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POLITICA

¿No sería lindo que hubiera de todo para todos?

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En un programa de televisión en el cual entrevistaron a familias muy pobres, le preguntaron a un chico qué era lo que más deseaba. No retuve el texto, pero la idea quedó grabada en mi mente. Palabra más, palabra menos, dijo “que todo fuera gratis”. Impecable versión, por la inversa, del principio de escasez, que le da sentido a buena parte de la reflexión en materia económica. La escasez, ¿es algo inherente a la realidad en la Tierra o es un producto fabricado por algunos seres humanos para vivir a costa del resto?

Sobre esta cuestión conversé con el estadounidense Robert Henry Nelson (1944-2018), quien, según Art Carden, fue un académico pionero en los estudios que se ubican en la intersección entre economía y teología. También se destacó por sus trabajos referidos a administración de los recursos naturales, el uso de la tierra y la política de medio ambiente. Su perspectiva fue importante e insuficientemente apreciada. En 2001 publicó el libro La economía como religión. De Samuelson a Chicago y más allá, en el que aclaró que el estudio de la economía como religión no debe confundirse con el estudio de la economía de la religión. La obra no es posmoderna desde el punto de vista de los métodos, pero sí posfundacional desde el de los resultados.

–Una década antes había publicado otro libro sobre esta cuestión.

–En efecto; Max Lynn Stackhouse dijo que en Alcanzando el Cielo en la Tierra: el significado teológico del análisis económico, publicado en 1991, contribuí a iniciar una fresca autoconciencia entre los cientistas sociales, con respecto a las profundas constelaciones de valores que subyacen por debajo de lo que hacemos.

–¿Qué rescata, principalmente, de la obra publicada en 2001?

–Muchos de los economistas clásicos no solamente estaban guiados por supuestos teológicos, sino que también visualizaban el campo de estudio en términos mesiánicos. Por ejemplo, suponían que la principal razón del dolor y el sufrimiento humanos, se debían a que vivimos en un contexto de escasez. Las profundas tradiciones religiosas que conformaron la cultura occidental, inevitablemente circunscribieron el análisis económico mucho más de lo que los principales economistas están dispuestos a admitir. Los economistas se visualizan a sí mismos como científicos, pero se parecen más a los teólogos. El rol básico que cumplen los economistas en la sociedad contemporánea, es similar al que cumplían los primeros cristianos y otros religiosos en su momento. Recuérdese que, en las épocas antiguas, los teólogos no solamente se ocupaban de los misterios divinos, sino también de algunas cuestiones que hacían a la vida diaria. Por ejemplo, se interesaban por el justo precio y la usura.

–En la primera clase de mi curso de “Economía 1″ explico el principio de escasez, según el cual no hay de todo, para todos, gratis.

–En la Argentina. También lo comenzaría así, si lo dictara en Colombia, Alemania o Japón. Quizá tendría algún problema si lo ofreciera en Arabia Saudita o Qatar, donde –superficialmente al menos– el derroche está a la vista de todos. Aunque, muy probablemente, si profundizáramos el análisis también encontraríamos facetas del principio de escasez.

–Mucho se discute sobre el origen del referido principio.

–Me parece claro que es un subproducto de la desobediencia de Adán y Eva al mandato divino. Cuando Dios los echó del Paraíso, les dijo: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Una implicancia de esta explicación es que no es cierto que hace cinco siglos no había economistas ni problemas económicos. Quizá no había economistas, como los conocemos ahora, pero en el Egipto de los faraones y en la Antigua Grecia había problemas económicos.

–Tanto en el plano del diagnóstico, como en el de las soluciones, existen explicaciones alternativas.

–Propias de la utopía. Los anarquistas sostienen que la escasez es una creación del Estado, por lo cual su abolición terminaría con aquella. También existen utopías de inspiración socialista.

–Que supongo que a usted le parecen incorrectas.

–Inofensivas, si solo sirven para matizar una conversación entre amigos o parientes, pero peligrosas cuando se intentan llevar a la práctica. ¿Cuántos millones de inocentes seres humanos perdieron la vida cuando llegaron al poder partidarios del Hombre Nuevo o barbaridades por el estilo?

–¿Cuál es el rol de los economistas?

–No eliminar la escasez y recrear el Paraíso en la Tierra; de la misma manera que no es el rol de los médicos solucionar el problema de la muerte. Los economistas tenemos que responder a versiones concretas de la siguiente pregunta: ¿qué alternativas son factibles, con los recursos y la tecnología que contamos, sabiendo que no hay de todo, para todos, gratis? Óptimo es lo mejor de lo factible, no lo mejor de lo mejor.

–¿Por qué dice versiones concretas?

–Porque la relación entre el análisis económico y la teoría económica no es mecánica y mucho menos biunívoca. Si lo fuera, bastaría con introducir todos los conocimientos en una computadora para que nos dijera cuál es la mejor decisión posible.

–Deme algún ejemplo.

–Todo economista profesional lleva en la sangre el principio de escasez, y, por ende, está particularmente alerta al derroche. En un mundo donde sobraran los recursos no habría problema con llevar adelante las ideas más fantasiosas; en un mundo de recursos escasos la contrapartida de un derroche es mayor escasez para otros seres humanos. Esta es la razón por la cual, como principio general, los precios tienen que reflejar los costos, que a su vez reflejan los recursos utilizados en la producción de los diferentes bienes.

–No todos los problemas son de escasez.

–Tiene razón, también existen los problemas de distribución. Pero al respecto los economistas también tenemos algo importante que decir. Solo a John Stuart Mill se le ocurrió separar por completo las leyes de la producción de las leyes de la distribución o, si se prefiere, recomendar la eficiencia en el ámbito de la producción y la equidad en la de la distribución.

–Tampoco nos vayamos al otro lado, y pensemos en la inflexibilidad de la distribución, planteada por Vilfredo Pareto.

–Tampoco. Pero la experiencia de buena parte del siglo XX muestra las consecuencias que tiene, sobre la producción y el crecimiento, el entusiasmo de las políticas públicas por reducir la desigualdad en la distribución del ingreso a través de medidas impositivas, subsidios a la demanda de ciertas mercaderías y servicios, etcétera, ignorando los incentivos y los desincentivos, base decisoria de los seres humanos. La reacción que se está produciendo en varios países, no solamente en la Argentina, es una muestra de ello.

–Don Robert, muchas gracias.

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La irrupción de El Coloso de Javier Milei y lo que Mauricio Macri y Patricia Bullrich no pueden decir de su pelea

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Desde el 10 de diciembre de 2023, Federico Sturzenegger visitó quince veces la Residencia de Olivos. El economista figura, junto a Karina Milei, al tope del ranking de personas que más ingresaron a la casa donde vive el Presidente, pese a que, hasta el viernes, no ocupaba un cargo de primera jerarquía. El dato alcanza para tener una dimensión del papel que adoptará desde mañana, ahora que se convirtió en ministro de Desregulación y Transformación del Estado. Sturzenegger asistió por última vez a la Quinta presidencial la semana pasada. Fue para un almuerzo de tres horas en el que discutió con Milei los alcances de sus funciones y el rumbo que debería tomar el Gobierno después de la aprobación de la Ley Bases. Un fantasma recorre por estas horas el Gabinete: ¿Será Sturzenegger un nuevo superministro? ¿Podrá convivir con quienes se ven a sí mismos como ejes centrales del proyecto libertario?

Un amigo en común de Milei y Sturzenegger suele contar que ambos están fascinados con la relación que construyeron y con sus disquisiciones teóricas. Varias de ellas fueron plasmadas en la Ley Bases, en el paquete fiscal y en el decreto 70/2023 que modificó más de 300 leyes y que sigue vigente porque solo lo rechazó el Senado. Sturzenegger fue el autor intelectual de aquellas iniciativas, pero tanto él como su jefe sostienen que se quedaron cortos y que tienen en carpeta más de tres mil reformas. Milei le puso un seudónimo a su flamante ministro: “El Coloso”. Nadie sabe si lo hizo en honor a El Coloso de Rodas, la estatua del dios Helios, una de las maravillas del mundo antiguo que terminó derribada por un terremoto que afectó a Grecia doscientos años antes de Cristo.

Buena parte de los legisladores y funcionarios de La Libertad Avanza están entusiasmados con su llegada. Otros, en cambio, le temen. Especulan que con Milei podrían competir por ver quién es más intransigente frente a los cambios que quieren encarar y prometen abrir un surco. No solo en el Parlamento, también en algunos sectores del oficialismo. Mientras, la actividad económica toca niveles bajísimos, el desempleo aumenta a niveles inquietantes y los mercados se mantienen en alerta por la postergación de la apertura del cepo y por el atraso cambiario del que hablan la mayoría de los economistas.

Milei y El Coloso se conocieron en 2017, en la era Macri. Sturzenegger conducía el Banco Central y soportaba críticas de propios y ajenos, lo que terminaría por provocar su salida un año más tarde. Por fuera del circuito tradicional de pensadores económicos asomaba en televisión un personaje de ojos saltones y peinado extraño, que debatía a los gritos y elogiaba su tarea. “Usted es un héroe, yo sé que evitó una hiperinflación”, le dijo al fin Milei, cuando se vieron cara a cara. Siete años después, los dos creen tener la pócima mágica para salir del encierro de la economía argentina y critican por igual al establishment por su desconfianza y sus pronósticos timoratos.

El viernes, Sturzenegger chateó con varios de sus compañeros, pero en especial tomó el cuidado de hablar con Luis Caputo, el ministro de Economía, al que todos miran porque, se supone, el desembarco de su colega podría venir a hacerle sombra. Milei ya hizo una advertencia: le cortará la mano a quien ose “tocarle el culo” a Toto. Así lo expresó, aunque sin dar precisiones sobre a quién se refería.

En la hoja de ruta de Sturzenegger, que tendrá 27 funciones, hay cien desregulaciones de leyes. Algunas nunca se implementaron, pero continúan vigentes. Un ejemplo: durante la guerra de Malvinas, los militares promulgaron una ley que le da poder a la administración del Estado nacional para pedirle a una fábrica que se radique en un lugar distinto al que funciona. Existen en la actualidad casi mil leyes sacadas bajo regímenes totalitarios.

Detrás de las desregulaciones que encarará el ministro aparece una meta que no forma parte de ningún decreto: ayudar al Gobierno a volver a dominar la conversación pública con ciertos debates. Incluso, y esto se acordó con Milei, cuando se sepa que el Congreso les pueda dar la espalda. Las palabras de Milei en el último almuerzo en Olivos fueron estas: “Tenemos que recuperar el espíritu de enero”.

Esos debates apuntarán a interpelar a la sociedad y a la oposición. Pretenderán poner sobre la mesa desde los recursos pesqueros hasta el régimen de promoción del azúcar, pasando por la modernización de la Justicia y la situación del sector aerocomercial. El Gobierno trabaja en reserva sobre otro proyecto parlamentario, del que no quieren deslizar ni una palabra, pero que promete hacer mucho ruido. Lo bautizaron «Ley Anticasta».

Podría tratarse de otra maniobra para tratar de polarizar con el peronismo y, quién sabe, con un sector de la oposición no peronista. “Es lo que le sigue garpando a Javier en las encuestas. Ser el outsider que pelea contra las viejas estructuras”, asume uno de los hombres que se encarga de la comunicación de la Casa Rosada.

La confrontación con el sistema político tradicional le sigue deparando réditos a Milei. El otro punto fuerte es la baja de la inflación. Son las cartas que intenta exhibir cuando se ve en apuros. El jefe de Estado acapara pocos temas, la gran mayoría orientados a lo financiero y a lo fiscal. Casi que no quiere que le hablen de otra cosa.

“No puedo estar en todo”, les dice con frecuencia a muchos hombres y mujeres de su espacio. Se escapa siempre con la misma frase: “Eso hablalo con Pettovello” o “eso hablalo con Francos” o “eso hablalo con Karina”. Milei se concentra en la economía y se toma sus tiempos para charlas más existenciales con amigos. Algunas se extienden por largas horas. Van desde el milagro de la vida a la religión, el antiguo Egipto, el valor de los perros y la música.

La administración tiene limitaciones. Es la crítica principal que le hace Mauricio Macri. “No hay gestión”, disparan en el círculo íntimo de Macri. Cuestionan la demora en algunas áreas y la falta de decisión para reemplazar la estuctura de funcionarios que vienen del kirchnerismo. Aunque Macri valora el trabajo de Toto Caputo, considera que Milei debe acelerar y afilar la motosierra porque corre el riesgo de quedarse sin nafta (léase: apoyo popular) antes de la eventual recuperación de la actividad.

Claro que el fundador del PRO tiene otros problemas. La pelea con Patricia Bullrich amenaza con dinamitar lo que fue la agrupación política que lo llevó a la presidencia en 2015. Es, en verdad, una disputa que se extiende al Gobierno. El ex presidente le pidió públicamente a La Libertad Avanza que respete el fallo de la Corte Suprema sobre la devolución del dinero de la coparticipación que Alberto Fernández le quitó en pandemia para favorecer a Axel Kicillof. Extraño: Jorge Macri, el alcalde porteño, no dijo una palabra. Ni siquiera se plegó al posteo de su primo.

La disputa por la conducción de la Asamblea del PRO se convirtió en un papelón y fracturó al espacio. El sector que respalda a Macri, que es amplia mayoría, eligió a Martín Yeza como jefe del órgano. Los bullrichistas abandonaron el cónclave antes de la votación y denunciaron que el macrismo incumplió un pacto interno y que apuesta a una alianza de “perdedores”. Uno de los asambleístas que responde a la ministra de Seguridad los tildó de “tránsfugas”. El metro noventa y cinco de Yeza se le fueron encima. El hombre abandonó la reunión.

Los macristas piden ser más prudentes en la sociedad política que mantienen con el Gobierno y pretenden reservarse la posibilidad de hacer críticas cuando lo crean necesario. Bullrich dice que eso es de tibios y pide ir a fondo. A Macri no le gustan los ataques de Milei a la prensa ni los enfrentamientos con algunos países. Con España, puntualmente, pero también con Brasil y China.

Lo que ni Macri ni Bullrich pueden decir es que ambos están pensando en cómo afrontar mejor las elecciones del año que viene. Los colaboradores de Bullrich sostienen que no habrá más destino que confluir con los mileístas en la misma boleta porque “la gente ya lo dictaminó y, si no, corremos el peligro de salir terceros”. Los macristas afirman que es mejor esperar. No vaya a ser cosa de que al Gobierno se le complique el horizonte y haya que armar algo por fuera.

El peronismo se mueve sin brújula. Las apariciones de Cristina ya no generan interés, salvo para sus fanáticos. Sergio Massa trabaja en silencio para su reaparición, pero Francos le asestó un golpe: dijo que está concentrado en desestabilizar al Gobierno. Axel Kicillof apunta a emerger como alternativa, pero lo acosan sus propios aliados porque ven que quiere tomar distancia de su mentora.

La conducción partidaria está acéfala. El único pecado político que los peronistas no son capaces de perdonar.

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