DEPORTE
De héroe en la Euro a ingresar desnudo a la cancha: la historia del jugador que dejó el fútbol y entró a una secta
Final de la Eurocopa 1992. Dinamarca, sorpresa absoluta del torneo, con jugadores que estaban de vacaciones y habían tenido que viajar de apuro a aquel certamen disputado en Suecia, rompe con todos los pronósticos: le gana 2-0 a Alemania, en Gotemburgo. Es el momento más grande de la historia del deporte danés (un país en el que gran parte de la población juega al handball). Es, de hecho, el momento que cualquier futbolista espera. Cualquier futbolista menos Lars Elstrup. En el banco de suplentes, durante toda esa final, lo único que ha deseado es que el técnico Richard Nielsen no lo llame para entrar. No está lesionado. Siente otra cosa: miedo.
“Todo esto empezó quizás dos días antes de la final. Hasta ese momento yo tenía muchas ganas de jugar. Incluso, de estar en la alineación inicial. Pero algo cambió y de ninguna manera quería jugar aquella final”, le contó al sitio Tribal Football. Este delantero, que pasó por el Feyenoord y antes de aquella Euro venía de ser el héroe del Luton Town inglés al salvarlo del descenso, también narró su historia en una autobiografía cuyo título lo dice todo: “El héroe infeliz”.
“Tenía miedo, mucho miedo de fracasar. ¿Y si fallaba una gran oportunidad y no ganábamos?”, relató Elstrup y reveló que ni siquiera pudo disfrutar de los festejos que, durante días, siguieron a aquella conquista. Así que mientras sus compañeros se emborrachan o desfilaban por los programas de la TV danesa contando su hazaña, una nube negra se posó sobre Lars Elstrup.
Mirá también
De ser el suplente de Marchesín a héroe en el arco de Portugal: la historia de Diogo Costa
El campeón imposible…
Fue a solo diez días de que arrancara aquella Eurocopa 1992 que la UEFA, debido a la Guerra de los Balcanes, bajó del certamen a Yugoslavia (tenía una camada de jugadores buenísima, que venían de quedar eliminados por la Selección Argentina en los cuartos de Italia 90). Fue todo tan a último momento que, de hecho, el plantel yugoslavo ya estaba en Suecia para disputar el torneo. Entonces, entró en su lugar Dinamarca, que había quedado segunda tras los yugoslavos en el Grupo 4 de las Eliminatorias. Claro, en aquel verano europeo, el plantel entero ya estaba de vacaciones. El técnico Nielsen, que había sido nombrado porque otros diez entrenadores se habían negado a dirigir a la selección, debió hacer una convocatoria de urgencia. El arquero Peter Schmeichel, el defensor Lars Olsen, el volante John Jensen y el delantero Flemming Poulsen se enteraron mientras estaban en la playa, el lateral izquierdo Henrik Andersen andaba paseando por Italia y Brian Laudrup ya tenía los pasajes para irse con su familia a los EE.UU., cuando su mujer le avisó que lo habían llamado por teléfono para que se presentara a la selección porque estaba citado para ir a jugar la Eurocopa.
El hermano de Brian, Michael Laudrup, la gran figura del seleccionado y, probablemente, el mejor jugador de la historia danesa, se negó a ir. El crack de Dinamarca, que acababa de ganar con el Barcelona la Copa de Campeones (hoy la Champions League), estaba peleado con el entrenador de la selección. Pero, además, dijo que no creía en las improvisaciones.
Mirá también
Lionel Messi se entrenó con dolor: ¿llega al partido de cuartos ante Ecuador?
El técnico convocó a los futbolistas que aceptaron el llamado en el campo de entrenamiento de la Unión Danesa, en las afueras de Copenhague. “A Suecia vamos a ir a ganar la Eurocopa”, les dijo. Los jugadores se le rieron en la cara. “Era difícil no reírnos”, contaría Brian Laudrup. Es que resultaba imposible: en el grupo estaban Inglaterra (semifinalista de Italia 90), el local Suecia y Francia (campeón de la Euro 84). “No estábamos preparados -contó el propio Lars Elstrup-. Nos llamaron en el último minuto y no nos habíamos preparado mental ni físicamente para un torneo de esa magnitud”.
De modo que un plantel sin grandes aspiraciones y sin su máxima figura, viajó a Suecia en medio de la incredulidad total. Y viajó con algunas concesiones: en ese torneo, los jugadores compartieron las concentraciones con sus mujeres y familias, tuvieron permitido tomar cerveza cada tanto y acordaron no ser abrumados por largas charlas tácticas. Así saltaron a la cancha.
Mirá también
Cristiano Ronaldo: «Con Francia vamos a la guerra»
El debut fue un sorpresivo 0-0 contra Inglaterra, luego una caída 1-0 con Suecia y después llegó un milagroso 2-1 ante la Francia de Deschamps, Jean Pierre Papin y Cantona, con un gol, faltando unos diez minutos para el final, de… Lars Elstrup. Sí. Sin ese tanto de Elstrup, Dinamarca nunca habría logrado aquel título. “Cuando ganas un partido de fútbol, tengas 12 o 29 años, y marcas un gol decisivo, es una gran sensación. Este gol resultó ser importante y tuvimos la atención de toda una nación”.
Dinamarca terminó segunda en el grupo detrás de Suecia y de esta manera se clasificó a las semifinales (en aquel momento, la Euro la disputaban solo ocho selecciones). El 22 de junio, dio otro gran golpe: venció por penales a la Holanda de Gullit, Van Basten, Ronald Koeman, Rijkaard y Bergkamp, que había terminado primera en el otro grupo. Lars Elstrup pateó un penal en aquella serie. Lo metió.
En la final, disputada el 26 de junio en el Nya Ullevi de Gotemburgo, se consumó la hazaña: Dinamarca sorprendió al mundo y se consagró con aquel 2-0 ante la Alemania de Jürgen Klinsmann y Andreas Brehme que -Codesal mediante- venía de ser campeona del mundo en Italia, apenas dos años antes.
«De ninguna manera quería jugar aquella final”
A lo contrario de lo que se pueda suponer, fue a partir de ese momento de gloria y consagración que la carrera -la vida- de Lars Elstrup fue cuesta abajo. Tanto que apenas un año después de aquel título inolvidable, en 1993, decidió retirarse, con 30 años. Se unió a la comunidad de un supuesto gurú indio, donde cambió su nombre. Lo expulsaron de esa comunidad por protagonizar diversos incidentes, como orinar en público y amenazar a un conductor de autobús con “arrancarle los ojos”.
“Hubo un momento en que veía que salía pasto del desagüe de la ducha”.
Tuvo un intento fallido de volver al fútbol e incluso trató de formar su propia comunidad espiritual y terapéutica. Vivió varios años en un barco y saltó a los titulares de los medios al ser detenido en Odense y en Trafalgar Square, pleno Reino Unido, por pasearse desnudo haciendo malabarismo. Sin embargo, su escándalo más resonante fue en medio de un partido: en agosto de 2016, durante un encuentro entre el Randers –el club en el que había surgido- y el VF Silkeborg, saltó al campo de juego completamente desnudo. Ante el asombro de todos, corrió por el césped y ensayó varias poses de yoga, la más destacada fue el pino -una vertical, realizada en pleno círculo central-, hasta que fue detenido por los agentes de seguridad sin oponer resistencia. El episodio le costó 60 días de libertad condicional. Cayó en depresión. Estuvo años tumbado en una cama, sin poder levantarse prácticamente, casi sin bañarse siquiera. “Hubo un momento en que veía que salía pasto del desagüe de la ducha”.
Hace unos días, a los 61 años, en la nota que le dio a Tribal Football, contó: “He dividido mi vida en fases y esta última ya dura más de dos años. Hoy estoy más fuerte que nunca. Mi entrenador, Richard Nielsen, el que llevó a Dinamarca al título en 1992, dijo una vez: ‘Lo único malo de Lars es que no sabe lo bueno que es’. Supongo que tenía razón”.
Internacional,Eurocopa 2024
DEPORTE
50 años de la derrota de la ‘Naranja Mecánica’ en la final del Mundial del 74
El 7 de julio de 1974, en el estadio Olímpico de Múnich, se escribió una de las páginas más dramáticas y conmovedoras en la historia del fútbol mundial. La selección holandesa, conocida popularmente como la ‘Naranja Mecánica‘, llegaba a la final del Mundial de Alemania como la gran favorita. Su juego vistoso, innovador y dinámico había conquistado corazones y asombrado a aficionados alrededor de todo el mundo. Sin embargo. el destino les tenía preparada un amargo desenlace.
El equipo dirigido por Rinus Michels y capitaneado por Johan Cruyff, por entonces entrenador y jugador estrella del Barça, había mostrado un dominio absoluto durante el torneo. La Naranja Mecánica, con su fútbol total, había deslumbrado a todos. Esta filosofía revolucionaria, donde todos los jugadores podían ocupar cualquier posición en el campo, confundía y desarmaba a los rivales. Desde su contundente victoria por 4-0 sobre Argentina, hasta la humillación por 2-0 a Brasil en semifinales, Holanda parecía invencible. Desde la fase preliminar a la final del Mundial, tan solo Suecia había resistido a los envites de los neerlandeses, empatando a cero en su partido de fase de grupos.
LA ALEMANIA DE BECKENBAUER, ENFRENTE
En la final, se encontraba la selección anfitriona, Alemania Federal, liderada por Franz Beckenbauer. Los alemanes, conocidos por su disciplina táctica y su capacidad de recuperar el balón, no iban a ser un rival fácil. El partido comenzó de manera inmejorable para los holandeses. Apenas un minuto después del pitido inicial, Cruyff se internó en el área alemana y fue derribado. El árbitro señaló penalti, y Johan Neeskens lo convirtió sin problemas con un chut potente al centro. Poco pudo hacer el meta alemán, Maier, que se había tirado a un lado y veía como Holanda se adelantaba a los 87 segundos. El sueño de levantar la Copa del Mundo estaba más cerca que nunca.
Cruyff en la final del Mundial de Alemania de 1974 / AGENCIAS
Sin embargo, Alemania no tardó en responder. Paul Breitner devolvió el golpe e igualó el marcador desde el punto de penalti en el minuto 25. El empate devolvió la confianza a los alemanes y sembró dudas en los holandeses. Poco antes del descanso, Gerd Müller, uno de los grandes artilleros de la historia del fútbol anotó el segundo gol para Alemania, desatando la euforia entre los aficionados locales. El talón de Aquiles de esa ‘Naranja Mecánica’ volvía a evidenciarse, la portería, muy lejos del nivel estándar de esa selección.
La segunda mitad fue una batalla táctica y emocional. Holanda intentó por todos los medios igualar el marcador, pero la defensa alemana, liderada por Beckenbauer, se mostró infranqueable. Cada ataque holandés chocaba contra una muralla de camisetas blancas. El tiempo corría y la desesperación comenzaba a apoderarse de la Naranja Mecánica.
UN LEGADO ETERNO
Cuando el árbitro inglés Jack Taylor pitó el final del partido, la decepción holandesa era palpable. Alemania Federal se coronaba campeona del mundo, ganando su segunda Copa del Mundo tras el éxito de 1954. Para los holandeses, el sueño se había convertido en pesadilla. Se quedaron a un paso de la gloria.
Alemania se apoderó de los sueños de la Naranja Mecánica ese 7 de julio de 1974 / AGENCIAS
La derrota de la Naranja Mecánica en la final del Mundial de 1974 es más que una simple historia de un partido perdido.. Su estilo de juego dejó una marca imborrable en la historia del fútbol y todavía hoy en día sigue siendo una fuente de inspiración para generaciones futuras. El 7 de julio de 1974, en Múnich, la Naranja Mecánica perdió la final, pero dejó un legado que sigue más vivo que nunca.
historia
-
POLITICA3 días ago
Tras romper con Macri, Patricia Bullrich negó su salida del PRO: “Ni loca me voy, nos quedamos”
-
POLITICA21 horas ago
Detuvieron a un hombre armado a metros del acto de Milei en San Juan
-
ECONOMIA2 días ago
La inflación de junio rondaría el 5,2% según los analistas consultados por el Banco Central
-
SOCIEDAD3 días ago
Caso Loan: Camila declaró por más de cinco horas y al salir pidió que encuentren al nene
-
POLITICA2 días ago
El Gobierno busca bajar la tensión con el PRO y dice que cumplirá el fallo por la coparticipación a la Ciudad que reclamó Macri
-
POLITICA2 días ago
Federico Sturzenegger es el nuevo ministro de Desregulación y Transformación del Estado