POLITICA
Ajedrecista con potrero, Francisco desconfió de todos los presidentes argentinos que recibió en el Vaticano

(Desde Washington, Estados Unidos) Francisco desconfió de todos los presidentes argentinos que recibió en El Vaticano. Y con esa sensación constante en las tripas, ajustó su humor, su mirada y el tiempo de la audiencia a la partida de ajedrez que había desplegado en su cerebro paciente y afilado.
El Papa –soprannome, Jorge Bergoglio– ya tenía toda la información de su presidente invitado cuando daba la mano, un abrazo o un beso afectivo en la mejilla. Y la comparación entre lo que sabía y lo que le contaban en la audiencia privada era su exacta medida de la traición política que se ejecutaría en Buenos Aires.
Francisco era un cazador por naturaleza. Un baqueano en el poder que entendió las enseñanzas de su Dios.
En abril de 2005, con Néstor Kirchner en la Casa Rosada, una noticia impactó en el mundo: había muerto Juan Pablo II.
El presidente preguntó sobre la sucesión papal, y ahí comprendió que su hegemonía política podía quedar en jaque. Jorge Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, podía ocupar el Trono de San Pedro.
“Tenemos que hacer algo. Si llega, nos gobierna desde Roma”, advirtió en Olivos. Cristina, a su lado, consintió.
Horacio Verbitsky había escrito una historia fraudulenta que aseguraba que Bergoglio, siendo Provincial de la Compañía de Jesús, había sido cómplice de la desaparición de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics, secuestrados en la ESMA por su trabajo pastoral.
Néstor y Cristina Kirchner avalaron un dossier envenenado que llegó sin escalas a Roma. Bergoglio perdió la partida y regresó a Buenos Aires. Benedicto XVI fue elegido Papa.
El 11 de febrero de 2013, renunció Benedicto. Y la historia parecía mirar hacia América Latina. El cardenal Bergoglio encabezaba la lista de papables. CFK intentó replicar el gambito Nestor-Verbitsky. Fracasó.
La presidenta se estaba haciendo los rulos en Olivos, cuando se anunció en los balcones del Vaticano que Bergoglio era Papa. Su coiffeur, Maru, con el secador y un cepillo en la mano, preguntó:
-¿Dijo Bergoglio?-
-Sí. Bergoglio-, contestó, seca, Cristina.
Era 13 de marzo de 2013.
Desde ese momento, el Papa y la Presidenta definieron una relación política y personal que impactó en la agenda doméstica de la Argentina. Francisco siempre la escuchó, se apiadó y, en algunos momentos, tomó distancia porque el entorno kirchnerista era tóxico, perverso, impune.
Una vez en La Habana, Cristina pretendió una audiencia papal. Francisco junto a Barack Obama y Ángela Merkel construían un inédito tablero internacional, y la Presidenta se enteraba por los diarios.
El Santo Padre había sido clave para desbloquear las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, y Raúl Castro lo había recibido con todos los honores. CFK quería entrar esa dinámica geopolítica, y apeló a todos sus recursos.
La jefa de Estado se alojaba en el Hotel Nacional de la Habana, y esperaba ansiosa la confirmación del protocolo vaticano. Tenía una audiencia con Raúl Castro –hacía 35 grados a la sombra– y demoraba la salida hacia el Palacio de la Revolución.
Le dijeron que no. Que Francisco sólo la escucharía unos minutos en la misa del domingo, que su agenda no lo permitía.
El Papa aseguraba que allí la relación política “se rajó”. En la Habana, antes de su gira histórica por Estados Unidos, adonde hizo un discurso inolvidable en el Capitolio.
Al final del mandato de CFK, Francisco intentó mediar para que no hubiera una crisis institucional en la asunción de Mauricio Macri.
Perdió la pulseada.
A Cristina le desconfiaba, pero nunca lo traicionó. Siempre fueron pujas palaciegas, y cuando se ponían de acuerdo, cada uno cumplía con sus compromiso.
Con Mauricio Macri fue distinto. El Papa sintió la puñalada de la traición cuando aún era Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, y Macri, jefe de Gobierno porteño.
A fines de 2009, Macri decidió no apelar un fallo judicial que habilitaba el casamiento de Alex Freyre y José María Di Bello. Al arzobispo Bergoglio le había prometido lo contrario.
Tres años más tarde, en septiembre de 2012, el gobierno porteño decidió reglamentar el protocolo habilitante para los abortos no punibles en el ámbito de la Ciudad. Bergoglio se enteró de la decisión que Macri tomaría, y uso un backchannel que hacía escala en Marcos Peña. Otra vez hubo una promesa incumplida.
El 26 de febrero de 2016 entré a un despacho del Vaticano para preguntar cómo sería la audiencia entre Macri y Francisco. Era la primera vez que se encontrarían en sus nuevos roles políticos: Bergoglio como Papa, y Mauricio como Presidente.
La respuesta fue un oráculo.
-Frío polar-, me contestaron.
El 27 de febrero de 2016, Francisco recibió al presidente 22 minutos en la Biblioteca del Palacio Apostólico.
Se come frío.
Francisco ya había aplicado la Ley del Talión ( Éxodo 21, Levítico 24 y Deuteronomio 19), y aceptó una nueva audiencia con Macri. Le puso una pizca de humor político: sería un 17 de octubre. Pero a continuación, ajustó la agenda: fue el 15 de octubre de 2016, cuando canonizó al cura José Brochero.
Cuando llegó a la Presidencia, Macri no había leído a los clásicos del poder. Pero aprendía rápido, y no dudó en pasear en bicicleta con el cardenal Mario Poli para saber cómo sería la segunda audiencia con el Papa. Poli era amigo de Francisco, y no iba a mentir.
-¿Cómo cree que será la audiencia con el Papa?-, preguntó este periodista al Presidente cuando terminaba una gaseosa
-Llego con mis hijas y Juliana, ellas saludan y se van…Yo me quedo.
–Y sí. ¿Pero cómo piensa encarar la reunión?
–La Sonrisa de Mandela.
-Perdón… No se entendió.
-Aplicando La Sonrisa de Mandela. Ese libro muestra cómo es posible relacionarse, aunque no se compartan todos los puntos de vista.
La Sonrisa de Mandela fue escrito por John Carlin, un periodista inglés educado en Oxford. Carlin describe la actitud de Mandela desde su liberación como preso político –11 de febrero de 1990—hasta su gestión como presidente de Sudáfrica.
Macri rescata del libro cómo Mandela no pierde su condición de persona, pese a las disputas de poder. Y cómo esa vocación de poder no significa enterrar los conceptos de reconciliación y de convivencia. Mandela fue por décadas un preso político sojuzgado por una minoría extremista, que usó el Apartheid para gobernar Sudáfrica. Sin embargo, apostó a la reconciliación entre negros y blancos cuando sucedió a Frederik de Klerk en mayo de 1994.
“Yo quiero hablar con él, contarle qué estamos haciendo en el país. Esa es mi idea”, insistió Macri frente a Infobae.
-¿En el Vaticano qué dicen?
-La mejor. Espero no equivocarme.
Y no se equivocó. Francisco cumplió con su palabra: fue una audiencia de casi una hora, adonde el Presidente y el Papa hablaron sin condicionamientos, ni prejuicios.
Fue la última vez que se vieron.
Francisco consideraba a Alberto Fernández un peso pluma del poder y la política en la Argentina. Y cuando se enteró que CFK lo había designado su candidato a Presidente, temió lo peor.
En ese contexto, el Papa interactuó con Alberto Fernández durante los meses de la campaña electoral y la transición presidencial. Francisco avaló a Martín Guzmán como ministro de Economía, llamó a Ángela Merkel para respaldarlo y le pidió merced a Kristalina Georgieva, que debía negociar la deuda infinita que Macri había contraído con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Francisco, con las blancas, tenía una estrategia para esta partida: sostener a Alberto Fernández para evitar que CFK ejerciera el poder detrás del cortinado. El Papa consideraba que Cristina era el pasado del peronismo, y que Alberto Fernández podía protagonizar una transición digna hasta llevar a la Argentina a una nueva etapa institucional.
En ese contexto, el Papa ofreció su mejor sonrisa al Presidente. Un acto de piedad, que terminaría en absoluta desilusión personal.
El 31 de enero de 2020, Alberto Fernández llegó al Patio Belvedere de la Santa Sede. Allí era aguardado por miembros de la Prefectura de la Casa Pontificia y una guardia de Gentiluomini vestidos de frac, que lo escoltaron hasta su encuentro formal con el Papa.
Ambos jefes de Estado se saludaron en la Sala del Tronetto, y a continuación pasarán solos a la Biblioteca del Vaticano. Había un clima distendido que quedó ratificado con la primera ironía de Francisco al Presidente.
-Pase usted, le dijo Alberto Fernández al Papa, tras el saludo formal.
-No, primero el monaguillo…, replicó Francisco aludiendo a la formación religiosa del jefe de Estado.
Ambos rieron e ingresaron a la Biblioteca de la Santa Sede.
La audiencia fue distendida. Con Francisco opinando y dando consejos pastorales. Alberto Fernández escuchaba, describía la herencia de Macri y se comprometía a cumplir las lecciones del Santo Padre.
Pero Alberto Fernández traicionó. Igual que Macri. Empujó la ley de Aborto. Y todo se terminó entre el Presidente de la Argentina y el Papa.
El vacunatorio VIP -que aprovechó un peón de Néstor Kirchner que lo ensució en el Vaticano- y la Fiesta de Olivos -en plena pandemia del Covid 19- añadieron un nuevo adjetivo a la descripción personal que hacia Francisco sobre Alberto Fernández.
Ya no era traición y desilusión. Francisco ahora incluía el concepto de mediocridad política, lo más degradante en la escala semántica que usaba el Papa para describir a los jefes de Estado.
El 13 de mayo de 2021, Francisco recibió a Alberto Fernández. Fue una formalidad, una ceremonia oficial que rozó el desprecio.
Javier Milei maltrató a Francisco durante la campaña electoral de 2023. Y el Papa observaba con aprensión qué sucedía en la Argentina: no lo quería a Sergio Massa y no compartía la ideología de Milei. Rezaba todos los días, y no esperaba milagros.
Milei llegó a Roma desde Jerusalén, en un viaje iniciático. Estaba tenso por el encuentro con Francisco, ya que su concepción de las cosas había creado una imagen del Papa que no se correspondía con la vida cotidiana. Obvio que había diferencias ideológicas, pero la relación personal podía fluir: los dos creen en la religión, que no es poco para achicar las distancias y empezar a confiar.
El 11 de febrero de 2024, el Papa canonizó a Mama Antula y en un gesto que sorprendió Urbi et Orbi desvió su silla de rueda y saludó al Presidente. Ocurrió en la Basílica de San Pedro, adelante del establishment y de los creyentes. Fue un movimiento espontáneo que conmocionó a Milei, horas antes de la audiencia que tendría con el Santo Padre.
El 12 de febrero de 2024, Milei se reunió con Francisco por una hora. El Papa lo caló al instante: “Es espontáneo, estudioso, aferrado a su ideología como un dogma de fe”, comentó tiempo después. Hubo química personal, pese a las diferencias sobre la economía, el mundo y el papel del Estado.
A Francisco no le gustaron ciertas declaraciones que hizo el mandatario al final de la audiencia, pero las atribuyó a la falta de experiencia política. Después de las traiciones de Macri y Alberto Fernández, una palabra de más fue perdonada en Santa Marta.
Había entre los dos un rito reservado. Cruzaban mails, y hasta sucedió una conversación por teléfono, cuando Milei estaba en viaje afuera de la Argentina. El Papa buscaba atenuar el programa de ajuste. Unas veces ganó, y otras perdió.
Como en el ajedrez. Y en el potrero.
POLITICA
Bullrich habló sobre los cambios tras las elecciones: “Lo importante es que sea muy consistente con las cosas que el país necesita”

A una semana de las elecciones legislativas nacionales, dentro de la Casa Rosada todavía hay charlas pendientes para definir el futuro Gabinete. La ministra de Seguridad y candidata a senadora nacional por La Libertad Avanza, Patricia Bullrich, habló sobre el reordenamiento interno del oficialismo y aseguró que se trata de “una decisión íntima del Presidente”. La nueva conformación del Gobierno es una incógnita y Javier Milei la postergó para después de los comicios.
Hace unos días, Milei dio una primera pista sobre el rediseño postelectoral. El Presidente habló sobre Santiago Caputo y fue contundente. “Sí, absolutamente”, le respondió a Esteban Trebucq cuando el periodista le preguntó si Santiago Caputo tendría después de las elecciones un “rol central” en el Gabinete.
Más allá de esa declaración, no se espera que haya ganadores ni perdedores rotundos. Tras el desplazamiento de Nicolás Posse como jefe de Gabinete en mayo del año pasado, el sistema de toma de decisiones políticas de la Casa Rosada se reordenó con Karina Milei al mando del partido nacional, Guillermo Francos en la coordinación formal del Gobierno y Santiago Caputo con la estrategia comunicacional y con una ascendencia vital en la administración de sectores clave del Ejecutivo.
Este esquema funcionó con creces hasta los meses previos a los primeros comicios provinciales. Ahí comenzaron los roces por los armados provinciales que enfrentaron al asesor con los responsables del partido nacional, Eduardo “Lule” Menem, alfil de la hermana presidencial. Ahora estos mutaron al funcionamiento mismo del Gobierno en su diálogo con los legisladores nacionales y los gobernadores, las cuales corresponden formalmente a Martín Menem y Guillermo Francos. Sin embargo, tras las elecciones, inevitablemente, Milei deberá hacer cambios en su equipo, puesto que varios de sus ministros deberán asumir otras funciones después del 10 de diciembre, como sucede con Patricia Bullrich y Luis Petri, ambos candidatos, y Manuel Adorni, legislador porteño electo.
Todas las opciones dependen de lo que decida el Presidente. Así también lo ve Bullrich, que abordó la dinámica interna del Gobierno durante una entrevista con LN+ y subrayó que “la decisión del Gabinete es una decisión íntima del Presidente, que por supuesto puede compartir o hablar con cualquiera de nosotros que somos parte de su Gabinete actual”.
Al referirse a los desafíos legislativos, Bullrich enfatizó la urgencia de alcanzar consensos parlamentarios: “Él sabe perfectamente que en los próximos dos años nosotros tenemos que buscar la forma de tener mayorías parlamentarias para destrabar una cantidad de cosas que no nos han votado”.
La insistencia en avanzar con la agenda de reformas fue otro de los puntos destacados por Bullrich, quien afirmó que “para eso hay que construir mayorías”.
En cuanto a las estrategias para lograr esos consensos, la ministra explicó que “se puede construir en el Parlamento o también en el Gabinete”, pero reiteró que en esta última “es una decisión del Presidente”.
Respecto a la composición de esta mesa política, Bullrich remarcó que es fundamental la coherencia con las necesidades del país: “Lo importante del Gabinete es que sea muy consistente con lo que la Argentina necesita para salir de la situación que tuvimos estos últimos seis meses, que fueron realmente complicados, porque nosotros veníamos en un crecimiento significativo en la Argentina y de golpe entramos en una situación de incertidumbre, y la incertidumbre le hizo perder a la gente tiempo en el que la Argentina podía haber crecido y entramos en una meseta”.
Al proyectar su rol en el Gobierno, detalló: “Yo voy como senadora y mi objetivo va a ser construir esa mayoría en el Senado junto a todos los miembros del bloque de La Libertad Avanza y del Pro con los que ya partimos de un acuerdo. Lo mismo van a ser en Diputados”.
POLITICA
El Gobierno y el peronismo llegan a la recta final de la campaña, atravesados por internas y el temor a la foto de una derrota

La historiografía coincide en que Juan José Castelli, “el orador de la Revolución de Mayo”, escribió antes de su muerte prematura por un cáncer de lengua, “si ves al futuro, dile que no venga”. Fue en 1812, pero la frase se adapta perfectamente al estado de ánimo que, en el presente, atraviesa a las dos principales fuerzas en disputa, el gobierno libertario y la oposición peronista.
La definición de la encrucijada que enfrenta la Argentina en estas elecciones la dio anoche Donald Trump en el Air Force One. “La Argentina está luchando por su vida. Nada los está beneficiando ¿Entiendes lo que significa? No tienen dinero, no tienen nada, están luchando duro por sobrevivir”, dijo.
Pero describió la mirada que tienen sobre el presente en Washington. Es una percepción que no es ajena a la que hay en el oficialismo y la oposición en Argentina. Una pelea a todo por nada por ganar, pero sobre todo, por evitar una derrota, que puede ser fatal.
Un síntoma de este estado de cosas fue la súbita reacción de Fuerza Patria a lo que vieron en el simulacro general de este sábado en el Correo Argentino. Con espanto, los apoderados advirtieron que las pantallas preparadas por la Dirección Nacional Electoral iban a mostrar los resultados del país por espacio político. En la simulación, al “peronismo oficial” les contaron los votos de 13 provincias y a La Libertad Avanza, como tiene representación nacional, los obtenidos en los 24 distritos. Apareció la categoría “Argentina”, como en una elección presidencial, según pudo confirmar este cronista en el lugar.
Conocedores de secretos y picardías electorales, el peronismo se puso en alerta y preparó una ofensiva judicial para impedir que el Gobierno pueda mostrar la noche del domingo –los resultados estarán, como es habitual, a partir de las 21– el relato de una victoria sin atenuantes ante el kirchnerismo más duro, verbigracia los kukas.
En el Gobierno confían en que la Cámara Nacional Electoral -a la que recurrirá Fuerza Patria con un escrito que anticipó Infobae– no intervendrá en el escrutinio provisorio, que está a cargo del Poder Ejecutivo y es, meramente, informativo y sin otra validez legal. “Es una trampa. Buscan dar una imagen de victoria exclusivamente para Trump y los mercados”, bramó en diálogo con este medio uno de los dirigentes opositores más encumbrados, que trabajó todo el fin de semana en la letra chica de la ofensiva judicial.
“Si están todos peleados y no hicieron una fuerza nacional, ¿qué culpa tenemos? Vamos a sumar los votos de cada fuerza, como corresponde. Tienen todo el derecho a ir a la Justicia y acataremos lo que se ordene, pero por ahora no hay cambios», aclararon fuentes de la Casa Rosada.
Lo cierto es que el peronismo irá a las urnas con el sello Fuerza Patria en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, en Catamarca, Córdoba, Neuquén, Chaco, Santa Fe, Corrientes, Jujuy, Misiones, Río Negro, Salta y Tierra del Fuego. Trece distritos.
En cambio, en Chubut irá con el Frente Unidos Podemos, Fuerza Entre Ríos, Fuerza Justicialista Mendoza, Fuerza San Juan, Fuerza Santacruceña, Frente Tucumán Primero, Frente de la Victoria (Formosa), Defendamos La Pampa, Federales Defendamos La Rioja, en San Luis con Frente Pueblo, y Frente Fuerza Peronismo en Santiago del Estero. Once distritos.
Consciente de ese “defecto” en la propuesta electoral, Fuerza Patria ya había anunciado que iba a difundir su propio recuento, con la aplicación “Resultados 2025″ para unificar todos los votos propios y difundir las bancas opositoras que integrarán el futuro Congreso. Pero van a exigir que el Gobierno, como responsable legal del escrutinio provisorio, que cumpla con “su función organizativa, que debe ser neutra en relación a los partidos o agrupaciones políticas, asegurando la transparencia y equidad”.
La batalla por el relato de los resultados del domingo es una de las señales de unidad que buscó transmitir el peronismo, al igual que el eslogan de campaña de “frenar a Milei” y que las próximas elecciones son “Milei o Argentina”. Consignas que compartieron y que seguirán difundiendo desde las redes sociales, mientras disimulan las tensiones y las internas contenidas que no se acallan, entre Cristina Kirchner, La Cámpora, los gobernadores, intendentes y hasta los sindicalistas. Aunque contienen el aire hasta el domingo, se preparan para atender cada uno su juego, intereses y objetivos, que casi nunca coinciden, ni siquiera se superponen.
Hay entre la mayoría de los gobernadores y los intendentes -si no hay un resultado catastrófico- ánimo de diálogo y entendimiento, si perciben desde el oficialismo un ánimo conciliador y de búsqueda de consensos para encarar reformas y recalcular cargas, ajustes y el desierto que pasaron los últimos 22 meses.
Parafraseando a Castelli, algunos caciques peronistas podrían decir, “si ves al domingo, dile que no venga”.
Y en el Gobierno también
El clima en la Casa Rosada no difiere tanto del estado deliberativo que se proyecta en el vivac peronista. Hay una decisión de transitar estas últimas jornadas con unidad y disimular las internas que se agitan aquí y allá. Javier Milei bajó la orden de que haya paz y esperar hasta después de las elecciones para tomar decisiones. Está latente la definición del nuevo Gabinete, mientras aparecen versiones de más salidas, aparte de los ministros que se irán al Congreso.
A las salidas obligadas de Patricia Bullrich del Ministerio de Seguridad, de Luis Petri de Defensa -donde se contiene un malestar creciente entre militares de todas las jerarquías- y de Manuel Adorni de la Vocería Presidencial, empezaron a sonar otros nombres.
“El Gabinete va a quedar reconstituido en función de conseguir los resultados en los que yo me comprometí con los argentinos en el año 2023. Y continuar con la agenda de reformas que estoy proponiendo en el 2025″, fue la escueta respuesta que dio este fin de semana el jefe de Estado. Antes, cuando le preguntaron sobre la posibilidad que el asesor Santiago Caputo asuma un cargo formal, respondió: “Absolutamente”. Pero evitó dar mayores precisiones: “No se adelantan ni los nombres, ni los cambios. ¿O usted quiere que yo le esté dinamitando la vida a un ser humano? La mejor forma de arruinar a un funcionario es anticiparle que le va a dar un cargo, lo mata».
El Presidente sabe que los resultados que arrojen las urnas -más allá de lo que se difunda la noche del domingo- definirán más que una derrota o una victoria momentánea, y que los mercados leerán más allá de los números que se proyecten desde las pantallas de la Dirección Nacional Electoral. Dependerá de cuántas bancas tenga para defender su Gobierno, pero sobre todo, para encarar la sanción de leyes laborales, tributarias, previsionales y que garanticen la sustentabilidad de un modelo más capitalista y menos proteccionista y prebendario.
En ese menú está la definición de la relación del “Triángulo de Hierro”, que tuvo una fugaz reformulación con el ascenso de Guillermo Francos, que hoy está bajo asedio. “No sabemos si seguimos o nos quedamos. El 27 hablamos”, dijo este fin de semana, con sardónica condescendencia, una fuente con acceso a varios despachos de Balcarce 50.
Más allá de esos rifirrafes, en la Casa Rosada hay una convicción: se puede acotar la diferencia en el campo principal de la batalla electoral, la provincia de Buenos Aires, después de los angustiantes 13 puntos de diferencia del 7 de septiembre, que se puede ganar con buena diferencia en la ciudad de Buenos Aires, en Salta, Entre Ríos, algo menos de lo previsto en Mendoza y Chaco, mientras que en Córdoba, Santa Fe y Tierra del Fuego, están en la pelea. Río Negro, que podía sumar dos senadores, ya la dan por perdida, debido al impacto creciente de graves denuncias contra la candidata a senadora Lorena Villaverde.
Ante este panorama, el presidente se pondrá el final de la campaña al hombro, con dos actos multitudinarios en Córdoba y en Rosario. Allí, buscará lo que les falta para que la suma de todo el país le garantice una victoria. Ganar por un voto. Con eso, alcanzará para festejar mucho más que un triunfo electoral. Vale para La Libertad Avanza, y para el Peronismo, también.
POLITICA
La interna en el Gobierno deja también una incógnita sobre el futuro de las relaciones con el PRO

Si bien es el tramo final de la campaña y tan solo en una semana serán las elecciones, el presidente Javier Milei ya piensa en el día después de la votación y los cambios en el Gobierno que llevará adelante, posiblemente con el PRO y otros espacios sumándose a la gestión, en paralelo a las negociaciones parlamentarias para poder avanzar con el Presupuesto y las reformas laboral y tributaria.
Sin embargo, en el medio aparece la interna en el oficialismo que deja una incógnita no solo sobre qué funcionarios serán reemplazados, sino también sobre cómo se configurará el esquema de poder libertario para tratar de cumplir con esos objetivos.
Por caso, uno de los principales integrantes del Poder Ejecutivo que estaría en duda es el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien ya fue cuestionado en varias oportunidades por algunos sectores del oficialismo, pero hasta el momento siempre resistió en el cargo.
“Lo echaron tantas veces que en algún momento va a ser verdad, simplemente por una cuestión estadística”, bromeó al respecto un dirigente libertario que respalda al ministro coordinador.
En los últimos días, se especuló con la posibilidad de que, en el marco de la renovación que habría luego de los comicios en varias áreas, sea el asesor presidencial, Santiago Caputo, quien pase a ocupar su lugar.
De hecho, estas rispideces generaron declaraciones públicas por parte del jefe de Gabinete, quien se refirió al consultor, aunque sin nombrarlo directamente, al sostener que es necesario que “asuman responsabilidades” aquellos que participan de la gestión, pero “no tienen firma”.
Esta discusión se dio en un contexto en el que se está debatiendo toda la estructura de poder dentro del Gobierno, mientras se intenta recuperar en simultáneo el apoyo de la antiguamente denominada “oposición dialoguista”.
Actualmente, Francos es el encargado de llevar adelante las negociaciones con uno de los máximos referentes de ese sector, Mauricio Macri, y fue uno de los artífices del reencuentro entre el ex presidente y Milei.
El funcionario se reunió en varias ocasiones con el líder del PRO en estos meses, tanto en la Quinta de Olivos como fuera de ella, y fue en una de esas conversaciones que el ex mandatario le acercó la propuesta de sumar a dirigentes de su partido al Gobierno.
“Se lo dijo también a Milei hace mucho tiempo, aunque todavía no se profundizó en quiénes. Solamente le reiteró que hay cuadros técnicos del PRO que pueden ayudar a mejorar diferentes áreas”, explicó una persona del entorno de Macri
Si bien todavía no se pusieron nombres sobre la mesa y desde la última cumbre no volvió a hablar con el ex presidente, en lo que respecta a la cúpula libertaria es el jefe de Gabinete el que tiene la mejor relación con él.
A pesar de haberse reunido también en privado algunas veces tiempo atrás, Santiago Caputo siempre mantuvo una cierta distancia con el dirigente opositor, con quien tuvo algunas diferencias fuertes, como en el proceso de licitación de la Hidrovía Paraguay-Paraná.
No obstante, el asesor presidencial sí tiene diálogo fluido con otro referente del PRO, el jefe de ese partido en la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, impulsor del acuerdo con La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires.
De hecho, el estratega libertario trabajó junto al legislador para frenar el intento del kirchnerismo de aprobar el proyecto que modifica el régimen de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), limitando su utilización.
Por su parte, Ritondo aparece como el posible sucesor de Martín Menem en la Presidencia de la Cámara, por lo que si ese movimiento sucede, Caputo tendría a un importante aliado para recuperar algo de poder en el Congreso, principal objetivo del oficialismo.
Para el año que viene, Milei tiene en agenda no solo la discusión por el Presupuesto 2026, sino también las reformas laboral y tributaria, que ya fueron anunciadas, pero todavía no se enviaron formalmente.
El Poder Ejecutivo está esperando al recambio legislativo, con la esperanza de tener una buena elección el domingo próximo, para contar con un bloque más robusto que le permita sancionar todas esas normas.
Muchas de las iniciativas que el mandatario tiene en mente se están elaborando en el Consejo de Mayo, que se reúne mensualmente en la Casa Rosada y que tiene previsto presentar un informe final el 15 de diciembre.
Ese grupo está encabezado por Francos, quien protagonizó todos los encuentros que hubo hasta ahora, aunque en teoría la titularidad del organismo le corresponde al jefe de Gabinete, por lo que la tarea podría ser completada por otro, si es que finalmente el Presidente decide reemplazarlo, algo que por el momento no está claro que vaya a ocurrir.
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