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POLITICA

La muerte del respeto en la Argentina

Un colectivero embravecido y un asesino, un policía retirado.

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Columna publicada originalmente en Clarín

La muerte del respeto en la Argentina ocurre todos los días. Es un crepúsculo que augura noches de sangre.

Noches de duelo tras días de furia.

Noches de furia y días desfondados de sentido.

El sonido altanero, irrespetuoso y fatal de un día de fiesta embebía la tragedia en su estruendo. Un colectivero embravecido, y un asesino; un policía retirado y agresor que salió raudo a exhibir insensato su arma y tras discutir por el ruido lo mató por esa nada que sin embargo es un crimen engendrado en la muerte de todo respeto.

Ni los crucifijos ni los santos óleos del día sagrado detuvieron al perverso delincuente.

Rafael Horacio Moreno, el matador, disparó y se volvió sobre sus piernas blancas y bermudas descoloridas, como si hubiera espantado a una mosca, y el muerto, Sergio David Diaz, el colectivero en la bullanga de su última madrugada caía ya sin futuro, privado de toda palpitación. Su familia desesperada e impotente no podía salvarlo. La mujer de Moreno, justificaba a su marido. El vecindario se avispaba en improperios y amenazas y una muerte más en una esquina cualquiera replicaba la escoria de los salvajes que horadan toda convivencia y llegan acelerándose e irreprimibles ante el deseo de aturdir, de matar, y de parir terremotos de la razón.

La escena de la discusión augura el estruendoso desenlace. El ex policía mueve el arma en su mano como a una cascabel rabiosa, el colectivero lo empuja. El asesino vuelve sobre sí y su arma gira más amenazante.

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El colectivero insiste.

-¿Quién te crees que sos que me que sacás un fierro?

Es una buena pregunta ¿Quién y por qué tiene entidad para anunciarle la muerte?

Y el ex policía responde con el ponzoñoso balazo del final.

La música seguía tronando impávida .

Y una vida terminaba en el piso a sangre hirviente.

Esa fase final y tumbera de la falta de respeto culmina en el crimen más aberrante, pero el respeto va muriendo por generaciones.

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Una bala trepanando el cuerpo que se desintegra en la nada, atraviesa a la humanidad porque si quien salva a un hombre salva a todos, como plantean los textos sagrados, quien mata a uno, mata a todos.

Es un mundo giratorio en tropeles de improperios, golpizas a docentes, papelones de legisladores corrompidos y corruptores, altisonante de bufones del Rey que ovacionan cada movimiento de su líder, multitudes de descascarados de educación alguna que gritonean sinsentidos y danzan desarticulados como marionetas de la barbarie.

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Atardecer fresco para diciembre. En Once ingresan al subte H, decenas, casi centenares de peregrinos a los gritos al subte H, se desparraman cervezas en mano, bebés sufriendo la falta de aseo, cánticos desorientados de todo ritmo. Se arrojan a los pisos y a los pocos asientos vacíos. Desbancan a otros pasajeros sentados desde antes. Irrumpen a mansalva, y bajan en Parque Patricios como una ráfaga ante la mirada acostumbrada de los otros viajeros que bajo tierra ven llegar y ven partir a seres como ajenos al mundo, quizás víctimas de desigualdades profundas, pero casi certeramente ajenos a todo de tipo de educación. Percibir ese fenómeno no es discriminar. Por el contrario es designar evidencias.

No es la pobreza el tema de fondo en este caso, porque muchos, sino la mayoría del resto de los transeúntes también aparece pauperizado, pero respetuoso. Es la manifestación autoritaria de ese “Yo primero y después de nosotros el diluvio”, que irrespeta a todo prójimo.

¿Cuándo se murió el respeto en la Argentina?

¿Cuándo feneció la cortesía?

¿Cuándo se empobreció el vocabulario?

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Es una larga historia, que en rigor no nació tras un big bang único y progenitor de decadencias.

Son múltiples causas: la debacle escolar hundida tras adoctrinamientos que bombardean el saber, es el desprecio por el pensamiento, objeto de persecuciones diversas, porque no verticalizarse a las jefaturas doctrinarias es asumir el riesgo de la marginación y de la agresión que se capilariza y expande de un millón de maneras pero que auspicia consensos obligados.

La gangrena de la agonía y muerte del respeto proviene de un antiguo tiempo del desprecio.

Es verdad que no todo es ensañada batalla contra la convivencia en buenos términos, es verdad que existen los trabajos y los días esforzados de millones que cumplen reglas y que buscan aprender y ser mejores. La muerte del respeto es parcial, pero cada vez que el respeto muere, todo el sistema se estremece y se desbarranca un poco, o mucho.

No todo es la economía. Recuperar el respeto, que no es imponer la mojigatería, es al menos, igualmente importante.

Faltan el respeto menores y mayores.

Maleantes y acosadores.

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Insultadores masivos y con máximos poderes.

Atroces mensajeadores anónimos por las redes que lanzan digitales puñaladas pero sin filo alguno de imaginación o inteligencia,

Faltan el respeto los militantes de la falta de respeto, barras bravas que ejecutan al lenguaje. Faltan el respeto tantos guturales buscadores de poder a cualquier precio.

Esa legión extranjera a todos los valores ejecuta al respeto y lo pisotea.

Termina un año.

Comienza otro.

Y la recuperación del respeto es un desafío crucial.

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Porque sin respeto la vida se hunde en el viscoso imperio del pantano moral.

POLITICA

Seba Báez volvió a consagrarse en el Río Open: primer bicampeón en la historia del torneo

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Un argentino hace historia en Brasil: Sebastián Báez volvió a consagrarse en el Río Open y es el primer bicampeón del ATP 500 de la ciudad carioca. Fue victoria en dos sets 6-2 y 6-3 en la final ante el francés Alexandre Müller.

Retiene el título. Báez, eliminado en octavos de final en el Argentina Open la semana anterior, llegaba al país del carnaval como campeón defensor de la edición 2024, que le ganó a su compatriota Mariano Navone.

Es el séptimo torneo que gana el bonaerense de 24 años, actualmente Nº 24 del ranking. Hace un año se quedaba con el título más grande su carrera. Doce meses después repite, y con un tenis que le permitió dejar en el camino a duros rivales: Román Burruchaga, Navone, Chun Hsin Tseng, Camilo Ugo Carabelli y Müller.

Los elogios de la ATP. “Nadie en la historia había podido defender con éxito un título en este ATP 500: ni Rafael Nadal ni Carlos Alcaraz, que se quedaron cortos en sus respectivas defensas de título en el torneo”.

El divertido reconocimiento de la cuenta oficial del certamen en X: “¡Enhorabuena por tu segundo campeonato sin precedentes en el Rio Open, Seba! ¿Podemos llamarte SebasTIÃO ahora?”

La palabra de Báez y la presencia de Delpo

Juan Martín Del Potro fue el encargado de entregarle el trofeo a Seba Báez. “Estoy muy orgulloso de toda la semana”, dijo en su entrevista en la cancha. “Estoy muy feliz por cada partido. Hice lo mejor que pude, intentando dar lo mejor de mí en cada punto”.

“Por supuesto que las finales son diferentes porque quieres ganar el torneo. Intenté concentrarme en el partido. Esa es la parte más difícil de las finales, pero el apoyo de mi entrenador y del equipo fue muy importante”, agregó.

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