cuando ella tenía diez persona a su disposición que la Policía Federal le había enviado, pero pide a la Justicia de Ciudad lo que técnicamente se llama una inhibitoria, es decir, que la envíen a ella, abocando también a las otras personas, por lo que quedan 33 personas y les enchufa la acusación hecha por Stornelli«.

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«Entonces, esas personas tuvieron que defenderse de algo tan vago cómo de haber formado parte de un grupo de personas presuntamente organizadas que, con el objetivo de impedir el normal funcionamiento del Congreso Nacional, realizaron todo tipo de desmanes y disturbios en un horario prolongadisimo, pero sin decir específicamente la conducta que se le reprocha a cada uno que es lo primero que a uno le tienen que hacer saber», cerró la entrevistada.

Finalmente, concluyó: «Yo creo que el objetivo final de este tipo de accionar de las fuerzas de seguridad con detenciones al azar es un amedrentamiento que tiene como fin disciplinar ante posibles futuras manifestaciones que pueden hacerse contra el gobierno». (www.REALPOLITIK.com.ar)

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Friedrich Merz, el conservador que desafía el legado de Merkel en una Alemania en crisis

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BERLÍN – Friedrich Merz no es muy adepto a andarse con rodeos. Cuando el jefe de los conservadores alemanes saltó por primera vez en paracaídas, fue en Córcega, con la Legión Extranjera. Un salto en tándem a 4000 metros, con un minuto de caída libre sobre la bahía de Calvi. El ejercicio marcaba el comienzo de un week-end de senderismo en montaña con la Legión en el que también participaba su amigo Tom Enders, el expresidente de Airbus.

“Friedrich no conocía para nada la Legión. Para convencerlo, le vendí el descubrimiento del ideal republicano francés”, relata Jean-Philippe Lambert, un exlegionario, abogado de negocios en Mayer Brown.

Veinte años más tarde es un salto de otra magnitud que espera a Friedrich Merz. El de instalarse en el sillón de canciller de Alemania, la primera economía de la Unión Europea (UE) y, por el momento, el “hombre enfermo” del bloque. Esa esperada victoria corona un camino absolutamente inhabitual. Pero no solo porque el dirigente de 69 años nunca ejerció funciones ejecutivas. No fue ministro, ni alcalde o presidente de land.

Merz es la historia de una doble revancha. La de un alumno del fondo de la clase y la del eterno rival de Angela Merkel. Mientras el canciller saliente, el socialdemócrata Olaf Scholz era excelente en la escuela, Friedrich Merz tuvo una escolaridad difícil. El chico era conocido por su falta de respeto hacia los profesores, sus malas notas y sus bromas pesadas.

Madame Bouillon, la profesora de francés, comentó la amarga experiencia. Llena de energía, abrió un día la puerta de la clase sin saber que alguien había aflojado las bisagras. Llevada por el peso de la puerta, la pobre mujer hizo una entrada magistral, aterrizando de panza sobre la hoja de madera como si fuera una plancha de surf, mientras la clase estallaba de risa. En la escuela “la historia todavía es una leyenda”, cuentan los periodistas Jutta Falke-Ischinger y Daniel Goffart en Friedrich Merz: die biographie.

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Adepto de los partidos de cartas en horas de clase, Merz repitió y cambió de escuela. Harto, su padre Joachim había decidido, incluso, que fuera albañil. Solo continuó los estudios gracias a su madre, que quería darle una última oportunidad. La aprovechó y cambió de trayectoria.

Experiencia de “big business”

Pero Merz es también una de las resurrecciones más espectaculares de la vida política alemana. Elegido en 1989 en el Parlamento Europeo y después en el Bundestag, el joven conoció una rápida ascensión antes de ser marginado por Merkel, que le sacó su puesto en 2002, reemplazándolo como jefe de los diputados demócratacristianos (CDU). Decepcionado, abandonó progresivamente la vida política para consagrarse al sector privado y ganar dinero.

Durante ese período formó parte del consejo de administración de numerosas empresas como el Commerzbank, el HSBC Deutschland, Stadler Rail o Axa, acumulando una experiencia de “big business” poco común en la clase política alemana. En 2016, cuando se convirtió en presidente del consejo de BlackRock Alemania, Merz era considerado como un “has been” de la política. Tanto que, cuando volvió dos años después, tras el anuncio de la partida de Merkel, tuvo que precisar la ortografía de su nombre en la primera conferencia de prensa.

Esta combinación de imágenes creadas el 29 de octubre de 2019 muestra a la entonces canciller alemana Angela Merkel (15 de octubre de 2019 en Berlín y al entonces abogado corporativo alemán y exlíder del grupo parlamentario de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) Friedrich Merz

Friedrich Merz es un “anti-Merkel” tanto en el estilo como en las ideas. La excanciller sabía controlar sus cóleras y tragar sus humillaciones. Este gigante enjuto de 1,98 metros de altura puede ser impulsivo e incluso hiriente.

“Necesito tener un contacto emocional con la gente con la cual trabajo”, explicó a uno de sus biógrafos. Merkel gobernó en el centro. El autor de “Osar el capitalismo” es multimillonario y volvió a posicionar a su partido en la derecha, reafirmando la idea de una “cultura de referencia” alemana.

Un exponente del “big business” que promete reformas en un país golpeado por la recesión y la incertidumbre geopolítica

Temible orador, no dudó en calificar a Olaf Scholz de “plomero del poder” en el Bundestag. Pero a veces puede derrapar. Merz ofendió a muchos alemanes acusando a los refugiados ucranianos de practicar un “turismo social” o describiendo a los hijos de inmigrantes como de “pequeños pachás”.

A fines de enero pasado, reaccionando al ataque de un afgano que provocó dos muertos, sorprendió al país votando junto a la extrema derecha una moción en favor del endurecimiento de la política migratoria. Una ruptura del tabú del llamado “cordón sanitario”, que puso a centenares de miles de personas en la calle a protestar.

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¿Qué quiere decir “ser de Sauerland”?

Merz es también la cara de cierta Alemania. La de las pequeñas ciudades, con casitas elegantes y tradiciones centenarias. El líder de los conservadores alemanes (CDU/CSU) es casado, tiene tres hijos y viene de Sauerland, una región de pequeñas montañas arboladas, situada entre Kassel, Colonia y Dortmund, en Renania del Norte-Westfalia.

“Aquí nadie espera que los otros nos ayuden. Uno se arremanga y hace. Los sauerlandeses son pragmáticos. Tenemos los pies en la tierra y sabemos que todo lo que es distribuido a través de las prestaciones sociales tiene que haber sido obligatoriamente ganado por alguien”, señala Matthias Kerkhoff, diputado CDU de la región.

Merz pasó su juventud en Brilon, una pequeña ciudad de 26.000 habitantes, a donde vuelve cada 15 días a visitar a sus padres. La historia familiar se confunde con la del país. Llamado bajo bandera a los 17 años, su padre Joachim -que hoy tiene 101- hizo la guerra y pasó cuatro años y medio en un campo soviético, antes de volver. Friedrich desciende de una familia de protestantes franceses por su madre, los Sauvigny. Su abuelo materno, Josef Paul Sauvigny, fue durante mucho tiempo alcalde de Brilon y miembro del partido católico, antes de incorporarse al nazismo en 1933.

Merz nunca dejó realmente la región y hoy es diputado de la circunscripción. A fines de enero fue ahí donde decidió acoger a Markus Soder, el líder de la CSU, el partido hermano de Baviera. En la gran sala de fiestas, ese día pronunció un discurso que gustó:

“No hay prosperidad sin esfuerzos. No hay futuro para Alemania con la prejubilación, la semana de cuatro días laborales y un equilibrio entre vida profesional y privada. Eso lo hacen quienes pueden permitírselo”, dijo.

Los grandes desafíos que enfrenta Merz

Para Merz, la economía será el gran desafío. Pero no será el único. Primero tendrá que conseguir una coalición para poder ser nombrado canciller por el Parlamento. Después reconstruir el “business model” de Alemania. Fragilizado por el fin del gas ruso barato y la competencia de China, el país atraviesa una crisis estructural, acercándose a los tres millones de desempleados y podría vivir en 2025 su tercer año de recesión.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky (izq.), posa para una fotografía con el líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Alemania y el candidato a canciller Friedrich Merz (der.), antes de sus conversaciones al margen de la 61ª Conferencia de Seguridad de Munich (MSC) en Munich, sur de Alemania

El tercer desafío será geoestratégico. Merz deberá dotar al país de capacidades de defensa creíbles, en momentos en que Estados Unidos anuncia el retiro de sus tropas de Europa.

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Creado tras el inicio de la guerra de Ucrania, el fondo especial de 100.000 millones de euros de la Bundeswehr (Fuerzas Armadas) se está agotando. En 2028 habrá que cubrir un agujero de entre 30.000 y 40.000 millones de euros para invertir el equivalente del 2% del PBI en defensa.

Por otra parte, Merz tendrá que ser capaz de relanzar la pareja franco-alemana, verdadero motor de la construcción europea, sobre todo en las actuales circunstancias, cuando el bloque necesita decidir su destino inmediato sin el paraguas protector de Washington. Atlantista y europeo convencido, Merz se inscribe en la tradición de Helmut Khol y tiene intenciones de devolver a su país el puesto de privilegio que siempre tuvo en Bruselas.

El cuarto desafío es político. Como estaba previsto, la extrema derecha acaba de duplicar su cifra de votos en estas legislativas. Obsesionado con la próxima cita electoral de 2029, Merz sabe que solo tiene cuatro años para evitar que los neonazis lleguen al poder.

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