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POLITICA

Mientras intenta avanzar con Aerolíneas en el Congreso, el Gobierno quiere acelerar el plan de privatizaciones de empresas públicas

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Cuando la imagen negativa de la gestión por primera vez supera a la positiva, según encuestas que consumen en Casa Rosada, el Gobierno acelera. Con múltiples frentes abiertos, un veto en puerta y la discusión por el Presupuesto, el Ejecutivo busca enviar señales contundentes e intenta avanzar con las privatizaciones.

La discusión por Aerolíneas Argentinas seguirá su curso el lunes, cuando el ministro de Economía Luis Caputo y Guillermo Francos reciban a directivos de JetSmart luego de entrevistarse el último viernes con el titular de la brasileña Gol.

La fabricante de turbinas mendocina IMPSA será la primera de las 59 empresas y unidades de negocios estatales que volverá a manos ciento por ciento privadas, pero el ex y fugaz interventor de medios públicos Diego Martín Chaher, avanza con un plan de acción para que el Gobierno se desprenda de todas las compañías públicas. Desde julio, el funcionario de origen mendocino que responde a Luis y Santiago Caputo quedó a cargo de la Unidad Ejecutora Especial Temporaria Agencia de Transformación de Empresas Públicas. En materia política es un ariete en la gestión del asesor presidencial; en el organigrama reporta al ministro de Economía, aunque su organismo -que aspiraba a controlar Federico Sturzenegger– tiene injerencia en las unidades de negocios de 11 jurisdicciones.

Las empresas públicas al comienzo de la actual gestión estaban concentradas en jefatura de Gabinete y a cargo de Mauricio González Botto, que salió eyectado del Gobierno con la salida de Nicolás Posse, pero volvió al Ejecutivo reconvertido en el interventor de Tandanor, los talleres navales del Estado que el Gobierno también quiere liquidar junto con el Correo.

En la flamante unidad a cargo de Chaher en la que trabajarán 30 funcionarios -varios de los cuales participaron de las privatizaciones en la década de 1990- manejan un diagnóstico lapidario. Señalan que todas las empresas estatales viven del Tesoro Nacional, aunque en 2023, Arsat generó ganancias por 32 millones de dólares. La orden que baja desde los despachos más importantes del Gobierno es que todas las empresas se privatizarán y en el peor de los casos se cerrarán.

El Ejecutivo concentra su plan de acción es la apertura en bolsa de varias sociedades estatales. Confían en que aunque sea un porcentaje mínimo el que salga a la venta, le permitirá a los interesados y a toda la ciudadanía conocer el verdadero valor de las empresas. Para ello, deben cumplir con todas las reglamentaciones de la Comisión Nacional de Valores. El problema es que en varias dependencias -como en la Casa de la Moneda, por citar un ejemplo- se adeudan balances desde hace años. El Ejecutivo quiere acelerar la transformación de Sociedades del Estado en Sociedades Anónimas, como fijó el DNU 70.

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La agencia de Transformación de Empresas Públicas no es la dueña de las activos estatales. Ni paga salarios, ni se ocupa de su funcionamiento, ni debe lidiar con los gremios. Su tarea es realizar los ajustes necesarios para que las empresas sea vendibles. Para ello, piensan en desarrollar un sitio que sirva de vidriera.

Desde que jefatura de Gabinete perdió -con la salida de Posse- el control de las empresas, Economía maneja la mayoría. Once están bajo la órbita de la secretaría de Transporte, dos en la secretaría de Industria, 3 en la secretaría de Innovación Pública, 4 en Energía, 5 en Desarrollo Productivo, 6 en la secretaría de Hacienda, 7 en Defensa, 8 en Obras Públicas, 9 en la Vocería de Manuel Adorni; 10 en Educación y 11 en la secretaría de Minería.

Milei recalculó su plan inicial para las empresas. En un principio la orden era sanear las empresas para que se revalorizaran. Ahora quieren apurar las ventas y que haya una única ventanilla para hablar con los interesados. También trabajan en el marco normativo para que las empresas no puedan ser re-estatizadas.

Los escollos para sus planes son varios. En el Gabinete hablan de un bloqueo normativo y de otro ideológico. Con el proyecto original de la Ley Bases, el Gobierno quería declarar sujeto de privatización 47 empresas públicas. Finalmente se aprobaron 8. De todos modos, la ley ómnibus da amplia libertad al Ejecutivo para reformar empresas y el organigrama estatal.

Los gobernadores fueron fundamentales para asegurar la continuidad de compañías que tienen impacto en sus provincias. Por eso, en el Gobierno no descartan que algunas de las compañías puedan ser transferidas a las provincias, varias de las cuales reclaman deudas millonarias al Estado nacional. FADEA es fundamental para Córdoba; igual que el INVAP para Río Negro. En el Gobierno, de todos modos, saben que para algunas ventas solo puede haber virtuales compradores extranjeros y con dólares frescos.

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POLITICA

Hotesur, la firma que alimentó el patrimonio de los Kirchner y quedó en la mira de la justicia por lavado de dinero

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En el caso Vialidad se estableció que Cristina Kirchner y Lázaro Báez mantuvieron “lazos promiscuos”, con un fin concreto: favorecer al contratista con la obra pública vial. Contratos viales plagados de irregularidades, sobrecostos, direccionamiento de los contratos y estructuras de pago realizadas a medida, permitieron que el dueño del Grupo Austral obtenga el 86% de las licitaciones realizadas en Santa Cruz. En simultáneo, existieron más de veinte acuerdos comerciales entre Cristina y Báez, a través de los cuales el dueño del grupo Austral «devolvía» parte de los millonarios fondos irregularidades de la obra pública. La vía más usada para ese circuito era la de negocios con las empresas de los Kirchner, Hotesur y Los Sauces. Esa relación permitió el incremento patrimonial de la exvice.

La sentencia condenatoria que encontró responsable a la ex vicepresidenta del delito de administración fraudulenta en perjuicio del Estado, y que confirmó la Cámara Federal de Casación, sostuvo en los fundamentos que ella mantuvo un interés particular en beneficiar al dueño de Austral Construcciones.

Los beneficios que recibió Cristina Kirchner por parte de la compañía posibilitaron “el incrementó de su patrimonio” gracias a las rutas con sobreprecios y los contratos celebrados con el dueño del holding, que incluyó la inmobiliaria Los Sauces y a la empresa Hotesur.

Esas firmas familiares que fueron investigadas en dos expedientes -luego unificados- que por decisión de la Corte Suprema se discutirán en un juicio oral y público, tienen relación con la sentencia condenatoria del caso Vialidad. Allí se sostuvo que todo el dinero volcado a lo que la justicia calificó como “contratos simulados” entre Cristina y Báez tuvo como único origen las irregularidades en las obras viales.

Otros tiempos: Máximo Kirchner y Lázaro Báez, junto a Cristina Kirchner, saliendo del Mausoleo

Así se estableció el vínculo entre las maniobras que se corroboraron en el caso Vialidad y cómo en una segunda etapa una porción de esos fondos que obtenía Báez terminaban en operaciones comerciales simuladas a través de las empresas de la familia Kirchner.

En función de ese argumento se trazó un eje principal: Cristina y el dueño del Grupo Austral mantuvieron un estrecho vínculo comercial mientras él era proveedor del Estado a través de la obra pública vial. Un puente entre los hechos del caso Vialidad y lo investigado en Hotesur-Los Sauces.

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Hotel Alto Calafate, el inmueble de Hotesur. Foto: Francisco Muñoz/OPI Santa Cruz.Hotel Alto Calafate, el inmueble de Hotesur. Foto: Francisco Muñoz/OPI Santa Cruz.

“En 2007, Cristina Elisabet Fernández de Kirchner asumió la Presidencia de la Nación. En 2011 fue reelecta hasta el año 2015. Durante ese período temporal, junto con Lázaro Báez celebraron múltiples negocios privados que redundaron en constantes ganancias para la ex Presidenta”, indicaron los jueces que condenaron a la vice por administración fraudulenta. El daño ocasionado al Estado se estimó en 85.000 millones.

Un mismo camino: Vialidad – Hotesur

El circuito corroborado funcionaba de la siguiente manera: Báez cobraba irregularmente montos millonarios del Estado nacional, no sólo en concepto de lo que se consignaba en los pliegos licitatorios, sino también a través de las diversas modificaciones de plazos y montos que fueron definidos como sobrecostos por los fiscales del juicio.

Ese dinero, explicó la Justicia, se “destinaba a operaciones privadas con la ex Presidenta de la Nación, quien permitió y facilitó la erogación de ese dinero guiada por un claro interés personal”.

Según la argumentación judicial, Cristina Kirchner proveía “el beneficio económico de las empresas del Grupo Báez, que eran contratadas para ejecutar las obras públicas viales”. “O lo que es igual, de las empresas comandadas por el sujeto con quien la propia ex Presidenta y su familia realizaban negocios inmobiliarios y hoteleros mientras, en forma simultánea, se ejecutaba la maniobra de defraudación en perjuicio de los fondos públicos nacionales destinados a dichas obras públicas”.

El destino final de ese dinero, era “en parte, las empresas familiares de la ex Presidenta».

Los negocios con Los Sauces SA

La compraventas de inmuebles, fideicomisos para construcciones, permutas, préstamos dinerarios, son parte de los acuerdos celebrados entre los Kirchner y Báez, y en el caso Vialidad se tuvo en cuenta “especialmente aquellos de más extensa duración”, como otro puente entre ese caso y Los Sauces.

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Por ejemplo, hubo operaciones realizadas con otras constructoras del grupo Austral, como terreno cedido por Cristina a su inmobiliaria familiar Los Sauces (a título de aporte irrevocable), en el que firma Loscalzo y Del Curto construyó un edificio de cuatro departamentos que, posteriormente (el 30 de diciembre de 2008), se entregó en locación a Kank y Costilla SA. Todas esas eran empresas de Lázaro Báez.

“Recordemos que en virtud de ese concepto la sociedad familiar le facturó a Kank y Costilla 1.652.422,46 pesos sin IVA por el período que va desde enero de 2009 hasta octubre de 2015. Una relación de larga data y por demás fructífera para la sociedad conyugal de los ex Presidentes”, se explicó.

Además, se firmó un fideicomiso para la construcción de unos departamentos que se inscribieron a nombre de Los Sauces para después ser alquilado por dos empresas de Báez.

Cristina Kirchner y Lázaro Báez, en el mausoleo de Néstor Kirchner en Río Gallegos.Cristina Kirchner y Lázaro Báez, en el mausoleo de Néstor Kirchner en Río Gallegos.

Otro complejo de departamentos de la inmobiliaria, construidos por Austral Construcciones, fueron alquilados a la firma.

Mientras Austral Construcciones se imponía en cuanta licitación se presentaba, la firma de Báez pagó sólo en concepto de alquileres 40 millones de pesos a los ex presidentes. Además, permutó un terreno tasado en 14,7 millones de pesos con la vicepresidenta y compró diez propiedades por 2 millones de dólares.

Los hoteles también

Hotel Alto Calafate propiedad de la familia Kirchner, fue administrado por Lázaro Báez. Foto:Francisco MuñozHotel Alto Calafate propiedad de la familia Kirchner, fue administrado por Lázaro Báez. Foto:Francisco Muñoz

Entre 2008 y 2009, Néstor Kirchner y sus empresas Hotesur y Los Sauces encomendaron el gerenciamiento de los hoteles Alto Calafate, Las Dunas y La Aldea del Chaltén a la empresa Valle Mitre, de Lázaro Báez. En su alegato, el abogado de Cristina Carlos Beraldi había simplificado todo: “unos alquilaban y otros pagaban”. Pero los jueces desecharon esa explicación.

Esos alquileres se “acordaron en sumas realmente significativas, superiores en conjunto a los cien mil dólares mensuales y por montos finales millonarios en pesos”. Esto, añadieron, “no sólo les permitió a sus dueños neutralizar todo riesgo inherente al rubro (turismo) sino que, principalmente, les aseguró el sostenimiento de un emolumento constante sin contingencias posibles”.

Por ejemplo, en diciembre de 2007 Austral le prestó a los ex presidentes 8.329.596,60 pesos. Esos fondos permitieron concretar la adquisición de Hotesur, dueña del hotel Alto Calafate en febrero de 2008. Hacia mayo del mismo año, firmaron un contrato de locación con Valle Mitre, propiedad de Báez.

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Pero la vicepresidenta señaló que es «falso que tales contratos representen supuestos retornos en favor de la familia Kirchner, pues son actos en los cuales se intercambian prestaciones recíprocas».

El dinero y la maniobra sospechada

Desde 2009 a julio de 2013, el empresario condenado por lavado de dinero pagó a la ex presidenta 27.592.110 pesos a través de Valle Mitre, por la explotación del hotel Alto Calafate, la hostería Las Dunas (que originalmente perteneció a Lázaro Báez y la vendió a los Kirchner para después alquilarlo) y La Aldea de El Chaltén, que se construyó sobre un terreno a nombre del dueño del Grupo Austral.

El alquiler del Alto Calafate incluyó otro valor significativo: entre 2010 y 2011, el 50% de lo facturado por el complejo turístico fue gracias a seis empresas de Báez que alquilaron habitaciones y el salón de conferencias del lugar. Una misma caja. Abonó más 6.829.240 pesos hasta 2013, después pagó 2.937.672 pesos.

A esos acuerdos, que para la defensa sólo fueron negocios del ámbito privado, se debe sumar el alquiler de habitaciones por parte de siete empresas del Grupo Austral, garantizando ingresos por 11 millones de pesos. Muchas de esas habitaciones, además, jamás se usaron.

¿De dónde provenían los ingresos de Valle Mitre y de las demás empresas de Báez? de Austral Construcciones. La compañía que recibía contratos viales, proporcionaba dinero a las demás empresas del Grupo, y después estas «emitían cheques a favor de los hoteles de Cristina Kirchner», sostuvo la fiscalía. Hubo créditos internos de la constructora por 71 millones de pesos, y Kank y Costilla -otra firma del Grupo Báez- también aportó 1.8 millón de pesos.

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