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INTERNACIONAL

Lo que las encuestas posteriores al debate revelan sobre la sustitución de Biden

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Es aconsejable ser escéptico ante las encuestas que siguieron al debate presidencial del jueves.

Las personas que observaron el debate tienden a ser partidistas que ya estaban decididos.

Los clips y las impresiones tardan más en llegar a los votantes que prestan menos atención a la política.

Aún así, algunas cosas se destacan de las primeras cifras.

Conclusiones

La primera es que no importa qué encuesta se mire, la carrera parece estable.

Eso no se debe a que los votantes piensen que el presidente Joe Biden tuvo un buen desempeño o incluso a que piensen que es apto para el puesto.

Encuesta tras encuesta muestran que creen que perdió el debate, y de mala manera, y que es demasiado mayor para cumplir un segundo mandato.

Pero hasta ahora no está generando un giro significativo hacia Donald Trump.

Para los votantes de Biden, un candidato cuya aptitud parece incierta es mejor que un candidato cuya malignidad se conoce.

Una nueva encuesta de Data for Progress es particularmente interesante.

También encontró que los votantes pensaban que Trump había ganado el debate.

Donald Trump, camina afuera de la Torre Trump. REUTERS/Eduardo Muñoz

También encontró que la mayoría de los votantes creen que Biden es demasiado mayor para cumplir otro mandato como presidente.

Encontró que los votantes estaban más preocupados por la edad y la salud de Biden que por los casos penales de Trump y su posible amenaza a la democracia.

Y encontró una carrera prácticamente sin cambios; Trump aventajaba a Biden por 3 puntos.

Sin embargo, la encuesta fue más allá.

Puso a prueba a otros demócratas contra Trump:

la vicepresidenta Kamala Harris tuvo un desempeño idéntico al de Biden.

Pete Buttigieg, Cory Booker, Amy Klobuchar, Gavin Newsom, J.B. Pritzker, Josh Shapiro y Gretchen Whitmer tuvieron un desempeño más o menos igual, 2 o 3 puntos detrás de Trump.

Pero los márgenes similares oscurecen cómo los demócratas menos conocidos cambiarían la carrera:

el 7% de los votantes estaban indecisos sobre una carrera Biden-Trump o Harris-Trump, pero entre el 9% y el 12% de los votantes estaban indecisos en los otros enfrentamientos.

Hay más votantes en juego.

Los demócratas podrían leer estos resultados de dos maneras.

La línea desde el campo de Biden ha sido que la mala noche de Biden no llevará a nadie a votar por Trump.

La otra forma de leer estos resultados es que el apoyo base a la alternativa demócrata a Trump es bastante sólido.

Quizás los demócratas deberían estar menos preocupados por las posibles fracturas de una convención abierta y más interesados ​​en sus posibilidades.

Para los demócratas, el miedo a Trump es un poderoso motivador.

Genera una unidad y una energía completamente separadas del candidato demócrata.

Biden va a la zaga en la mayoría de las encuestas, al igual que otros demócratas.

Hay un grupo crucial de entre el 7% y el 12% de votantes que no temen a Trump lo suficiente como para votar por el candidato demócrata simplemente por defecto.

Es necesario conquistarlos.

La pregunta que los demócratas deben hacerse es:

¿Qué candidato tiene más posibilidades de ganarse a esos votantes?

El debate del jueves fue una apuesta de alto riesgo de la campaña de Biden para demostrar que estaba a la altura del cargo.

Demostró que no lo está.

Aun así, los demócratas temen que su base sea lo suficientemente frágil como para que un proceso impredecible para reemplazar a Biden pueda fracturar su apoyo.

Pero lo que las encuestas parecen mostrar es que los votantes anti-Trump se quedarán con un demócrata, y una proporción mayor de votantes está abierta a los demócratas si el partido elige un candidato más convincente.

Las encuestas pueden cambiar drásticamente en los próximos días, y he escuchado rumores de encuestas internas demócratas que muestran cifras posteriores al debate significativamente peores para Biden.

Todavía llevará algún tiempo saber dónde se asentará la carrera.

Y no es que Trump esté parado:

está cerca de finalizar su elección de vicepresidente.

c.2024 The New York Times Company

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INTERNACIONAL

Presidenciales en Irán: un cambio que puede iniciar una nueva era en la geopolítica regional

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En Irán fracasaron todos los pronósticos. Se suponía que el régimen aseguraría el resultado de las elecciones para que el relevo del fallecido presidente Ibrahim Raisi, un disciplinado alfil del anciano líder supremo Ali Khameni, no dejara lugar a sorpresas.

Ese interés del poder se alimentaba de la preocupación por el trasfondo de una extendida crisis social y de rechazo a la teocracia que explica que muy poca gente haya ido a votar en la primera vuelta del viernes donde el favorito era un líder ultraconservador, Said Jalili.

Pero quemando los papeles se adelantó en esa cita el médico Masud Pezeshkian y lo confirmó ahora en el balotaje. El líder reformista había hecho campaña levantando las consignas de la juventud y las mujeres en contra de la política de represión de la “policía de la moral” que había conducido el fallecido Raisi.

Una de las banderas de la rebelión ha sido el repudio al uso del velo, cuya imposición con el falso pretexto de su carácter islámico, cuestiona el nuevo presidente.La obligación del uso de esa prenda ha sido una herramienta para la represión de la población, en un país con una mayoría de jóvenes con su futuro cancelado por la crisis debido a las sanciones occidentales y los pésimos manejos de la economía por parte de la revolución.

Hay desocupación, inflación y consecuente ausencia de crecimiento individual. Ese reproche está en la base de las protestas que estallaron desde 2022 por el asesinato a manos de la policía de la joven Mhasa Amini, con la excusa del mal uso del velo,y que pusieron en duda la continuidad del régimen.

Raisi era un líder manipulable y pusilánime, respaldado pícaramente por los poderosos Guardianes de la Revolución como uno de los candidatos a relevar a Khamenei. Falleció en un accidente de helicóptero en mayo, lo que obligó a adelantar las elecciones con estos resultados imprevistos.

El presidente electo Masud Pezeshkian tras la victoria. AP

El hecho de que Pezeshkian haya logrado superar todas las barreras y alcanzar la presidencia constituye un mérito propio, pero claramente un indicador del tamaño de la crisis interna que reduce la capacidad de manipulación por parte del régimen.

Es difícil por ahora construir pronósticos. Ni el mundo ni los iraníes son ingenuos, de modo que las expectativas están atadas a los movimientos del nuevo mandatario que deberá lidiar con un Legislativo ultraconservador que no le hará el camino sencillo. Reputados especialistas en Irán, como el israelí Danny Citrinowicz, aclaran, sin embargo, que los presidentes en Irán tienen “muchas herramientas para influir en la política interna y externa”.

Esta novedad repite en otro formato la llegada al poder la década pasada del líder moderado Hassan Rohani, un aperturista del ala moderada fundada por sus mentores, los ex presidentes Akbar Hashemí Rafsanjani y Mohammar Khatami. Rohani fue quien negoció con el entonces presidente norteamericano Barack Obama el histórico pacto de Viena en 2015 que congeló el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de las sanciones.

Lider supremo,  Ayatollah Ali Khamenei. APLider supremo, Ayatollah Ali Khamenei. AP

Ese acuerdo lo derribó Donald Trump para conformar a Israel y Arabia Saudita y habilitar una lluvia de penalidades que asfixiara a la potencia persa. El resultado fue el regreso de los ultranacionalistas y la reanudación del programa atómico, esta vez con un rango de enriquecimiento de uranio que permitiría a Irán en breve contar con la bomba

Pezeshkian ha dicho que quiere volver negociar con EE.UU., y con el regreso a la cancillería de un conocido en Occidente, el diplomático Mohammad Zarif, clave en aquellas negociaciones. También, con el contexto de un vinculo de confianza con Riad que arrancó en 2023 por mediación de China.

Israel verá como se acomoda a este nuevo escenario que apagaría en parte la imagen de un enemigo necesario para los integristas asociados al gabinete del premier Benjamín Netanyahu. Una desorientación que en mayor medida atrapará a Hamas y a la milicia libanesa de Hezbollah.

Como señala Citrinowicz, “no es el amanecer de un nuevo día en Irán, pero sí estamos al principio de una nueva era”.

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