Gustavo Girado subrayó que la relación entre Argentina y China había crecido significativamente en las últimas décadas, alcanzando una asociación estratégica integral. «China es uno de los tres principales inversores en Argentina y nuestro mayor financista en el esquema comercial. Aunque la balanza comercial siempre ha sido deficitaria para nuestro país, la relación se había consolidado con proyectos de largo plazo, como las represas, los trenes y la exploración offshore», explicó.

Sin embargo, destacó que la gestión actual ha adoptado una postura errática: «El presidente Javier Milei ha insultado al régimen y al presidente chino, con un destrato poco habitual en la diplomacia internacional. Esto afecta gravemente la confianza, que es un pilar fundamental en la cultura china».

Un giro pragmático, no estratégico

Consultado sobre el cambio de tono de Javier Milei hacia China, Girado lo calificó como «un giro pragmático» basado en las necesidades financieras inmediatas del país. «El presidente dijo públicamente que China es la que tiene el dinero y el financiamiento, y que solo pedían que no habláramos de ellos. El silencio sobre China parece haber sido la moneda de cambio para retomar las negociaciones», explicó el economista.

A pesar de este acercamiento, Girado señaló que no existe una política de largo plazo detrás de este giro: «La ausencia de documentación o acuerdos concretos indica que este cambio no responde a una visión estratégica, sino a necesidades coyunturales».

La influencia de Estados Unidos y el rechazo a los BRICS

Girado también analizó el rol de Estados Unidos en el desgaste de la relación con China. «El Departamento de Estado ha alentado la sobre-ideologización de las relaciones exteriores argentinas. El ‘experimento Milei’ es visto como un fenómeno interesante en ciertos sectores de la política estadounidense, pero sus políticas van a contramano de las tendencias globales, donde prima un regreso al proteccionismo y las políticas industriales», afirmó.

En este contexto, criticó duramente la decisión de Argentina de rechazar su ingreso a los BRICS. «Perdimos la posibilidad de sentarnos en una mesa con nuestros principales socios comerciales e inversores, como Brasil, China, Rusia, India y Arabia Saudita. Estas economías, interesadas en dejar de usar el dólar como moneda de intercambio, ofrecen una alternativa extraordinaria para un país como Argentina, que sufre por la escasez de divisas», aseguró.

“Una política exterior sin coherencia”

Girado reflexionó sobre las consecuencias de la actual política exterior: «El gobierno de Milei ha borrado con el codo lo que Argentina construyó durante décadas. Cambiar de rumbo por razones ideológicas, sin considerar los intereses estratégicos, es un desatino fenomenal. Esperemos que esta etapa termine pronto y podamos retomar un camino más coherente».

La relación con China, según Girado, no solo es una cuestión económica, sino también política y cultural. «Es imprescindible que Argentina recupere una visión estratégica para fortalecer vínculos con socios clave y no quedar aislada en un mundo cada vez más interconectado».

«China pasó de ser una economía campesina a convertirse en una de las principales potencias en vías de desarrollo. Todo comenzó con las políticas de reforma y apertura de Deng Xiaoping, a partir de 1978-79, que cambiaron drásticamente el perfil de la República Popular China», planteó Girado, al contextualizar el origen de la transformación del gigante asiático.

El economista destacó que, inicialmente, China ofrecía mano de obra abundante y barata, atrayendo inversiones extranjeras que impulsaron un desarrollo acelerado. «Lo que hizo China fue canjear su mercado potencial por conocimiento. A partir de ahí, se enfocaron en crear empresas propias capaces de competir a nivel internacional para dejar de ser dependientes, evitando convertirse en una economía primaria como las de África o Latinoamérica», explicó.

China y la disputa con Estados Unidos

Girado se refirió también a las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, una problemática que se intensificó durante la gestión de Donald Trump y que continúa con el gobierno de Joe Biden. «La disputa por la alta tecnología, especialmente en semiconductores, es central. Estados Unidos busca afectar los intereses chinos, pero las represalias de China golpean directamente a los votantes del cinturón agrícola norteamericano, que son la base electoral de Trump», señaló.

El economista recordó el acuerdo comercial de fases 1 y 2 alcanzado en 2020, que implicaba compromisos comerciales estrictos entre ambas potencias. Sin embargo, indicó que esta dinámica de administración de mercados perjudica a países como Argentina: «Cuando las dos potencias manejan el comercio, los países que vendemos productos similares quedamos fuera del mercado. Nos enseñan a competir en el libre mercado, pero luego ellos mismos cambian las reglas».

La oportunidad de Argentina con China

Consultado sobre las posibilidades de Argentina de aprovechar su relación con China, Girado fue contundente: «Una de las mejores maneras de cambiar el perfil productivo argentino es profundizar el vínculo con China y atraer capitales chinos para que produzcan aquí. Por ejemplo, en lugar de exportar soja como materia prima, podríamos transformarla en proteína animal en el país y exportar un producto más valioso, generando empleo y mayor valor agregado».

Sin embargo, fue crítico del contexto actual: «Bajo una administración que promueve la apertura indiscriminada de importaciones, no fomenta la producción doméstica y vende el patrimonio nacional, es difícil pensar en un futuro para la industria nacional. Si seguimos con políticas pendulares, será imposible salir del estancamiento en el que estamos hace más de 60 años».

Finalmente, Girado destacó que las oportunidades con China no deben limitarse al comercio de bienes primarios: «Hay muchas maneras de trabajar con China en proyectos que permitan desarrollar valor agregado y empleo en Argentina, dejando atrás el modelo primario exportador que todos quieren evitar». (www.REALPOLITIK.com.ar)

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