POLITICA
Un artista tucumano ganó diez mil dólares para desarrollar una obra a gran escala para un edificio
El artista y gestor cultural tucumano Benjamín Felice resultó ganador del Premio Azcuy, que consta de 10 mil dólares y la producción de una obra a gran escala para el edificio Donna Vita, en Caballito, que tiene en construcción la empresa de real estate que organiza este concurso desde hace seis años en alianza con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. El concurso va por su sexta edición y lo celebra con la edición de un libro sobre la tarea realizada para difundir la unión de arte y la arquitectura.
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Este año se postularon 500 artistas. Fueron invitados a visitar la obra antes de pensar sus propuestas para intervenir las áreas comunes del edificio. Entre andamios y enconfrados, la recorrieron con casco en visitas guiadas a cargo de Sol Juárez (gerente de Proyecto Creativo e Innovación y Gestión Cultural AZCUY) y terminaron con asados de obra.
El 15 de octubre pasado, en el Museo Moderno, el jurado de la edición 2024, conformado por Juárez, Jimena Ferreiro (curadora del museo), Mariana Obersztern (artista escénica y curadora), Nicolás Bacal (artista visual) y Gerardo Azcuy (fundador y director general de AZCUY), seleccionó a los ocho finalistas: Nicola Costantino, Marcolina Dipierro, Benjamín Felice, Eugenia Foguel, Pablo Houdin y Gustavx Bianchi, Adriana Martínez y Tomás Espina, Débora Pierpaoli y Jorge Pomar.
Todos recibieron un premio estímulo de 1000 dólares y una devolución de los jurados para profundizar en sus proyectos durante un mes y medio. “En esta edición del Premio Azcuy casi se duplicaron los finalistas, en un año difícil. Los ocho proyectos fueron todos excelentes, sobre una convocatoria también notable”, contó Ferreiro. Ayer, en una jornada maratónica volvieron a presentar sus propuestas ampliadas frente al jurado, y de esa exposición surgió la obra ganadora, anunciada hoy en un acto en el Moderno.
Felice tiene en estos días una obra en exposición en la colectiva Punto de Fuga que presenta Móvil, y será representado por la galería Pasto en la feria madrileña Arco en 2025. La Fundación Azcuy ya había adquirido obra suya en arteba 2024, a través de la galería Tomás Redrado. En esa edición, Felice participó también como director artístico de la galería Ohno en Buenos Aires y también está a cargo de un proyecto editorial. La obra premiada se titula Orlas Sacro Calchaquíes. “Es parte de una investigación escultórica e instalativa que empecé hace un tiempo y se basó en estudiar patrones ornamentales en lo que se llamó la ola nativista argentina de principios del siglo pasado y el arte patrimonial sacro de Argentina, sobre todo del NEA y del NOA. En base a esos estudios, busqué generar un sistema donde unas piezas que puedan discutir en un borde difuso entre lo ornamental, uso y escultura”, explica el artista.
Se trata de un concurso abierto a artistas argentinos. Alienta a que se presenten todo tipo de obras de arte, sin limitarse a un concepto, materialidad, formato o medio. La única condición es que sea inédito y especialmente concebido para el edificio. Así, Azcuy está creando una vecindad de edificios intervenidos por artistas. Está ya inaugurada La montaña concreta, una palestra de 43 metros de altura por la que se puede ascender aferrándose a recreaciones de pinturas históricas, obra de Fabián Bercic. Hernán Soriano sembró con objetos sonoros otra de las torres de Azcuy, que se pueden activar en conciertos a múltiples manos.
En la zona también está Mutanti, intervención de Diego Bianchi en el edificio Donna Terra, un tubo de acero que es una compostera gigante. Enfrente la artista Nacha Canvas creó un mural rosado para otra torre. Es vecino del Donna Acqua, que tiene en el techo del lobby a la obra de Adriana Bustos Mundo Imaginal, un mural que representa dos planisferios celestes. Todo esto está compilado en el libro que publicaron Azcuy y el Moderno. “Es muy emocionante ver el trabajo realizado”, dijo Juárez. Para el año próximo, Gerardo Azcuy anunció que el concurso crecerá: “Estamos desarrollando una obra muy linda en Nordelta, con espacios exteriores enormes que queremos llenar de obras de arte. En la próxima edición del Premio Azcuy habrá noticias”, anunció.
POLITICA
Cómo es y a quién perteneció la casa racionalista de Barrio Parque que Bustillo no quiso firmar
Conocida por ser escritora, editora y mecenas, Victoria Ocampo fue pionera en muchas disciplinas de la cultura argentina. Se trató de la primera mujer que formó parte de la Academia Argentina de Letras, la primera en todo el país en obtener una licencia de conducir y la única latinoamericana en asistir a los Juicios de Núremberg. Y ese espíritu innovador y visionario hoy se sigue reflejando en su legado arquitectónico, ya que también se encarnó en las casas innovadoras que habitó.
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“Para Victoria sus casas fueron espacios donde se vivía. En ellas dejó su impronta personal creando lugares de encuentro, de amistades fecundas, de intercambio. Le gustaba decir y, de hecho, lo dejó por escrito: ‘En mis casas no he coleccionado cosas de valor, sino pasos y voces’. Esos pasos construyeron puentes capaces de unir ideas diferentes. Las paredes de Villa Ocampo y Villa Victoria nunca fueron muros cerrados, sino lugares abiertos. Victoria fue una pionera en el diálogo, sabedora de cuánto puede enriquecer al propio pensamiento las ideas ajenas”, comparte la doctora María Cristina Viñuela, autora de Victoria Ocampo. De la búsqueda al conflicto y de Victoria Ocampo. Los rostros de una humanista.
La primera casa moderna de la Argentina
Sobre la calle Rufino de Elizalde, en pleno Palermo Chico, se encuentra la que es considerada la primera vivienda moderna argentina, una construcción de cubos blancos que generó escándalo en su momento, ya que la arquitectura contrastaba fuertemente con los edificios de estilo francés que se levantaban en ese entonces en la zona. Se trata de la “casa racionalista” que hizo construir Victoria Ocampo en 1928 y que constituyó un legado para el patrimonio arquitectónico argentino.
La construcción de la vivienda fue encargada al reconocido arquitecto argentino Alejandro Bustillo, aunque fue originalmente proyectada para otro terreno, por el célebre Le Corbusier. Bustillo era un arquitecto clásico, “cuyo pensamiento estaba en las antípodas del francés, y termina erigiendo la obra que se mantiene viva hasta el día de hoy, luego de un debatido intercambio con Victoria”, explica la Dra. en Arquitectura María Alejandra Rega, quien elaboró su tesis sobre los espacios vividos por Victoria Ocampo. El propio Bustillo se negó a emplazar su nombre en la fachada, ya que no deseaba quedar vinculado con una obra a la que muchos tildaban de “aberrante”.
El edificio cuenta con tres niveles y dos terrazas, y con aberturas que favorecen la luminosidad y la presencia del verde dentro de la casa, especialmente en la sala de estar. Fiel a sus ideas, Bustillo no hace uso de la planta libre, ni de las dobles alturas y ventanas corridas del proyecto original de Le Corbusier. De esta forma, aunque su volumetría es novedosa y muestra una postura vanguardista para la época, la web Moderna Buenos Aires explica que sus plantas no lograron incorporar ideas innovadoras en la resolución espacial y funcional. Además, agrega que “los espacios interiores están demasiado segmentados como para ser considerados específicamente modernos”. En cuanto a la fachada, se la describe como sobria, desprovista de elementos ornamentales.
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Además de su reconocida arquitectura, la casa está vinculada al nacimiento de la icónica revista Sur en 1931. Se trató de una publicación a través de la cual Victoria Ocampo difundió las obras de autores extranjeros y de jóvenes escritores argentinos, ayudándolos a consagrarse y a obtener visibilidad. Contó, entre sus colaboradores, con José Ortega y Gasset, Eduardo Mallea y Waldo Frank, entre otros. Una famosa foto tomada en 1931 en la escalera de esta casa “representa todo lo que de moderno tuvo el pensamiento argentino en la primera mitad del siglo XX”, señala Rega.
A pesar de los grandes esfuerzos y polémicas que implicó, la casa de Palermo Chico fue vendida al poco tiempo por su dueña, que se trasladó en 1940 a Villa Ocampo, la residencia heredada en Béccar, construida por su familia como casa de veraneon zona norte. En el 2022, gracias al impulso de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, fue declarada Monumento Histórico Nacional por un decreto del Gobierno nacional. Desde el 2005, funciona como sede del Fondo Nacional de las Artes.
La sede cultural se encuentra abierta al público de lunes a viernes de 11 a 19 hs, en la calle Rufino de Elizalde 2831, CABA, frente al Instituto Sanmartiniano.
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