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La fábrica de espías rusos de Brasil: cómo desmantelaron una red de agentes encubiertos de Putin

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Artem Shmyrev los tenía a todos engañados. Este agente de inteligencia ruso parecía haber creado la identidad encubierta perfecta. Dirigía una próspera empresa de impresión en 3D y compartía un departamento de lujo en Río de Janeiro con su novia brasileña y un esponjoso gato de raza Maine Coon de color naranja y blanco.

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Pero lo más importante era que tenía un acta de nacimiento y un pasaporte auténticos que confirmaban su alias: Gerhard Daniel Campos Wittich, un ciudadano brasileño de 34 años.

Después de seis años manteniendo un bajo perfil, estaba ansioso por empezar el verdadero trabajo de espía.

“Nadie quiere sentirse perdedor”, escribió en un mensaje de texto de 2021 a su esposa rusa, quien también era agente de inteligencia, en un inglés imperfecto. “Por eso sigo trabajando y esperando”.

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No era el único. Durante años, según descubrió una investigación de The New York Times, Rusia usó a Brasil como punto de partida para sus agentes de inteligencia de élite, conocidos como ilegales. En una operación audaz y de gran alcance, los espías se despojaban de sus pasados rusos. Creaban empresas, hacían amigos y tenían aventuras amorosas; a lo largo de muchos años, todo esto se convertía en los cimientos de identidades totalmente nuevas.

En el pasado, se han descubierto importantes operaciones de espionaje ruso, incluyendo una en Estados Unidos en 2010. Sin embargo, esto era diferente. El objetivo no era espiar a Brasil, sino convertirse en brasileños. Luego, bajo el manto de identidades convincentes, partían hacia Estados Unidos, Europa o Medio Oriente, donde comenzaba su verdadero trabajo.

En esencia, los rusos convirtieron a Brasil en una cadena de montaje para agentes encubiertos como Shmyrev.

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Uno abrió un negocio de joyería. Otra era una modelo rubia de ojos azules. Un tercero fue admitido en una universidad estadounidense. También hubo un investigador brasileño que consiguió trabajo en Noruega, y un matrimonio que acabó yéndose a Portugal.

Luego, todo se vino abajo.

Seis de los espías rusos, en el sentido de las agujas del reloj desde arriba a la izquierda: Yekaterina Leonidovna Danilova, Vladimir Aleksandrovich Danilov, Olga Igorevna Tyutereva, Aleksandr Andreyevich Utekhin, Irina Alekseyevna Antonova y Roman Olegovich Koval. (Foto: The New York Times.)

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Durante los últimos tres años, agentes de contraespionaje brasileños han estado buscando a estos espías de manera silenciosa y metódica. Mediante un minucioso trabajo policial, estos agentes descubrieron un patrón que les permitió identificar a los espías, uno por uno.

Los agentes han descubierto al menos a nueve agentes rusos que operaban bajo identidades encubiertas brasileñas, según documentos y entrevistas. Seis nunca habían sido identificados públicamente hasta ahora. La investigación ya ha abarcado al menos ocho países, según señalaron los agentes, con información procedente de Estados Unidos, Israel, Países Bajos, Uruguay y otros servicios de seguridad occidentales.

Utilizando cientos de documentos de investigación y entrevistas con decenas de funcionarios policiales y de inteligencia de tres continentes, el Times reconstruyó los detalles de la operación de espionaje rusa en Brasil y el esfuerzo secreto para acabar con ella.

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Desmantelar la fábrica de espías del Kremlin era mucho más que una operación rutinaria de contraespionaje; formaba parte de las perjudiciales secuelas de una década de agresión rusa. Espías rusos ayudaron a derribar un avión de pasajeros procedente de Ámsterdam en 2014. Interfirieron en elecciones de Estados Unidos y otros países. Envenenaron a personas que consideraban enemigas y planearon golpes de Estado.

Sin embargo, fue la decisión del presidente Vladimir Putin de invadir Ucrania en febrero de 2022 lo que galvanizó una respuesta global a los espías rusos, incluso en zonas del mundo donde, durante mucho tiempo, esos agentes gozaron de cierta impunidad. Uno de esos países era Brasil, que históricamente ha mantenido relaciones amistosas con Rusia.

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La investigación de Brasil asestó un golpe devastador al programa de ilegales de Moscú, eliminando a una serie de agentes altamente cualificados que serán difíciles de sustituir. Al menos dos fueron detenidos. Otros se fueron a Rusia rápidamente. Con sus identidades expuestas, lo más probable es que nunca vuelvan a trabajar en el extranjero.

Detrás de esta extraordinaria derrota, se encontraba un equipo de agentes de contraespionaje de la policía federal brasileña, la misma unidad que investigó al expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por planear un golpe de Estado.

Sede de la Policía Federal de Brasil en Brasilia. Sus agentes expusieron la red de espionaje. (Foto: The New York Times.)

Sede de la Policía Federal de Brasil en Brasilia. Sus agentes expusieron la red de espionaje. (Foto: The New York Times.)

Desde su moderno cuartel general de cristal ubicado en la capital, Brasilia, pasaron años revisando millones de registros de identidad brasileños en busca de patrones. El operativo llegó a conocerse como Operación Este.

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Fantasmas en el sistema

A principios de abril de 2022, pocos meses después de que los soldados rusos entraran en Ucrania, la CIA transmitió un mensaje urgente y extraordinario a la policía federal de Brasil.

Los estadounidenses reportaron que un oficial encubierto del servicio de inteligencia militar de Rusia había llegado recientemente a Países Bajos para hacer prácticas en la Corte Penal Internacional, justo cuando esta empezaba a investigar los crímenes de guerra rusos en Ucrania.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

El aspirante a becario viajaba con pasaporte brasileño, bajo el nombre de Victor Muller Ferreira. Había obtenido un título de posgrado de la Universidad Johns Hopkins con ese nombre. La CIA dijo que su verdadero nombre era Sergey Cherkasov. Los funcionarios de fronteras neerlandeses le habían negado la entrada, y ahora estaba en un avión con destino a San Pablo.

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Con pocas pruebas y solo unas horas para actuar, los brasileños no tenían autoridad para detener a Cherkasov en el aeropuerto. Entonces, durante varios días llenos de tensión, la policía lo mantuvo bajo estrecha vigilancia mientras permanecía libre en un hotel de San Pablo.

Finalmente, los agentes consiguieron una orden de detención y lo arrestaron; no por espionaje, sino por utilizar documentos fraudulentos.

La playa de Ipanema en Río de Janeiro. Durante años, Rusia usó a Brasil como punto de partida para sus agentes de inteligencia de élite, conocidos como ilegales. (Foto: The New York.)

La playa de Ipanema en Río de Janeiro. Durante años, Rusia usó a Brasil como punto de partida para sus agentes de inteligencia de élite, conocidos como ilegales. (Foto: The New York.)

Incluso eso resultó ser un caso mucho más difícil de lo que nadie esperaba. Durante el interrogatorio, Cherkasov se mostró arrogante e insistió en que era brasileño. Y tenía documentos que lo demostraban.

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Su pasaporte brasileño azul era auténtico. Tenía una credencial de elector brasileña, como exige la ley, y un certificado que demostraba que había cumplido el servicio militar obligatorio. Todo era auténtico.

“No había ningún vínculo entre él y la gran Madre Rusia”, dijo un investigador de la policía federal, que al igual que otros, habló bajo condición de anonimato porque la investigación sigue abierta.

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Fue hasta que la policía encontró su acta de nacimiento que la historia de Cherkasov comenzó a desmoronarse. Junto con toda la operación rusa en Brasil.

En el pasado, los espías rusos a menudo han obtenido documentos de identidad asumiendo la identidad de personas muertas, con frecuencia, bebés.

Este no era el caso. Los agentes determinaron que Victor Muller Ferreira nunca existió. Sin embargo, tenía un acta de nacimiento real.

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El documento indicaba que Victor Muller Ferreira había nacido en Río de Janeiro en 1989 de una madre brasileña, una persona real que había muerto cuatro años después.

Sin embargo, cuando la policía localizó a su familia, los agentes se enteraron de que la mujer nunca había tenido un hijo. Las autoridades nunca encontraron a nadie que coincidiera con el nombre del padre.

El descubrimiento generó preguntas alarmantes. ¿Cómo fue que un espía ruso consiguió documentos auténticos con un nombre falso? Y lo más importante que se preguntaba la policía era: si un espía podía hacerlo, ¿por qué no podían hacerlo otros?

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Los agentes federales comenzaron a buscar lo que llamaban “fantasmas”: personas con actas de nacimiento legítimas que pasaron su vida sin dejar rastro alguno de haber estado realmente en Brasil y que de pronto aparecían como adultas, tramitando rápidamente documentos de identidad.

Para encontrar a estos fantasmas, los agentes empezaron a buscar patrones en millones de registros de nacimiento, pasaportes, licencias de conducir y números de Seguridad Social.

Algunas cosas podían automatizarse, pero vincularse y buscar digitalmente en todas las bases de datos brasileñas no es fácil. Gran parte del trabajo se tuvo que hacer a mano.

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Ese análisis permitió que la Operación Este desbaratara toda la operación rusa. “Todo empezó con Sergey”, dijo un alto funcionario brasileño.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Las personas especiales de Putin

Todos los espías, independientemente del país para el que trabajen, enfrentan el mismo reto: crear una identidad falsa que resista el escrutinio.

Durante generaciones, los agentes encubiertos usaron pasaportes falsos, nombres robados y coartadas bien ensayadas. La era digital, en la que casi todo el mundo tiene un historial en internet, ha complicado mucho las cosas.

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Este es un problema especialmente grave para Rusia, pues aunque todos los servicios de espionaje usan agentes encubiertos, la mayoría depende de redes de informantes locales para hacer la labor pesada de recolección de información. Rusia es un caso único. Desde los primeros años de la Unión Soviética, los agentes encubiertos se han comprometido a toda una vida de servicio, viviendo y trabajando como personas completamente distintas.

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El mismo Putin ha reconocido haber supervisado a espías soviéticos que estaban de incógnito cuando estuvo asignado a Alemania Oriental al final de la Guerra Fría, cuando era un joven agente del KGB.

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“Son personas especiales, con una calidad especial, convicciones especiales y un carácter especial”, dijo en una entrevista televisiva en 2017. “Dejar atrás tu vida anterior, dejar atrás tus seres queridos y tu familia, dejar atrás tu país durante muchos años para dedicar tu vida a servir a la patria, no es algo que todo el mundo pueda hacer. Solo los elegidos pueden hacerlo, y lo digo sin exagerar”.

Brasil parecía un lugar ideal para que los espías elegidos por Putin trabajaran en su historia. El pasaporte brasileño es uno de los más útiles del mundo, pues permite viajar sin visa a casi tantos países como el estadounidense. Y es poco probable que alguien con rasgos europeos y un ligero acento destaque en esa nación multiétnica.

Una fotografía de finales de la década de 1980 facilitada por la Agencia de Registros de la Stasi mostraba a Vladimir Putin, segundo de izquierda a derecha, cuando estuvo asignado a Dresde, Alemania Oriental, como oficial de la KGB entre 1985 y 1990. (Foto: BStU/The New York Times.)

Una fotografía de finales de la década de 1980 facilitada por la Agencia de Registros de la Stasi mostraba a Vladimir Putin, segundo de izquierda a derecha, cuando estuvo asignado a Dresde, Alemania Oriental, como oficial de la KGB entre 1985 y 1990. (Foto: BStU/The New York Times.)

Y aunque muchos países exigen la verificación de un hospital o un médico antes de expedir actas de nacimiento, Brasil permite una excepción especial para los nacidos en zonas rurales. Las autoridades expedirán un acta de nacimiento a cualquiera que declare, en presencia de dos testigos, que un bebé tiene al menos un progenitor brasileño.

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El sistema también está descentralizado y es vulnerable a la corrupción local.

Con el acta de nacimiento en la mano, solo es cuestión de solicitar el registro electoral, la documentación militar y, finalmente, el pasaporte.

Una vez obtenido, un espía puede ir a casi cualquier lugar del mundo.

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Un avance en el caso

Uno de los primeros nombres que aparecieron cuando los investigadores iniciaron su búsqueda fue el de Gerhard Daniel Campos Wittich. Él parecía encajar en el patrón. Su acta de nacimiento indicaba que había nacido en Río en 1986, pero parecía haber surgido de la nada en 2015.

Cuando los agentes empezaron a investigar, Shmyrev ya había creado una identidad encubierta tan convincente que ni siquiera su propia novia y sus colegas tenían idea. Hablaba un portugués perfecto, matizado con un acento que, según explicó, era el resultado de su infancia en Austria.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Parecía dedicar todo lo que tenía a su empresa de impresión, 3D Rio, que creó desde cero y que según antiguos colegas realmente parecía importarle. Pasaba largas horas trabajando en el piso 16 de un edificio del centro de Río, a una cuadra del consulado estadounidense. A veces enviaba a los empleados a casa para poder trabajar solo.

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“Era adicto al trabajo”, dijo Felipe Martinez, un antiguo cliente que se hizo amigo del ruso, al que conocía como Daniel. “Pensaba en grande, ¿sabes?”.

La empresa se convirtió en un éxito, comentó un antiguo empleado. Consiguió clientes como TV Globo, una cadena de televisión, y el ejército brasileño. (El empleado, que pidió no ser identificado, dijo que Shmyrev nunca fue invitado a ninguna base).

Sin embargo, según amigos y colegas, había cosas raras. Nunca tenía la computadora conectada a internet cuando no la utilizaba. Y parecía tener más dinero del que su negocio podía proporcionarle.

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Felipe Martinez, a la izquierda, y Bernardo Souza, amigos de un hombre al que conocían como Gerhard Daniel Campos Wittich. Wittich era el alias de un espía ruso, Artem Shmyrev. (Foto: The New York Times.)

Felipe Martinez, a la izquierda, y Bernardo Souza, amigos de un hombre al que conocían como Gerhard Daniel Campos Wittich. Wittich era el alias de un espía ruso, Artem Shmyrev. (Foto: The New York Times.)

Hacía viajes repentinos a Europa y Asia, y bromeaba sobre hacer “espionaje industrial” contra sus competidores. En ocasiones se hacía pasar por cliente de otros negocios de impresión, y una vez envió a uno de sus empleados a hacer prácticas en una empresa rival para que le informara sobre sus actividades.

También parecía que las cámaras le daban terror, y le disgustaba tanto que le tomaran fotos que un exempleado recordaba haber bromeado diciendo que tal vez “lo buscaba la policía federal”.

Shmyrev entró en pánico cuando un periódico local publicó una fotografía en la que aparecía frente al alcalde de Río en la inauguración de un centro tecnológico, recordó Martinez.

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Sin embargo, todo esto solo parecía tener alguna relevancia al ser visto en retrospectiva, dijeron sus amigos.

En privado, Shmyrev estaba aburrido y frustrado con su vida clandestina. “Ningún logro real en el trabajo”, escribió Shmyrev en un mensaje de texto a su esposa. “No estoy donde tengo que estar desde hace ya dos años”.

Su esposa, Irina Shmyreva, otra espía rusa que enviaba mensajes de texto desde Grecia, a medio mundo de distancia, se mostró poco comprensiva. “Si querías una vida familiar normal, pues hiciste una elección fundamentalmente equivocada”, respondió.

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Sin embargo, reconoció que la vida que tenían no era lo que esperaban. “Sí, no es como prometieron, y está mal”, le escribió. “Básicamente engañan a la gente para que haga esto y lo veo como algo malo. Es deshonesto y no es constructivo”.

Los mensajes forman parte de un archivo de documentos que fueron compartidos con servicios de inteligencia extranjeros y vistos por The New York Times. Fueron enviados en agosto de 2021 y se recuperaron posteriormente del teléfono de Shmyrev.

Seis meses después, Rusia invadió Ucrania. De pronto, los servicios de inteligencia de todo el mundo empezaron a trabajar juntos; su prioridad era trastocar el espionaje del Kremlin. Las vidas de los espías rusos desplegados por todo el mundo se vieron alteradas.

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Primero fue Cherkasov, el interno que fue detenido semanas después de la invasión. Después, Mikhail Mikushin, a quien se había investigado en Brasil, apareció en Noruega y fue detenido. Dos agentes encubiertos rusos fueron detenidos en Eslovenia, donde vivían bajo identidades argentinas falsas.

A fines de 2022, los investigadores brasileños estaban cercando a Shmyrev.

El barrio de Botafogo, en Río, donde vivía Shmyrev. Cuando los agentes empezaron a investigar, Shmyrev ya había creado una identidad encubierta tan convincente que ni su novia ni sus colegas tenían idea. (Foto: The New York Times.)

El barrio de Botafogo, en Río, donde vivía Shmyrev. Cuando los agentes empezaron a investigar, Shmyrev ya había creado una identidad encubierta tan convincente que ni su novia ni sus colegas tenían idea. (Foto: The New York Times.)

Los agentes federales desentrañaron la identidad de Gerhard Daniel Campos Wittich, y descubrieron que su madre había muerto y nunca había tenido un hijo con ese nombre. No pudieron encontrar a su padre.

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A finales de diciembre, los agentes estaban casi seguros de haber desenmascarado a un espía ruso encubierto.

Si Shmyrev estaba nervioso, no dio ninguna señal. Una tarde de diciembre, cenó con un colega en el moderno barrio de Botafogo, en Río de Janeiro. Se veía relajado; comentó que se iba a ir de viaje un mes a Malasia, según el empleado, que habló bajo condición de anonimato.

Se escabulló del país apenas unos días antes de que la policía federal desvelara su identidad. Los agentes se quedaron atónitos. Tanto trabajo y se les había ido.

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Shmyrev tenía un boleto de vuelta con fecha del 2 de febrero de 2023. Los agentes obtuvieron órdenes de detención y de cateo de sus domicilios. Cuando Shmyrev aterrizara en suelo brasileño, estarían preparados. Pero nunca volvió.

‘¿Qué es peor que ser detenido?’

Shmyrev no fue el único espía ruso que se les fue de las manos a los brasileños.

Cada vez que los agentes descubrían un nombre, parecían haber llegado demasiado tarde.

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Manuel Francisco Steinbruck Pereira y Adriana Carolina Costa Silva Pereira, de entre 30 y 40 años, estaban casados y en 2018 se marcharon a Portugal y desaparecieron.

Varios parecían estar en Uruguay. Una mujer aparentemente llamada María Luisa Dominguez Cardozo tenía un acta de nacimiento brasileña y más tarde obtuvo un pasaporte uruguayo. Y había otro matrimonio: Federico Luiz Gonzalez Rodriguez y su esposa, Maria Isabel Moresco Garcia, una espía rubia que se hacía pasar por modelo.

Por un tiempo, la mejor esperanza de los agentes brasileños para lograr una detención parecía ser un joyero llamado Eric Lopes. La policía descubrió que en realidad era un espía ruso llamado Aleksandr Utekhin.

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En 2021, su negocio apareció en un programa de televisión brasileño llamado “Empresários de Sucesso” (“Empresarios de éxito”), donde se referían a él como un “experto en piedras preciosas”.

Sin embargo, la presentadora dijo en una entrevista con el Times que Lopes había pagado para aparecer en televisión. Afirmó que Lopes era extraño. Hablaba “portugués gringo”, señaló, y se negaba a salir en pantalla. Una empleada que participó en el programa representando a su empresa, sabía tan poco del negocio que él tuvo que irle dictando lo que debía decir. “Pensé: ‘Vaya, ¿está pasando algo?”, añadió la presentadora.

Cuando los agentes federales llegaron a las tiendas, no encontraron ni rastro de Lopes ni del oro o las piedras preciosas que había anunciado en Instagram.

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Su local de Brasilia ahora está ocupado por una compañía de seguros. La dirección en San Pblo, frente a una sede de la policía militar brasileña, alberga una empresa inmobiliaria.

El atrio de un edificio de oficinas de Brasilia donde el espía ruso Aleksandr Utekhin manejaba una joyería bajo el nombre de Eric Lopes. (Foto: The New York Times.)

El atrio de un edificio de oficinas de Brasilia donde el espía ruso Aleksandr Utekhin manejaba una joyería bajo el nombre de Eric Lopes. (Foto: The New York Times.)

Los investigadores creen que su negocio solo existía como fachada para reforzar sus credenciales brasileñas. Un funcionario de seguridad occidental con conocimiento del caso dijo que, tras abandonar Brasil, Utekhin había pasado un tiempo en Medio Oriente. Se desconoce su paradero exacto, aunque los funcionarios de inteligencia creen que él y otras personas han regresado a Rusia.

No está claro si algún hecho específico asustó a los agentes para que regresaran a casa. Sin embargo, con toda la atención que comenzó a recibir Rusia tras la invasión de Ucrania, los expertos en inteligencia dijeron que tal vez los jefes de Moscú llegaron a la conclusión de que el mundo se había vuelto demasiado peligroso para ellos.

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Los agentes brasileños que dirigían la Operación Este dedicaron incontables horas a descubrir los nombres y aun así no tenían ningún caso sólido, salvo el cargo por documentos falsos contra Cherkasov.

Sin embargo, compartieron lo que habían averiguado con agencias de inteligencia de todo el mundo, cuyos agentes cotejaron la información con los registros de agentes de inteligencia rusos conocidos y encontraron coincidencias, que en algunos casos permitieron a los brasileños agregar un nombre real a las identidades brasileñas falsas.

La pareja que vivía en Portugal con el nombre de Pereira, por ejemplo, resultó ser en realidad Vladimir Aleksandrovich Danilov y Yekaterina Leonidovna Danilova, según dos funcionarios de inteligencia occidentales.

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Durante mucho tiempo, Brasil ha mantenido la neutralidad en lo que respecta a las divisiones geopolíticas. Incluso tras la invasión rusa de Ucrania, Brasil mantuvo una relación amistosa con Moscú. Por eso, que el Kremlin usara el territorio brasileño para realizar una operación de espionaje a gran escala se consideró una traición. Las autoridades querían enviar un mensaje.

“Nos pusimos a pensar: ‘¿Qué es peor que ser detenido como espía?’”, dijo el investigador brasileño de alto rango. “Ser expuesto como espía”.

Para eso, los investigadores tuvieron una idea audaz. Podían utilizar a la Interpol, la mayor organización policial del mundo, para desenmascarar a los espías de Putin.

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Era una venganza irónica. Por años, Putin ha manipulado las bases de datos de Interpol para acosar a disidentes y opositores políticos.

El pasado otoño, los brasileños emitieron una serie de notificaciones azules de la Interpol, avisos en los que solicita información sobre una persona. En las notificaciones se difundían los nombres, fotografías y huellas dactilares de los espías rusos, incluidos Shmyrev y Cherkasov, a los 196 países miembros.

El lugar de nacimiento de Shmyrev, según los documentos de identidad falsos en los que usaba el nombre Wittich, era el barrio de Catete, en Río. (Foto: The New York Times.)

El lugar de nacimiento de Shmyrev, según los documentos de identidad falsos en los que usaba el nombre Wittich, era el barrio de Catete, en Río. (Foto: The New York Times.)

La Interpol, como organismo independiente, no se ocupa de asuntos politizados como el espionaje. Para sortear esta limitación, las autoridades brasileñas dijeron que se estaba investigando a los rusos por utilizar documentos fraudulentos.

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Uruguay emitió alertas similares, vistas por el Times, para los sospechosos de ser espías rusos que llegaron ese país con identidades brasileñas. Según dijeron los servicios de inteligencia, sus nombres reales eran Roman Olegovich Koval, Irina Alekseyevna Antonova y Olga Igorevna Tyutereva.

Koval y Antonova, el matrimonio, salieron repentinamente de Brasil en un vuelo con destino a Uruguay en 2023, dijeron los investigadores. El último paradero conocido de Tyutereva fue Namibia, según el alto funcionario.

Las notificaciones de la Interpol no incluyen los nombres reales, pero sí las fotografías y otros datos identificativos. Con sus identidades registradas en las bases de datos policiales, y sus verdaderos nombres señalados por los servicios de espionaje, lo más probable es que los agentes no puedan volver a trabajar como espías extranjeros.

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De todos los espías, solo Cherkasov sigue en prisión. Fue declarado culpable de falsificación de documentos y condenado a 15 años, pero su pena se redujo a cinco años.

En una aparente táctica para llevárselo a casa antes, el gobierno ruso alegó que era un narcotraficante buscado y presentó documentos judiciales solicitando su extradición.

Vista de Botafogo. Brasil parecía un lugar ideal para que los espías rusos trabajaran en su historia. Es poco probable que alguien con rasgos europeos y un ligero acento destaque en este multiétnico país sudamericano. (Foto: The New York Times.)

Vista de Botafogo. Brasil parecía un lugar ideal para que los espías rusos trabajaran en su historia. Es poco probable que alguien con rasgos europeos y un ligero acento destaque en este multiétnico país sudamericano. (Foto: The New York Times.)

Sin embargo, los brasileños contratacaron rápidamente. Si Cherkasov era un narcotraficante, argumentaron los fiscales, entonces era esencial que permaneciera en prisión aún más tiempo para que la policía pudiera investigar.

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De otro modo, ya habría sido puesto en libertad. Pero sigue encarcelado en Brasilia.

Durante un tiempo, tras dejar Brasil, Shmyrev se comunicó regularmente con sus amigos y con su novia brasileña. Pero a principios de enero de 2023, sus mensajes de texto cesaron.

“Pasaron semanas y no sabíamos qué hacer”, dijo Martinez, su amigo.

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La novia de Shmyrev publicó un mensaje en un grupo de Facebook llamado Brasileños en Kuala Lumpur, pidiendo ayuda para encontrarlo.

“Empezamos a hacer de detectives”, dijo Martinez. “Buscábamos en internet. Llamamos a las estaciones de policía, a las embajadas, a hoteles de Kuala Lumpur, intentando ir tras su pista. Y no pudimos encontrarlo”.

Cuando Shmyrev no tomó su vuelo de regreso a Brasil, la policía entró en acción. Los agentes descubrieron que había dejado varios dispositivos electrónicos que contenían datos personales cruciales, incluyendo los mensajes de texto con su esposa espía rusa. También dejó 12.000 dólares en efectivo en su caja fuerte.

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Esos son indicios de que había planeado regresar. Como en el caso de los demás, la cuestión de qué lo motivó a marcharse y qué lo mantuvo alejado sigue siendo un misterio. Por ese entonces, su esposa rusa abandonó repentinamente su puesto de espionaje en Grecia. Más tarde, las autoridades griegas la descubrieron.

Leé también: La historia de la pareja de exespías rusos que ahora vive en un suburbio de EEUU

A pesar de todo, sus amigos dijeron que lo extrañaban.

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“A veces pienso que algún día iré ahí, a San Petersburgo”, dijo Martinez. “Estaré en la barra. Pediré un vodka. Y entonces, él estará al otro lado”.

En su fantasía, Martinez asiente con la cabeza a Shmyrev, y este le devuelve el gesto.

El último contacto conocido que tuvo Shmyrev con Brasil fue una llamada telefónica que le hizo a su novia después de haberse ido. Según le contó a Martinez, su amigo estaba triste, tal vez llorando.

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“Vas a oír cosas de mí, pero tienes que saber que nunca hice nada tan malo. Nunca maté a nadie ni nada parecido”, dijo, según el recuerdo de Martinez.

“Mi pasado me alcanzó”, dijo.

Michael Schwirtz y Jane Bradley han cubierto las operaciones rusas en Occidente durante una década. Para este artículo reportaron desde Brasil, Estados Unidos y varios países de Europa.

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Rusia, espías rusos

INTERNACIONAL

Trump team ‘pissed off’ with Kemp over candidate pick in Georgia’s Senate GOP primary battle

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

President Donald Trump’s political team and top advisers to Republican Gov. Brian Kemp of Georgia apparently aren’t on the same page when it comes to the key southeastern battleground state’s Republican Senate primary.

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The race is crucial for Republicans aiming to expand their Senate majority, as Sen. Jon Ossoff, who is running for re-election in a state that Trump narrowly carried in last year’s election, is viewed by the GOP as the most vulnerable Democrat seeking re-election in next year’s midterm elections.

Kemp, a popular two-term conservative governor whom Trump had heavily criticized in the past, was courted by national Republicans to take on Ossoff. But Kemp, who is term-limited, announced earlier this year that he would pass on a 2026 Senate run.

Sources in Trump’s political orbit and Republican sources in Georgia confirm to Fox News that there was an agreement between the president’s political operation and Kemp’s political team that they would work together to find a candidate that they could all unify behind to take on Ossoff in the Senate race.

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FIRST ON FOX: TRUMP HOUSE ALLY TO LAUNCH SENATE BID NEXT WEEK IN KEY BATTLEGROUND STATE

Georgia Gov. Brian Kemp is interviewed by Fox News Digital at a Republican Governors Association meeting in Washington D.C. on Feb. 20, 2025. (Fox News – Paul Steinhauser)

Those sources also confirm that Kemp and Trump – the ultimate kingmaker in GOP politics – met two weeks ago to discuss the Senate race in Georgia.

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But when the governor floated the name of former University of Tennessee football coach Derek Dooley, a source close to the president’s political team said «they were told to stand down, because Trump’s team wasn’t ready to move forward on anybody.»

And when Kemp and his team did move forward with Dooley, it upset Trump’s advisers, who, according to sources, were «already pretty annoyed» that Kemp had passed earlier this year on taking on Ossoff in the Senate race.

POPULAR GOP GOVERNOR PASSES ON SENATE BID IN 2026

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«We had a deal to work together,» a top political source in the Trump orbit told Fox News on Friday.  «Kemp went out on his own – which has frustrated and pissed off Trump orbit.»

The source added that «the best option for the GOP in Georgia was and is Brian Kemp. Unfortunately, he has chosen the path of the weak, and – instead of leading – has decided to circumvent and self-anoint a candidate no one has heard of and the president hasn’t met.»

«The operation that delivered the win in Georgia was the Trump organization – not a faux operation – it’s hard to see it rallying behind the blind ambition of someone more interested in 2028 than in 2026,» the source said, in a not-so-veiled reference to Kemp’s potential interest in seeking the 2028 Republican presidential nomination. 

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President Donald Trump's political team is 'frustrated' with Gov. Brian Kemp when it comes to Georgia's 2026 GOP Senate primary, sources tell Fox News.

Donald Trump shakes hands with Georgia Gov. Brian Kemp after speaking at a temporary relief shelter as he visits areas impacted by Hurricane Helene, Friday, Oct. 4, 2024, in Evans, Georgia. (AP Photo/Evan Vucci)

But a source close to the governor told Fox News that it’s factually not true that they were told to stand down on Dooley.

And the source added that Kemp meant what he said that he wants to work with the president and his team and remains that way.

Kemp’s political team first floated the Dooley trial balloon about two months ago. A longtime Georgia-based Republican strategist said the reaction in the Peach State among Republicans «was very negative.»

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Dooley, who is the son of former longtime University of Georgia football coach Vince Dooley, is close with Kemp, who is a longtime friend.

And Dooley has hired two top Kemp political advisers to help with his potential Senate campaign.

A Republican source in Georgia says a decision by Dooley on whether he’ll run could come as early as next week.

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Republican Rep. Mike Collins, a Trump ally and supporter in the House, will announce his candidacy for the Senate next week, sources with knowledge told Fox News Digital on Friday.

Rep. Mike Collins of Georgia

Fox News has learned that Rep. Mike Collins of Georgia will launch a Senate campaign next week in the race against Democratic Sen. Jon Ossoff.  (Bill Clark)

Republican Rep. Buddy Carter, who for a decade has represented a district in coastal Georgia, launched a Senate campaign in the spring.

Georgia Insurance Commissioner John King also announced a run, but ended his bid on Thursday.

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Trump and Kemp have a turbulent political history. 

Trump backed the then-Georgia secretary of state in his successful 2018 campaign for governor.

But during the two years after his 2020 election defeat to former President Joe Biden, which included a razor-thin loss in Georgia, Trump attacked Kemp for failing to overturn the election results in his state. 

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Trump toned down the criticism in 2022 after Kemp crushed Trump-backed former Sen. David Perdue in the state’s GOP gubernatorial primary, as Kemp successfully cruised to re-election to a second term as governor.

KEMP SPEAKS OUT AFTER TRUMP FLIPS AND PRAISES THE GEORGIA GOVERNOR

But last summer, amid the 2024 presidential campaign, Trump went on a 10-minute tirade against Kemp at a rally in Atlanta just blocks from the Georgia State Capitol. Trump blamed the governor not only for failing to overturn the 2020 vote count but also for not stopping a county prosecutor from indicting the former president for his attempts to reverse the results.

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Trump quickly changed his tune on Kemp days later, and praised the governor in a social media post «for all of your help and support in Georgia, where a win is so important to the success of our Party and, most importantly, our Country.»

Brian Kemp and Donald Trump

Then-Georgia Republican gubernatorial candidate Brian Kemp, left, walks with President Donald Trump as Trump arrives for a rally in Macon, Georgia. (AP )

Kemp, in a Fox News Digital interview a few days later, downplayed Trump’s tirade against him, calling it a «small distraction that’s in the past.»

As Dooley moves closer to launching a campaign, Collins is just days from declaring his candidacy.

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Collins, a businessman who founded a trucking company, is in his second term representing Georgia’s 10th Congressional District, which includes a large swath of urban, suburban, and rural areas between Atlanta and Augusta.

The conservative lawmaker, who’s the son of the late Republican Rep. Mac Collins of Georgia, has been moving closer to launching a Senate campaign for weeks.

Collins was an early backer of the president, supporting him as Trump first ran for the Republican presidential nomination in the 2016 cycle.

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Collins at the beginning of this year reintroduced the Laken Riley Act, which mandates that undocumented immigrants charged with burglary or theft be detained. It’s named after a Georgia nursing student killed by a man who had illegally entered the U.S. The case grabbed national attention.

The bill, which quickly passed the Republican-controlled House and Senate, became the first legislation signed into law by Trump as he started his second tour of duty in the White House.

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A Republican source said that Collins has a «great relationship» with the president and his political team.

And a Georgia-based Republican consultant told Fox News that «the lane that Mike is going to run in is the America First fighter who’s been with President Trump.

Carter is also courting a Trump endorsement in the GOP primary.

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INTERNACIONAL

El proceso creativo de Georges Brassens: una mirada al taller de un artesano de la palabra

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Georges Brassens – L’Orage

Durante este período de formación intelectual, Brassens dejó en suspenso sus “cancioncitas” para abrazar la carrera de poeta y escritor. Relee las obras de François Villon, quien se volverá no sólo una fuente de inspiración, sino además un modelo de escritura para sus textos. “Villon me interesó […] siempre me tentó esa idea del margen. Viví con Villon durante dos años. Era lo único que leía. Me había convertido en él”. Brassens se imagina ladrón de caminos, y en sus canciones encontraremos homenajes discretos, alusiones, deferencias, como en la canción “Le moyenâgeux”.

Otro de sus autores de cabecera es La Fontaine, así como Albert Marchon, con Le Bachelier sans vergogne, Oscar Wilde y La balada de la cárcel de Reading, Conrad y Tifón, sin olvidar a Claude Tillier con Mi tío Benjamín, Georges Fourest y La Négresse blonde. Logra recitar páginas enteras de cualquiera de estas obras.

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Son terreno fértil para sus canciones y su poesía.

“Todo está determinado por lo que leí. Incluso leí autores de comedias livianas. En fin, la verdad es que leí a mucha gente. Los escritores que me gustaban me gustaban porque encontraba en ellos algo que ya estaba en mí y yo lo ignoraba”.

Con ayuda de los tratados de versificación a los que nunca abandona, así como las obras de gramática, ortografía y varios diccionarios, Georges Brassens recupera el tiempo perdido, deambula por los muelles a la pesca de obras poco conocidas, se apasiona por la sintaxis y la poética. Entre 1940 y 1944, escribe entre trescientos y cuatrocientos poemas y un centenar de canciones.

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La periodista y escritora Clémentine Deroudille recorre la vida de Georges Brassens (1921-1981)

En 1947, Georges Brassens publica, pagándolo de su bolsillo, La lune écoute aux portes, texto delirante y surrealista que en principio iba a llamarse: “Si les lièvres avaient des fusils, on n’en tuerait pas autant” o también “Lalie kakamou”. La obra lleva la firma de Georges-Charles Brassens, en homenaje al autor Charles-Louis Philippe, al que Georges admira. Brassens hace que impriman en la carátula: “Biblioteca de la nariz en alto nrf Gallimard”, y le envía un ejemplar del libro al editor acompañado de una carta: “No quise hacerle perder un tiempo valioso. Por adelantado, estoy seguro de su consentimiento. No obstante su fama de ladrón monstruoso, su prestigio es innegable y lo nombro mi editor”. Cree que con eso va a generar un caos en medio de la editorial y así llamar la atención de la dirección. Pero no recibe ninguna respuesta. Sus únicos lectores siguen siendo sus amigos y Jeanne, la fiel, que lo apoya contra viento y marea.

En 1950, Brassens escribe La Tour des miracles, que recién será publicado en 1953, año de la consagración. Esa novela le sirve de ayuda memoria, ya que allí se encuentran, como en un cuaderno de apuntes, personajes, fragmentos de relatos, expresiones distorsionadas que le rondan por la cabeza desde hace tiempo y que más tarde le serán útiles para nuevas canciones. Esta crónica de la marginalidad, cuya redacción se prolongó a lo largo de varios meses, le permite dar rienda suelta a su gusto por el absurdo, un surrealismo con tintes de humor.

En 1951, en un paseo por el mercado de pulgas de Vanves, se encuentra por casualidad con su exprofesor Alphonse Bonnafé. Feliz de volver a ver al responsable de que todo comenzara, Brassens le muestra sus escritos. Con la franqueza que lo caracteriza, el profesor no duda en criticarlos, lo que decide a Brassens a abandonar el arduo camino de la poesía. De aquí en más, sólo se dedicará a la canción, ese arte que considera menor. No quiere en absoluto convertirse en cantante, sino hacerles llegar sus canciones a otros intérpretes y, sobre todo, ganar algo de plata para ayudar a Jeanne y Marcel.

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Sin embargo, la poesía lo acompañará a todas partes y a lo largo de toda su vida. Forma parte del meollo de su obra. Y así, con total naturalidad, Brassens adapta a los poetas que le gustan.

Paul Fort, poeta de las hadas y los hechiceros, “ese hombre que plantaba árboles en medio de su casa”, como le gusta a Brassens describirlo, será el primero al que musicalizará un poema, “La complainte du petit cheval blanc”. Paul Fort no sólo acepta que cante sus poemas, sino que también le permite cambiar algunas estrofas, acortarlas, cambiar los títulos. Le dice a Brassens: “Te permito hacer lo que quieras. Sé que no me vas a traicionar”. Así, “L’amour marin” pasará a ser “Marine”, “Le convoi de Paul Verlaine après un tourbillon de neige” será “L’enterrement de Verlaine” y “La com plainte du petit cheval blanc” será “Le petit cheval”. Un día, Brassens confesará a propósito de Paul Fort: “Si yo hubiera sido un simple músico, él habría sido mi letrista”.

Georges Brassens encontró en la
Georges Brassens encontró en la literatura su principal fuente de inspiración para canciones y poemas

Brassens ahonda en la obra poética de los autores que admira. Hurga, meticuloso, en sus libros, para descubrir poemas. Dentro de su repertorio, se encuentran tanto poemas de Victor Hugo, “La légende de la non ne” o “Gastibelza”, como de Lamartine, “La pensée des morts”, del que conserva sólo siete estrofas. Procede de igual modo con el poema de Jean Richepin, “Les oiseaux de passage”, que reduce considerablemente, para adaptarlo a la canción. Corta los ocho primeros cuartetos y luego suprime la mitad de las estrofas res tantes del poema. Cambia el título de “Chanson des cloches de baptême” por “Philistins”. En el poema de Aragón “Il n’y a pas d’amour heureux”, elimina la última estrofa, donde el poeta habla del amor a la patria, le cambia así el sentido. Una manera de Brassens de apropiarse de esos poemas. Así ocurre con “Les pas santes”, poema de un tal Antoine Pol, descubierto en el mercado de las pulgas de Vanves en 1942. Brassens se toma la libertad de suprimir dos estrofas. En 1971, al fin se decide a cantarla luego de muchos años de trabajo de composición. Gracias a Brassens, algunos poemas desconocidos u olvidados se vuelven muy populares. “Canto para las porteras cultas”, decía. Sin olvidar nunca sus orígenes, anhelaba familiarizar al público en general con la poesía como Alphonse Bonnafé había hecho con él unos años atrás.

Todas las mañanas, desde las cinco hasta las ocho, Brassens escribe. “Mal que te pese, trabajo con las canciones. No todo el mundo tiene la suerte de ser periodista u oficinista. Tampoco puedo convertirme en ladrón de caminos. Es muy común y peligroso. Además, mi familia del sur de Francia se opone y mi madre me amenazó con matarse si se me ocurría manchar la reputación del clan Brassens. Sólo me queda el music hall. Peor para ti, ya que, por mi parte, voy a zafar” (carta a Roger Toussenot).

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Instalado en la mesa de trabajo, Brassens anota todo por miedo a olvidarlo. Apenas surge una idea, la anota en el papel de manera aproximada, aunque no rime. Después, como un escolar, elabora el plan de la canción: reparte las estrofas, resume el contenido y le da forma al conjunto. Más tarde, pule, tacha, retoca el texto con un respeto estricto a las reglas de versificación, una preocupación extrema por el ritmo. Cincela los versos, no deja nada librado al azar. Si no le sirve una palabra, la cambia, retoma toda la canción hasta encontrar la palabra justa.

Guarda todos esos borradores para poder volver sobre una idea, un verso o una estrofa, si es necesario. En su libreta, transcribe pasajes enteros de viejos textos, expresiones anotadas en varias páginas, que son el puntapié inicial para una canción a la que no le encuentra continuación en el momento en que la escribe.

El proceso creativo de Brassens
El proceso creativo de Brassens incluía la escritura diaria, la revisión constante y el perfeccionamiento de versos

Así, pasa mucho tiempo con los borradores de futuras canciones. Sabemos que “Supplique pour être enterré à la plage de Sète” exigirá no muchos meses, sino unos diez años de trabajo para al fin emerger de la libreta de apuntes. Es el precio a pagar para que al final no haya nada que modificar. “Cien veces intenté cambiar una coma de tus canciones —confesará Jacques Brel—. Y nunca lo logré”.

“Trabajo una enormidad, por lo general, siempre tengo un verso o dos que me caen del cielo e intentó hallar la continuación. ‘La mauvaise réputation’ la encontré de casualidad; ‘Les braves gens n’aiment pas que l’on suive une autre route qu’eux’ [“A la gente le sienta mal que haya un camino personal”1] es un pensamiento que me vino así como así, tengo la costumbre de pensar en proverbios o en versos, y luego me dije: ‘¿Qué voy a hacer con esto?’. Lo había anotado en mi libreta donde apunto todo lo que se me cruza por la cabeza y un día, al consultar la libreta, dije: ‘¿Qué puedo sacar de bueno de esto?’. Intenté confrontar mis opiniones con las de otro grupo y poco a poco encontré imágenes, ideas, anoté todo. Cuando tuve cinco o seis páginas, traté de conservar sólo lo que me pareció más valioso, lo mejor”.

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Brassens perfecciona sus propias técnicas de escritura. Anota expresiones inventadas, como “point d’accrocs dans sa robe de mariée” [“agujeros en su vestido de no via”] o “Ulysse de banlieue” [“Ulises suburbano], que se convierten en punto de partida para otras canciones. Así nace “Pénélope”, la historia de una mujer que ansía escapar del yugo estrecho en el que vive.

Vuelve a copiar pedazos de poemas que le gustan. Después guarda los versos apretujados en uno de los tantos libros de la biblioteca. Más tarde, abre el libro al azar y vuelve a encontrar los poemas, los versos que serán fuente de inspiración para una nueva canción.

“Las historias son siempre las mismas. No precisamente los personajes, sino más bien las emociones. Recibo impresiones, reparto todo eso en escenas con personajes de manera un tanto arbitraria. Es más poético ubicar a los enamorados con árboles donde se pueden grabar los nombres, un río donde se puede hacer sapito”.

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Brassens trabaja siempre con el mismo pequeño teatro: cinco o seis personajes que escenifica en situaciones a veces grotescas o tiernas. Un policía, una muchacha, un cura, que actuarán en escenas tomadas de su vida personal o de la de otros. Cuando muere su abuelo, oye esta expresión: “Muerto de muerte natural”. Tiempo más tarde, esa expresión lo inspirará para la escritura de “Bonhomme”.

Algunas anécdotas de su vida cotidiana también son musicalizadas, como es el caso de “Le vieux Léon”. “Es la historia de un tipo que tocaba el acordeón en la calle de Vanves en el distrito catorce y del cual todos nosotros nos mofábamos un poco, yo qué sé, porque no nos gustaba o creíamos que no nos gustaba el acordeón. Y entonces, se muere, y nos dimos cuenta de que nos gustaba el acordeón y que lo queríamos. ‘Le vieux Léon’ es una declaración de amor que por desgracia llega tarde, ya que el destinatario no puede escucharla” (entrevista en Europe 1, el 9 de febrero de 1974).

[Fotos: Universal Music Group]

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INTERNACIONAL

Jesse Ball resignifica a Charly García con aquello de “la mustia sensación de que el tiempo se echó a perder”

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Jesse Ball, autor de «Toque de queda», una novela sobre un padre y su hija bajo una tiranía que prohibió el arte y la música

Con excelente traducción de Carlos Gandini, la editorial Sigilo acaba de publicar una nueva edición de Toque de queda de Jesse Ball y es una buena oportunidad para adentrarse en la obra de un autor original, diferente.

Toque de queda se desarrolla en una ciudad sin nombre gobernada por un régimen represivo donde la música y el arte están prohibidos, y el silencio se impone mediante el miedo. William Drysdale, que en su día fue un violinista de renombre, ahora trabaja escribiendo epitafios para aquellos que han desaparecido o esperan su ejecución. Su hija Molly, de ocho años, muda pero con una imaginación desbordante, se convierte en el corazón emocional de la novela. Cuando William rompe el estricto toque de queda de la ciudad para asistir a una reunión secreta de la resistencia, Molly se queda atrás y monta una oscura obra de títeres con un vecino: un relato alegórico de la historia de su familia y la opresión de la ciudad.

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Desde las primeras páginas, nos adentramos en un mundo fracturado construido a partir de fragmentos de memoria y silencio. Su narrativa toda se resiste a la linealidad y a las convenciones; distorsiona el tiempo, mezcla escenas y nos aleja de la comodidad de la simple ecuación “causa y efecto”. Lo que Ball consigue con esta forma fragmentada no es simplemente un juego estético, sino un espejo del caos interno de sus personajes. La vida en ese lugar imaginado no se desarrolla de forma ordenada, sino que avanza caótica, ensombrecida por el dolor y la incertidumbre. Los momentos llegan fuera de secuencia, no para confundirnos, sino para situarnos en el ritmo del trauma. Aquí, el tiempo es elástico. Los recuerdos se funden con el presente. El dolor se repite sin cesar. Cada fragmento forma parte de un mosaico más amplio, incompleto pero resonante, y el lector se convierte en un participante activo, que va armando con las piezas un rompecabezas a partir de los silencios y las sugerencias. Ball le pide mucho a sus lectores. Y eso se agradece.

"Toque de queda", de Jesse
«Toque de queda», de Jesse Ball, fue reeditada por editorial Sigilo, con traducción de Carlos Gandini

Así como en la mente, la novela se acomoda al funcionamiento real del pensamiento y la memoria. No hay pausas entre capítulos y perdemos un poco el norte narrativo. En su lugar, Ball nos ofrece una forma de sentir el tiempo como lo hacen sus personajes: fluido, inestable e inquietante. Capta profundamente la naturaleza subjetiva de la memoria: cómo, en momentos de profundo dolor o reflexión, nuestra mente no reproduce los acontecimientos en orden cronológico, sino que da vueltas, salta y se detiene en fragmentos, como en un sueño recurrente.

La urgencia emocional de la novela es por momentos surrealista. Incluso las escenas más banales vibran con tensión, con la certeza de que algo invisible siempre está presionando. Hay un temor silencioso que impregna Toque de queda, una sensación de que lo ordinario puede desmoronarse en cualquier momento y lo cotidiano se vuelve extravagante, demoledor, o simplemente extraño.

En su obra, Ball escribe sobre la soledad y muchas veces responde a la frase de la canción de Charly García “la mustia sensación de que el tiempo se echó a perder”: la conversación que no se tuvo, la mano que no se tomó, el momento que se perdió. No es melodramático. Es simplemente cierto. Esa verdad duele.

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"Toque de queda" sucede una
«Toque de queda» sucede una ciudad sin nombre gobernada por un régimen represivo (Foto: REUTERS/Blair Gable)

Los dos personajes principales de la novela están habitados por la soledad. La soledad de William, el padre de Molly, tiene varias capas: es el dolor de un viudo, el silencio de un hombre que antes estaba lleno de vida y la impotencia de un padre que intenta proteger a su hija de un mundo brutal. Aunque está profundamente dedicado a Molly, está emocionalmente aislado, resignado, y cauteloso. Su silenciosa rebelión al romper el toque de queda es tanto un acto de desesperación como de esperanza, un gesto solitario contra un sistema abrumador. La soledad de William no es ruidosa, es una quietud, un peso, una presencia constante en su vida interior. Y Molly, la hija de ocho años de William, es muda, pero su silencio es rico en expresiones. Muy inteligente y creativa, procesa el mundo a través del juego, los símbolos y la imaginación. Su soledad es diferente a la de su padre: está llena de nostalgia e inventiva. Extraña a su madre, siente el dolor de su padre y, sin embargo, encuentra formas de conectar a través de historias y títeres. Su soledad está llena de color y vida, pero sigue siendo una soledad nacida de la pérdida y el silencio.

Sin embargo, a pesar de su melancolía, Ball salpica su narrativa con momentos de bondad, encuentros que parecen pequeñas misericordias. Una mirada compartida. La palabra de un desconocido. Estas escenas nunca son exageradas, pero tienen el peso emocional de los discursos de una novela. En el mundo de Ball, una sola mirada puede redimir una vida. Y ese minimalismo es clave. No llena la página de adornos. En cambio, nos da espacio para sentir. Las frases son cortas, sí, pero se abren a un vasto territorio emocional. Donde otros escritores explican, Ball sugiere. Y no es solo una elección estilística, es una invitación. Obliga al lector a inclinarse y hurgar, a habitar los silencios, a reconstruir las emociones no expresadas.

Toque de queda es una exploración tranquila pero resonante de la vida bajo la tiranía, donde se impone el silencio y la soledad, y la imaginación se convierte tanto en refugio como en resistencia. A través de las vidas silenciosas de William y Molly, Ball examina cómo los individuos afrontan la pérdida, no solo de sus seres queridos, sino también de la libertad, la expresión y la verdad. Su relación se convierte en un santuario en un mundo despojado de sentido, y sus pequeños actos de creatividad se erigen como un silencioso desafío contra la maquinaria del control. Con su lenguaje sobrio y su atmósfera inquietante, Toque de queda nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, el espíritu humano busca conexión y que las historias, por frágiles que sean, constituyen el puente entre la memoria y el presente, entre la soledad y la compañía, entre la libertad interior y la opresión exterior.

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