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INTERNACIONAL

Francia (y no solo Francia) entre los preferible y lo detestable

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Una reflexión de Raymond Aron sobrevuela la controversia que intenta definir Francia en las elecciones de este domingo y en general sobre las derivas europeas y las de EE.UU. El polémico filósofo y sociólogo sostenía primero que todas las luchas políticas son moralmente dudosas y segundo que “no se trata de una lucha entre el bien y el mal, sino entre lo preferible y lo detestable”.

Las elecciones en Francia de este domingo contraponen a dos fuerzas de derecha. Una clásica, de centro, liberal y extraordinariamente esquemática que es el legado de Emmanuel Macron, posiblemente en su último recorrido político tras la arriesgada maniobra de adelantar las elecciones sin medir el tamaño del abismo adelante. Y otra, emergente, aunque venga de lejos, con Marine Le Pen en los controles y que combina cuotas de nacionalismo extremista y populismo económico con promesas de soluciones a los vastos problemas sociales del país sin indicar, de momento, los cómo.

El candidato de esta fuerza que pretende cohabitar como premier de modo combativo con Macron, es un licenciado en geografía, Jordan Bardella, de 28 años, que es la última reencarnación del partido de origen fascista y furiosamente anti judío y xenófobo que fundó Jean Marine Le Pen en 1972 con el nombre de Frente Nacional.

Su hija Marine, quien alimentó su carrera política con financiamiento fluido de la Rusia de Vladimir Putin, se ocupó de pasteurizar el movimiento, cambiándole el nombre a Rassemblement National (Reagrupación Nacional), esterilizando las referencias anti semitas y racistas de sus cimientos y últimamente corriéndose de la disputa personal por los asientos del poder.

El capítulo de marcar una necesaria distancia con Moscú le tocó al flamante discípulo, quien, a diferencia de su jefa, ha multiplicado las declaraciones que subrayan el rol central de Francia respecto a la OTAN y Ucrania, añadiendo apenas la objeción de no permitir a Kiev usar libremente las armas occidentales, un compromiso bañado de formalidad.

Como en la Italia de Meloni

Existe una evidente sonoridad en el mensaje con la gestión de la italiana Giorgia Meloni del neofascista Fratelli de Italia, cuyos discursos frente a la andaluza y franquista Vox en plena campaña hubieran hecho palidecer a los epitomes de la alt-right actual, pero que ya en el cargo aterrizó de modo vertical en la moderación.

Emmanuel Macron con la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Foto AP

Quizás ellos leyeron antes el pensamiento educador de Aron sobre lo detestable. Pero ciertamente estos giros no aplacan contenidos del discurso que alarman desde visiones que podemos llamar sin maldad, como puristas. Robert Zaretsky, docente de Historia francesa en la Universidad de Houston, citaba hace años en Foreign Affairs a Raphaël Glucksmann, hijo del famoso André, quien posiblemente con las nostalgias de su padre, remarcaba una observación central sobre cómo están las cosas.

Denunciaba la decadencia de las instituciones, pero en especial de los ideales que alguna vez unieron a la sociedad francesa y, por lo tanto, la frustración y el miedo entre aquellos que no pueden encontrar su lugar en el torbellino de la globalización. Aludía también a una inmigración que no se reconoce o no la dejan reconocerse francesa.

Como ejemplo relata una conversación con un trabajador siderúrgico jubilado. El hombre se mostraba perplejo “porque sus dos hijos habían votado por Le Pen. Durante la mayor parte de su vida, explicó el trabajador, fue pobre, pero, decía, tuvo el sindicato, la fábrica y el partido. Estas instituciones habían colapsado. Por eso según este obrero, aunque sus hijos estaban mejor que él, consideraba que estaban solos y no tenían nada».

Para Glucksmann, la desintegración de las estructuras sociales, políticas y profesionales que formaron las vidas e informaron los valores de las generaciones anteriores, dejaron aislados a los jóvenes de hoy. Mientras sus padres vivían en un mundo “saturado de significado y mitos, ya fueran de izquierda o de derecha”, la experiencia de los nuevos ha sido todo lo contrario. “Nacimos en un mundo donde el problema no es demasiada ideología, pero su antítesis: el vacío. La tarea ya no es romper las cadenas que nos atan sino retejer los lazos que nos mantienen unidos”, sostenía el joven Glucksmann .

La realidad es hereje y disputa ese idealismo. En Francia, como en casi todo el mundo hoy no hay una izquierda real, que es el lugar que pretende ocupar Jean Luc Mélenchon, el extravagante líder de la Francia Insumisa. Nadie que se considere genuinamente de izquierda se identificaría con la tiranía de Nicolás Maduro, el kirchnerismo personalista o la experiencia totalitaria nicaragüense, como profesa este ex ministro socialista.

En la alianza de “izquierdas” formada para la ocasión, aparece el ex presidente François Hollande, un socialdemócrata al estilo de Mitterrand, quien le ha reclamado a Mélenchon que calle porque espanta a los votantes. Esa riña es un patético reflejo de la decadencia terminal de esa vereda que otrora fue determinante.

Promesas de campaña

Francia confronta un problema de insatisfacción social, que es en cierto modo epidémico en este presente de alta concentración del ingreso, lo que explica el brote antisistema y estas formas de derecha. Vigorosas especialmente por aquello de los ideales en crisis y la partidocracia ausente, que convierte al voto menos en alternativa que en protesta contra lo que hay.

En este punto son interesantes las formulaciones con las que el lepenismo busca atraer a los votantes plantándose en esa herida social. Bardella ha prometido desde el sillón de premier endurecer las normas de inmigración para facilitar la expulsión de los “extranjeros islamistas” -siempre demonizados- y acabar con el derecho a la nacionalidad francesa para los nacidos en el país. Dato a pie de página, Bardella es hijo de un matrimonio italiano mudado a Francia. También Donald Trump, que comparte con mayores dosis estas cuotas de xenofobia, es nieto de inmigrantes.

Veamos lo más importante. El programa incluye la baja del IVA del 20% al 5,5% en las facturas de electricidad y gas, muy caras en Francia, así como en el combustible, también costoso. Del lado de los salarios canjearía aumentos de hasta 10% a cambio de exenciones en los aportes patronales.

Jordan Bardella, el candidato de ultraderecha. Foto ReutersJordan Bardella, el candidato de ultraderecha. Foto Reuters

En cuanto a las jubilaciones, si bien camina en puntas de pie sobre el tema debido a la crisis que hunde al sistema, ha prometido revocar ciertos capítulos de las reformas de Macron, que, en medio de protestas callejeras, había elevado la edad mínima de jubilación de 62 años a 64. En cambio, promete que quienes cuenten con 40 años de aportes y hayan comenzado a trabajar a los 20 se jubilen a los 60. Los demás, 62.

Es fácil preguntarse cómo se financiará ese atractivo. El Institut Montaigne, un grupo de expertos liberal, estima que, con la base del manifiesto de Le Pen en las presidenciales de 2022, el RN en el gobierno costaría 100.000 millones de euros adicionales netos cada año, equivalente a 3,5% del PIB. Esto se sumaría a un déficit presupuestario ya elevado, que el gobierno espera que supere el 5% del producto este año. La deuda francesa hoy alcanza al 110,6% del PBI, muy alto aunque un poco menor que el 137% en Italia o 123% de EE.UU.

Será verdad lo que dice Bardella, o serán mitos electorales, como alguna vez The Economist perdonó al alemán socialdemócrata Gerhard Schröder que mintió en 1998 “porque estaba en campaña”, según explicó benevolente el semanario. Más pedestre y risueño, el historiador Zaretsky recuerda que De Gaulle se preguntaba cómo se puede gobernar un país que tiene 246 clases de quesos diferentes. Más difícil, posiblemente, que detectar entre lo preferible y lo detestable.

© Copyright Clarín 2024.

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INTERNACIONAL

Venezuela: con actos masivos y caravanas por todo el país, el chavismo y la oposición inauguran oficialmente la campaña electoral

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La campaña electoral arranca oficialmente este jueves en Venezuela de cara al 28 de julio, fecha elegida para las presidenciales en medio de gran incertidumbre. Los números en las encuestas no favorecen a Nicolás Maduro, pero el autócrata venezolano no tiene planes de dejar Miraflores.

El presidente Nicolás Maduro tiene previsto dar un mitin en el palacio presidencial de Miraflores, adonde llegarán dos marchas que, según su equipo político, desbordarán Caracas de punta a punta. La oposición liderada por María Corina Machado iniciará, también en la capital, una caravana por todo el país acompañada del candidato Edmundo González Urrutia.

Los comicios se celebran en menos de un mes y hay muy pocas certezas: ¿Habrá elecciones? ¿Edmundo González podrá ser candidato?, son preguntas frecuentes en la calle.

La campaña arranca además en medio de denuncias de «persecución», detenciones e inhabilitaciones a opositores, mientras el gobierno los acusa de estar detrás de actos conspirativos.

Maduro mientras participa en un acto de gobierno, este miércoles en Barquisimeto (Venezuela). Foto: EFE

La mayoría de las encuestas muestra victoriosa a la oposición, que se abraza a esos pronósticos que el chavismo desestima.

«Una cosa es ganar el proceso electoral y, por supuesto, otra cosa es el reconocimiento«, alerta Guillermo Tell Aveledo, profesor de Estudios Políticos en la Universidad Metropolitana. «Y ahí se abren otro tipo de temores, otro tipo de posibilidades». Incertidumbre.

La campaña comenzó hace meses

Machado ha recorrido todo el país en auto porque el chavismo le impide viajar en avión. En cada pueblo es recibida como una ‘rock star’ por multitudes que se agolpan para escuchar su promesa de cambio.

Maria Corina Machado  es recibida como una 'rock star' por multitudes. Foto: APMaria Corina Machado es recibida como una ‘rock star’ por multitudes. Foto: AP

Maduro ha intensificado su agenda electoral en las últimas semanas con apariciones en varios pueblos y ciudades a diario. Promete recuperación económica tras una crisis sin precedentes que redujo el PBI en 80% y llevó a un éxodo masivo que la ONU cifra en más de siete millones de personas, alrededor de 25% de la población.

«Es una campaña atípica, más de percepciones y perspectivas del país que de programas concretos», dijo Aveledo a la AFP.

El chavismo tira la casa por la ventana

Ahora, en el arranque formal, el chavismo tira la casa por la ventana.

Jorge Rodríguez, jefe del equipo de campaña oficialista, anunció movilizaciones simultáneas en 70 ciudades para el inicio este 4 de julio del período de campaña. Es «un homenaje al 70 aniversario, al cumpleaños de nuestro comandante Hugo Chávez».

Un acto del oficialismo Guatire, Venezuela. Foto: APUn acto del oficialismo Guatire, Venezuela. Foto: AP

«Caracas vamos a tomarla por completo», añadió, con manifestaciones que saldrán de cada flanco de la capital hasta Miraflores, la sede de la presidencia.

La «caravana con Venezuela» recorrerá otros estados del país, incluido Barinas, donde nació Chávez y bastión del chavismo hasta 2021 cuando la oposición lo arrebató en elecciones.

Un ensayo de la elección se realizó el domingo pasado y fue acompañado por observadores del Centro Carter y el panel de expertos de Naciones Unidas.

La Unión Europea fue excluida de la observación por las sanciones que persisten contra funcionarios del gobierno venezolano.

Maduro busca legitimidad

Maduro busca legitimidad internacional con estos comicios, después del amplio rechazo que tuvo su reelección en 2018, tachada por Estados Unidos y otras decenas de países de fraudulenta.

Washington, que presiona condiciones a cambio del levantamiento sanciones, reanudó un proceso de diálogo directo con Maduro. En la primera reunión, este miércoles, las partes acordaron «trabajar de forma conjunta para ganar confianza y mejorar las relaciones«, según la delegación venezolana.

Los vecinos Brasil y Colombia también exigen elecciones «libres», ante el temor de otra ola migratoria en sus territorios.

«Nosotros estamos trabajando para que las elecciones (…) sean reconocidas, principalmente por los propios venezolanos», dijo el miércoles la secretaria para América Latina y el Caribe de la cancillería brasileña, Gisela Padovan.

Expertos coinciden en la dificultad de un fraude en el sistema electrónico de votación. «Sin embargo, la posibilidad de algún tipo de desconocimiento, zarpazo o de ofuscamiento de la voluntad popular está muy sobre el tapete», alerta Aveledo.

«Una acción de ese tipo daría al traste con cualquier intento de legitimación que esta elección hubiera podido tener», añadió.

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