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Milei enfrenta un cierre de listas clave: reparto de poder, gobernabilidad y el futuro del gabinete
Javier Milei es un presidente que siente desdén hacia un menester tan inherente a la política como son los cierres de listas. Aún cuando estas minucias tienen repercusiones importantes, como el reparto de poder al interior de su espacio político o el sistema de alianzas que impactará en su gobernabilidad futura, él prefiere intervenir lo mínimo indispensable.
Faltan tres semanas para presentar los candidatos para las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, preludio de los comicios nacionales de octubre. Se trata de una definición crucial para el Gobierno. Las negociaciones por las nóminas dirán si la interna de los libertarios alcanza la paz o deriva en una guerra civil. También definirán si el acuerdo político con Pro y otros actores amplía, o no, la base de sustentación política del mileísmo. Por último -como se verá más adelante- las candidaturas tendrán coletazos inevitables en el gabinete de la segunda mitad del mandato. La efervescencia por estas horas es total. Todo está tenso, todos se miran de reojo. Milei lo sabe. Por ahora, finge demencia.
Para entender esa calculada prescindencia basta con leer entre líneas los últimos discursos del jefe de Estado. El miércoles dijo: “Mi agradecimiento a Guillermo (Francos) que es el nexo fundamental entre los talibanes y la política. Y también al trabajo de Martín Menem; de mi hermana, Karina Milei y del gigante Santiago Caputo”. En esa frase, que parece insípida, el Presidente bendijo a todos sus brazos políticos. Pero obvió la feroz confrontación -por diferencias de visión y por pujas de poder- que hay entre el “menemismo” (encarnado en Martín, “Lule” Menem y el armador bonaerense Sebastián Pareja) y el “caputismo” al que responde la “guardia pretoriana” de Las Fuerzas del Cielo. Ahí abrevan, entre otros, el influencer Daniel Parisini (Gordo Dan), el legislador Agustín Romo y todos los tuit-militantes que se identifican con un pin de la Cruz Orlada del profeta Benjamin Parravicini en la solapa de su saco. Milei dice que los quiere a todos adentro, pero no resuelve el conflicto.
El Presidente pronunció esas palabras en la cena de recaudación que organizó Karina Milei en el Yacht Club de Puerto Madero y a la que asistieron unos 400 invitados. Entre ellos, empresarios de rubros como metalmecánica, agro, energía, consumo masivo, petróleo, infraestructura, química, petroquímica, logística y tecnología. A diferencia de un evento libertario similar que había tenido lugar en noviembre, esta vez la gala se manejó con mucha discreción y no hubo fotos. Aquella vez, la recaudación fue para la Fundación Faro, el think tank libertario presidido por Agustín Laje. Esta vuelta hubo aportes privados directamente a La Libertad Avanza, el partido político del Gobierno. Santiago Caputo colaboró con los pormenores. El Triángulo de Hierro se organiza rápido a la hora de pasar la gorra para la causa.
Milei le puso el cuerpo a la cena de recaudación y también al congreso de LLA que tuvo lugar el jueves en La Plata y al que asistió buena parte del gabinete. El único mandato que, por ahora, bajó el Presidente es que lo quiere a José Luis Espert como primer candidato a diputado nacional por la provincia en octubre. Karina no le tiene simpatía a Espert ni al dispositivo que lo rodeó cuando él disputó el liderazgo de la ultraderecha en 2021. Aunque ella no olvida, debe aceptarlo.
El encuentro partidario de La Plata fue organizado por Pareja quien se llevó de la jornada un souvenir importante: una foto en la que Milei -con quien hasta ahora tenía escaso trato directo- le dio un abrazo apretado bajo la mirada de la hermana presidencial. Una postal que seguramente colgará en sus oficinas de Diagonal Norte o en su estudio de la calle Bartolomé Mitre.
El gesto es significativo si se tiene en cuenta que Pareja es quien tiene el cuaderno y la lapicera para armar las listas seccionales y municipales de la provincia. El armador bonaerense dejó algún mensaje para la interna durante el evento. Reivindicó a la agrupación universitaria violeta llamada Crear + Libertad y omitió mencionar a la otra, Universitarios de La Libertad Avanza (ULLA), que tiene el impulso de Caputo y de Las Fuerzas del Cielo. Ambas listas compitieron en la Facultad de Ciencias Económicas de La Plata con resultados magros: ULLA quedó quinta el 5% y Crear cosechó el 3,5%.
Los principales referentes de Las Fuerzas del Cielo asistieron al congreso de LLA de La Plata sin hacer barullo. Apadrinados por Caputo, ellos reniegan de la estructura de Menem y de Pareja por el lugar que ocupan punteros con pasado en el peronismo. Hablan de una “entrega del partido outsider a la política tradicional”. Y reclaman protagonismo para los jóvenes con probado libertarismo en sangre. Tienen un solo camino para garantizarse lugares en las listas: que Javier Milei baje la orden. El reloj corre y, como se dijo, al Presidente no le gustan estas minucias.
Por fuera de las pujas intra libertarias se despliega la negociación de LLA y Pro. El menemismo y Pareja quieren empujar las definiciones hasta el último minuto: especulan con que los amarillos no tienen otra más que subirse al tren mileísta. Ya se aseguraron que la alianza (la “marca”) será LLA y que -lejos de ser los Lakers, como bromeó algún macrista- toda la parafernalia de campaña irá teñida de violeta. A los libertarios no les alcanza: ni siquiera quieren dejarle la lapicera a los intendentes de Pro para que armen las listas de concejales en sus municipios. Son solo 14 jefes comunales de los 135 que hay en toda la provincia.
Los libertarios buscan encapsular las tratativas en los tres negociadores de Pro: el jefe del bloque Pro en Diputados, Cristian Ritondo; el diputado Diego Santilli y el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro. Un karinista exhibió esas intenciones: “¿Sabés cómo termina esto? Con Cristian diciendo la célebre frase ‘muchachos, nos cagaron, cerré yo solo’”.
Ritondo, Santilli y Montenegro salieron conformes del último encuentro con Pareja, que tuvo lugar el martes en las oficinas del “Colo”, en Palermo. Creen haber asegurado la inclusión de un apoderado de Pro en la alianza provincial -sin ello, no sería una coalición- y se llevaron una promesa de “gobernabilidad” para los intendentes amarillos. ¿Significa que de seis concejales “entrables” en los distritos de Pro habrá tres libertarios? ¿O dos? Ahí está la chiquita.
Los intendentes de Pro esperaban que Ritondo convocara a un Zoom para conocer los avances de la negociación con LLA pero él mandó un audio de WhatsApp. Les dijo que, según la promesa de Pareja, en los próximos días los referentes de LLA se acercarán a negociar con menos humos. El “Cabezón” está presionado por los jefes comunales mientras Mauricio Macri audita sus movimientos. Sabe que su mayor valor está dado por la conducción que tiene del bloque de Pro en el Congreso Nacional. Por eso, por ejemplo, en la Casa Rosada premiaron a Ritondo con delegaciones en el PAMI del interior del país. “Cristian recuerda que en las repartijas de Juntos por el Cambio se cedían los mismos o más lugares a los aliados”, dijo alguien que lo vio hastiado por el tironeo.
Por cierto, con este escenario, difícilmente abran el reparto también a la UCR bonaerense, que tiene más de 20 intendentes en el interior de la provincia. Y hay un caso problemático: Karina Milei no quiere que haya generosidad con la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, del riñón del jefe de gobierno porteño Jorge Macri. Todavía está muy fresco el resentimiento con el primo del expresidente. “Y no te olvides que Karina vive en Vicente López”, advierten cerca suyo.
Una curiosidad: mientras Pareja buscaba esta semana “comprar barato” a la estructura de Pro, su viejo maestro y tutor político Emilio Monzó se acercaba a Mauricio Macri para persuadirlo de que no entregue su estructura a los violetas y que, en cambio, los confronte armando un Juntos por el Cambio del cuarto de siglo.
Todo el diseño electoral de las próximas semanas (en Buenos Aires y en el resto de las provincias) tendrá un impacto a futuro en el Congreso. No es un cálculo menor si se tiene en cuenta -y esto sí le importa mucho al Presidente- que el Gobierno necesita impulsar reformas de fondo, como la tributaria y la laboral.
Tensiones por el futuro gabinete
El debate por las listas comenzó a anticipar, de manera subterránea, una discusión mucho más trascendente: el futuro del gabinete. Las elecciones de medio término son el final de la temporada 1 y el inicio de la 2. Naturalmente, se baraja el elenco del Poder Ejecutivo, empujado por los ministros que se convierten en candidatos y por los candidatos que aspiran ser ministros. Asoma un sistema de premios y castigos en el que el proselitismo se mezcla con la gestión. Como en el juego de la silla, donde hay más jugadores que asientos.
A esta hora, por ejemplo, Santilli suena fuerte para encabezar la lista de senadores bonaerenses de la primera sección electoral. ¿Va a bajar del Congreso a la Legislatura de La Plata? ¿O espera que lo compensen con un lugar mejor? Lo mismo ocurre con Montenegro. Casi todo el sistema político calcula que él está dispuesto a dejar la intendencia de Mar del Plata para encabezar en la lista en la quinta sección electoral ¿Su destino final será la Legislatura? Parece raro si se tiene en cuenta que gobernó la quinta ciudad más grande de la Argentina.
Hay quienes especulan con que Santilli y Montenegro podrían recalar en el Poder Ejecutivo. Se habla, por caso, del Ministerio de Justicia y del Ministerio de Seguridad (de hecho en el Gobierno hay quienes quisieran fusionar esas dos áreas en un futuro). Esto es porque madura la idea de que Patricia Bullrich sea candidata a senadora por la Capital Federal. Pero la ministra no quiere perder el control remoto de su ministerio y quienes hablaron del tema con Milei dicen que él la apoya.
Otra eventual vacante apetecible podría generarse en la vicejefatura de Interior (el virtual ministerio de Interior) que comanda el número dos de Francos, Lisandro Catalán. Él está a cargo del armado en Tucumán, pero no está definido que deje la Casa Rosada para ser candidato.
No hubo mayor síntoma de estas tensiones anticipadas, sin embargo, que lo que ocurrió entre Manuel Adorni y Francos. El vocero presidencial, en un párrafo que pasó desapercibido en su conferencia de prensa, dijo: “Francos articula con inteligencia todos los engranajes para impulsar la agenda de este Gobierno, labor por la que le estamos sumamente agradecidos y por la que, en lo personal, siento profunda admiración. Lo digo para aclarar cualquier maliciosa nota periodística de los últimos días”. Se refirió así a las versiones que emanaron del propio oficialismo y que indicaron que Adorni, luego de asumir su banca en la Legislatura porteña, podría volver empoderado al Poder Ejecutivo como ministro coordinador.
Adorni incluso telefoneó en privado a Francos para aclararle que él no fue el autor de los trascendidos. En el Gobierno, nadie ve al vocero sentado cuatro años en la Legislatura. Sobre todo por el valor que le dieron los Milei luego del triunfo sobre los Macri en la Ciudad. Pero la versión sobre un eventual “premio mayor” generó un fuerte malestar en la cúpula libertaria: complicó a Francos -que hoy enfrenta un reclamo unánime de los 24 gobernadores por fondos-, incomodó a Adorni y perjudicó al gobierno todo.
Francos es un actor que, desde la cima del gabinete, colabora a mantener el equilibro interno. Sus oficinas son sede, por ejemplo, para las reuniones de mesa política donde se encuentran cara a cara Santiago Caputo y los Menem. Ese terreno neutral hoy es crucial: en estos días, el oficialismo pone en juego el reparto de poder de los próximos dos años.
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Día del Trabajador del Estado: la decisión que tomó Axel Kicillof para este viernes 27 de junio

El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, ratificó que mantendrá el asueto por el Día del Trabajador del Estado. Lo hizo en un nuevo gesto de diferenciación con la gestión de Javier Milei que eliminó ese beneficio mediante el DNU 43 para los empleados de la administración pública nacional.
Así, los empleados públicos bonaerenses no deberán asistir a sus puestos de trabajo este viernes 27 de junio.
Leé también: El Gobierno oficializó la eliminación del asueto por el Día del Trabajador del Estado
“Se informa que conforme la Ley Provincial N°14.600 el día viernes 27 de junio de 2025 es asueto para los y las trabajadores/as de la Administración Pública de la Provincia de Buenos Aires, en conmemoración del Día del Trabajador del Estado”, dicta un comunicado del Ejecutivo bonaerense.
Desde el gobierno de Kicillof remarcaron que la fecha refiere al día “en que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó el Convenio 151 reconociendo el derecho a la negociación colectiva en la administración pública”.
Leé también: Día del Trabajador del Estado: qué pasa con las oficinas de ANSES este viernes 27 de junio
Por qué Javier Milei eliminó el asueto por el Día del Trabajador del Estado
El Gobierno derogó el artículo 2° de la Ley N° 26.876 y eliminó el día de descanso para los empleados de la administración pública nacional correspondiente al Día del Trabajador del Estado, que se celebra cada 27 de junio. La decisión fue oficializada este jueves a través del DNU 43 publicado en el Boletín Oficial.
A través de una conferencia de prensa, Manuel Adorni explicó el motivo de esta decisión: «El Estado no es un lugar en el que debe ser posible tomarse un día sabático, ni gozar de cualquier otro privilegio que el trabajador del sector privado no tiene o carece, teniendo en cuenta, por supuesto, que ese día es pagado con el sueldo de cada uno de los contribuyentes de este país”.
Este viernes, el Gobierno cruzó a los gremios estatales y defendió la eliminación del asueto por el día del trabajador público, que es este viernes: “Iba a costar $11.000 millones».
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, dijo que la medida, dispuesta por decreto de necesidad y urgencia (DNU) “reinstala la cultura del trabajo”. Desde Asociación Trabajadores del Estado (ATE) llamaron a los estatales a no acatar la decisión del Ejecutivo.
estatales, feriado, Axel Kicillof
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La versión libertaria del plan platita
En los años impares a todo presidente argentino se le aparece sobre la mesa un pacto con el diablo. La oferta es tan simple como irresistible: gane ahora y pague después.
La energía del gobierno se subordina, en consecuencia, a las necesidades electorales a costa de desequilibrios futuros. La costumbre desarrolló una ética para explicar esta anomalía recurrente. El triunfo en las urnas se asume como la única garantía de que las reformas en curso no vayan a revertirse en lo sucesivo. En un año se gana, en el otro se gobierna. La fórmula esconde un gigantesco autoengaño, que suele saltar a la vista cuando terminan los festejos y toca acomodar lo que se desordenó en la campaña.
Javier Milei se jactó de ser “el único presidente en la historia de las democracias modernas” que no caía en esta “lógica de la casta”, porque no aplicó una política fiscal y monetaria expansiva al encarar un año de elecciones. Es cierto que no inventó nuevos subsidios, no regaló el consumo de gas ni salió a repartir colchones o heladeras en los barrios populares. La tentación, sin embargo, también vino a buscarlo.
A medida que se acerca la hora de votar queda más en evidencia la decisión del Presidente y su equipo económico de condicionar su programa a la finalidad de mantener un tipo de cambio bajo y, de ese modo, empujar a la baja la tasa de inflación.
Él -a diferencia de sus antecesores peronistas- no vende distribución del ingreso sino estabilidad. El dólar barato a toda costa constituye la contracara libertaria del “plan platita”.
La obsesión mileísta del año impar ha sido construir cuántos puentes hiciera falta para llegar a finales de octubre sin sobresaltos en el mercado de cambio. Cuando el propósito tambaleó consiguió el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que lo ayudó a evitar una devaluación brusca en abril. Empezó así lo que llamó la “fase 3″ del programa económico. Después pergeñó el plan “colchón” en busca de dólares fuera del sistema y que no terminan de emerger. Se eliminaron regulaciones para alentar el ingreso de inversores especulativos. Y más tarde se lanzó a tomar deuda a tasas considerables para disimular la incapacidad de juntar reservas en el Banco Central sin provocar un movimiento cambiario.
Es muy inusual que coincidan Cristina Kirchner y Mauricio Macri en un diagnóstico económico. Y aun así la expresidenta desde su prisión domiciliaria y la Fundación Pensar –la usina de ideas del Pro- han alertado en las últimas semanas sobre el peligro al que se expone el Gobierno con su actual política cambiaria.
El déficit externo del primer trimestre –5191 millones de dólares- acentuó las dudas sobre la sustentabilidad del modelo. Milei da la batalla: sostiene que lo importante es que el Estado gaste menos de lo que ingresa y que el resto es cuestión de los privados. El viceministro de Economía, José Luis Daza, dijo esta semana que anualizado el rojo será del 2% del PBI este año, cuando la previsión registrada en el acuerdo con el FMI era de -0,4%. Lo adjudicó a un efecto esperable en una economía en crecimiento y dijo que ya habrá tiempo de juntar reservas. Luis Caputo acotó: “Es hasta sano para la economía”.
Los técnicos podrían discutir hasta el infinito sobre lo que implica este síntoma. La experiencia acumulada es aguafiestas: siempre que una cena en Roma costó menos que en Caballito a la larga asomó una crisis.
El boom del turismo en el extranjero chirría. Más de 6,7 millones de argentinos salieron del país por placer entre enero y mayo. La tendencia no parece frenarse sino todo lo contrario, como sugiere la invasión argentina en el Mundial de Clubes que se disputa en Estados Unidos. Acaso Milei, en vez de insultarlo, debería agradecerle a su odiado Juan Román Riquelme por la temprana eliminación de Boca Juniors.
La Casa Rosada tiene confianza plena de que podrá sostener el actual esquema económico hasta las elecciones legislativas de octubre. Sus opositores también lo descuentan.
Los caminos se bifurcan cuando se piensa en el día posterior.
La hoja de ruta que traza Milei tiene como punto de partida el triunfo electoral. “Presidente que pierde no gobierna”, sintetiza, sin miedo a la exageración, uno de sus asesores políticos. El relato libertario califica de inmoral el despilfarro de fondos públicos para ganar unas elecciones, pero lo diferencia de lo que está haciendo ahora el Gobierno con el manejo del dólar. Cree que el mercado hará las correcciones “cuando lo considere necesario”. Una victoria de La Libertad Avanza (LLA) -en ese razonamiento- sería la inyección de confianza que permitiría un acomodamiento indoloro después de las elecciones.
La secuencia sería: triunfo electoral, baja del riesgo país, regreso a los mercados de deuda a tasas razonables y transitar con relativa calma el período previo a que la producción de Vaca Muerta y la explotación minera aporten un flujo de dólares capaz de terminar con la histórica restricción externa de la Argentina.
La clave reside en cómo conseguir dólares el año que viene. La bala de plata del FMI ya la usó este año. En abril, cuando rubricó el acuerdo, Milei dijo que tendría 50.000 millones de dólares de reservas en mayo. Terminó el mes por debajo de 37.000 millones. Digno de “un mandril”, para usar su nomenclatura. Ajustó entonces el discurso. La cantidad de reservas no importa, argumentó mientras autorizaba a su equipo a endeudarse para conseguir dólares y cumplir las metas comprometidas con Washington. Sabe muy bien que no hay antecedente de un plan de estabilización exitoso con un Banco Central quebrado.
Por actitud personal y por el contexto que le tocó en suerte, el Presidente ha mostrado una gran capacidad para adaptarse a las circunstancias. Se ata al superávit fiscal y a la ambición desreguladora. Son las dos señales inequívocas que envía a los actores económicos. El resto es pragmatismo y habilidad para comunicar. Un rubro en el que hace uso a discreción del insulto, la descalificación y la hipérbole.
Esta semana se atragantó con la decisión de la calificadora Morgan Stanley Capital International (MSCI) de mantener a la Argentina en la lista de países de mayor riesgo en el mundo para la inversión financiera. Jugamos en la liga de Nigeria, Palestina o Zimbabue. Las razones responden a la continuidad de las restricciones a la salida de capitales (el cepo que sobrevive más allá del relato) y la idea es que eso cambie en un futuro cercano. Pero sería necio no preocuparse por la imagen que devuelve ese espejo.
La mochila de desconfianza que carga el país hace más peligroso el tránsito por un mundo que es muy distinto al que Milei imaginó cuando llegó al poder. Las guerras y el proteccionismo trumpista moldean un presente de incertidumbre y volatilidad. El dólar se debilita, pero las tasas de interés no bajan. Los precios de los productos primarios navegan en la inestabilidad.
La obsesión electoral –que hermana a Milei con sus antecesores- tapa por el momento la pregunta obligada sobre la etapa que se abre cuando pase octubre. ¿Cómo hará un país de economía abierta que necesita inversiones para acumular dólares en un mundo cada vez más cerrado y que está todo el tiempo a las puertas de un evento disruptivo?
Milei se enfrenta a la trampa del ganador. Está haciendo todo lo necesario para imponerse en las elecciones de este año, mientras se construye a sí mismo la valla que le tocará saltar en la siguiente.
Desde 2011 ningún oficialismo logró la reelección. No hubo tampoco dos años seguidos de crecimiento económico sostenido. ¿Podrá Milei torcer el ciclo de esperanza y frustración que aquejó a sus precursores?
Esta vez es distinto porque hay superávit fiscal, repite el mantra oficialista. ¿Alcanzará? Todavía no se vislumbra quién será el prestamista que aporte los dólares que el modelo demanda ni tampoco de qué manera piensa Milei construir un oficialismo eficiente que lleve a cabo las transformaciones legislativas que requiere su revolución de libre mercado.
Milei no esconde su aversión al acuerdo. Basta con observar el destino del Pacto de Mayo, reflotado esta semana: el Gobierno puso el texto y eligió a los representantes de “la oposición”. Negociar así es una delicia. La fijación por pintar de violeta las listas de candidatos que negocia con el Pro hacen juego también con esa ambición hegemónica.
El contraste con el kirchnerismo es otra herramienta vital de la campaña. “La gente entendió que ajustar al fisco es devolverles el dinero. ¿La crueldad? Sí, soy cruel. Soy cruel, kukas inmundos. Soy cruel con ustedes: los gastadores, los empleados públicos, los estatistas, los que les rompen el culo a los argentinos de bien», gritó el Presidente el miércoles en un acto en Puerto Madero. La romantización de la crueldad sigue la estela de la exaltación del odio que naturaliza el discurso oficial.
Polarizar contra el abismo rinde, aunque puede tener un doble filo. Los mercados miran quién gana las elecciones y también quién es la alternancia posible. Lo que llaman “el riesgo político”.
Son amenazas del largo plazo en el reino de las urgencias. La baja de la inflación y la estabilidad cambiaria le dan a Milei la pole position de la carrera electoral, a pesar de la suba de la tasa de desempleo, las dificultades de la industria y el sufrimiento social que se desprende del ajuste en el sector público.
“En los primeros dos años la vamos a pasar muy mal”, había advertido Milei al asumir. Ahora alimenta la ilusión con promesas muy concretas sobre el porvenir. Por ejemplo, que “a mediados de 2026 la inflación estará terminada”, que “vamos a ser el país más libre del mundo” y que se viene un proceso de crecimiento sostenido de entre el 6 y 8% anual.
Primero hay que ganar y después evitar que el éxito no engendre una derrota futura. El objetivo de una economía estable, competitiva y con capacidad de generar trabajo genuino habrá que resolverlo de alguna manera con la “fase 4” del programa. Todo marcha de acuerdo al plan.
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