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Los objetivos que persigue Milei con la reestructuración de los servicios de inteligencia

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El Gobierno finalmente sacó a la luz el proyecto que viene elaborando desde el mismísimo día en que fueron echados el exjefe de Gabinete, Nicolás Posse, junto con el exjefe de los espías, Silvestre Sívori. La gestión de Javier Milei oficializó la creación de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y le asignó una estructura de gran magnitud que dependerá del Presidente. La Casa Rosada pretende maximizar el potencial de los servicios con la creación de tres agencias especializadas y sumó una División de Asuntos Internos cuya misión, en los papeles, será prevenir el espionaje ilegal.

Las nuevas autoridades de la SIDE contemplarán desde la reincorporación de funcionarios retirados de los servicios hasta especialistas del mundo blockchain que hacen su primer paso en la función pública. No se descarta que una persona con experiencia en la justicia federal acceda a un puesto clave en la División de Asuntos Internos, el área crucial de la nueva estructura.

Lejos de querer quitarle músculo a los servicios, como quiso hacer el gobierno anterior, en la gestión de Milei aseguran que quieren darle más poder y mayor proyección internacional a la inteligencia argentina. De hecho, en las últimas horas, en la Casa Rosada mencionaban que en el último tiempo recibieron amenazas serias contra la seguridad del jefe de Estado –eso fue lo que meses atrás lo llevó a Milei a dejar de viajar en vuelos comerciales- y que por eso es necesario tener un seguimiento eficaz de todas las alertas, con una perspectiva geopolítica.

En el diseño de la nueva estructura, las misiones y funciones de la nueva SIDE trabajó activamente el estratega presidencial, Santiago Caputo, que en los hechos integra la cúpula del Gobierno junto a los hermanos Milei. Fue él quien eligió al nuevo titular de la secretaría, Sergio Neiffert, exsecretario privado y socio del otrora intendente de Malvinas Argentinas Jesús Cariglino. En la elaboración de la nueva estructura asesoró también el secretario de Asuntos Estratégicos de la Jefatura de Gabinete, José Luis Vila, que trabajó en la SIDE a principios de los 2000, fue funcionario de inteligencia en Washington y dejó los servicios con la llegada del kirchnerista Oscar Parrilli a la AFI.

Durante el proceso, además, habrían existido consultas informales al círculo íntimo de Antonio Stiuso, exdirector de Operaciones y exdirector de Contrainteligencia. Caputo habría mantenido más de un contacto con Lucas Nejamkis, colaborador todoterreno del exespía, para solicitarle asesoría. Tanto Stiuso como Nejamkis estaban en el exterior del país cuando fueron publicados los dos decretos en el Boletín Oficial con la creación de la nueva SIDE.

Cuatro agencias

Las cuatro nuevas agencias dentro de la SIDE se llamarán: Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), Agencia de Seguridad Nacional (ASN); y Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC), todas monitoreadas por la denominada División de Asuntos Internos, que será el organismo de control de las tres anteriores.

“La división en cuatro áreas permite la eficiencia por especificación, siempre y cuando haya una buena integración. También inhibe que haya un hombre fuerte que controle todo y que pueda tener deformaciones. Impide que crezcan los servicios por fuera del control político del Gobierno”, dijo un funcionario de peso a LA NACION.

En la Casa Rosada señalan que lo más probable es que las cuatro agencias de muden del histórico sobre la calle 25 de Mayo, a metros de la sede de Gobierno. La idea todavía es incipiente: hay que buscar cuatro edificios que sean propiedad del Estado y que sean aptos en materia de seguridad para albergar a los agentes. En 25 de Mayo podría funcionar otro ministerio.

La SIA –hay quienes creen que las siglas no son casuales ya que la estructura está inspirada en la CIA de los Estados Unidos- se dedicará a la “recopilación de información estratégica alrededor del mundo” y a la “cooperación con agencias de inteligencia” internacionales “aliadas”. Allí fue nombrado Alejandro Walter Colombo, quien fue agregado de inteligencia en la embajada de Roma durante el menemismo, encargado del área internacional de la AFI durante la gestión de Mauricio Macri y fue titular del área de Relaciones Internacionales del Gobierno de la Ciudad.

En la Casa Rosada aseguran que su nombre fue arrimado por Vila, aunque se conoce que supo forzar lazos con la CIA y con el Mossad, claves para la gestión libertaria. Son vínculos que había forjado Posse -especialmente con la agencia norteamericana- y que hay que volver a reconstruir tras su salida.

Al frente de la ASN –el “FBI” local- fue nombrado Alejandro Cecati, excustodio de Macri (también fue custodio de Daniel Scioli y de Carlos Corach) y una persona con buen vínculo con Patricia Bullrich. En diciembre, la ministra de Seguridad lo había pedido como jefe de la Policía Federal cuando aceptó asumir en el gobierno libertario, pero Posse había intervenido con la designación de todas las cabezas de las fuerzas.

Dos comisiones del Senado tratarán mañana el proyecto de disolución de la ex SIDE y creación de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI)

La nueva SIDE tendrá injerencia directa sobre la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) que es la dependencia de inteligencia de las fuerzas de seguridad, ya que será la que autorizará su presupuesto. La DNIC es un área que, puertas adentro del Gobierno, Bullrich pidió fortalecer especialmente, dado que la considera clave en el combate contra el narcotráfico. La cúpula de la Casa Rosada no le abrió el juego a la ministra de Seguridad en el diseño de los nuevos servicios de inteligencia. Pero sí conversó con ella la designación de Cecati, de quien la ministra tiene una buena consideración.

Al frente de la AFC –a cargo de prevenir ciberataques, al estilo de la NSA norteamericana- fue nombrado Ariel Waissbein, experto en criptografía y seguridad de la información que viene del mundo privado con experiencia en tecnología blockchain.

La clave de toda la estructura pasará por la cuarta dependencia, la División de Asuntos Internos, cuyo titular se mantiene en reserva. Según pudo saber LA NACION, no se descarta que allí sea nombrado alguien de la justicia federal. “Todavía tiene que consultarlo con su familia”, advirtió alguien al tanto del proceso.

En la Casa Rosada aseguraron: “La División de Asuntos Internos va a permitir que cualquier agente pueda denunciar que recibió una orden ilegal. Va a permitir combatir el espionaje ilegal porque ya no va a haber obediencia debida como era hasta ahora”.

De acá en más, Neiffert tendrá un complejo trabajo en materia de los recursos humanos. Los decretos que este martes publicó Milei lo facultan a “crear, integrar y poner en funcionamiento una Comisión Transitoria de Reencasillamiento del Personal Transferido” de la vieja AFI. También lo habilita a “aprobar un régimen para la incorporación de personal retirado de los organismos del Sistema de Inteligencia Nacional” con la condición de que puedan mantener sus jubilaciones o los retiros militares que gozaban esos exagentes.

Un funcionario opinó: “En el gobierno de Alberto Fernández había colapsado el sistema, se había perdido el sentido de la misión de la inteligencia nacional. En el gobierno de Macri se había perdido la confianza en la cadena de mandos. Hay que reconstruir todo desde menos diez”.

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Victoria Villarruel cuestionó a Yacobitti por “lavarles el cerebro” a los estudiantes de la UBA

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La vicepresidenta Victoria Villarruel arremetió contra el “adoctrinamiento” en las universidades públicas, acusando a una “oligarquía universitaria” de intentar “lavar cerebros”. En un discurso dado en el Senado durante una disertación sobre educación, Villarruel respondió a recientes declaraciones del vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti, quien había llamado a “trabajar en el perfil político de los graduados”. Sin mencionarlo directamente, la vicepresidenta lo criticó por promover una visión política en la educación.

Villarruel sostuvo que las universidades deberían enfocarse en formar el “perfil moral y ético” de los estudiantes, en lugar de inculcar consignas ideológicas. En este contexto, señaló que la educación debe ser “libre por naturaleza” y no estar contaminada por ideologías antiguas que “socavan la mente de los jóvenes”. Según la vicepresidenta, el intento de educar políticamente es “un acto de cobardía” y una traición a la juventud, que representa la “última esperanza” del país.

Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA

La crítica de Villarruel se produjo tras la aprobación del proyecto de financiamiento universitario por el Senado, que el presidente Javier Milei ya anunció que vetará, en línea con su política de déficit cero. La vicepresidenta utilizó este escenario para reafirmar su postura contra cualquier forma de adoctrinamiento en las instituciones educativas.

Además, recordó su experiencia como estudiante de la Universidad de Buenos Aires, donde, según su relato, padeció la enseñanza de docentes que priorizaban sus “ideologías y dogmas” sobre los conocimientos necesarios para el ejercicio profesional.

Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación

Finalmente, la vicepresidenta concluyó rechazando a quienes, desde posiciones de poder, pretenden convertirse en “censores” del pensamiento de los estudiantes. Defendió que la educación debe estar orientada al desarrollo integral de los jóvenes, libre de influencias ideológicas que busquen imponer una única visión del mundo.

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