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Milei, el segundo presidente en enfrentar más rápido un tercer paro general desde la vuelta de la democracia

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El presidente Javier Milei enfrenta este jueves un nuevo paro general en contra de su gestión de gobierno. A 487 días de asumir su primer mandato, se convirtió así en el segundo mandatario desde el regreso de la democracia en afrontar más rápido una tercera huelga nacional convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT).

Solo lo supera Fernando De la Rúa, al que las centrales sindicales le hicieron tres paros generales en apenas seis meses de mandato. En el tercer lugar se ubica Ricardo Alfonsín, que tuvo su tercera huelga nacional a los 628 días de comenzada su gestión.

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En contraposición, Milei es también el presidente con el mayor plazo entre el segundo y el tercer paro general. A partir de la segunda huelga, la impaciencia sindical suele acelerarse, excepto con el mandatario actual, que tuvo un intervalo de 334 días entre ambas fechas.

Los datos corresponden a un informe de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral. “Los tres mandatarios no peronistas son los únicos que recibieron un tercer paro general en el transcurso de su segundo año de gobierno”, señaló Marcelo Bermolén, autor del estudio.

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La conflictividad, según el signo político de Gobierno

En ocho años de gestión, Cristina Kirchner enfrentó cinco paros generales; Javier Milei, en 16 meses, afronta la tercera huelga general (Foto Reuters/Matias Baglietto).

Una de las cuestiones que resalta el informe es que en la conflictividad gremial, “la diferencia es abismal” entre los gobiernos peronistas y los de otro signo político. En ese sentido, menciona que ni Eduardo Duhalde ni Néstor Kirchner enfrentaron un tercer paro general en sus gestiones y que Alberto Fernández fue el único presidente desde el regreso de la democracia que finalizó su gestión sin afrontar ninguna medida de fuerza.

“Con esta medida (contra Milei), la CGT ratifica el comportamiento del sindicalismo argentino de mostrar una mayor beligerancia contra las administraciones no peronistas, mientras exhibe tolerancia -y en algunos casos complicidad- con los gobiernos de ese color político”, indicó Bermolén.

Fue precisamente esa una de las críticas que el vocero presidencial, Manuel Adorni, hizo este miércoles. “La CGT insulta la inteligencia de buena parte de los argentinos, son irrespetuosos con la inteligencia de la gente. Si hablan de poder adquisitivo, nadie lo destrozó tanto como Alberto Fernández, al que no le hicieron un solo paro, ni siquiera con el encierro de un año y medio con la cuarentena por coronavirus, que fundió a miles de comercios”, dijo en Radio El Observador.

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Del total de 45 paros nacionales contabilizados desde el regreso de la democracia, 29 se dirigieron contra cuatro presidentes no peronistas (Alfonsín, De la Rúa, Mauricio Macri y Milei), en un lapso de 13 años; mientras que 16 afectaron a cinco mandatarios de extracción peronistas, en 28 años de gestión.

En los siete mandatos peronistas enfrentaron a razón de 2,29 paros generales por gestión; mientras que en los cuatro no peronistas afrontaron un promedio de 7,25 huelgas nacionales por mandato.

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En términos porcentuales, el 64,5% de los paros tuvieron como destinatarios a gobiernos no peronistas, frente al 35,5% dirigidos a administraciones que llegaron al poder en alianzas políticas encabezadas por el PJ.

De los datos analizados se puede concluir que los presidentes no peronistas recibieron casi el doble de paros generales que los peronistas, en menos de la mitad de tiempo.

En total, fueron 45 los paros generales en algo más de cuatro décadas de democracia, a razón de poco más de un paro (1,12) por cada año de gobierno democrático (Gráfico: TN sobre datos de la Universidad Austral).
En total, fueron 45 los paros generales en algo más de cuatro décadas de democracia, a razón de poco más de un paro (1,12) por cada año de gobierno democrático (Gráfico: TN sobre datos de la Universidad Austral).

Si se toma en cuenta el tiempo que duraron las gestiones, en 28 años de gobiernos peronistas, se realizaron menos de un paro por año; mientras que en los 13 años no peronistas, la CGT llevó adelante 2,23 huelgas nacionales por cada 12 meses de mandato.

Esto significa que a los presidentes peronistas -en promedio- el sindicalismo le realizó un paro general cada dos años; mientras que los de otros signos políticos les hizo algo más de cuatro huelgas generales por bienio.

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Los datos se alinean con la definición histórica de la CGT de encuadrarse dentro del Partido Justicialista, incluso de negociar lugares en las listas para distintas elecciones. Varios diputados de extracción sindical llegaron a sus bancas como parte de boletas peronistas.

41 años de democracia y 45 paros generales

Vista aérea a la estación Constitución durante el segundo paro general de la CGT contra el Gobierno de Javier Milei (Foto: Reuters/Agustín Marcarian).
Vista aérea a la estación Constitución durante el segundo paro general de la CGT contra el Gobierno de Javier Milei (Foto: Reuters/Agustín Marcarian).

Otro enfoque del estudio pone el eje en la cantidad de paros generales que se realizaron en la Argentina desde el regreso de la democracia, el 10 de marzo de 1983. En los 41 años, poca más de la mitad de ellos (21) se vieron atravesados por “conflictos, reclamos y movilizaciones, que culminaron en medidas de fuerzas finalmente expresadas en paros de carácter general nacional”, señala el informe en su contextualización histórica.

En total, fueron 45 los paros generales en algo más de cuatro décadas de democracia, a razón de poco más de un paro (1,12) por cada año de gobierno.

El estudio también resalta que a lo largo de los años, abril se consolidó como un mes récord para la realización de paros generales en la Argentina, con seis medidas de fuerza llevadas a cabo contra seis presidentes diferentes: Alfonsín, Carlos Menem, Néstor Kirchner, Cristina Kirchner, Macri y Milei.

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A diferencia de la cantidad total de medidas de fuerza, abril presenta una “mayor equidad” en cuanto al signo político de los gobiernos contra los que son dirigidas las huelgas generales, con tres paros a presidentes peronistas y tres a no peronistas.

La CGT dialoguista, presionada por el ala dura

De acuerdo con los datos de la universidad Austral, De la Rúa experimentó solo 35 días entre su segundo y tercer paro; Alfonsín, 98 días; Cristina Kirchner, 140 días; Mauricio Macri, 189 días, y Carlos Menem, 262 días. Para Milei, el plazo fue de 334 días, el más extenso en comparación con otros presidentes que también enfrentaron tres medidas de fuerza.

A poco de haber llegado Milei al sillón de Rivadavia, el primer texto de la Ley Bases -que luego fue retirado por el Ejecutivo- provocó que el libertario se convirtiera en el presidente al que la CGT le hizo un paro general en el menor plazo desde haber asumido la gestión.

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Habían pasado solo 45 días de mandato cuando la central obrera -que lideraban Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano- organizó a la primera huelga general contra Milei.

El ala dura ganó la pulseada con el sector dialoguista y, aunque el segundo paro nacional se realizó 106 días después del primero, la CGT inició una etapa de contacto con la Administración libertaria, preocupada ante el avance de varias medidas, entre ellas, la reforma sindical.

Sin embargo, los tiempos para el anuncio de la tercera medida de fuerza comenzaron a acelerarse tras los primeros incidentes en la puerta del Congreso, durante la marcha de los jubilados del 12 de marzo.

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Esa disposición a sentarse a negociar fue la que terminó alejando a Pablo Moyano de la conducción de la CGT. No obstante, desde la central obrera lo desmienten.

Nunca hubo diálogo con el Gobierno, una cosa es sentarse. No es que hay una tregua que se acaba, no existió. Los buenos modales no resuelven los temas de fondo. Este gobierno cree que el Estado no tiene que intervenir, pero no interviene para regular los precios, pero sí interviene para bajar los salarios”, dijo Daer en A dos Voces, por TN.

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Poco antes, Daer había aclarado que “la medida de fuerza (de este jueves) fue aclamada por los 50 gremios que componen la CGT”. “Lo advertimos a tiempo y la realidad lo confirmó: el costo del ajuste recayó sobre los trabajadores activos y pasivos, mientras que el sector financiero multiplicó obscenamente sus ganancias”, señalaron en la central obrera.

paro general, Javier Milei, Peronismo, CGT

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La CGT prevé más ajuste, paritarias “planchadas” y otra reforma laboral por el nuevo escenario económico

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La CGT es pesimista respecto de cómo impactarán entre los trabajadores las nuevas medidas económicas y el acuerdo con el FMI: más ajuste, aumentos de precios, presiones para “planchar” las paritarias y otra reforma laboral están en el menú que prevén los sindicalistas en los próximos meses. Y por eso se prepara para resistir: esta tarde, el Consejo Directivo cegetista analizará el nuevo escenario luego de los anuncios de Javier Milei del viernes pasado y, además, avanzará con la organización de la marcha de impronta opositora que hará el 1° de mayo por el Día del Trabajador.

Durante el encuentro, que tendrá lugar a las 15 en la sede de Azopardo 802, habrá un claro predominio de miembros del ala dura de la CGT, que, según impulsa un grupo más combativo, podrían elaborar un documento para manifestar sus críticas a la Casa Rosada a partir de la convicción de que, como sentenció un dirigente gremial, “ningún acuerdo con el Fondo Monetario terminó bien para los trabajadores”.

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No concurrirán, en cambio, dos de los principales dirigentes del sector dialoguista: Gerardo Martínez (UOCRA) avisó que está en Río Negro por un conflicto laboral en el oleoducto Vaca Muerta Sur, cerca de Sierra Grande, mientras que Armando Cavalieri (Comercio) se sumó en algunas ocasiones a la mesa chica cegetista, pero el representante de su gremio en la central obrera es José González, que estuvo ausente en las últimas reuniones de la CGT y tampoco esperan que se haga participe del encuentro de esta tarde.

Pero en las últimas horas, hasta los más moderados de la CGT cuestionaron en duros términos al Gobierno. Cavalieri, por un lado, le dijo al diario Clarín: “Tengo 50 años de paritarias, sé lo que es acordar. Pero ahora el Gobierno pone el precio del salario. La gente gana poco porque el Gobierno fija el salario. No hay libertad”.

El jefe mercantil, al mismo tiempo, destacó su preocupación por los aumentos de los precios: “Los delegados nuestros en los supermercados nos informan de remarcaciones diarias”, señaló, tras lo cual sostuvo que “los precios están dolarizados y los salarios están en pesos argentinos”.

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Por su parte, Gerardo Martínez afirmó a Infobae que “el plan de Milei se derrumbó y ahora tiene que empezar de nuevo con variables negativas, como, por ejemplo, una inflación más alta” y agregó: “Se suma un mayor endeudamiento del pueblo argentino que altera con una gran profundidad la esperanza de salir del sometimiento del FMI”.

Octavio Argüello, Héctor Daer y Carlos Acuña, los cotitulares de la CGT

“También queda en evidencia que el relato expuesto con énfasis fanáticas del camino trazado y con un ajuste cruel a los sectores vulnerables a los jubilados y a la clase media fue un fracaso de gestión y con resultados vergonzosos”, consideró el líder de UOCRA, que no estuvo de acuerdo en el último paro general de la CGT.

Martínez, además, hizo una advertencia sobre las negociaciones salariales: “Las paritarias deben ser libres. El Gobierno debe respetar el acuerdo entre patronales y sindicatos de cada sector, donde siempre primó la sensatez y la responsabilidad ante la inflación, que es un mal para todos y mucho mas para los humildes”.

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En la CGT están convencidos de que los cambios económicos impactarán en los precios y, a su vez, forzarán a los sindicatos que ya cerraron sus paritarias a pedir una revisión salarial para lograr un aumento que compense una inflación que, al contrario de lo sucedido hasta marzo, empezaría a crecer.

El indicio más claro de lo que puede venir en materia de costo de vida lo dio el dato de marzo, que fue más alto de lo que se preveía: se ubicó en el 3,7%, mientras que el acumulado de los últimos doce meses alcanzó 55,9%. En los primeros tres meses del año, la inflación acumulada fue de 8,6%.

El secretario de Trabajo, Julio Cordero

Como los sindicatos fueron firmando paritarias alineadas con la pauta descendente que impone el Ministerio de Economía, con la amenaza de no homologar los acuerdos que superan ese techo, hay muchos convenios que quedaron rezagados ante una inflación que ya muestra registros en alza.

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Por eso la dirigencia gremial está segura de que la Secretaría de Trabajo tratará ahora de “planchar” las negociaciones salariales para evitar que aporten otro componente distorsivo a un contexto económico más volátil. La pelea para recomponer salarios se pondrá nuevamente en un primer plano.

El otro tema que inquieta al sindicalismo es la exigencia del FMI de avanzar hacia una reforma laboral y previsional. Hay algunos dirigentes que, sin embargo, le quitan dramatismo a este punto: “Ellos (por el Fondo) no hablan de reforma laboral sino de modernización de las condiciones laborales”, aseguró un gremialista. Aun así, la CGT prendió sus luces de alarma ante la posibilidad de que el Gobierno vuelva a la carga con un proyecto que rescate los cambios laborales del DNU 70.

Hasta ahora, como anticipó Infobae, la dirigencia cegetista quiere bloquear la sanción del proyecto de Promoción de Inversiones y Empleo, presentado en la Cámara Baja por la diputada nacional de La Libertad Avanza, Romina Diez, que plantea modificaciones en la Ley de Contrato de Trabajo ya rechazadas por el sindicalismo porque estaban incluidas en el DNU 70 frenado por la Justicia.

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Arturo Frondizi, un hombre de Estado que quiso modernizar la Argentina

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“No renunciaré, no me suicidaré, no me iré del país”. Con voz firme, y un ligero tono desafiante, Arturo Frondizi, el primer presidente constitucional luego de la Revolución Libertadora de 1955, que había expulsado del gobierno a Juan Domingo a Perón, daba una muestra de carácter ante la asfixiante presión golpista de los cuarteles. Aun sabedor de que una sumatoria de circunstancias había sellado ya su destino político como presidente de la República elegido por el voto popular en 1958: el pronunciamiento militar en su contra, ocurrido el 29 de marzo de 1962, era entonces sólo cuestión de horas.

Hijo de inmigrantes italianos (Giulio Frondizi e Isabella Ercoli) radicados en Paso de los Libres, Corrientes, compartió familia con dos hermanos notorios: Silvio, calificado profesor, uno de los fundadores del trotskismo vernáculo, asesinado por la banda de la Triple A durante el gobierno de Isabel Perón; y Risieri, filósofo que llegaría a rector de la Universidad de Buenos Aires, desde cuyos claustros se opondría al hermano presidente por el proyecto oficial de permitir a las universidades privadas la habilitación de títulos para el desempeño profesional.

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Esa batalla de ideas, educativa, social y cultural, que encontró a dos hermanos Frondizi en veredas opuestas, se conoció como “laica o libre” y fue uno de los aspectos destacados del gobierno del radicalismo intransigente encabezado por Arturo.

A 30 años de su muerte, ocurrida en la madrugada del 18 de abril de 1995 a los 86 años, víctima de achaques propios de la vejez, Frondizi bien puede ser recordado como un político con sólida formación intelectual, o como un intelectual de intensa vocación política. De muy joven se afilió a la Unión Cívica Radical y pronto sería uno de los líderes que renovaron al partido en los años 40 al dar origen a la corriente interna Movimiento de Intransigencia y Renovación, que en 1946 lo llevaría a ser elegido diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires, y en las elecciones de 1951 a acompañar en la fórmula a Ricardo Balbín, candidato presidencial del partido, con una visión del radicalismo más conservadora que la que proponía el impetuoso joven correntino.

Su objetivo de entonces era ponerle freno al peronismo que se encaminaba a consagrar el segundo mandato de Perón, que finalmente lograría el jefe justicialista. El líder en ciernes del viejo radicalismo yrigoyenista ejercería su carácter opositor como vicepresidente del bloque radical en el Congreso, con discursos fogosos producto de una oratoria pulida y certera. En 1954 saltaría a la presidencia de la Convención Nacional partidaria, puesto clave en la nomenclatura radical.

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Derrocado el peronismo, Frondizi tomaría distancia del revanchismo de la Libertadora. El divorcio con Balbín fue inevitable. La vieja Unión Cívica Radical ya no tendría un solo tronco partidario ni un solo jefe. De ahí en más surgiría la Unión Cívica Radical del Pueblo (Balbín, UCRP) y la Unión Cívica Radical Intransigente (Frondizi, UCRI), cada cual con su liderazgo.

Ricardo Balbín y Frondizi: referentes de la renovación del liderazgo radical en los años 1940.

Un controvertido pacto con Perón para las presidenciales de 1958 le abriría a Frondizi las puertas de la Casa Rosada. Acuerdo en principio negado por ambos, sólo una semana antes de la votación se conoció la rotunda orden de Perón a su grey militante: había que votar por Frondizi. Las urnas hablaron el 23 de febrero de 1958, incluso lo harían aún antes del escrutinio con un porcentaje de votantes del 90%, el más alto de la historia electoral argentina hasta hoy.

Los candidatos radicales partieron en dos al electorado: Frondizi se impondría con 49,49% contra un 31,83% de Balbín. Perón, pese a su persona, su palabra y su prédica prohibidas en la Argentina, había sido el árbitro de la elección. El investigador y sociólogo Carlos Altamirano, un estudioso del frondicismo, sostiene en su obra “Los hombres del poder” que la aproximación de Frondizi al peronismo, más allá del pacto, expresaba “el proyecto de una síntesis”. Y destaca que desde la oposición de izquierda se preguntaban: “¿Es Frondizi el nuevo Perón? No, es el Perón de la clase media”.

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A seis meses de haber asumido, Frondizi se quedó sin vicepresidente: Alejandro Gómez renunciaría por desacuerdos con el viraje del jefe del Ejecutivo en su política petrolera. El clima no era el mejor. El flamante presidente no sólo tenía enfrente un peronismo demandante de promesas incumplidas del pacto con el exiliado innombrable (el decreto 4161/56 del dictador Aramburu prohibía nombrar a Perón. El peronismo, sus símbolos y A Evita también), sino también a rebeldías de su propio partido.

El sindicalismo peronista más combativo también se opondría muy temprano a las políticas de Frondizi y recurriría a paros y medidas de protesta a veces violentas. El balance sería de tres huelgas generales, además de numerosos y prolongados pleitos obreros: operarios de la carne, metalúrgicos, bancarios, textiles, ferroviarios. Algunos quedarían registrados para siempre en la mitología simbólica de las “luchas obreras”, como la toma del frigorífico Lisandro de la Torre (1959), que provocó una pueblada en el porteño barrio de Mataderos.

El desalojo se produciría con tanques y tropas de guerra. Hubo numerosas detenciones y heridos en escaramuzas reiteradas. Más de cinco mil operarios perderían sus empleos. La efervescencia política, gremial y estudiantil hizo que el Ejército reclamara la Ley Marcial, situación que llevaría a Frondizi a implantar por decreto, entre marzo de 1960 y agosto de 1961, el plan de Conmoción Interna del Estado (CONINTES), que afectaría derechos como el de huelga, normas sindicales y libertades individuales.

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En materia ferroviaria la pulseada fue casi continua, en especial por el “Plan Larkin”, así llamado porque lo financiaría el Banco Mundial, a cargo de un ingeniero y ex general del Ejército de EE.UU., Thomas Larkin. Frondizi lo había presentado como un proyecto para rediseñar la matriz ferroviaria del país. Una huelga del sector se prolongaría 42 días y recién se levantaría luego de una mediación de la Iglesia.

A la vez, el presidente abriría la Argentina al mundo. Se entrevistaría dos veces con el presidente estadounidense, John Kennedy, haría giras por Latinoamérica y Europa, recorrería más kilómetros que todos los presidentes de la era moderna considerados en conjunto en todos sus mandatos. Pero el eje de su política exterior sería la relación con el régimen comunista de la Cuba de Castro, motivo de una recurrente tensión con Washington.

Cumbre en Palm Beach. Kennedy, Frondizi y su comitiva. Fue en diciembre de 1961.Cumbre en Palm Beach. Kennedy, Frondizi y su comitiva. Fue en diciembre de 1961.

En sus dos citas con el presidente Kennedy (una en los pasillos de la ONU, en Nueva York, y otra en la residencia veraniega de Palm Beach, Florida), Frondizi se mostraría como un sutil “aliado independiente” de EE.UU. A los militares argentinos no les agradó esa distancia crítica: era demasiado para su vocación golpista entonces perpetua y su carácter de soldados practicantes del anticomunismo más obstinado.

Pese a las sugerencias informales y señales políticas claras de EE.UU., la Argentina de Frondizi no apoyaría con su voto la expulsión de Cuba del sistema interamericano de la OEA, ocurrida el 31 de enero de 1962. Apenas aportaría su abstención. Eso y una visita relámpago del argentino Ernesto Che Guevara, ministro de Industria de la isla, a la residencia de Olivos, en riguroso secreto, luego burlado, pondría a los militares a las puertas mismas del golpe de Estado.

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La caída del gobierno frondicista tendría lugar siete meses después del viaje relámpago del Che del 18 de agosto de 1961: un golpe de Estado desencadenado por las elecciones del 18 de marzo de 1962, cuando Frondizi asumiría el riesgo de habilitar al peronismo bajo otras nominaciones (Unión Popular, Tres Banderas, Laborista) con un resultado adverso demoledor para el gobierno. La decisión inmediata de ordenar la intervención en las provincias en las que se había impuesto el peronismo ortodoxo y sus variantes neoperonistas, fue un fogonazo tardío.

Fidel Castro en Argentina en 1959. La cercanía de Frondizi con el líder cubano generó tensión con los militares.Fidel Castro en Argentina en 1959. La cercanía de Frondizi con el líder cubano generó tensión con los militares.

La clave estuvo en la abrumadora ventaja peronista en la provincia de Buenos Aires con la fórmula Framini-Anglada, que se presentó como Unión Popular: 1.172.000 votos contra 732.000 de la intransigencia radical. Fue su tumba política. El 28 de marzo, diez días después de las elecciones, los tres comandantes en jefe (Raúl Poggi por el Ejército, Cayo Alsina por la Aeronáutica y Agustín R. Penas por la Marina) exigieron la renuncia del presidente. Todas las guarniciones militares del país se movilizaban para ocupar lugares estratégicos. Frondizi estaba destituido, pero se negaba a dimitir.

Al amanecer siguiente, luego de una nueva reunión con las cúpulas militares, el Presidente les daría a los militares insurrectos la solución para escapar de ese pantano de la historia sin escándalos ni violencia. El investigador estadounidense Robert Potash, en su celebrada investigación sobre el vínculo entre el Ejército y la política en el país, así lo contó: “Si ustedes me preguntaran a mí, al doctor Frondizi, y no al presidente de la República, qué debe hacerse, les aconsejo lo siguiente. Primero, debo ser detenido en una base militar; segundo prefiero la Isla Martín García; tercero el arresto debe hacerse a las 8 de la mañana con el cambio de guardia demorado quince minutos, de modo que las tropas que custodian al presidente no se sientan obligadas a combatir”. Así se hizo: Frondizi diseñó su propia salida del poder. El senador radical por Rio Negro, alineado con su corriente interna, José María Guido, asumió la presidencia bajo tutela militar. Y Frondizi iría preso durante 16 meses.

Tras ser derrocado, Frondizi fue trasladado a la isla Martín García donde quedó detenido.Tras ser derrocado, Frondizi fue trasladado a la isla Martín García donde quedó detenido.

En 1964, luego de que su correligionario Arturo Illia, elegido presidente el año anterior, anulara los contratos mediante los cuales Frondizi había abierto la explotación de parte de los recursos a las grandes petroleras mundiales, el presidente depuesto daría el portazo al radicalismo que lideraba y fundaría con Rogelio Frigerio el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Se llevaba una cocarda: haber logrado el autoabastecimiento petrolero. Desde allí se acercaría nuevamente a Perón, que en abril de 1955 había alcanzado un acuerdo con el consorcio California Argentina, una subsidiaria de la poderosa Standard Oil. Luego de un inicial apoyo al golpe de Onganía contra Illia (1966), su “enemigo íntimo”, Frondizi en sintonía con Perón y el peronismo no dialoguista, rechazaría la cercanía de Onganía, en desacuerdo con algunos rasgos de un nacionalismo ultramontano y fascistoide del general golpista.

En 1972, con el regreso de Perón al país, llegaría la reconciliación definitiva entre ambos. Se dice que incluso Frondizi fue armado a Ezeiza cuando trascendió que su aliado político estaba prisionero de la dictadura de Lanusse. Como jefe del MID sería parte del Frente Justicialista de Liberación en las elecciones de 1973. Sin embargo, el mejor Frondizi ya había pasado. Quedaba su legado. Haber impulsado junto a Rogelio Frigerio, un intelectual que en su juventud se había interesado en las lecturas del marxismo clásico, un modelo de país que apuntaba a la modernización productiva, el autoabastecimiento petrolero, la inversión privada y el desarrollo de las industrias de base, como palancas para enmendar el crónico subdesarrollo argentino.

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Fue presidente de la República, jefe partidario, legislador, intelectual con pensamiento crítico, político de cabo a rabo, orador fogoso, hombre de Estado al servicio de la Nación, cuando el Estado no era una mala palabra. Han pasado 30 años de su partida. Y en ese tiempo corrió tanta mediocridad política bajo los puentes de la historia, que no ha hecho sino engrandecer su recuerdo.

Arturo Frondizi

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Eufórico por la salida del cepo, Milei entra en modo campaña y quiere a Caputo en los actos de CABA y PBA

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Con el primer desembolso del FMI engrosando las reservas del Banco Central y un debut exitoso del nuevo esquema cambiario, el presidente Javier Milei se permite una licencia en la gestión y se calza el mameluco de campaña. El martes tocará suelo bonaerense para cerrar el congreso libertario en el Salón Vonhard de La Plata y al día siguiente se zambullirá, un poco más, en la campaña porteña. Las elecciones de octubre son para el Gobierno la llave para las reformas de “la tercera fase” que, ahora, también le exige el Fondo Monetario.

Si bien terminarán de definirlo en una reunión de comando de campaña el lunes, a esta hora todo indica que el Presidente estará con Manuel Adorni en Parque Rivadavia el miércoles a las seis de la tarde. Aunque está la opción de hacerlo en Palermo, en la Libertad Avanza (LLA) se inclinan por Caballito. En ese parque, Milei tuvo un encuentro exitoso con los vecinos en junio de 2021, tiempo de barbijos, cuando era candidato a Diputado nacional por la Ciudad.

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Manuel Adorni, cabeza de lista de candidatos de legisladores porteños de LLA, posó con una motosierra frente a la sede del GCBA. (Foto: X @LLA_CABA)

Esta vez, la idea es diferente. Por cuestión de tiempos y seguridad del Presidente, argumentan, el plan es que Milei llegue al parque a las seis de la tarde y haga una caminata muy corta hasta el lugar en el que se montaría el escenario. Él y Adorni serían los únicos oradores, pero “queremos que también vayan ministros. Sería ideal que pudieran estar “Toto” (por Luis Caputo, Ministro de Economía) y Bullrich (Patricia, ministra de Seguridad)”, contó uno de los organizadores. Caputo, sin embargo, estaría de viaje en Estados Unidos.

Se sabe, la elección local de la Ciudad se convirtió para LLA en la gran batalla del proceso electoral de este año. Para el Gobierno, el 18 de mayo lo importante no son las bancas que consiga en la Legislatura, sino su triunfo o fracaso frente al PRO de Mauricio Macri. De eso depende, entienden en la Rosada, quién será el que defina los términos (armado de listas) de un acuerdo nacional que le permita al oficialismo aumentar su volumen en el Congreso.

Decíamos acá, hace unas semanas, que el Gobierno nacional busca duplicar el número de bancas que tiene en Diputados –se entusiasman con llegar a 80, hoy tienen 37– y llegar al menos a 12 senadores. En las elecciones del 26 de octubre se renuevan 24 senadores, ninguno de LLA, de siete provincias (Salta, Santiago del Estero, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro y CABA). Y en Diputados, hay recambio de 127 bancas, de las cuales solo 8 son de LLA, mientras que el peronismo pone en juego 46 y el PRO 22.

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Karina Milei y Luis Caputo encabezaron otra jornada de afiliaciones en la Ciudad de Buenos Aires. (Foto: X/@@PilarRamirezmpr).
Karina Milei y Luis Caputo encabezaron otra jornada de afiliaciones en la Ciudad de Buenos Aires. (Foto: X/@@PilarRamirezmpr).

Si bien la decisión de avanzar mediante DNU y la alianza legislativa con el PRO y algunos gobernadores peronistas, le permitieron al Gobierno avanzar en algunas modificaciones clave para la gestión en este primer año y medio, en la Rosada saben que sin más bancas propias en el Congreso les será imposible llevar adelante las reformas pendientes.

“Para diciembre vamos a empezar a hablar de esos temas. De todos, reforma previsional, reforma de la ley del trabajo de las leyes del trabajo en general no solamente la ley de contrato de trabajo y asociaciones profesionales y la reforma del sistema tributario argentino”, aseguró, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos esta semana en TN.

Esas reformas son, justamente, las que el gobierno argentino se compromete con el FMI a llevar adelante. La necesidad de concretar estos cambios es advertido en distintos fragmentos del texto del acuerdo con el fondo. En el punto 49 de las evaluaciones del Staff, por ejemplo, se advierte: “El consiguiente apoyo más amplio al programa económico será especialmente importante en futuras revisiones, ya que muchas de las medidas estructurales del programa (reformas tributaria, de coparticipación de ingresos, de pensiones y laboral, esenciales para mejorar la calidad y la durabilidad de la consolidación fiscal y fomentar la competencia) requerirán el apoyo del Congreso”.

Leé también: El Gobierno se comprometió con el FMI a profundizar el ajuste y avanzar en la reforma impositiva y previsional

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A diferencia del gobierno de Macri, por ejemplo, el de Milei tiene allanado el camino para plantear la reforma laboral. Los sondeos indican que la sociedad no rechaza de plano el término y encuentra que podría ser una manera de conseguir el empleo registrado que hace tiempo buscan y no encuentran. Asimismo, la oposición y hasta los sindicatos admiten que es necesaria una actualización de la legislación laboral. Cuáles son esos cambios y en qué sentido debe ir la “actualización”, es otro cantar y será objeto de fuertes debates.

Lospennato, Santoro y Adorni. Junto con Larreta y Marra, se disputan las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. (Foto: NA).
Lospennato, Santoro y Adorni. Junto con Larreta y Marra, se disputan las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. (Foto: NA).

Distinta es la historia con la reforma previsional, ahí el Gobierno no está pensando tanto en una vuelta a las AFJP de los ’90 como se dijo en un momento, sino en un aumento de la edad jubilatoria. Temas urticantes si los hay. Para llevar adelante estas reformas estructurales, Milei deberá no solo tener un gran desempeño electoral en las Legislativas del 26 de octubre, sino también aceitar el diálogo con sus aliados en el Congreso y no perder ni medio punto de apoyo popular. El desafío está planteado.

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