ECONOMIA
Ahorristas e inversores apuestan por el carry trade: ¿cuánto puede durar un dólar en el piso de la banda?

La expectativa de más ingresos de divisas al país redujo significativamente la demanda de dólares tanto en el mercado oficial de cambios como en la Bolsa. La menor presión generó una fuerte caída en las cotizaciones en ambas plazas y la brecha se redujo hasta 3,5%, mientras los analistas no descartan que la tendencia bajista se profundice, en línea con la expectativa del Gobierno.
Al cierre de la semana corta, el tipo de cambio oficial retrocedió 6,5% respecto a la jornada anterior y terminó en $1.125 en el segmento mayorista y $1.179 en el promedio minorista. Los dólares financieros cayeron hasta 5,8%, por lo que el precio del MEP finalizó en $1.165 y el contado con liquidación (CCL) quedó en $1.177.
La brecha entre el tipo de cambio oficial mayorista y la cotización del dólar MEP se redujo así a 3,5%, muy lejos del 25% que marcaba al cierre de la semana pasada, previo a los anuncios del Gobierno sobre el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el financiamiento de otros organismos multilaterales y la eliminación del cepo cambiario.
Furor por el carry trade, la maniobra favorita de la City con el dólar
El economista Gustavo Ber estima que la baja de las cotizaciones se dio por la expectativa de mayor oferta de divisas en los mercados de cambios, tanto por liquidaciones del sector agroexportador como por carry trade (ahora, también de inversores extranjeros por la flexibilización del cepo para ellos), además de la ratificación del Gobierno de intervenir solo en el límite inferior de la banda de flotación, lo cual «podría suceder en las próximas jornadas».
Distintos bancos internacionales y analistas del mercado financiero volvieron a poner en una radar la maniobra conocida por los inversores locales: el «carry trade«, una estrategia que gana terreno ante la perspectiva de estabilidad cambiaria.
La lógica detrás de esta operatoria es simple pero efectiva. Con la expectativa de que el tipo de cambio permanezca estable o incluso se aprecie, los inversores deciden desprenderse de sus dólares en el mercado, convierten esos fondos a pesos y los colocan en instrumentos de renta fija que ofrecen rendimientos atractivos, como las Lecap, plazos fijos o fondos comunes de inversión.
La clave del negocio está en que, al finalizar el período de inversión, los pesos obtenidos se reconvierten a dólares, que no se movieron demasiado, generando una ganancia en moneda dura superior a otras alternativas disponibles.
Esta estrategia, que ya tuvo un fuerte protagonismo en los primeros meses de la actual gestión, llegó incluso a ser sugerida desde el propio oficialismo a sectores del agro. Sin embargo, perdió impulso en marzo, cuando las cotizaciones paralelas comenzaron a mostrar volatilidad y los operadores anticiparon eventuales cambios en el régimen cambiario, lo que los llevó a cubrirse. Ahora, vuelve a escena tras el fin del cepo.
«Pareciera que el Gobierno está intentando por todos los medios forzar una apreciación. Cuando dice que sólo va a comprar en el piso de la banda de flotación, lo que en algún punto está diciendo es eso, que está esperando una apreciación cambiaria. Es un poco forzarlo. Ya hemos tenido algo de experiencia al respecto, que en algún punto nos trajo hasta acá», agrega Juan Truffa, director de Outlier.
En diálogo con iProfesional, Truffa destaca que haber flexibilizado el cepo cambiario para el ingreso de dólares desde el exterior también ayudará a que haya más oferta de divisas en el mercado, lo que contribuiría en más bajas de los tipos de cambio o, dicho de otro modo, mayor apreciación cambiaria. No obstante, resalta que «hay que ponerse a pensar si vale la pena volver a llevar todo hacia ese lugar».
«Con mucha apreciación, ya no sé hasta qué punto todo el modelo va a quedar cómodo, independientemente de que quede como un éxito el poder mostrarlo. A los efectos prácticos, no tengo claro que una apreciación muy fuerte sea productiva. De cara al cumplimiento de las metas del FMI, si bien no son vinculantes porque el desembolso ya está, al BCRA le va a costar comprar reservas. Si no quiere comprar y solo lo hará en el piso de la banda, probablemente le costará hacerlo«, advierte.
Truffa destaca que si bien el tipo de cambio oficial saltó tras la eliminación del cepo, la medida fue «un verdadero éxito«, no solo por la flexibilización en el acceso al mercado oficial de cambios para las personas humanas, sino también por la simplificación para el comercio exterior, lo cual es «positivo», aunque podría generar un efecto negativo en materia inflacionaria a corto plazo, más allá de que después se retrotraiga.
Mayor caída del dólar MEP que del CCL
De acuerdo con Ber, el tipo de cambio oficial seguirá retrocediendo. Incluso, en línea con la proyección del Gobierno, estima que la cotización podría acercarse a la zona de $1.000. Es decir, hasta el piso de la banda de flotación, límite en el que el Banco Central compraría divisas para evitar que caiga por debajo de ese nivel, tal como lo estableció al levantar el cepo cambiario.
Asimismo, según el economista, las cotizaciones financieras del dólar seguirían descendiendo y la brecha respecto al tipo de cambio oficial se estabilizaría en un mínimo de 2% en el caso del MEP, mientras que el contado con liquidación y el informal marcarían una diferencia de alrededor de 5%.
En cuanto a por qué el dólar MEP caería más que el resto de las cotizaciones alternativas, Ber afirma que se explica porque esta referencia suele ser más arbitrada por los ahorristas e inversores respecto a los movimientos del tipo de cambio oficial, por lo que achicaría mucho más la brecha hasta tocar mínimos.
En cambio, destaca, el CCL es utilizado principalmente en el segmento corporativo, en donde aún existen restricciones para la operatoria, mientras el informal es utilizado mayormente por ahorristas minoristas sin acceso a la Bolsa ni al mercado oficial de cambios, aunque habitualmente esta cotización acompaña la tendencia del MEP, que actúa como referencia.
«¿Cuánto podría durar este nuevo tramo del camino? Por supuesto, no lo sabemos. Imaginamos que mínimamente hasta las elecciones legislaltivas, y quizás también hasta que el nivel de inflación permita aún mayor flexibilidad cambiaria y un esquema monetario basado en la tasa de interés como el de ‘inflation targeting’», agregan los analistas de GMA.
A la vez, advierten que «si el nivel de la inflación no acompañara rápidamente al 1% de la banda superior, este límite podría quedar en un nivel demasiado apreciado en términos reales«. Por lo tanto, «ante la ausencia de mejoras en la productividad argentina a través de reformas, podría hacer que viéramos cambios más temprano que tarde».
«De todas formas, el mercado celebra que Argentina, en un solo movimiento, despejó dos de los tres focos de incertidumbre que perturbaban a los inversores: el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la salida del cepo cambiario. El último bastión de dudas que quedaría en 2025, al menos en términos idiosincráticos, se relaciona con las elecciones de octubre», concluyen.
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ECONOMIA
Plazo fijo Banco Provincia con nueva tasa: cuánto ganás ahora con $1 millón

El plazo fijo tradicional está pagando una mejor tasa de interés, luego de las variaciones que tuvo en los últimos días por el desarme de las LEFIs realizado por el Banco Central. Por lo que a los ahorristas se les presenta una interesante oportunidad de ganar poder de compra con sus pesos, debido a que este tipo de depósito supera de forma notoria a la inflación. Así, iProfesional calculó cuánto podés generar con este instrumento en Banco Provincia, una de las entidades financieras públicas más importantes de la Argentina, debido a que tiene unas 13 millones de cajas de ahorro en operación.
Al respecto, se tomó como ejemplo una colocación inicial de $1 millón a un período de 30 días, que es el tiempo mínimo solicitado para el encaje de los fondos en el sistema bancario para este tipo de instrumento.
La tasa nominal anual (TNA) que propone en la actualidad un plazo fijo tradicional en Banco Provincia es de 31% para las colocaciones digitales de personas humanas a 30 a 119 días, por montos entre un mínimo de $1.000 y un máximo de $20 millones.
Por lo tanto, la renta obtenida en apenas un mes con un depósito será de 2,54%. Es decir, un monto que supera con creces a la inflación, que, por ejemplo, fue de 1,6% en junio pasado, según los últimos datos oficiales del INDEC.
Y también el plazo fijo tradicional sería atractivo en los próximos meses, debido a que el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), confeccionado por el Banco Central entre unos 40 economistas, proyectó que el índice de precios al consumidor (IPC) previsto para el corriente julio es de 1,7% y para agosto alrededor de 1,6%.
En cambio, las constituciones en pesos están «perdiendo» durante julio con respecto al movimiento del dólar, ya que en todo este mes el precio del billete estadounidense asciende cerca de 7%.
Cabe recordar que en las últimas semanas las tasas que ofrecen los bancos para el plazo fijo tradicional mostraron una amplia volatilidad por el desarme realizado por el Gobierno de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), que son los instrumentos que reemplazaron a las LELIQ, y que vencieron el pasado 17 de julio de 2025.
«El corazón del nuevo régimen monetario no late a ritmo de tasa fija. Late al compás de algo más sutil: la dinámica de mercado. Con la eliminación de las LEFIs, la política monetaria dejó de fijar un precio para empezar a fijar una cantidad. Para que se entienda: pasamos de tener una tasa escrita en el Boletín Oficial, a una que se escribe todos los días en el mercado», afirma Nahuel Bernues, asesor financiero, CFA y fundador Consultora Quaestus.
Plazo fijo Banco Provincia: cuánto ganás ahora con $1 millón
Desde lo práctico, constituir un plazo fijo tradicional en Banco Provincia por un monto inicial de $1 millón, por un lapso mínimo requerido por el sistema de 30 días, generará una ganancia en ese tiempo por un total de $1.025.479.
Por lo tanto, se generarán casi 25.480 pesos extras mensuales con el dinero invertido, que equivale a tener una renta de 2,54% mensual (31%TNA).
Se debe tener en cuenta que para realizar un plazo fijo tradicional en la entidad bonaerense, en primer lugar se debe ingresar al home banking o a la Banca Internet Provincia (BIP). O también a través de la aplicación para dispositivos móviles (app), que tiene un token integrado.
Asimismo, se puede entrar a la página web oficial del BAPRO, donde en el menú principal figura el segmento «Personas«, y allí se tiene que seleccionar «Inversiones«.
Luego, se debe entrar en la opción «plazo fijo» y, paso siguiente, optar por «Nuevo Plazo Fijo«.
Después de cumplir con esos pasos, se debe indicar la modalidad del certificado (tradicional u otra), la moneda, la cuenta asociada al mismo, la cantidad de días de la colocación, o una fecha de vencimiento.
Y para finalizar esa etapa de la inversión, indicar el importe inicial a colocar, pero se debe considerar que el monto mínimo para constituir un depósito es de $1.000.
Se concluye con esta colocación al tocar el botón «Continuar«, donde se deberán revisar los datos ingresados, y así concluye la constitución del plazo fijo con el botón «Confirmar«.
El Banco Provincia tiene posibilidad de elegir la opción de «Renovación Automática», para que, al vencimiento, el plazo fijo se renueve sin necesidad de tocar nada, durante un período de hasta 180 días.
También se puede hacer un plazo fijo tradicional en Banco Provincia de manera presencial, desde las sucursales físicas.-
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ECONOMIA
Las dos míticas marcas que están por desaparecer del ranking de lácteas más importantes de Argentina

El mapa de la industria láctea argentina atraviesa una transformación silenciosa pero profunda. Así lo muestra el nuevo informe publicado por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), que actualizó el ranking de empresas del sector para el período 2024/2025.
El relevamiento, que mide el volumen de procesamiento de leche, no solo confirma el avance de las grandes multinacionales, sino también marca el retroceso de dos históricas firmas nacionales que están a punto de salir del top ten e incluso ya ni figuran en el ranking: son los casos de Lácteos Verónica y SanCor, respectivamente.
Cuáles son las empresas que lideran la industria láctea en Argentina
En la cima del ranking aparece Saputo Argentina S.A., empresa de origen canadiense que se consolida como líder por tercer año consecutivo, con un procesamiento diario de 3,5 millones de litros de leche.
Saputo produce, comercializa y distribuye en Argentina y en el mercado internacional una gran variedad de quesos, manteca y crema, así como también ingredientes lácteos incluidos leche en polvo, caseína y proteína de suero; todo esto bajo las marcas La Paulina, Ricrem y Molfino.
La sigue Mastellone Hnos. S.A. (La Serenísima), con 3,3 millones de litros, y en tercer lugar se ubica Savencia Fromage & Dairy Argentina S.A., conocida por su marca Milkaut, que procesa 1,6 millones de litros por día.
Más atrás se encuentran Punta del Agua S.A. (1,3 millones), Adecoagro (930 mil litros) y Noal S.A., que cierra el top seis con 900 mil litros diarios. En conjunto, las cinco principales compañías concentran apenas el 36% del volumen total de leche industrializada en el país, una proporción baja si se la compara con otras naciones lecheras, donde las cinco líderes superan el 80% de participación.
Dos marcas históricas que se «caen» del ranking de las principales lácteas de Argentina
El ranking de empresas: SanCor ya no aparece y Verónica ocupa el décimo puesto
Pero lo que más llama la atención del nuevo relevamiento es lo que no está: la histórica cooperativa SanCor no figura entre las principales empresas. Desde la firma aclararon que decidieron no participar del informe debido a que están «en proceso de convocatoria de acreedores y reestructuración operativa», lo que afecta seriamente sus volúmenes de producción y «no permite establecer comparaciones válidas con otros períodos«.
Otra marca que pierde terreno es Verónica, la empresa santafesina que hoy conserva cerca del 2% del procesamiento nacional y se ubica en el puesto 10, pero cuya permanencia en el ranking corre serio riesgo. La firma atraviesa una profunda crisis financiera y días atrás presentó una propuesta de reestructuración ante la Secretaría de Trabajo de la Nación, en el marco de un procedimiento preventivo de crisis previsto por la ley 24.013.
Según detallaron durante una audiencia virtual con representantes del Gobierno, sindicatos y directivos, «la situación de la empresa está directamente relacionada con la caída de la producción láctea a nivel nacional, que fue del 7% en lo que va de 2024, el retroceso del consumo interno, que bajó un 9,7% durante el año pasado, y la presión de costos crecientes por el contexto inflacionario». A eso se suman «la baja competitividad de la cadena de valor y la concentración del mercado».
El informe de OCLA también destaca una tendencia que se profundiza desde comienzos de los años 2000: la pérdida de participación de las empresas locales frente a grupos multinacionales, aunque sin llegar aún a niveles extremos de concentración como en otros mercados del mundo. De hecho, el crecimiento más importante en este último año se dio entre las empresas pequeñas, mientras que las más grandes crecieron por debajo del promedio nacional.
Con este panorama, la industria láctea local parece entrar en una nueva etapa, donde los nombres tradicionales pierden terreno y emergen nuevos jugadores que buscan ganar espacio en un contexto desafiante.
La historia de la empresa que destronó a La Serenísima como líder de la industria láctea
Nacida como un emprendimiento familiar en Canadá, Saputo Inc. pasó de ser un pequeño taller quesero en Montreal a convertirse en una potencia global de la industria láctea. Fundada en 1954 por la familia Saputo -inmigrantes sicilianos que llegaron al país con apenas una bicicleta y u$s500-, la compañía hoy opera en cinco países, emplea a casi 20.000 personas y vende sus productos en más de 60 mercados internacionales. Sin embargo, su nombre sigue siendo poco conocido en Argentina, donde ya ostenta un liderazgo absoluto.
Con más de 67 plantas distribuidas en Canadá, Estados Unidos, Argentina, Reino Unido y Australia, Saputo maneja un portafolio de marcas reconocidas como Frigo Cheese Heads, Montchevre, Armstrong, Cathedral City y La Paulina, esta última con fuerte presencia local.
El desembarco en el mercado argentino se produjo en 2003, cuando compró Molfino Hermanos -en ese momento, el tercer mayor procesador de leche del país- por más de u$s50 millones. La empresa pertenecía al grupo Pérez Companc, y la operación también incluyó a La Paulina, una histórica marca nacional fundada en 1921 en Villa María, Córdoba, que desde entonces se transformó en el estandarte de Saputo en Argentina.
La empresa comercializa productos tanto en el mercado local como en más de 30 destinos internacionales. Es el principal exportador argentino de quesos, especialmente muzzarella, y también produce manteca, leche en polvo, crema, caseína y proteínas de suero.
Además, opera con un modelo de integración vertical que abarca toda la cadena: desde la recepción diaria de leche proveniente de más de 600 tambos hasta la distribución de productos terminados. Este esquema le permite adaptarse rápidamente a las condiciones del mercado y mantener estándares de calidad constantes.
Lo cierto es que, más allá del liderazgo de la empresa extranjera, una de las notas destacadas de este informe del sector lácteo es la caída de dos marcas emblemáticas argentinas: SanCor y Lácteos Verónica, que atraviesan un momento complejo y eso se refleja en su producción.
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ECONOMIA
Alerta por una «bola de Lecaps»: por qué preocupa al mercado, que advierte por un déficit oculto

La felicidad casi nunca es completa. Mientras el gobierno respira aliviado por el próximo ingreso de u$s2.000 del Fondo Monetario Internacional, festeja que en junio se quebró un año de déficits en la cuenta corriente y se ilusiona con el ingreso de u$s13.000 millones del campo tras el anuncio de baja de retenciones, se está recalentando otro debate que genera incomodidad en el equipo de Toto Caputo: si se está armando una «bola de Lecaps» potencialmente explosiva en el mediano plazo.
Y lo que más inquieta a los funcionarios es que las críticas no provienen de sus enemigos preferidos -los economistas «keynesianos» que simpatizan con el kirchnerismo- sino de muchos analistas, inversores y banqueros de línea ortodoxa.
Desde hace tiempo, estos críticos vienen cuestionando la forma en que Caputo y compañía presentan los números, y en los últimos días esa acusación se exacerbó: hay abiertas acusaciones en el sentido de que la deuda no se redujo de la forma en que el equipo económico muestra en las redes sociales y en el programa de streaming del Gordo Dan.
Y eso no es lo peor: en los últimos días, tras el episodio de suba abrupta de las tasas de interés, ya empezaron a cuestionar la veracidad de los números fiscales. En otras palabras, que si se contabilizara correctamente el costo de intereses de la deuda que se está acumulando, entonces ya no existiría el superávit fiscal financiero, sino que los números estarían en rojo.
Es un argumento que tiene la potencia de un misil a la línea de flotación del plan económico, porque justamente el dato en el que se basa Caputo para sostener que «esta vez es diferente» es que, a diferencia de otros momentos de la historia reciente, ahora hay un sólido superávit fiscal.
La discusión, básicamente, consiste en cómo deben contabilizarse los intereses que se van acumulando -pero que no se pagan hasta el final de la vida del bono- en el caso de las Lecaps, los títulos del Tesoro que absorbieron casi toda la liquidez que en otros tiempos se alojaba en las famosas «bola de Lebacs» -durante la gestión macrista- y «bola de Leliqs» -en la gestión de Alberto Fernández.
¿La bomba pasó del BCRA al Tesoro?
Hablando en números, los bonos del Tesoro en pesos argentinos se encontraban en un nivel equivalente a unos u$s30.000 millones cuando asumió Javier Milei. Y los pasivos del Banco Central -Leliqs más los pases a un día- contabilizaban unos u$s30.000, después de haber tocado un máximo de u$s70.000 en 2018 -casualmente, cuando Toto Caputo presidía en BCRA-.
El diagnóstico del gobierno de Milei era claro: los pasivos remunerados del BCRA eran malignos por donde se los mirara. Constituían una bomba inflacionaria para el futuro de mediano plazo, engordaban en 10 puntos el déficit fiscal y, además, ejercían incentivos perversos porque a los bancos les resultaba más convenientes alojar sus pesos sin riesgo y obteniendo una alta tasa, antes que prestarle el dinero a la empresas para que aumentaran su producción.
Desde ese punto de vista, «licuar» las Leliqs y pases por la vía inflacionaria era lo mejor que se podía hacer, y el remanente debía traspasarse a deuda del Tesoro. Cuando algún crítico preguntaba cuál era la diferencia entre tener deuda a nombre del BCRA o tenerla en el Tesoro, la respuesta era que la del Tesoro se podía «rollear» indefinidamente, cada vez con menos tasas de interés, y a mayores plazos.
Y que, en el caso de que no se llegara a renovar un vencimiento, no había que lamentarse, porque era el síntoma de que «los bancos vuelven a trabajar de bancos» -una de las frases preferidas de Caputo-. Y, en ese caso, los pesos que haya que pagarles a los bancos no implicarían una emisión inflacionaria, porque saldrían del superávit fiscal.
Todo el que cuestionara ese punto de vista era acusado de «no verla» y de aplicar conceptos de contabilidad financiera erróneos.
¿Un déficit bajo la alfombra?
Pero contrariando el lema de que «todo marcha acorde a lo planeado», el gobierno vivió zozobras en las últimas semanas, con saltos del dólar por encima de lo previsto, que lo obligaron a una fuerte intervención en el mercado de futuros. Y, además, se generó una brusca variación en las tasas de interés, algo que el presidente del BCRA, Santiago Bausili, adjudicó a la falta de costumbre de los bancos de manejar con eficiencia su liquidez, por tantos años de haber gozado de un subsidio de hecho por parte del Estado.
Las cosas, sin embargo, no se ven de la misma forma del otro lado del mostrador. Se empieza a ver con preocupación que la deuda del Tesoro supera en volumen a la «base monetaria amplia» que el gobierno muestra como garantía de estabilidad financiera.
Y no confían en que haya un sendero bajista de las tasas. Más bien al contrario, creen que el mercado pedirá más premio para quedarse en títulos en pesos que ahora son percibidos como de mayor riesgo, y que el gobierno consentirá esas tasas, por lo menos hasta las elecciones de octubre, con tal de no arriesgar una escapada del dólar.
Una de las polémicas más intensas ocurrió a raíz de la crítica que hizo el economista y consultor Christian Buteler, quien destacó cómo ha crecido la acumulación de intereses de Lecaps que no se pagan sino que se capitalizan -generando así el crecimiento exponencial del interés compuesto-. Según ese cálculo, ese interés acumulado pasó desde un nivel de $2 billones en agosto 2024 hasta u$s6,3 billones en junio último.
Si se toma el criterio de que esos intereses capitalizados son, en realidad, deuda diferida, entonces la conclusión es que no sólo no hay superávit fiscal primario, sino que hay déficit, y que viene creciendo mes a mes.
Tomando el caso del resultado fiscal de junio, el dato oficial marca un superávit de $551.000 millones, pero cuando se calcula la acumulación de intereses capitalizados -y no pagados- de Lecaps, entonces queda un «rojo» de $5,8 billones. En enero, ese déficit era de $3,1 billones, lo cual da la pauta de la alarma que tienen estos economistas por la velocidad de crecimiento de la «bola» de deuda del Tesoro. Si se contabiliza el acumulado anual, entonces el déficit rondaría los $27 billones.
La mezcla de devengado y base caja
El gobierno y varios economistas afines rechazan enfáticamente ese criterio, al que juzgan erróneo. La clave pasa por la diferenciación entre lo «devengado» -gastado pero no pagado- con lo efectivamente ya pagado. Por caso, desde la cuenta «Sindicato de Traders» criticaron los análisis que mezclan el flujo devengado con los pagos reales, y lo comparan con una persona que considere que sus finanzas del mes fueron negativas, porque tiene cuotas con la tarjeta hasta diciembre.
El argumento de quienes defienden la contabilidad oficial es que, si se cuentan los intereses acumulados de las Lecaps, entonces también tienen que considerarse los ingresos futuros a la caja de ARCA y el efecto de la reactivación de la economía.
«Es como decir que la deuda te explota porque emitiste un bono a 10 años, pero contarlo contra el PBI de hoy, en pesos de hoy, y sin ajustar nada. Una técnica vieja: inflar pasivos y achatar activos o flujos futuros», es el argumento defensivo.
Otros hicieron la comparación entre la Lecap -que paga tasa fija- y el bono CER, que ajusta con la inflación. Y afirman que quienes cuentan los intereses acumulados por las Lecap no aplican el mismo criterio con los bonos CER -dado que no se conoce la inflación futura-. Argumentan que si se canjearan todas las Lecap por Lecer, entonces los críticos del gobierno se quedarían sin argumento, a pesar de que la deuda sería del mismo volumen.
¿Y qué afirma el gobierno sobre este punto? El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, respondió con un lacónico «se refinancia» a un analista que le preguntó de dónde saldrían los fondos para pagar los intereses de Lecap a su vencimiento.
Y Federico Furiase, el ideólogo del «plan de las tres anclas», abundó en el argumento, afirmando que la deuda consolidada -Tesoro y Banco Central- viene en una reducción acelerada, desde un 56% antes de la asunción de Milei hasta un 42% de hoy.
Y, para los preocupados por una corrida, afirma que el gobierno tiene un «colchón de reservas en pesos» para responder ante un aumento de la demanda de liquidez sin tener necesidad de emitir. Y que, además, con las reservas del BCRA se pueden comprar todos los pasivos monetarios a un precio que dejaría el dólar debajo de $1.000.
Con la lupa en el carry trade
Pero a partir de esa respuesta surgió un «contra argumento»: la defensa del gobierno da por supuesto que el costo financiero irá en baja por reducción de tasas de interés y que el ingreso seguirá en alza por crecimiento y estabilidad económica.
Y muchos ponen en duda que esa sea la dinámica, dado que la estabilidad cambiaria depende de que no se desarme el «carry trade», y eso implica que las tasas tienen que seguir siendo atractivas en términos reales. Más concretamente, que la renta que deja una Lecap tiene que superar al costo de comprar un «seguro de devaluación» en el mercado de futuros del dólar, algo que en las últimas semanas no ocurrió y que cada vez le cuesta un mayor costo al BCRA.
Por eso, los críticos del gobierno afirman que Caputo necesita que, en cada licitación, haya un «rolleo» casi total de los títulos que vencen. Y que, en caso de que el número sea menor -hubo licitaciones en que quedó más del 30% sin renovar- no ocurrirá la expansión crediticia que espera el gobierno, sino que los pesos «excedentes» terminarán corriendo al dólar.
En todo caso, las próximas licitaciones del Tesoro darán la pauta de si el mercado sigue confiando en la capacidad de repago del gobierno o si, por el contrario, se reinstala el fantasma del «reperfilamiento».
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