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Un libro en dos mil palabras: “El proceso”, de Kafka, una acusación sin causa y un descenso sin fin

Algunos libros no se leen, se habitan. Nos envuelven con una atmósfera, una lógica propia que altera nuestras coordenadas más elementales. Tal es el caso de El proceso, novela inacabada de Franz Kafka publicada póstumamente en 1925, que narra el lento e inexorable hundimiento de Josef K., un empleado de banco que es arrestado una mañana sin saber por qué. Desde entonces, el protagonista intenta sin éxito comprender y defenderse ante un tribunal que nunca ve, en un proceso cuyo sentido y lógica escapan a toda razón. Esta es la historia que te vamos a contar-CON SPOILERS– en unas 2.000 palabras.
El proceso
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En la primera edición de El proceso, en 1925, Max Brod -el amigo de Kafka que publicó su obra pese a los pedidos en contrario del autor- comentaba que el manuscrito no llevaba título. Sin embargo, contaba que Kafka -que había muerto un año antes- siempre se refirió al texto con esa denominación. Por regla general, Kafka se decidía por un título definitivo una vez concluida la obra. El proceso, entonces, podría haber sido sólo un título provisional.
Kafka, nacido en Praga en 1883, creó una obra única y perturbadora, donde la culpa y el absurdo son fuerzas que gobiernan al individuo. El proceso se ha interpretado como una alegoría, una crítica al poder burocrático o un retrato de la ansiedad existencial. Pero, más allá de las interpretaciones, lo que queda es una narración que nos atrapa desde la primera línea. La historia no tiene redención, sino una deriva: el proceso comienza, y de ahí en adelante, todo es descenso.
Vamos al texto:
“Alguien tenía que haber calumniado a Josef K., pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo“. Así comienza la historia. Es su cumpleaños número treinta, vive en una pensión, trabaja como procurador en un banco. Pero ese día, en vez del desayuno que le lleva la cocinera Anna, entran dos hombres desconocidos. Uno se llama Franz. Visten de negro. No son policías ni muestran credenciales. Solo le dicen que está detenido, aunque puede seguir con su rutina. K. no entiende nada. Pregunta por la acusación. La respuesta es siempre la misma: “No estamos autorizados a decírselo”.

Franz y su compañero Willem lo escoltan, no lo agreden. Lo llevan ante un inspector que se presenta en una habitación de la pensión convertida en improvisado despacho. El inspector repite que todo está en marcha: “El proceso se acaba de iniciar y usted conocerá todo en el momento oportuno”. Pero no hay explicación, ni delito, ni instancia clara. K. se siente ofendido y ridículo. No es encerrado ni conducido ante un juez. Simplemente le dicen que el proceso ha comenzado y que será convocado. Esa es la nueva condición de su existencia.
Esa misma noche, K. se disculpa ante su casera, Frau Grubach, y luego va a la habitación de la señorita Bürstner, una vecina. Le cuenta lo sucedido, la escena del arresto, la presencia de los extraños. Bürstner, incrédula, escucha con interés. K., excitado, recrea el episodio, la imita, se agita, mueve los muebles como si interpretara una obra. Termina besándola. A la mañana siguiente, un tal Capitán Lanz, amigo de la casera, lo reprende por haber importunado a la señorita. K. lo ignora. El proceso ya ha entrado en su cuerpo.
Lo más inquietante: no lo trasladan ni lo encierran. El arresto no implica reclusión. K. puede continuar con su vida, ir al trabajo, hablar con su casera. –”Entonces estar detenido no es tan malo”, dice K. Pero todo está teñido de una nueva inquietud. El proceso ha comenzado y su sombra lo acompañará siempre.
Una semana después, recibe una citación. Debe presentarse un domingo en un lugar impreciso. Encuentra finalmente la sala: un desván miserable, atestado de personas. El juez instructor le llama la atención por su retraso. K. responde con un largo alegato donde denuncia el carácter arbitrario del tribunal: “Fui detenido hace diez días, me río de lo que motivó mi detención, pero eso no es algo para tratarlo aquí. Me asaltaron por la mañana temprano, cuando aún estaba en la cama. Es muy posible ––no se puede excluir por lo que ha dicho el juez instructor–– que tuvieran la orden de detener a un pintor, tan inocente como yo, pero me eligieron a mí”.
Sus palabras son firmes, cada vez más enfáticas: “No hay ninguna duda de que detrás de las manifestaciones de este tribunal, en mi caso, pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, sino a una judicatura de rango supremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes”
El público, formado por gente de aspecto miserable, parece aprobar. Pero K. no obtiene respuestas. «Hoy se ha privado a sí mismo de la ventaja que supone el interrogatorio para todo detenido“, le reprocha el juez. K. abandona la sala frustrado: ”¡Pordioseros! Os regalo todos los interrogatorios“.

En la segunda visita, el tribunal ya no lo espera. Las salas están vacías. Recorre pasillos, encuentra a la esposa del ujier, quien coquetea con él. La escena es ambigua. Aparece un estudiante, la alza y se la lleva. La mujer lo mira y le dice: “No, ¿en qué piensa usted? Eso sería mi perdición”. El poder judicial también tiene sus jerarquías internas, sus transacciones. K. apenas las roza.
K. empieza a perder el control de su vida. Visita cada semana el tribunal, que se esconde en los pisos superiores de edificios ajenos, mal ventilados y llenos de funcionarios indiferentes.
Aunque el proceso domina la vida de K., también lo afectan sus relaciones personales. Una figura clave es la señorita Bürstner, la vecina a quien K. confiesa su arresto. Tras el primer encuentro, ella lo evita.
Más adelante, cuando K. acude con su tío Karl al abogado Huld, conoce a Leni, la enfermera del abogado, que está enfermo del corazón. Ella se presenta como una figura abierta, sensual, casi provocadora. Lo conduce a un cuarto, se entrega de inmediato. «––Venga ––dijo ella, y lo atrajo a sí. Le besó la frente y sus manos“.
Pero incluso ese gesto tiene algo ambiguo. Leni parece disfrutar su influencia sobre los acusados. Josef K. lo percibe: “––Para ella ––pensó K.–– no soy más que otro cliente del abogado”. En sus visitas posteriores, Leni se muestra cada vez más involucrada, lo cela, le da consejos, se infiltra en su proceso. Pero K. duda. No sabe si confiar en ella o si es parte del engranaje judicial. La intimidad también se vuelve sospecha.
El abogado recibe a K. en la cama.
Karl se preocupa por el prestigio del apellido, por la reputación. Pronto se desencanta de la pasividad de K. «––No te das cuenta de lo que está en juego ––le dice––. Te comportas como si fuera un juego de oficina». La tensión entre ambos se incrementa. Karl lo abandona, decepcionado, sin ayudar más. K. se queda solo, otra vez.
Pero K. desconfía de Huld. Cree que el abogado solo prolonga el proceso. La escena más inquietante ocurre cuando conoce al comerciante Block, otro cliente de Huld, que ha estado procesado durante cinco años. Block se ha convertido en una sombra, un siervo. Se arrastra, obedece, vive con miedo. Cuando K. lo visita, lo encuentra arrodillado, siendo humillado por el abogado. «––Este hombre ––dijo Huld– ya no es un cliente. Es mío“. K. ve en Block su posible futuro. Decide cortar con Huld.
La rutina del proceso
El tribunal no emite dictámenes ni convoca nuevas audiencias. Pero el proceso sigue. K. no sabe cómo. Alguien escribe su expediente. Hay funcionarios que lo visitan, escribientes en habitaciones ocultas.
Uno de los momentos más simbólicos ocurre en el banco donde trabaja. Al escuchar ruidos en un depósito, K. descubre a Franz y Willem, los dos empleados que lo detuvieron al inicio, siendo azotados por un guardián. Ellos le suplican: «––¡Ayúdenos, señor K., somos sus guardianes!“. El castigo, le explican, es por su queja formal contra ellos. Pero la escena se repite: al día siguiente, los vuelve a encontrar en la misma posición, como si el castigo no tuviera fin.
Esta repetición instala la idea de que la sanción no es una consecuencia, sino una estructura. Nadie sale. No hay redención ni aprendizaje. Solo ciclos. Kafka lo presenta sin subrayarlo, pero con brutal claridad.
Buscando otra vía, K. visita al pintor Titorelli, un artista oficial del tribunal. Vive en un altillo rodeado de niñas que lo espían. K. le pregunta si puede ayudarlo a obtener la absolución.
El pintor le explica las tres formas de resolución posibles: la absolución verdadera (inexistente), la aparente (que lo mantiene bajo vigilancia) y la dilación indefinida. Esta última es la única accesible. Se le mantiene en libertad, pero el proceso sigue. “El proceso no se detiene, pero el acusado queda casi tan a salvo de una condena como si estuviera libre”, le explica Tirorelli. La culpa nunca desaparece.
Otro momento revelador ocurre cuando K. explora el desván donde se alojan las oficinas judiciales. Allí encuentra escribientes apilados, dormitorios improvisados, archivadores oscuros, sofocantes. Uno de ellos le explica que su expediente “debe ir bien” porque tiene poco volumen. K. pregunta por su contenido. Le responden: “––Los instructores lo leen, y si no entienden algo, añaden una nota”. No hay defensa ni acusación, solo texto acumulado, escrito sin sentido.
K. sube y baja escaleras, abre puertas, entra en salas de espera repletas. A veces le preguntan si es acusado o funcionario. Otras, lo confunden. La burocracia lo diluye todo: culpabilidad, jerarquías, hechos. Incluso el lenguaje se desvanece.
Hacia el final, K. se encuentra en la catedral con un sacerdote. Cree que está allí para acompañar a un cliente del banco. Pero el sacerdote lo llama: “––¡Josef K.!“. Le revela que es el capellán de la prisión: “––Tú eres Josef K ––dijo el sacerdote […] ––Estás acusado”.
K. intenta justificarse: “––Pero yo no soy culpable ––dijo K––. Es un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable, así, sin más?“. El sacerdote responde: ”––Eso es cierto ––dijo el sacerdote––, pero así suelen hablar los culpables“.
Entonces le cuenta una parábola: un hombre llega ante una puerta que da acceso a la Ley. Un guardián le impide entrar. El hombre espera años. Pregunta si podrá pasar. El guardián dice: «––Es posible, pero no ahora“. El hombre envejece, insiste, ofrece todo lo que tiene. Antes de morir, pregunta por qué nadie más ha pedido entrar. El guardián responde: “––Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada sólo para ti. Yo me voy ahora y cierro la puerta”.
K. pregunta si el guardián lo engañó. El sacerdote dice: «––No debes aceptar todo como verdad. Debes aceptarlo como necesario». La necesidad reemplaza a la verdad. El orden ya no se basa en justicia, sino en cumplimiento.
La noche antes de cumplir 31 años, dos hombres vestidos de negro llegan a buscarlo. K. los esperaba. “Se levantó en seguida y contempló a los hombres con curiosidad. ––¿Les han enviado para recogerme? ––preguntó”. Lo conducen sin violencia, pero con firmeza. Caminan por las calles hasta llegar a las afueras.
Allí, uno de ellos saca un cuchillo. K. comprende lo que va a ocurrir. No se resiste. Piensa: «¿Dónde estaba el juez al que nunca había llegado?“.
El verdugo se lo pasa al otro, quien lo sostiene. El cuchillo cae. Kafka cierra así la novela: «––¡Como un perro! ––dijo, fue como si la vergüenza debiera sobrevivirle“.
Kafka nunca terminó esta novela. Pero eso es parte de su fuerza. El proceso no tiene resolución ni moraleja, porque el mundo que describe tampoco las tiene. Josef K. no es culpable de nada, pero eso no lo salva. Como escribió el propio Kafka: “La sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia”. Y una vez iniciado, es imposible escapar del proceso.
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Maine Dem Senate hopeful backed by Bernie Sanders apologizes for Nazi-style tattoo, vows to stay in race

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Maine Democrat Graham Platner, a first-time Senate candidate backed by Sen. Bernie Sanders, I-Vt., says he has covered up a tattoo widely recognized as a Nazi symbol after critics unearthed old social media posts and demanded he quit the race.
Platner’s campaign is facing intense scrutiny after it was revealed he once had a skull-and-crossbones tattoo resembling the Totenkopf used by Hitler’s SS paramilitary forces.
Platner said he got the tattoo in 2007 during a «night of drinking» while on leave in Croatia in the Marine Corps and claimed he did not know its historical associations at the time. He has since covered the image with another tattoo.
DELETED POSTS URGING VIOLENCE HAUNT DEMOCRATIC SENATE HOPEFUL IN MAINE RACE
In a video posted to Instagram Wednesday afternoon, Platner elaborated that the design was chosen from a flash tattoo wall while «carousing» with fellow Marines in Split, Croatia.
«We thought it looked cool,» he said.
He claimed he had «lived a life dedicated to anti-fascism, anti-racism and anti-Nazism» and was «appalled» to learn it resembled a hate symbol.
Graham Platner, a Democratic candidate for U.S. Senate in Maine, points to a covered tattoo that had previously been an image recognized as a Nazi symbol, during an interview Wednesday in Portland, Maine. (WGME via AP)
Platner said he had never been questioned about the tattoo during his service and passed Army background checks.
He told The Associated Press he chose to cover rather than remove the tattoo due to a lack of removal services near his home in rural Maine.
«Going to a tattoo removal place is going to take a while,» Platner said. «I wanted this thing off my body.»
In the video, Platner said he had the symbol inked over with a Celtic knot and imagery of dogs, a tribute to his family pets.
«This far more represents who I am now than even the skull and crossbones did,» he said, lifting his shirt to reveal the new tattoo.
REPUBLICAN LAWMAKER DIRECTS INVESTIGATION AFTER SWASTIKA VANDALISM DISCOVERED IN DC OFFICE

U.S. Senate candidate Graham Platner, D-Maine, speaks at a town hall at the Franco Center Oct. 15, in Lewiston, Maine. (Libby Kenny/Sun Journal via AP)
The controversy comes on the heels of deleted Reddit posts in which Platner appeared to mock military sexual assault victims, criticize police and make racially-charged comments about tipping.
Platner since apologized and blamed the posts on depression and PTSD after his military service in Afghanistan. He has vowed to stay in the race and has the backing of Sanders.
Jordan Wood, a Democratic rival in the primary and former chief of staff to Rep. Katie Porter, is calling on Platner to drop out.
«Graham Platner’s Reddit comments and Nazi SS Totenkopf tattoo are disqualifying and not who we are as Mainers or as Democrats,» Wood said in a statement. «With Donald Trump and his sycophants demonizing Americans, spewing hate and running roughshod over the Constitution, Democrats need to be able to condemn Trump’s actions with moral clarity. Graham Platner no longer can.»
Platner said he believes the controversy is part of his life story, not disqualifying.

U.S. Senate candidate Graham Platner, D-Maine, acknowledges a large crowd during a town hall Sept. 25, in Portland, Maine. (Daryn Slover/Portland Press Herald via AP)
«I don’t look at this as a liability. I look at this as a life that I have lived, a journey that has been difficult, that has been full of struggle, that has also gotten me to where I am today,» Platner told the AP. «And I’m very proud of who I am.»
He blamed «establishment» forces for amplifying the backlash to derail his campaign.
«Every second we spend talking about a tattoo I got in the Marine Corps is a second we don’t talk about Medicare for all,» Platner said in the video.
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He is running in a packed Democratic primary against Wood and two-term Gov. Janet Mills.
GOP Sen. Susan Collins, who has held the seat for three decades, has not yet commented on the controversy.
Sanders and Collins did not immediately respond to Fox News Digital’s request for comment.
The Associated Press contributed to this report.
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Cómo fue el ingreso de Nicolás Sarkozy a la cárcel de Francia

Nicolás Sarkozy hizo historia, pero no por un logro político: se convirtió en el primer exjefe de Estado francés en ir a prisión desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El expresidente, que gobernó Francia entre 2007 y 2012, ingresó poco antes de las 10 de la mañana a la cárcel parisina de la Santé para cumplir una condena de cinco años por asociación ilícita, tras ser encontrado culpable de financiar ilegalmente su campaña electoral de 2007 con fondos provenientes del dictador libio Muamar Gadafi.
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Minutos antes de entregarse, Sarkozy escribió en la red social X: “Esta mañana encierran a un inocente”. Denunció un “escándalo judicial” y un “viacrucis”, y aseguró: “La verdad triunfará, pero el precio a pagar habrá sido abrumador”. Nicolás Sarkozy junto a su esposa, la modelo y cantante Carla Bruni. (Foto: AFP/Julien De Rosa).
Un ingreso a prisión rodeado de polémica y apoyo
El tribunal que lo condenó en septiembre ordenó su ingreso inmediato en prisión, sin esperar el resultado del recurso presentado por su defensa. El juicio en apelación se celebrará en los próximos meses, pero la decisión ya generó un fuerte revuelo en la sociedad francesa.
Al grito de “¡Nicolas! ¡Nicolas!”, decenas de personas se acercaron para mostrarle su apoyo cuando salió de su casa en un exclusivo barrio del oeste de París rumbo a la prisión, seguido de cerca por cámaras y fotógrafos. Entre los manifestantes, algunos lloraron y otros denunciaron un “juicio político”. “¡Estamos en la Unión Soviética!”, gritó uno de ellos, mientras dos banderas francesas flameaban en la valla de seguridad. Nicolás Sarkozy pedirá la lbertad condicional por su edad, ya que tiene 70 años. (Foto: REUTERS/Benoit Tessier).
El propio Sarkozy, casado con la cantante Carla Bruni, contó al diario Le Figaro que entraría “con la cabeza alta”, acompañado por una biografía de Jesús y el libro “El Conde de Montecristo”, símbolo de los inocentes injustamente condenados.
Condiciones de detención y antecedentes históricos
Para evitar el contacto con otros presos y posibles fotos, Sarkozy ocupará probablemente una de las 15 celdas de aislamiento de la Santé, de nueve metros cuadrados cada una, según fuentes penitenciarias. Su llegada no pasó desapercibida: “¡Oh, bienvenido Sarkozy!”, gritaron algunos internos desde sus celdas. El expresidente francés Nicolás Sarkozy se despide de su espos,a la cantante y modelo Carla Bruni, antes de ir a la cárcel. (Foto REUTERS/Benoit Tessier).
Nacido el 28 de enero de 1955, Sarkozy sigue así los pasos de otros famosos reclusos de la Santé, como el venezolano Carlos “El Chacal” o el dictador panameño Manuel Noriega. Pero es el primer exjefe de Estado francés encarcelado desde Philippe Pétain, quien fue condenado tras la Segunda Guerra Mundial por colaborar con la Alemania nazi.
El pedido de libertad condicional y el impacto político
Sus abogados ya solicitaron la libertad condicional, un beneficio posible para los presos mayores de 70 años. La justicia tiene dos meses para resolver el pedido.
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“Sarko”, como lo llaman en Francia, es el primer exmandatario de un país miembro de la Unión Europea en ir a prisión. Su encarcelamiento contrasta con la imagen de “mano dura” que construyó como ministro del Interior entre 2005 y 2007, antes de llegar a la presidencia. Sarkozy saluda a policías al salir de su casa. (Foto: AFP/Julien de Rosa).
La condena se basa en que permitió que allegados suyos buscaran fondos en la Libia de Muamar al Gadafi para financiar su campaña de 2007. Aunque no se probó que el dinero se usara “en última instancia”, el tribunal determinó que sí salió de Libia y lo condenó por la “excepcional gravedad de los hechos”.
Más causas y una sociedad dividida
No es la primera vez que Sarkozy enfrenta a la justicia: ya usó una tobillera electrónica a principios de año y acumula otras dos condenas por corrupción, tráfico de influencias y financiación ilegal de campaña en 2012. Además, tiene otras causas abiertas.
Según una encuesta reciente, seis de cada diez franceses consideran “justa” su entrada en prisión. Sin embargo, sus críticas a la supuesta politización de los jueces le valieron apoyos en sectores de la derecha y la ultraderecha. Un hombre saluda a Sarkozy cerca de la cárcel de La Santé. (Foto: REUTERS/Tom Nicholson).
La fiscalía abrió una investigación por amenazas en redes sociales contra la magistrada del caso. Incluso el presidente Emmanuel Macron se vio obligado a defender la independencia judicial, aunque el viernes recibió a Sarkozy en el Palacio del Elíseo. “Era normal que, en el plano humano, recibiera a uno de mis predecesores en este contexto”, explicó Macron.
El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, también anunció que visitará a su mentor político en prisión, aunque el fiscal general de la Corte de Casación, Rémy Heitz, advirtió que esa visita podría “atentar contra la independencia de los magistrados”.
La carta de Sarkozy, antes de ingresar a prisión
Mientras me dispongo a atravesar los muros de la prisión de la Santé, mis pensamientos se dirigen al pueblo francés de todas las condiciones y opiniones.
Quiero decirles con la fuerza inquebrantable que es mía que no es un expresidente de la República el que está siendo encerrado esta mañana, es un hombre inocente.
Seguiré denunciando este escándalo judicial, este sufrimiento que llevo soportando más de diez años. ¡He aquí un caso de financiación ilegal sin financiación! Una investigación judicial a largo plazo iniciada con base en un documento cuya falsedad ya ha sido demostrada.
No pido ninguna ventaja ni ningún favor. No debo tener lástima, porque mi voz se escucha. No debo tener lástima porque mi esposa y mis hijos están a mi lado, y mis amigos son innumerables.
Pero esta mañana, siento un profundo pesar por Francia, humillada por el afán de venganza que ha llevado el odio a un nivel desigual. No me cabe duda. La verdad triunfará. Pero el precio a pagar será desgarrador.
Francia, Nicolas Sarkozy
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North Korea launches ballistic missiles days before Trump’s visit to the peninsula

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North Korea test fired multiple short-range ballistic missiles on Wednesday, just days before President Donald Trump is expected to meet with Chinese President Xi Jinping and other leaders in South Korea.
South Korea’s military said the missiles, which were the first launched by its neighbor in five months, originated from an area south of Pyongyang and flew about 220 miles toward the northeast. The missiles did not land in the sea, the military added.
Trump is set to leave for Asia at the end of the week in what will be his first trip to the region during his second term. He plans to go to Malaysia first for a regional summit, and then head to Japan before traveling on to South Korea for an Asia-Pacific Economic Cooperation meeting.
The president is expected to visit the South Korean city of Gyeongju ahead of the summit for bilateral meetings with leaders including Xi and South Korean President Lee Jae Myung.
TRUMP CLAIMS PUTIN, XI, KIM ARE CONSPIRING AGAINST THE US AFTER MILITARY PARADE IN CHINA
North Korea, whose leader Kim Jong Un is shown left, conducted missile launches just days ahead of a visit by President Donald Trump to South Korea. (China Daily via Reuters/Korea News Service via AP; Ahn Young-joon/AP; Alex Brandon/AP)
South Korea’s military said Wednesday that it remains ready to repel any provocations by North Korea based on its alliance with the United States.
Japan’s Prime Minister Sanae Takaichi also told reporters that Tokyo was closely communicating with Washington and Seoul, including by sharing real-time missile warning data.
Wednesday’s ballistic missile launches by North Korea were the first of their kind since the country tested short-range systems on May 8 that simulated nuclear counterstrikes against U.S. and South Korean forces.
NUCLEAR THREATS FROM NORTH KOREA LOOM QUIETLY BEHIND WARS IN GAZA AND UKRAINE AT UNGA

A North Korean government photo shows what it says is a new intercontinental ballistic missile called the Hwasong-20 during a military parade on Oct. 10, 2025, in Pyongyang, North Korea. (Korean Central News Agency/Korea News Service via AP)
Earlier this month, North Korean leader Kim Jong Un displayed a new long-range intercontinental ballistic missile at a military parade in Pyongyang that included foreign leaders.
The yet-to-be-tested Hwasong-20 was described by the state-owned Korean Central News Agency as having the «most powerful nuclear strategic weapons system.»
The government also displayed shorter-range ballistic, cruise and supersonic missiles at the military parade, which marked 80 years since the founding of the Worker’s Party.
Kim said at the parade that the military «must continue to evolve into an invincible force that eliminates all threats.»

A TV screen shows North Korea’s missile launch during a news program at Seoul Railway Station in Seoul, South Korea, on Wednesday, Oct. 22, 2025. (Ahn Young-joon/AP)
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The foreign dignitaries at the parade included Chinese Premier Li Qiang, former Russian President Dmitry Medvedev and Vietnam’s Communist Party chief To Lam.
Fox News Digital’s Brie Stimson and The Associated Press contributed to this report.
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