«Hace diez años que vengo con esta obra y, más allá de ser un récord mío, creo que es nacional porque yo no creo que haya habido un unipersonal durante tanto tiempo… Yo no conozco ninguno de los últimos cincuenta años donde he trabajado y puedo dar fe», inició Gerardo Romano.

En este sentido, advirtió que «esto se da por virtudes propias y ajenas, en donde puedo mencionar como mías que uno es estudioso, perfectible, busca siempre estudiar, divertirse con su trabajo para que a uno le guste hacerlo para ir perfeccionándolo y, por otro lado, la realidad se ha ido acomodando al guante, la mano de la realidad política se ha ido acomodando al guante».

«Apareció el fenómeno del panelista que se transforma en presidente, del mundo, de lo que pasa en la Argentina, América Latina, Lula, lo que sucede en Bolivia y todo el fenómeno neoliberal como para ponerle una palabra», señaló el actor. Desde este aspecto, indicó: «En los unipersonales veo más ida que vuelta porque este formato tenés el actor que arranca y como si hubiese una cuarta, es decir como si el público no estuviera y está aquel que es más interactivo como un café concert, donde el público se expresa también y se produce lo que se puede llamar un diálogo».

«(Enrique) Pinti estuvo también haciendo su show ‘Salsa Criolla’, pero era un falso unipersonal porque estaba sólo resolviendo sus monólogos porque, como lo dice su prefijo, ‘mono’ refiere a uno solo, pero se acompañaba con diez bailarines y bailarinas donde mostraba su don», comentó Romano.

Al ser consultado por su gran compañero explicó: «(Rodolfo) Ranni es un tipazo con una muy linda historia de vida y por eso pudimos trabajar tan bien, la verdad que fue un placer porque nos complementamos muy bien, porque él los pocos años que me lleva mostraba una relación muy paternalista conmigo, muy cariñoso y me facilitaba ser el díscolo, el rebelde, que proponía cosas imposibles y él me ubicaba en el punto centro».

«Creo que el teatro es el mejor lugar para trabajar, el teatro es un lugar que aísla de la realidad, te encierra, te encapsula y ahí está establecido un pacto tácito con el otro actor o actriz que permite el disfrute del momento de la profunda ausencia de la ansiedad existencial», consideró sobre su tarea artística. «Es olvidarse del abismo existencial que significa existir para después no existir nunca más, un concepto muy difícil de incorporar en nuestra vida, pero es la realidad», cerró. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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