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POLITICA

Al final, se supo a qué le tenía miedo Fabiola Yañez para negarse a entregar su celular en Madrid

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“Pasan cosas raras”, escribió en reiteradas ocasiones Fabiola Yañez a una persona de su entorno el día miércoles, cuando la justicia española cerró el exhorto que se había impulsado para poder hacer una extracción de la información contenida en su teléfono celular. Ese día, la ex primera dama dio marcha atrás a una decisión que había manifestado explícitamente ante el fiscal federal Ramiro González respecto de la predisposición de entregar su dispositivo electrónico para que se extraiga, únicamente, todo lo relacionado a Alberto Fernández.

“Se me hizo saber que la señora Yáñez no se había presentado ni el día pactado ni el día de la fecha, pese a los distintos intentos realizados para que se lleve a cabo la medida requerida y que con motivo de ello se devolvería el exhorto internacional en ese estado”, planteó el fiscal federal Ramiro González en un dictamen cuando los plazos estaban vencidos.

A última hora del jueves, sin embargo, la exprimera dama hizo llegar una breve carta a la fiscalía, en la que pidió a González que “me otorgue garantías de seguridad expresas respecto a que solamente se accederá y revisará el intercambio de chats que mantuve con Alberto Fernández, de los que surgen sus actos de coacción, amedrentamiento y violencia». Esa solicitud despeja las dudas sobre el «miedo» que había dicho sentir en un enigmático posteo en redes sociales.

Después de un extenso y burocrático trámite vía Cancillería para establecer pautas de seguridad y los alcances de la medida de prueba en el marco de un convenio de colaboración con la justicia española-, se había esperado durante 48 horas a que Yañez llevase su celular en la sede de la justicia de Madrid. El exhorto detallaba cómo se iba a realizar la extracción forense del celular, y estipulaba la garantía de que se lo devolverían en el momento. La información iba a viajar en una valija diplomática a nuestro país. Nada ocurrió.

Si bien la ex primera dama había manifestado estar dispuesta a colaborar en la medida de prueba con la entrega de su celular, con la certeza de que el procedimiento se iba a realizar frente a ella y con un PIN que ella debía modificar en ese instante para después recuperar su contraseña original, no se presentó. El desconcierto respecto a su comportamiento, en la justicia federal, era total.

En un comienzo se hizo llegar una versión de que habría tenido alguna dificultad práctica con su hijo Francisco. Pero nada de eso fue corroborado ni manifestado directamente por Yañez.

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Según pudo reconstruir Clarín, el martes por la mañana, Yañez comenzó a comunicarse con su abogada, Mariana Gallego, para manifestar inseguridad respecto a la entrega de su celular. No lo dijo explícitamente, pero dejó entrever lo que después ocurrió: nunca acudió a la cita fijada por el Ministerio Público Fiscal argentino.

Al día siguiente, con los plazos vencidos, la justicia madrileña le informó al fiscal Ramiro González que ante la consecutiva ausencia de Fabiola Yañez, el exhorto se cerraba y esa medida de prueba no se iba a realizar.

En otras conversaciones con personas allegadas, Yañez repitió en unos mensajes: “Pasan cosas raras”. En esa expresión -una vez más, sin precisiones- reiteró que había movimientos poco habituales fuera de su vivienda.

De fuentes judiciales, Clarín pudo saber que la fiscalía buscará obtener la información del celular de Yañez por otros medios. En principio, le dejaron abierta la posibilidad de que ella “cuando esté preparada, entregué la información bajo la metodología que le sirva más”. Hay un antecedente que en la justicia federal no se desconoce: en las causas por hechos de violencia de género no es habitual pedir el teléfono de la víctima.

“¿Y si está encubriendo a alguien, por eso no entregó el celular?”, es otro interrogante que fuentes allegadas al expediente penal, plantearon durante las últimas horas. La hipótesis sostiene que la información podría comprometer a otras personas, pese a que se explicó que lo único que es relevante para la causa son los intercambios con Alberto Fernández.

Lo único que por el momento garantizó la exprimera dama es que en las próximas semanas iría ante un notario a certificar al menos el cruce de conversaciones con Alberto Fernández, pero sin entregar el dispositivo electrónico a la justicia. La fiscalía aguarda a que cumpla con esa decisión, pero de todos modos fuentes judiciales aseguran que “el caso no se retrasa y la próxima instancia, después de otras medidas de prueba, será la indagatoria” del ex presidente, imputado por nueve hechos de violencia de género.

Por estas horas la ex primera dama manifiesta a personas de su entorno serios problemas económicos después de que la justicia federal ordenara un embargo de los bienes y recursos de Alberto Fernández. Dio detalles sobre la posible falta de pago de la prepaga el último mes y una expresa preocupación por los bajos ingresos que está teniendo.

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“Son expresiones sin explicaciones”, deslizó una fuente judicial a Clarín al ir recolectando algunos de los planteos que no se encuentran incorporados en la causa penal. Durante las últimas horas, la psicóloga que acompaña a Fabiola Yañez ha tenido mayor presencia en su rutina.

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POLITICA

Masacre de pingüinos en Punta Tombo: «Se trató de un daño ambiental irreparable»

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Lucas Michelaud, asesor legal de Greenpeace, explicó en detalle las circunstancias del caso. La Regina fue acusado de destruir nidos de pingüinos y flora nativa en su propiedad privada, lindante a la reserva natural Punta Tombo. Este hecho ocurrió entre el 10 de agosto y el 4 de diciembre de 2021, cuando el ganadero utilizó una retroexcavadora para alterar el terreno y destruir más de 2 mil metros cúbicos de flora nativa. «La sentencia va a estar en los próximos días, nosotros como parte acusadora pedimos cuatro años de prisión efectiva», afirmó el abogado.

Michelaud explicó que la propiedad de La Regina, conocida como Punta Clara, se encuentra en una zona de alta fragilidad ecológica y forma parte de un ecosistema protegido, «es una zona de reserva UNESCO de biosfera Patagonia Azul, de importancia internacional para las aves, como el pingüino magallánico». A pesar de la importancia de la zona, el productor ganadero siguió adelante con la destrucción de nidos de pingüinos y la remoción de plantas en una época crítica para la fauna local.

El abogado agregó que el daño causado no sólo fue físico, sino también temporal, afectando a los pichones y los huevos de los pingüinos, que en ese período estaban comenzando a eclosionar. «Lo hizo en la etapa crítica, donde los pichones ya tienen menos de un mes de vida o los huevos están comenzando a eclosionar», detalló el abogado. Este acto fue realizado con una retroexcavadora de 8 mil kilogramos, lo que provocó la destrucción de miles de nidos.

La Regina argumentó que su intención era dividir el campo entre familiares y mejorar su propiedad. Sin embargo, Michelaud subrayó que el daño fue intencional y que el uso de maquinaria pesada en esa zona no fue una simple mejora. «Esto no fue una mejora en su propiedad, fue un proceso de fuerte antropización en el ecosistema», dijo, remarcando que los métodos empleados no eran los adecuados para el tipo de trabajo que el productor planteaba.

La defensa de La Regina trató de desmentir la fecha de los hechos, pero la acusación presentó pruebas contundentes para refutar esta versión. Michelaud explicó: «Nosotros logramos probar que los hechos ocurrieron entre el 26 de noviembre y el 4 de diciembre, a través de imágenes satelitales proporcionadas por un cartógrafo de la National Geographic». Estas pruebas confirmaron la destrucción del ecosistema en el tiempo exacto señalado por la acusación.

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Una de las acciones más graves de La Regina fue la construcción de un alambrado electrificado que dificultaba el acceso de los pingüinos a su hábitat natural. «Puso un alambrado de seis hilos, algunos a 15 o 20 cm de altura, impidiendo que los pingüinos puedan transitar», relató Michelaud. Este alambrado no sólo obstruía el paso de la fauna, sino que también fragmentaba el hábitat natural de los animales, lo que generaba un impacto negativo en su reproducción.

El caso de La Regina es un ejemplo claro de cómo la propiedad privada no otorga el derecho a destruir los ecosistemas y la fauna que habitan en ellos. «El dominio sobre el terreno no da la titularidad sobre el ecosistema», destacó el letrado, quien subrayó que este juicio se centró en la defensa del ambiente, más allá de los derechos sobre la propiedad.

La condena a La Regina es un paso importante en la lucha por la protección del medio ambiente en Argentina, enviando un mensaje claro sobre la importancia de la conservación de los ecosistemas. «La sentencia es histórica porque es la primera vez que se condena por daño agravado en un caso de esta naturaleza», concluyó Michelaud. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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