El presidente de Rusia, Vladímir Putin, presumió del desempeño económico de su país y elogió los avances de sus tropas en Ucrania este jueves durante su conferencia de prensa anual televisada, un evento que suele utilizar para reforzar su autoridad y mostrar un control total del panorama político del país.
El mandatario comenzó el coreografiado programa alardeando del desempeño económico de Rusia y afirmó que va camino de crecer casi un 4% este año. Reconoció que la inflación es alta, un 9,3%, pero destacó los esfuerzos del Banco Central para reducirla e insistió en que la situación económica permanece “estable”.
Putin, que lleva casi un cuarto de siglo en el poder, afirmó también que el ejército estaba “avanzando hacia la consecución de nuestros objetivos” en lo que describe como la “operación militar especial” en Ucrania, donde sus fuerzas han logrado avances lentos pero constantes.
“La situación está cambiando radicalmente, estamos avanzando a lo largo de toda la línea del frente”, aseguró, mientras pedía al público que desplegase una pancarta que le entregaron los marines que combaten contra la incursión ucraniana en la región fronteriza rusa de Kursk.
Esa operación ha resultado ser embarazosa para el Kremlin. Preguntado por cuándo se expulsará a las fuerzas ucranianas, Putin respondió: «Sin duda las echaremos”, pero no ofreció plazos.
Misil hipersónico
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En respuesta a una pregunta sobre un nuevo misil balístico hipersónico de alcance intermedio que Rusia utilizó por primera vez el mes pasado contra Ucrania, Putin se burló de las afirmaciones de algunos expertos occidentales de que podría ser interceptado por las defensas aéreas de la OTAN.
Desafió burlonamente a los aliados occidentales de Ucrania a un “duelo de alta tecnología”, sugiriendo que Moscú podría dar un aviso previo de un ataque a Kiev con el misil Oreshnik y ver si Occidente podría proteger la ciudad. “Veamos qué sucede”, agregó con una sonrisa.
Putin afirmó que el ataque lanzado el mes pasado contra Ucrania con un nuevo misil balístico hipersónico de alcance intermedio respondía a la autorización de los aliados occidentales para que Kiev usara sus armas de mayor alcance para lanzar ataques en suelo ruso.
Amenazó con que Moscú podría lanzar más ataques en Ucrania con el nuevo misil Oreshnik y advirtió que también podría emplearse para atacar instalaciones militares de los países que dieron el visto bueno a la nueva estrategia ucraniana.
En los últimos años, el acto, que se emite en vivo por cadenas de TV controladas por el Estado en las 11 zonas horarias del país, ha estado dominado en gran medida por temas de carácter nacional. La mayoría de los periodistas y ciudadanos de a pie que llaman al estudio preguntan sobre reparaciones de carreteras, precios de los servicios públicos, mantenimiento de viviendas, servicios médicos y subsidios gubernamentales.
Mientras, los periodistas presenten en el salón próximo al Kremlin agitan coloridos carteles y pancartas mientras intentan desesperadamente atraer la atención de Putin.
Pero el evento es seguido especialmente por los comentarios de Putin sobre política exterior.
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Apenas dos días antes, un general ruso de alto rango murió por la explosión de una bomba en el exterior del edificio de apartamentos en el que vivía en Moscú. El asesinato del teniente general Igor Kirillov, reivindicado por Ucrania, llevó el conflicto de casi 3 años de nuevo a las calles de la capital rusa.
El mandatario ha afirmado que Moscú está listo para conversaciones sobre una resolución pacífica del conflicto, pero reafirmó su exigencia de que Ucrania debe renunciar a su intención de unirse a la OTAN y reconocer los avances del Kremlin en su territorio. Ucrania y Occidente han rechazado esos pedidos.
Los comentarios del líder ruso el jueves serán seguidos de cerca en busca de señales de cualquier cambio en su posición negociadora antes de la toma de posesión del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien se ha comprometido a negociar un acuerdo para poner fin a las hostilidades.
¿Encuentro con Donald Trump?
Putin señaló por otra parte que está listo para reunirse con el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump «en cualquier momento». «No sé cuándo voy a verlo (…) No he hablado con él desde hace más de cuatro años, pero estoy preparado para ello, por supuesto. En cualquier momento», dijo el mandatario ruso. «Y también estaré listo para una reunión si él quiere», agregó.
«Si algún día nos reunimos con el presidente electo Trump, estoy seguro de que tendremos mucho de qué hablar», señaló Putin.
El jefe del Kremlin también hizo sus primeros comentarios sobre la caída del presidente de Siria, Bashar Assad. Aseguró que no fue una «derrota» para Rusia y consideró que el ejército ruso, movilizado en el país árabe desde 2015, alcanzado su «objetivo» allí.
«Se intenta presentar lo que ocurrió en Siria como una derrota para Rusia. Les aseguro que no es así», declaró el presidente ruso. «Fuimos a Siria hace diez años para evitar que se creara allí un enclave terrorista, como en Afganistán. En su conjunto, logramos nuestro objetivo», afirmó.
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El líder ruso dijo que aún no se ha reunido con Assad, que recibió asilo político en Moscú, pero planea hacerlo y le preguntará sobre Austin Tice, un periodista estadounidense que desapareció en Siria hace 12 años.
“También podemos plantear la pregunta a las personas que controlan la situación sobre el terreno en Siria”, agregó el líder ruso.
Cuando Bernard Jones Jr. y su esposa, Doris, construyeron la casa de sus sueños, no escatimaron en nada. Una piscina tipo gruta con una cascada para los calurosos días de verano. Un cine en casa para pasar acogedoramente las noches de invierno. Un huerto frutal para cosechar en otoño. Y un vasto búnker subterráneo en caso de que ocurriera un desastre.
“El mundo no se está volviendo más seguro”, argumentó Jones. “Queríamos estar preparados”.
Bajo una escotilla metálica discreta cerca de la cancha de básquet privada, hay una escalera oculta que conduce a habitaciones con camas para unas 25 personas, baños y dos cocinas, todo respaldado por una fuente de energía autosuficiente.
Con agua, electricidad, aire limpio y comida, se sentían preparados para cualquier desastre, incluso una explosión nuclear, en su bucólica casa en el área de Inland Empire de California.
“Si hubiera un ataque nuclear, ¿preferirías ir a la sala de estar o a un búnker? Si tuvieras uno, también irías allí”, aseguró Jones, quien mencionó que vendió la casa hace dos años.
Líderes de seguridad global han advertido que las amenazas nucleares están creciendo, luego de que el gasto en armas ascendió a 91.400 millones de dólares el año pasado. Al mismo tiempo, las ventas de búnkers privados están en aumento a nivel mundial, desde pequeñas cajas metálicas hasta extravagantes mansiones subterráneas.
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Críticas
Los críticos advierten que estos búnkeres crean una percepción falsa de que se puede sobrevivir a una guerra nuclear. Argumentan que las personas que planean sobrevivir a una explosión atómica no se están enfocando en los peligros reales y actuales que representan las amenazas nucleares, y la necesidad crítica de detener la proliferación de armas de destrucción masiva.
Mientras tanto, expertos en desastres gubernamentales dicen que los búnkers no son necesarios. Una guía de 100 páginas de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) sobre cómo responder a una detonación nuclear se centra en que el público se meta en un inmueble y se quede adentro, idealmente en un sótano y lejos de las paredes exteriores por al menos un día. Esos espacios existentes pueden proporcionar protección contra la lluvia radiactiva, dice la FEMA.
Pero los compradores dicen que los búnkeres ofrecen una sensación de seguridad. Se prevé que el mercado de refugios contra bombas y contra lluvia radiactiva en Estados Unidos crezca de 137 millones de dólares el año pasado a 175 millones de dólares para 2030, según un informe de investigación de mercado de BlueWeave Consulting. El trabajo indica que los principales factores de crecimiento incluyen “la creciente amenaza de ataques nucleares o terroristas o disturbios civiles”.
Argumentos a favor
“La gente está inquieta y quiere un lugar seguro para poner a su familia. Y tienen esta actitud de que es mejor tenerlo y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo”, comentó Ron Hubbard, CEO de Atlas Survival Shelters, entre una lluvia de chispas y el sonido de la soldadura en su fábrica de búnkers, que él dice es la más grande del mundo, en Sulphur Springs, Texas.
Hubbard dijo que los confinamientos por COVID, la invasión de Rusia a Ucrania y el estallido de la guerra entre Israel y Hamas han impulsado las ventas.
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El 21 de noviembre, en las horas posteriores al inédito uso por parte de Rusia de un misil balístico hipersónico experimental para atacar a Ucrania, su teléfono no paró de sonar, agregó Hubbard.
uatro llamadas terminaron en la compra de búnkers en un día, dijo, y más terminaron encargando puertas y otras partes para refugios que ya estaban construyendo, con los que los propietarios buscan protegerse ante todo tipo de desastres.
“Son buenos para cualquier cosa, desde un tornado o un huracán hasta lluvia radioactiva, o desde una pandemia hasta una erupción volcánica”, dijo, mientras extendía sus brazos hacia un enorme almacén donde más de 50 búnkers estaban en construcción.
Con una escopeta cargada al alcance del brazo y escudos de malla metálica en las ventanas para bloquear bombas molotov, Hubbard contó que abrió su empresa después de construir su propio búnker hace unos 10 años. Dice que las personas que llaman preguntan sobre precios, que van desde 20.000 dólares hasta varios millones, con un promedio de 500.000 dólares, y por la instalación. Dijo que la mayoría de los días vende al menos un búnker.
Qué dicen los expertos en seguridad
En el escenario apocalíptico de Hubbard, las tensiones globales podrían llevar a la Tercera Guerra Mundial, una situación que está preparado para vivir.
“La parte buena de una guerra nuclear”, dijo, “si alguna vez hubiera alguna, es que es factible sobrevivir a ella si no te matan en la explosión inicial”.
No está equivocado, dicen los expertos en preparación para desastres del gobierno de Estados Unidos.
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“Mira, esta exposición a la lluvia radiactiva es completamente prevenible porque es algo que ocurre después de la detonación”, dijo Brooke Buddemeier, un especialista en seguridad radiológica en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, donde el gobierno de Estados Unidos diseña armas nucleares.
Buddemeier y sus colegas están encargados de evaluar qué podría suceder después de un ataque y cómo sobrevivir mejor. “Va a haber un evento de explosión nuclear bastante obvio, una gran nube. Así que simplemente entrar, alejarse de donde caen esas partículas, puede mantenerlo a salvo a usted y a su familia”.
Este experto y otros en el gobierno de Estados Unidos están tratando de educar a los estadounidenses, quienes hace décadas se escondían bajo los escritorios durante los simulacros de ataque nuclear, sobre cómo responder.
Después de una explosión mortal y ensordecedora, un destello brillante y una nube en forma de hongo, tomará unos 15 minutos para que la lluvia de partículas radiactivas llegue a aquellos que estén a kilómetro y medio (1 milla) o más de distancia del punto cero, dijo Michael Dillon, un científico en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore.
“Va a ser literalmente arena cayendo sobre tu cabeza, y vas a querer salir de esa situación. Debes ir a tu edificio más robusto”, dijo. En sus modelos, estiman que las personas necesitarían quedarse dentro durante un día o dos antes de evacuar.
Los esfuerzos del gobierno para educar al público se reactivaron después de que una falsa alarma de alerta de misiles en Hawái en 2018 causara pánico generalizado.
La alerta de emergencia, que se envió a los teléfonos celulares en todo el estado justo antes de las 8:10 de la mañana, decía: “AMENAZA DE MISIL BALÍSTICO ENTRANDO A HAWÁI. BUSQUE REFUGIO INMEDIATO. ESTO NO ES UN SIMULACRO”.
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Durante los siguientes 40 minutos hubo atascos de tránsito, trabajadores entrando y saliendo de edificios, familias apiñadas en sus baños, estudiantes reunidos en gimnasios, conductores bloqueando túneles, todo en un intento de buscar refugio, sin tener una idea clara de qué significaba realmente “buscar refugio inmediato”.
Hoy día, el gobierno federal ofrece una guía para preparar a los ciudadanos para un ataque nuclear que aconseja a las personas encontrar un sótano o el centro de un edificio grande y quedarse allí, posiblemente durante unos días, hasta que reciban información sobre a dónde ir a continuación.
“Cepille suavemente el pelaje de su mascota para eliminar cualquier partícula radiactiva”, dice, y agrega que el retraso de 15 minutos entre la bomba y la caída de partículas radiactivas permite “tiempo suficiente para que pueda prevenir una exposición significativa a la radiación”.
Explosión nuclear y lluvia radiactiva
Jeffrey Schlegelmilch, quien dirige el Centro Nacional para la Preparación ante Desastres en la Universidad de Columbia, dijo que “los escenarios de una detonación nuclear no son todo o nada”.
Si se produce la detonación un pequeño número de armas en lugar de una guerra total, dijo, refugiarse dentro de un edificio grande para evitar la lluvia radiactiva podría salvar vidas.
Los defensores de la no proliferación se irritan con los búnkers, refugios o cualquier insinuación de que se puede sobrevivir a una guerra nuclear.
“Los búnkers, de hecho, no son una herramienta para sobrevivir a una guerra nuclear, sino una herramienta para permitir que una población soporte psicológicamente la posibilidad de una guerra nuclear”, dijo Alicia Sanders-Zakre en la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares.
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Sanders-Zakre llamó a la radiación el “aspecto particularmente horrible de las armas nucleares”, y señaló que incluso sobrevivir a la lluvia radiactiva no previene crisis de salud duraderas e intergeneracionales. “En última instancia, la única solución para proteger a las poblaciones de la guerra nuclear es eliminar las armas nucleares”.
El investigador Sam Lair en el Centro James Martin para Estudios de No Proliferación dice que los gobernantes de Estados Unidos dejaron de hablar sobre búnkers hace décadas.
“Los costos políticos incurridos al hacer que la gente vuelva a pensar en refugios no valen la pena para los gobernantes porque obliga a la gente a pensar en qué harían después de una guerra nuclear”, señaló. “Eso es algo en lo que muy, muy pocas personas quieren pensar. Esto hace que la gente se sienta vulnerable”.