POLITICA
“Señores, de pie”: Hace 40 años cambiaron la historia. Hoy vuelven a la sala donde ocurrió todo

“Declárase abierto el acto”, anunció León Carlos Arslanian, que presidía el tribunal el lunes 22 de abril de 1985. El juicio a las juntas militares había empezado. “Nunca sentí tanta incertidumbre en mi vida como el fin de semana previo”, cuenta hoy Ricardo Gil Lavedra, que esa mañana de abril de hace 40 años, con anteojos grandes y bigotes largos, estaba sentado en el estrado a dos sillas de Arslanian frente a una sala de audiencias repleta.
La Policía había mandado a tapiar los gigantescos vitraux de atrás del estrado por miedo a que hubiera francotiradores al otro lado de la calle Uruguay, pero había muchas otras amenazas y los jueces lo tenían claro.
Ahora, cuando se cumplen cuatro décadas del inicio de aquel juicio histórico, reunió a Arslanian, Gil Lavedra, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz en esa misma sala en la que ellos, con Jorge Torlasco y Andrés D’Alessio, fallecidos, llevaron adelante el juicio. Implementaron sobre la marcha un proceso inédito, escucharon los testimonios más aberrantes, resistieron amenazas y discutieron entre ellos hasta el hartazgo para obtener una condena sin precedentes a las cúpulas de la dictadura que hasta poco tiempo antes concentraban el poder. Y todo en tiempo récord.
La sala, revestida íntegramente en madera oscura, ya no se usa para juicios y se conserva casi sin cambios. Los mismos bancos, escritorios, sillones de los jueces. “Creo que han sacado el crucifijo que estaba arriba de donde dice ‘Afianzar la Justicia”, señala Valerga Aráoz. “Y acá esta silla no iba”, dice Ledesma, que, sobre el estrado que domina la sala, empuja uno de los sillones de los jueces para recrear un escenario idéntico al de hace 40 años. Los muebles pesan como si fueran de piedra maciza.
“Los sillones son tan grandes que teníamos abajo un banquito para los pies”, cuenta Gil Lavedra. “Ahora nos vienen bien”, le contestan por lo bajo y todos se ríen. “Es que antes los jueces eran gigaaaaaantes”, dice Arslanian.
Pero el lugar que los excamaristas sienten realmente como su casa, es otro: una sala lateral, con acceso al estrado, que tiene solo una gran mesa decagonal y paredes cubiertas de libros; muchos ahí desde antes de 1985.
“Esta era nuestra cocina. Donde se discutía todo -dice Valerga Aráoz-. Acá pasábamos días enteros”. Fueron, en total, 14 meses de convivencia desde que empezaron a planear cómo sería el proceso. Los jueces se juramentaron la transparencia sería total; que todo se resolvería entre esas cuatro paredes y que hablarían con los demás sobre cualquier llamada, pedido o advertencia del exterior. “Era imposible hacer una empresa de esta envergadura si vos no confiás ciegamente en el otro”, dice Gil Lavedra.
A diferencia del estrado, donde iban rotando según quién tuviera la presidencia, en la mesa de la sala de audiencias tenían asientos fijos. “¿Te das cuenta? Nos sentamos cada uno en su lugar”, dice Arslanian mientras se acomodan en torno a la mesa. Nadie duda cuál era la silla propia, pero discuten sobre dónde estaban los demás. Otra vez les sobra una silla. “Está bien. Acá se sentaba el secretario cuando venía a informarnos”, zanja el debate Gil Lavedra. La dinámica de la discusión sobre detalles de los recuerdos es siempre bastante parecida: debaten un buen rato, llegan a un acuerdo y no discuten más, pero alguno sigue pensando que no fue así.
“Creo que en el juicio nunca hubo una disidencia”, recuerda Valerga Aráoz. Una disidencia formal, porque discusiones hubo infinidad, pero el que no estaba de acuerdo terminaba cediendo en función de la mayoría. Hoy son conscientes de que hicieron juntos la mayor proeza de sus vidas y si ya entonces se ofrecían confianza total, ahora se sienten hermanos.
Arslanian se reclina en su silla y levanta la cabeza. “Tirábamos los papeles hechos un bollo, los borradores, a la lámpara que colgaba del techo, que era como una palangana”, cuenta. “Eran nuestros escapes para distendernos… Al que no le gustaban nada las bromas era a Andrés”, recuerda Gil Lavedra.
Y Ledesma agrega en tono de confesión: “A mí, las relaciones con D’Alessio me costaban…”. Ellos dos eran los más discutidores. Venían de una misma sala porque para el juicio se juntaron las dos salas de la cámara, de tres jueces cada una. El tercer juez de la Sala II, con D’Alessio y Ledesma, era Valerga Aráoz, que, según Arslanian, compensaba porque era “una especie de monje conciliador”.
“Pero, ¿quién resolvió el tema cuando casi se agarran a piñas?… el malo de Ledesma”, dice el propio Ledesma, provocador. El cruce fue entre D’Alessio y Gil Lavedra, en el principio del juicio.
Fue un día en el que José María Olgeira, el abogado de Roberto Viola, se peleó en plena audiencia con Augusto Conte Mac Donell, padre de un joven desaparecido que estaba en el público. Arslanian, que presidía, ordenó detener al abogado y los jueces se retiraron a la sala de acuerdos. “Teníamos un tipo detenido. A los cinco minutos nos llegaban habeas corpus pidiendo por él, los otros abogados estaban como locos y discutíamos porque no teníamos idea de cómo salir –relata Gil Lavedra-. El que puso calma fue el Negro, que empezó a escribir una solución y nos fuimos serenando.”
Esos primeros días era vital para ellos demostrar que el juicio no se les iba a ir de las manos.
“Los encargados de ejecutar el plan criminal y tenían el poder de mando seguían en los cuarteles. Eran los mismos tipos que habían secuestrado, torturado… El riesgo era muy grande. De hecho, las circunstancias nos dieron la razón. Apareció Semana Santa [por el levantamiento militar de 1987]…”, dice Arslanian. “Por eso, no podíamos aplicar la matriz y los tiempos de la justicia federal porque el juicio iba a languidecer”. Para cumplir su cronograma, los jueces hacían audiencias hasta las 3 de la mañana si era necesario.
Cuando empezó el proceso, Arslanian les dijo una frase que recuerdan siempre. “Que teníamos que actuar como un trueno entre las hojas. Trataba de infundirnos, a mí mismo y a mis queridos compañeros, la fuerza, la convicción.”
El clima era muy adverso. Incluso los jueces amigos les trasmitían desconfianza. “A mí me vino a ver el presidente de la Corte Suprema, José Severo Caballero –dice Arslanian-. Me dijo: ‘No sé si es el momento, piensen, esto es muy difícil… Puede ser una suspensión, alguna nulidad, algo que, digamos, ponga paños fríos’. Como diciéndonos que no se hiciera el juicio”. Valerga Aráoz asiente: “A mí me dijo lo mismo en una quinta, delante de otra gente”.
Gil Lavedra añade que al principio tampoco contaban con un gran apoyo social. “Se fue gestando a medida que se fue conociendo la verdad. La enorme mayoría de la población desconocía lo ocurrido. El velo se empezó a correr con el informe de la Conadep y con el juicio. Cuando empezaron los testimonios de las víctimas no había nada que discutir. Ahí estaba la verdad”, relata. Torturas, violaciones, secuestros, asesinatos. Fueron más de 800 testigos.
Ledesma dice que incluso él se enteró en plena audiencia de “muchas cosas que eran subterráneas”. Y dice: “Yo pensé que algo había, pero no pensé que llegaban a este grado… tan aberrante”. En cuanto a los acusados, recuerda que no mostraron el menor rastro de arrepentimiento: “Soberbia total”.
Los excamaristas destacan el rol del expresidente Raúl Alfonsín como el “padre” del juicio y de la Conadep, comisión de notables creada por él para reunir las denuncias, como la base del proceso. “Sin la Conadep este juicio no se hacía porque juntó la prueba, y después Julio la extrajo de ahí”. Julio es Strassera, el fiscal del juicio, a quien los camaristas le reconocen un enorme mérito. Junto con Luis Moreno Ocampo, su fiscal adjunto, eligieron los “casos paradigmáticos” que presentaron al tribunal y promovieron las condenas.
“La Conadep fue la primera comisión de la verdad del mundo. Hacer lo que hizo, en nueve meses, fue extraordinario”, dice Gil Lavedra. Recuerda que los defensores se quejaban y decían el trabajo de la Conadep era prueba que no habían podido controlar, pero se esmera en aclarar que la sentencia se basó en testimonios que se escucharon todos en el juicio.
La sentencia fue por 709 casos. El juicio duró siete meses y medio. Jorge Rafael Videla y Emilio Massera fueron condenados a prisión perpetua. También se condenó a Viola, Armando Lambruschini y Orlando Ramón Agosti, que perdieron además su rango militar. Los otros cuatro acusados fueron absueltos (Omar Graffigna, Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo).
En 1986, poco después del juicio, empezaron los movimientos militares y el Congreso sancionó en 1987 la ley de Obediencia Debida, que la Corte convalidó. En ese momento, ellos empezaban a juzgar los crímenes del I Cuerpo de Ejército y de la ESMA. Los dos procesos se cerraron.
Los cuatro jueces destacan hoy, como uno de los méritos del juicio que llevaron adelante, que ya no se discuten los crímenes aberrantes de la dictadura. Sí tienen algunas diferencias en sus miradas de lo que vino después.
Gil Lavedra dice: “Hoy hay una corriente que no llega a ser negacionista, porque nadie discute que los hechos ocurrieron, pero sí pretende quitarles su verdadera importancia y poner de resalto los delitos de las organizaciones armadas en la década del 70, que nadie discute que fueron gravísimos y tendrían que haber sido juzgados. Fue el plan criminal lo que evitó que eso sucediera”. Y, más explícito, afirma: “El último video del 24 de marzo [difundido por el Gobierno] reproduce la línea de defensa que tenían los excomandantes”.
Ledesma está convencido de que a Milei “no le importa nada el tema [de los derechos humanos]”. Y afirma: “Yo quiero decir que estoy totalmente en desacuerdo con los juicios seguidos después de la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final”, reabiertos durante el kirchnerismo, y dice que en esos procesos “se cometieron infinidad de prevaricatos y se pusieron unas penas enormes”.
“Yo en lo que sí estoy de acuerdo es en que se investiguen los hechos de la subversión –dice Valerga Aráoz-. Era la opinión de Alfonsín, que también había ordenado la investigación de las organizaciones subversivas y así se condenó a prisión perpetua a Firmenich y a otros más.” Mario Firmenich fue indultado por Carlos Menem, que lo mismo hizo con los condenados en el Juicio a las Juntas.
Los excamaristas conocen las diferencias de sus miradas sobre cómo evolucionaron los procesos sobre los crímenes de los ’70. “Tampoco discrepamos tanto”, dice Gil Lavedra.
En cuanto a la actualidad coinciden, con sus matices, en cuestionar las designaciones en la Corte por decreto y en criticar el funcionamiento de gran parte de la Justicia.
Poco después del Juicio a las Juntas, los cuatro dejaron los tribunales y desde entonces ejercen como abogados. Por sus estudios pasaron como clientes –y siguen pasando- personajes de la vida pública y grandes empresarios. Arslanian, peronista, y Gil Lavedra, radical, fueron además ministros de distintos gobiernos. Gil Lavedra fue también diputado y hoy preside el Colegio Público de la Abogacía de la Capital. Los cuatro siguen conociendo de primera mano el funcionamiento de los tribunales.
“Se ha ido produciendo una relación promiscua entre el Poder Judicial y el poder político –dice Arslanian-. Desde hace mucho tiempo se ha invadido a la Justicia y se la va debilitando. Se van generando puentes de unión complejas”.
Gil Lavedra asiente: “No solo los poderes políticos, sino también los económicos. Y hay una muy fuerte desconfianza pública sobre la imparcialidad de los jueces. Es muy importante recuperar esa confianza. Celebro en este sentido que en materia penal se esté avanzando con el sistema acusatorio”.
“La Justicia no respeta principios fundamentales. Tiene códigos para cada causa. La Justicia actual no es Justicia”, sentencia Ledesma. En este grupo cada uno tiene un rol y “El Negro” es siempre el más terminante. Los demás lo escuchan y sonríen. Después de 40 años no podrían conocerse mejor.
POLITICA
Cinco ministros, 20 altos funcionarios y más de 150 directivos ya fueron desplazados del gobierno de Milei

Con las renuncias de Gerardo Werthein a la Cancillería y la despedida prometida por Mariano Cúneo Libarona al Ministerio de Justicia, ya son cinco los ministros que dieron un portazo o fueron expulsados en lo que va de la gestión libertaria. A ellos se suman casi una veintena de funcionarios de primera línea, si se incluyen también los apartamientos de secretarios y de directores de organismos clave, como la ANSES o la AFIP.
El recambio de nombres fue una constante en todas las áreas y líneas de Gobierno, y se acentuará aún más cuando Patricia Bullrich y Luis Petri dejen sus respectivas sillas en Seguridad y Defensa para asumir sus bancas en el Congreso, y lo propio haga en la Legislatura porteña el vocero presidencial Manuel Adorni, que también ostenta un cargo con rango de ministro.
Para ese tiempo, cruzada ya la primera mitad de gestión, serán entonces ocho los ministros que, por distintos motivos, habrán dejado sus cargos.
El politólogo Pablo Salinas lleva un relevamiento más amplio de la tendencia e incorpora también a subsecretarios y funcionarios políticos en general. Según sus cálculos, ya son 174 las personas que abandonaron el Gobierno.
El recambio de ministros se inauguró con Guillermo Ferraro. En enero del año pasado, a semanas del inicio de la gestión, debió abandonar la cartera de Infraestructura por presuntas filtraciones a la prensa en medio de las tratativas por la ley ómnibus, como se dio en llamar al primer intento del Gobierno por aprobar en el Congreso un ambicioso paquete de reformas.
Su salida fue acompañada de un rediseño de Gabinete que incluyó la disolución de su ministerio y el reparto de sus competencias en otras áreas, la mayoría absorbidas por Economía.
A Ferraro lo siguieron funcionarios importantes como la exsecretaria de Minería Flavia Royón y el exdirector de la Anses Osvaldo Giordano, que pagó con su cargo el voto contra la ley ómnibus de su pareja, la diputada nacional Alejandra Torres.
Luego fue el turno del secretario de Trabajo, Omar Yasín, un exfuncionario de Pro a quien el Gobierno le imputó erróneamente ser el artífice del aumento de salarios a funcionarios del Poder Ejecutivo. Yasín había tomado el lugar de Horacio Pitrau, quien antes fue eyectado por intentar lograr un acuerdo con el sindicalista Armando Cavalieri, jefe histórico de los comerciales.
El aumento de sueldos también se cobró la salida de Armando Guibert de Transformación del Estado, que aquel entonces no era más que una secretaría que permanecía bajo la órbita de Nicolás Posse, quien no tendría mucho tiempo más como Jefe de Gabinete.
Pero antes que Posse fue el turno de Sebastián de Luca, el asesor durante la campaña presidencial de Patricia Bullrich. De Luca, que era secretario de Articulación Federal dentro del ministerio, se alejó por motu proprio del armado libertario, por estar en desacuerdo con la estrategia de confrontación directa con los gobernadores que se desplegaba desde la Casa Rosada.
Luego sí, fue el turno de Posse, una de las salidas más abruptas, por la cercanía que el jefe de los ministros tenía con el presidente Milei. Su apartamiento del elenco libertario anunciaba, en marzo de 2024, que nadie contaba con protección especial y que un funcionario ensalzado un día desde el entorno presidencial podía ser despreciado al día siguiente.
Con Posse cayó también el exjefe de la entonces Agencia Federal de Inteligencia (AFI) Silvestre Sívori, que fue reemplazado por Sergio Neiffert, un hombre de Santiago Caputo, que extendía así su influencia sobre el gabinete.
Más desplazamientos
Una de las áreas que sufrió un mayor recambio fue la social, que solo encontró estabilidad cuando el fantasma del estallido comenzó a desdibujarse.
El primero en partir fue Pablo de la Torre. Su gestión al frente de la Secretaría de Niñez y Adolescencia quedó arrinconada por dos polémicas. Primero, la administración que hizo de los alimentos destinados a la asistencia social, luego de que se conociera la existencia de más de 5000 toneladas de mercadería sin entregar; y, después, el primer pequeño escándalo de corrupción que golpeó al Gobierno, cuando detrás de un sistema de convenios con un organismo internacional apareció una presunta trama de contratos fantasmas, que hoy se sigue investigando en la Justicia.
De la Torre fue sucedido por Yanina Nano Lembo, una funcionaria ligada a Pro, sin experiencia en el área, que no logró hacer pie y al tiempo sería despedida, luego de un insólita polémica por la compra de una costosa cafetera.
Pero antes que ella partieron al menos otros ocho funcionarios. Vicente Ventura Barreiro, un hombre de confianza de Cristian Ritondo, dejó su cargo como secretario de Seguridad por presuntamente haber intentado torcer una licitación dentro del Servicio Penitenciario Federal, según dijo la ministra Patricia Bullrich. El hecho fue investigado por la Justicia y Barreiro fue sobreseído el mes pasado.
A los pocos días de su salida, dejaba su silla como número dos del ministro de Economía Joaquín Cottani. Como tantas otras, su renuncia fue por “motivos personales”, pero el macroeconomista blanquearía luego que nunca “comprendió” el programa del ministro Caputo y que tampoco compartía la política cambiaria del Gobierno.
También en el mes de julio dejaba el Ministerio de Economía Fernando Vilella, que fungió hasta ese momento como secretario de Bioeconomía, área que sería reconvertida luego en la actual secretaría de Agricultura, Pesca y Ganadería.
Por esas fechas ocurrió una de los desplazamientos más curiosos: el de Julio Garro de la subsecretaría de Deportes. Comenzó a gestarse en el colectivo que llevó a la selección argentina desde el Hard Rock Stadium de Miami −donde acaba de consagrarse campeona de la Copa América 2024− hasta el hotel donde había concentrado.
En el traslado, el jugador Enzo Fernández tuvo expresiones discriminatorias contra los jugadores franceses que quedaron capturadas en un video que dio vuelta en las redes sociales. Tras ello, Garro sugirió que Lionel Messi, capitán del seleccionado, debía ofrecer disculpas por el comportamiento de su compañero. En poco tiempo, Garro estaba afuera del Gobierno.
Como en otras oportunidades, su salida fue anticipada en las redes sociales por cuentas asociadas al oficialismo. En este caso, fue el Daniel Parisini, conocido como el Gordo Dan, quien la adelantó.
En los meses que siguieron se sucedieron las salidas de Francisco Sánchez de la secretaría de Culto y la de Eduardo Rodríguez Chirillo en la de Energía; luego llegarían las mucho más resonantes salidas de Mario Russo del Ministerio de Salud y la de la canciller Diana Mondino, cuya gestión quedó eclipsada por las negociaciones que estableció Werthein desde Washington con los Estados Unidos.
Algo similar le ocurriría días atrás al propio Werthein, que quedó en un segundo plano durante la última negociación con los Estados Unidos por el swap, una negociación que se encarriló a través de canales diplomáticos extraoficiales, donde el asesor Caputo tiene injerencia decisiva. Sin embargo, cuando Donald Trump coronó esas gestiones advirtiendo que el auxilio económico desaparecería si Milei no ganaba las elecciones, el sector de Caputo responsabilizó a Werthein.
Este año comenzó con la renuncia de Ignacio Yacobucci en la Unidad de Información Financiera (UIF), luego de ser sometido a una campaña de desgaste por el alto nivel de actividad que mostró el organismo durante su gestión en las causas judiciales. Antes, el sector de Caputo había logrado desplazar a Manuel Tessio, el segundo en la UIF, luego de que se presentara como querellante en la causa por lavado de dinero contra el kirchnerista Martín Insaurralde.
También a comienzos de año partió del gobierno Eduardo Serenellini, quien había sucedido como secretario de Medios a Belén Stettler, quien, a su vez, había suplantado al comienzo de la gestión a Eduardo Roust, que estuvo solo un puñado de días en el área.
El mes de febrero siguió con la salida de Mariano de los Heros de la Anses, luego de anunciar una reforma previsional. Según el Gobierno, lo hizo unilateralmente y de manera inconsulta. “Me parece un disparate que un funcionario de segunda línea haga algo así. Me pareció una falta de respeto y voló por los aires, como correspondía”, explicó el presidente Milei.
Ese mismo día, Sonia Cavallo dejó de ser la embajadora del país ante la Organización de Estados Americanos (OEA), luego de que su padre, el exministro de Economía Domingo Cavallo, criticara el rumbo económico de la gestión.
La salida que más ruido trajo fue la de Diego Spagnuolo de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), un cargo de menor relieve, pero desde el cual se gestó una de las mayores crisis para el oficialismo. Sus consecuencias son aún inciertas, a partir de la causa que se libra en la Justicia Federal, donde se investiga un presunto entramado de corrupción en la compra de medicamentos en el área que, según audios atribuidos a Spagnuolo, culminaba en Karina Milei y su mano derecha, Eduardo “Lule” Menem.
Mariano Cúneo Libarona,pic.twitter.com/MueXV1wZat,October 23, 2025,Federico González del Solar,Javier Milei,Mariano Cúneo Libarona,Gerardo Werthein,Conforme a,Javier Milei,,Minuto a minuto. Javier Milei, en vivo: las últimas medidas del Gobierno,,Bailout for Argentina. Why Donald Trump signed a US$20-billion Swap Deal with Javier Milei,,Se renueva el Congreso. Elecciones Argentina 2025: qué se sabe de los comicios legislativos hoy, jueves 23 de octubre
POLITICA
El dirigente de Insfrán que le dio una trompada a una militante libertaria en Formosa intentó justificarse

Los enfrentamientos ocurridos en la Plaza San Martín de Formosa han generado un gran revuelo en la provincia y fuera de ella, con repercusión nacional, a partir de un violento incidente protagonizado por el ex concejal justicialista Fabián Rodríguez y militantes de La Libertad Avanza., entre ellos una mujer a la que el dirigente le dio una trompada, según se puede ver en los videos de la gresca.
El episodio tuvo lugar en el centro de la ciudad, cuando Rodríguez, referente local del esquema político de Gildo Insfrán, se presentó en la plaza acompañado de familiares y allegados tras participar en una actividad partidaria. De acuerdo con su testimonio, la confrontación habría comenzado tras un incidente con su vehículo y una agresión a su madre. Por su parte, Verónica, identificada como militante libertaria, relató que tras un cruce verbal sufrió un golpe en el rostro por parte del dirigente peronista.
Luego de la difusión de los videos y el repudio expresado por sectores políticos, Rodríguez defendió públicamente sus acciones en comunicación con La Mañana en Vivo. Según narró, la situación se desató luego de que parte del equipo vinculado a la concejal Gabriela Neme se trenzara en discusión con su grupo. “Pasó lo que siempre pasa cuando está la Neme y su equipo de trabajo, que lo único que hacen es generar violencia, armar su show o minuto de fama para luego grabar videos y mandarlos a los medios nacionales; cosas que evidentemente no les da resultados porque la gente no acompaña en las urnas”, aseguró el ex concejal justicialista. “Ayer, nosotros fuimos los agredidos. Le pegaron a mi vieja que tiene 72 años, se ve claro en el video cuando le meten una patada mientras discutíamos con Gabriela Neme; eso me hizo reaccionar”, subrayó Rodríguez.
Según relató, al finalizar esa actividad, decidió recorrer el centro con familiares y allegados, sin prever que la situación derivaría en violencia. “Cuando llegamos a la plaza, no sabíamos qué realmente pasaba. Estacionamos cerca y gente de Neme, al vernos llegar, se acercó a nosotros y en un momento, uno de sus militantes le pegó una patada o con algo a la parte trasera de la camioneta, que la terminó rompiendo. Cuando escucho el ruido, voy hacia el vehículo y ahí me llegan Gaby y su hijo, más otras personas para increparme”, relató el dirigente.
“Minutos después, una persona con remera negra le pega una patada a mi mamá y salgo a defenderla, como haría cualquiera que agrede a su madre”, señaló. Al ser consultado sobre las imágenes que lo exhiben extrayendo una cachiporra de su camioneta, Rodríguez argumentó: “fue para defenderme, si eran como 10 personas contra una sola, mientras la policía no hacía nada. Me ponen el mote de patotero y que fui a agitar al lugar, pero es infantil pensar eso cuando estuve con tres masculinos y cuatro mujeres”.
Por el lado de los militantes libertarios, Verónica, quien fue víctima de una trompada en el rostro, brindó su versión del incidente en el mismo medio. Explicó que el grupo de La Libertad Avanza estaba trabajando tranquilamente en una carpa instalada en la plaza, informando a los vecinos sobre la Boleta Única de Papel. “Ayer a la mañana estuvimos trabajando tranquilamente en la carpa que instalamos en la plaza, apoyando a los candidatos de LLA y explicando a la gente cómo se utiliza la Boleta Única de Papel en estas elecciones; hasta que llegó Fabián Rodríguez y su gente, vestido con la pechera rosa de la agrupación de la concejal Petu Argañaraz”, relató.
En su testimonio, Verónica describió cómo la llegada del grupo de Rodríguez provocó una escalada. “Allí empiezan a buscar pleitos, pateando nuestra carpa e insultando para que nos retiremos del lugar, cuando estábamos tranquilos y sin molestar. Tras las discusiones, se armó la pelea y cuando a un compañero lo tiran al piso, me pongo para defenderlo y en ese momento Fabián me da una piña en la cara, que me deja desorientada”, expuso. Detalló que, tras el golpe, sintió un intenso dolor y acudió a un centro médico para estudios a raíz de la lesión en la frente. “Lo que me duele es la cabeza. Seguramente me harán una placa. La parte de la frente me lastimó, no así el ojo”, manifestó la mujer ante el mismo medio.
Otra parte relevante de su testimonio apunta al accionar policial, que según Verónica fue nulo durante el altercado. “La policía se desentendió de la agresión, pese a observar la violenta trompada: uno de ellos me dijo que me arregle sola, que juntemos las cosas y nos retiremos de la plaza, cuando debería actuar con el agresor por tratarse de un hecho de violencia de género”, sostuvo la militante. Debido a esto, no radicó una denuncia formal, expresando su escepticismo sobre la eventual intervención de la fuerza provincial. “Fabián Rodríguez es un golpeador de mujeres y la policía lo defiende”, enfatizó .
POLITICA
El peronismo cierra su campaña en San Martín, con Kicillof, Massa y Taiana sobre el escenario

La campaña de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires cerraba esta tarde con un acto en el distrito de San Martín, donde el primer candidato de la lista para la Cámara de Diputados, Jorge Taiana, compartía escenario, en el Parque Yrigoyen, con el gobernador Axel Kicillof y el exministro de Economía Sergio Massa.
En el escenario, según pudo constatar , se ubicaron la segunda candidata Jimena López, Massa, Kicillof; el intendente de San Martín, Fernando Moreira; Taiana; la vicegobernadora Verónica Magario y el tercer candidato a diputado Juan Grabois.
“Han convertido la economía nacional en un casino. Se están timbeando el país”, advirtió Kicillof, mientras que Taiana sostuvo: “Los diputados vamos a pelear en la Cámara, pero el pueblo va a estar en la calle. Todos a derrotar este proyecto cipayo”.
En la previa, la concurrencia militante muestra presencia del Frente Renovador, con banderas del espacio y combis ubicadas en la entrada del predio desde las que se ameniza la espera con cumbias a alto volumen. En el escenario, a unos 100 metros de la entrada, se dispusieron ocho butacas y un atril, con música suave de fondo. “Fuerza Patria”, se lee en la escenografía.
El parque, ubicado en la esquina de Avenida 25 de Mayo y la colectora de la Avenida General Paz, muestra en sus alrededores una decoración a puro cartel peronista, con los apellidos de Taiana acompañados por los del ministro de Infraestructura bonaerense, Gabriel Katopodis, Massa, el diputado provincial Rubén Eslaiman y el director del Banco Provincia Sebastián Galmarini.
En el acto, al que llegaron dirigentes del gabinete bonaerense y de las distintas vertientes peronistas, se escuchan testimonios de “sectores perjudicados” por la política económica de Javier Milei, anunciaron desde la organización.
Entre los que hablaron estuvo Grabois, quien sorprendió con una revelación y un agradecimiento: “Sergio Tomás, con el que me peleo un poco cada tanto, me ayudó muchísimo en la campaña”, dijo para sorpresa de los presentes. Y agregó, en referencia al caso de José Luis Espert y Fred Machado: “Francisco estaría orgulloso de que combatimos la narcoestructura”.
También habló la vicegobernadora Magario. “No estamos dispuestos a seguir de esta manera. Milei, hasta acá llegaste. Te lo dijo el pueblo el 7 de septiembre y te lo va a repetir. Tenemos, no el derecho, la obligación de ir a votar”, remarcó la dirigente de La Matanza.
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