DEPORTE
El gol de Julián, no le alcanzó al Atlético que volvió a perder en Champions
Superior una hora, reducido en el marcador por la falta de tino de Sorloth, el Atlético de Madrid de repente lamentó el empate con un zurdazo de Zhegrova que rebotó en Giménez y sufrió la derrota de forma inesperada, condenado por un penalti polémico, entre la incredulidad del equipo rojiblanco, derrotado en su casa por el Lille y enfrentado a una situación límite con sólo tres jornadas de la Liga de Campeones (1-3).
Nada habría sido como fue de no ser por la secuencia de fallos de Sorloth, pero, sobre todo, por la pena máxima que nadie en la grada entendió como punible. Primero porque el balón golpeó visiblemente en una mano de Mandi. Después, porque la patada de Koke a André no pareció para tanto. La determinación del árbitro, Marco Guida, contrastó con los hechos. La pena máxima doblegó al grupo de Simeone.
Era el minuto 77. Un golpe para el Atlético, que jugó y creó ocasiones antes para golear, incluso se adelantó en el minuto 7, se sintió tan dominador y tan cerca del segundo tanto que jamás habrá intuido cómo el partido desembocó en una derrota cuya trascendencia es indiscutible, de grandes proporciones en apariencia, pero cuya dimensión eral se conocerá cuando avance aún más la competición. La próxima cita es contra el PSG en París.
El 1-0 invitaba a lo contrario. Fue un regalo de Toure. Presionado por Griezmann, acechado por Julian Alvarez, apurado por un primer control irregular, el central izquierdo resolvió el lío de la peor manera posible. Su cesión atrás al portero, floja, defectuosa, inoportuna, fue un pase para el atacante argentino, cuyo tino sobre el marco rival está fuera de toda duda.
El cuarto gol ya para el campeón del mundo desde que viste rojiblanco, devuelto a la titularidad que le corresponde, reunido de nuevo por segunda vez en la temporada junto a Alexander Sortloth y Antoine Griezmann; entre los tremendos contrastes entre los dos, entre la imprevista ineficacia del noruego y el espléndido encuentro del francés.
Es indudable para cualquiera en el Atlético, como remarca también Simeone, la relación entre la inspiración de Griezmann y el éxito de este equipo, dependiente del fútbol, la combinación y la visión de juego del delantero, cuya primera parte fue concisa, de esas que marcan la diferencia en cada palmo del terreno, en cada desmarque, en cada regate…
Y en cada pase. Dos propuso para el gol de Sortloth, en el otro lado de la balanza. El ‘9’, goleador dos veces al Leganés, diez partidos después, falló tres tantos en la primera parte. Uno antes del 1-0, cuando De Paul lo habilitó delante del guardameta. Su remate fue una pifia. Dos ya con 1-0 a favor, ambos procedentes del talento francés, ambos malgastados por Sorloth. El primero lo picó sin determinación. El segundo lo lanzó demasiado alto.
El calibre y la claridad de las oportunidades era evidente. También las dudas que pueden generar no sólo en un goleador, sino también en el espectador que lo observa. Desde la banda, Simeone aplaudía. Pedía lo mismo del público; una comprensión que sólo será tal si llegan más y más goles. Es la presión de Sorloth. Ha sido fichado para eso. Chevalier, después, negó el 2-0 a Giménez y al Atlético, que debía golear al descanso, pero vencía 1-0.
No está el Atlético para juguetear últimamente con el marcador. Lo padeció en San Sebastián, resistente hasta casi el final. Ni tampoco está para jugar con fuego en una competición como la Liga de Campeones. Ya lo sabe de antemano, por su pasado, que el torneo europeo penaliza el conformismo, el error, el más mínimo detalle, cualquier invitación al rival para sentirse capaz del empate, en este caso un Lille casi inofensivo.
Realmente no lo hizo el Atlético, visiblemente superior a su adversario hasta la hora del duelo. El Lille, entre las lesiones y la cantidad de cambios en el once, hasta el punto de Jonathan David calentó banquillo, no sólo transmitió vulnerabilidad hasta entonces, sino que apenas atacó, superviviente por la simple razón de que no fue el día de Sorloth, cambiado después, apenas el equipo francés niveló el resultado.
Porque en un momento fue capaz del 1-1. Unos segundos por encima de la hora de partido, de repente completó una transición, de un lado a otro del ancho del terreno, desde la izquierda hasta la derecha de su ataque, hasta que el mejor de todos los visitantes sobre el campo conectó con el gol, con un zurdazo potente que envenenó el toque en la cabeza de Giménez que sobrepasó a Oblak. El Lille empató. Y sacó a Jonathan David, su goleador.
Un horizonte nuevo para el bloque francés y una responsabilidad estresante para el equipo rojiblanco, en el que Griezmann, que bajó enteros con el paso de los minutos, emuló a Sorloth en otra oportunidad fallada.
Demasiadas concesiones ya para un partido de la Liga de Campeones, que lo castigó con dureza después, entre la incredulidad de todo el Atlético por un penalti más que confuso: se vio una mano de Mandi antes de una patada leve, fortuita, de Koke sobre André. El árbitro, Marco Guida, obvió lo primero y señaló lo segundo, sin entender aún por qué en los locales, entre la incomprensión del público y la amarilla a Simeone. Jonathan David batió a Oblak. Al borde del final, repitió el delantero. Dos detalles. Es la ‘Champions’. Nadie lo sabe como el Atlético.
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DEPORTE
Con Lisandro Martíenz, Manchester United derrotó 2-1 a Manchester City en el derby, por la Premier League
Foto: EFE
Con goles de Bruno Fernandes y Traore, Manchester United derrotó 2-1 a Manchester City por la Premier League. Lisandro Martínez fue titular en su equipo.
Pep Guardiola ya no puede estar nunca tranquilo. Su equipo tenía la victoria ante el Manchester United en el bolsillo en el minuto 88 y la regaló en dos acciones catastróficas, empeorando aún más el momento de un Manchester City que ya no gana ni al rival que mejor se le da (1-2).
El City, que tenía el partido hecho gracias a un gol de Josko Gvardiol, lo perdió todo en los minutos finales. Matheus Nunes hizo un penalti tonto (m.88) y Amad Diallo rubricó la remontada en el 90.
No fue este derbi uno de los mejores partidos de esta Premier. De hecho, muchos lo incluirían etre los peores de la temporada. Porque la mayoría de minutos fueron dramáticos, con dos equipos más allá de los nervios. Acobardados, dañados por sus últimos resultados y a la espera de un error del rival más que de intentar proponer algo.
El United ya había estado muchas veces en esta situación en la última década, no así un City que desde que está Guardiola se ha acostumbrado a arrollar en estos partidos. De 23 derbis de Mánchester, el técnico español ha ganado trece, perdido dos y empatado ocho.
Siendo el Etihad consciente del mal momento que atraviesa su capitán en el banquillo, le recibió con uno de los mayores tifos vistos en este estadio. «Guardiola, més que un entrenador», rezó el mural con el que los aficionados del City trataron de levantar el ánimo a un técnico que solo ha ganado un partido de los diez últimos.
Por eso, cuando Josko Gvardiol cabeceó un centro mordido de Kevin de Bruyne, Guardiola, lejos de explotar de emoción o de esbozar una sonrisa, hizo un gesto como diciendo «ya está bien». Como si ese tanto espantara la mala suerte y los problemas que arrastra su equipo desde hace dos meses.
Y es que el City no está tan lejos de todo pese a su tétrica racha. Una victoria ante el United le pone a seis puntos del líder, el Liverpool, que, eso sí, tiene un partido menos.
El duelo de este domingo, desequilibrado por ese gol afortunado de Gvardiol, era más una forma de alivio y de reafirmación que otra cosa. Se pueden perder muchos partidos, pero, ¿ante el rival y vecino? Eso son palabras mayores.
Eran tres puntos lo que había en juego en el Etihad y en cierto modo el honor de un City al que lo único que le faltaba era verse dominado por el United.
Lo consiguieron los hombres de Rúben Amorim en algunos momentos del partido, pero pecaron de falta de puntería.
Ederson hizo la parada de la noche en un cabezazo a Amad Diallo y Bruno Fernandes erró, mientras el Etihad contenía la respiración, un mano a mano frente al brasileño. El capitán de los ‘Diablos Rojos’ se intercambió los papeles con Rasmus Hojlund, el danés asistió y la ‘picadita’ de Bruno delante de Ederson se marchó desviada.
Guardiola, que se quedaba con la palabra en la boca dando instrucciones a Jack Grealish, pudo respirar tranquilo por una vez. Por unos minutos, mejor dicho.
Porque Matheus Nunes regaló la pelota a Diallo primero y después lo arrolló para que marcara desde los once metros Bruno Fernandes y porque, ya en el minuto 90, Lisandro Martínez filtró un balón por arriba para que el propio Diallo regateara a Ederson y dejara a Guardiola mudo.
Su tercera derrota contra el United desde que llegó al City en 2016, la octava en los últimos once partidos. Si el Liverpool gana al Everton en el duelo atrasado que tiene, serán doce puntos de diferencia con el líder. No están ni en ‘Champions’. Es quinto con 27 unidades, una menos que el Nottingham Forest.
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