INTERNACIONAL
Un libro en dos mil palabras: “El proceso”, de Kafka, una acusación sin causa y un descenso sin fin

Algunos libros no se leen, se habitan. Nos envuelven con una atmósfera, una lógica propia que altera nuestras coordenadas más elementales. Tal es el caso de El proceso, novela inacabada de Franz Kafka publicada póstumamente en 1925, que narra el lento e inexorable hundimiento de Josef K., un empleado de banco que es arrestado una mañana sin saber por qué. Desde entonces, el protagonista intenta sin éxito comprender y defenderse ante un tribunal que nunca ve, en un proceso cuyo sentido y lógica escapan a toda razón. Esta es la historia que te vamos a contar-CON SPOILERS– en unas 2.000 palabras.
El proceso
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En la primera edición de El proceso, en 1925, Max Brod -el amigo de Kafka que publicó su obra pese a los pedidos en contrario del autor- comentaba que el manuscrito no llevaba título. Sin embargo, contaba que Kafka -que había muerto un año antes- siempre se refirió al texto con esa denominación. Por regla general, Kafka se decidía por un título definitivo una vez concluida la obra. El proceso, entonces, podría haber sido sólo un título provisional.
Kafka, nacido en Praga en 1883, creó una obra única y perturbadora, donde la culpa y el absurdo son fuerzas que gobiernan al individuo. El proceso se ha interpretado como una alegoría, una crítica al poder burocrático o un retrato de la ansiedad existencial. Pero, más allá de las interpretaciones, lo que queda es una narración que nos atrapa desde la primera línea. La historia no tiene redención, sino una deriva: el proceso comienza, y de ahí en adelante, todo es descenso.
Vamos al texto:
“Alguien tenía que haber calumniado a Josef K., pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo“. Así comienza la historia. Es su cumpleaños número treinta, vive en una pensión, trabaja como procurador en un banco. Pero ese día, en vez del desayuno que le lleva la cocinera Anna, entran dos hombres desconocidos. Uno se llama Franz. Visten de negro. No son policías ni muestran credenciales. Solo le dicen que está detenido, aunque puede seguir con su rutina. K. no entiende nada. Pregunta por la acusación. La respuesta es siempre la misma: “No estamos autorizados a decírselo”.

Franz y su compañero Willem lo escoltan, no lo agreden. Lo llevan ante un inspector que se presenta en una habitación de la pensión convertida en improvisado despacho. El inspector repite que todo está en marcha: “El proceso se acaba de iniciar y usted conocerá todo en el momento oportuno”. Pero no hay explicación, ni delito, ni instancia clara. K. se siente ofendido y ridículo. No es encerrado ni conducido ante un juez. Simplemente le dicen que el proceso ha comenzado y que será convocado. Esa es la nueva condición de su existencia.
Esa misma noche, K. se disculpa ante su casera, Frau Grubach, y luego va a la habitación de la señorita Bürstner, una vecina. Le cuenta lo sucedido, la escena del arresto, la presencia de los extraños. Bürstner, incrédula, escucha con interés. K., excitado, recrea el episodio, la imita, se agita, mueve los muebles como si interpretara una obra. Termina besándola. A la mañana siguiente, un tal Capitán Lanz, amigo de la casera, lo reprende por haber importunado a la señorita. K. lo ignora. El proceso ya ha entrado en su cuerpo.
Lo más inquietante: no lo trasladan ni lo encierran. El arresto no implica reclusión. K. puede continuar con su vida, ir al trabajo, hablar con su casera. –”Entonces estar detenido no es tan malo”, dice K. Pero todo está teñido de una nueva inquietud. El proceso ha comenzado y su sombra lo acompañará siempre.
Una semana después, recibe una citación. Debe presentarse un domingo en un lugar impreciso. Encuentra finalmente la sala: un desván miserable, atestado de personas. El juez instructor le llama la atención por su retraso. K. responde con un largo alegato donde denuncia el carácter arbitrario del tribunal: “Fui detenido hace diez días, me río de lo que motivó mi detención, pero eso no es algo para tratarlo aquí. Me asaltaron por la mañana temprano, cuando aún estaba en la cama. Es muy posible ––no se puede excluir por lo que ha dicho el juez instructor–– que tuvieran la orden de detener a un pintor, tan inocente como yo, pero me eligieron a mí”.
Sus palabras son firmes, cada vez más enfáticas: “No hay ninguna duda de que detrás de las manifestaciones de este tribunal, en mi caso, pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, sino a una judicatura de rango supremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes”
El público, formado por gente de aspecto miserable, parece aprobar. Pero K. no obtiene respuestas. «Hoy se ha privado a sí mismo de la ventaja que supone el interrogatorio para todo detenido“, le reprocha el juez. K. abandona la sala frustrado: ”¡Pordioseros! Os regalo todos los interrogatorios“.

En la segunda visita, el tribunal ya no lo espera. Las salas están vacías. Recorre pasillos, encuentra a la esposa del ujier, quien coquetea con él. La escena es ambigua. Aparece un estudiante, la alza y se la lleva. La mujer lo mira y le dice: “No, ¿en qué piensa usted? Eso sería mi perdición”. El poder judicial también tiene sus jerarquías internas, sus transacciones. K. apenas las roza.
K. empieza a perder el control de su vida. Visita cada semana el tribunal, que se esconde en los pisos superiores de edificios ajenos, mal ventilados y llenos de funcionarios indiferentes.
Aunque el proceso domina la vida de K., también lo afectan sus relaciones personales. Una figura clave es la señorita Bürstner, la vecina a quien K. confiesa su arresto. Tras el primer encuentro, ella lo evita.
Más adelante, cuando K. acude con su tío Karl al abogado Huld, conoce a Leni, la enfermera del abogado, que está enfermo del corazón. Ella se presenta como una figura abierta, sensual, casi provocadora. Lo conduce a un cuarto, se entrega de inmediato. «––Venga ––dijo ella, y lo atrajo a sí. Le besó la frente y sus manos“.
Pero incluso ese gesto tiene algo ambiguo. Leni parece disfrutar su influencia sobre los acusados. Josef K. lo percibe: “––Para ella ––pensó K.–– no soy más que otro cliente del abogado”. En sus visitas posteriores, Leni se muestra cada vez más involucrada, lo cela, le da consejos, se infiltra en su proceso. Pero K. duda. No sabe si confiar en ella o si es parte del engranaje judicial. La intimidad también se vuelve sospecha.
El abogado recibe a K. en la cama.
Karl se preocupa por el prestigio del apellido, por la reputación. Pronto se desencanta de la pasividad de K. «––No te das cuenta de lo que está en juego ––le dice––. Te comportas como si fuera un juego de oficina». La tensión entre ambos se incrementa. Karl lo abandona, decepcionado, sin ayudar más. K. se queda solo, otra vez.
Pero K. desconfía de Huld. Cree que el abogado solo prolonga el proceso. La escena más inquietante ocurre cuando conoce al comerciante Block, otro cliente de Huld, que ha estado procesado durante cinco años. Block se ha convertido en una sombra, un siervo. Se arrastra, obedece, vive con miedo. Cuando K. lo visita, lo encuentra arrodillado, siendo humillado por el abogado. «––Este hombre ––dijo Huld– ya no es un cliente. Es mío“. K. ve en Block su posible futuro. Decide cortar con Huld.
La rutina del proceso
El tribunal no emite dictámenes ni convoca nuevas audiencias. Pero el proceso sigue. K. no sabe cómo. Alguien escribe su expediente. Hay funcionarios que lo visitan, escribientes en habitaciones ocultas.
Uno de los momentos más simbólicos ocurre en el banco donde trabaja. Al escuchar ruidos en un depósito, K. descubre a Franz y Willem, los dos empleados que lo detuvieron al inicio, siendo azotados por un guardián. Ellos le suplican: «––¡Ayúdenos, señor K., somos sus guardianes!“. El castigo, le explican, es por su queja formal contra ellos. Pero la escena se repite: al día siguiente, los vuelve a encontrar en la misma posición, como si el castigo no tuviera fin.
Esta repetición instala la idea de que la sanción no es una consecuencia, sino una estructura. Nadie sale. No hay redención ni aprendizaje. Solo ciclos. Kafka lo presenta sin subrayarlo, pero con brutal claridad.
Buscando otra vía, K. visita al pintor Titorelli, un artista oficial del tribunal. Vive en un altillo rodeado de niñas que lo espían. K. le pregunta si puede ayudarlo a obtener la absolución.
El pintor le explica las tres formas de resolución posibles: la absolución verdadera (inexistente), la aparente (que lo mantiene bajo vigilancia) y la dilación indefinida. Esta última es la única accesible. Se le mantiene en libertad, pero el proceso sigue. “El proceso no se detiene, pero el acusado queda casi tan a salvo de una condena como si estuviera libre”, le explica Tirorelli. La culpa nunca desaparece.
Otro momento revelador ocurre cuando K. explora el desván donde se alojan las oficinas judiciales. Allí encuentra escribientes apilados, dormitorios improvisados, archivadores oscuros, sofocantes. Uno de ellos le explica que su expediente “debe ir bien” porque tiene poco volumen. K. pregunta por su contenido. Le responden: “––Los instructores lo leen, y si no entienden algo, añaden una nota”. No hay defensa ni acusación, solo texto acumulado, escrito sin sentido.
K. sube y baja escaleras, abre puertas, entra en salas de espera repletas. A veces le preguntan si es acusado o funcionario. Otras, lo confunden. La burocracia lo diluye todo: culpabilidad, jerarquías, hechos. Incluso el lenguaje se desvanece.
Hacia el final, K. se encuentra en la catedral con un sacerdote. Cree que está allí para acompañar a un cliente del banco. Pero el sacerdote lo llama: “––¡Josef K.!“. Le revela que es el capellán de la prisión: “––Tú eres Josef K ––dijo el sacerdote […] ––Estás acusado”.
K. intenta justificarse: “––Pero yo no soy culpable ––dijo K––. Es un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable, así, sin más?“. El sacerdote responde: ”––Eso es cierto ––dijo el sacerdote––, pero así suelen hablar los culpables“.
Entonces le cuenta una parábola: un hombre llega ante una puerta que da acceso a la Ley. Un guardián le impide entrar. El hombre espera años. Pregunta si podrá pasar. El guardián dice: «––Es posible, pero no ahora“. El hombre envejece, insiste, ofrece todo lo que tiene. Antes de morir, pregunta por qué nadie más ha pedido entrar. El guardián responde: “––Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada sólo para ti. Yo me voy ahora y cierro la puerta”.
K. pregunta si el guardián lo engañó. El sacerdote dice: «––No debes aceptar todo como verdad. Debes aceptarlo como necesario». La necesidad reemplaza a la verdad. El orden ya no se basa en justicia, sino en cumplimiento.
La noche antes de cumplir 31 años, dos hombres vestidos de negro llegan a buscarlo. K. los esperaba. “Se levantó en seguida y contempló a los hombres con curiosidad. ––¿Les han enviado para recogerme? ––preguntó”. Lo conducen sin violencia, pero con firmeza. Caminan por las calles hasta llegar a las afueras.
Allí, uno de ellos saca un cuchillo. K. comprende lo que va a ocurrir. No se resiste. Piensa: «¿Dónde estaba el juez al que nunca había llegado?“.
El verdugo se lo pasa al otro, quien lo sostiene. El cuchillo cae. Kafka cierra así la novela: «––¡Como un perro! ––dijo, fue como si la vergüenza debiera sobrevivirle“.
Kafka nunca terminó esta novela. Pero eso es parte de su fuerza. El proceso no tiene resolución ni moraleja, porque el mundo que describe tampoco las tiene. Josef K. no es culpable de nada, pero eso no lo salva. Como escribió el propio Kafka: “La sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia”. Y una vez iniciado, es imposible escapar del proceso.
INTERNACIONAL
El riesgo mortal de buscar comida en Gaza

Un mes después de la puesta en marcha de un nuevo sistema de ayuda a Gaza respaldado por Israel, llegar a los centros de distribución fuertemente vigilados se ha convertido en una tarea que pone en peligro la vida de los palestinos, lo que dificulta los esfuerzos para llevar alimentos suficientes a una población hambrienta.
La violencia mortal ha estallado con frecuencia en los accesos a los centros de ayuda, la mayoría de ellos en el sur de Gaza. El Ministerio de Salud de Gaza dijo el miércoles que cientos de personas han muerto en el último mes cerca de los puntos de distribución, que están gestionados por contratistas de seguridad estadounidenses y vigilados por tropas israelíes estacionadas en las inmediaciones.
En otra iniciativa de ayuda que también se ha visto envuelta en el caos, las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales han estado distribuyendo pequeñas cantidades de alimentos en el norte de Gaza. Según testigos, multitudes desesperadas han saqueado los camiones que transportaban harina y otros productos minutos después de su entrada en el enclave.
Jens Laerke, portavoz de la agencia de la ONU para la coordinación de asuntos humanitarios, describió los nuevos centros de distribución de ayuda como “trampas mortales” para los habitantes de Gaza.
“Gaza es el lugar más hambriento del mundo”, afirmó el miércoles. “Cuando conseguimos llevar algo, la población lo saquea inmediatamente. Ese es el nivel de desesperación”.

El nuevo sistema de ayuda, gestionado por la Fundación Humanitaria de Gaza, cuenta con unos pocos centros operativos, principalmente en el sur. Se puso en marcha después de que Israel bloqueara el envío de ayuda a Gaza durante casi tres meses, de marzo a mayo. Las restricciones a la entrada de ayuda se levantaron parcialmente el 19 de mayo.
Formaba parte de un esfuerzo por sustituir una operación de ayuda dirigida por las Naciones Unidas con cientos de puntos de distribución. Las Naciones Unidas y otras organizaciones de ayuda internacional han criticado el nuevo sistema, afirmando que la ayuda que distribuye es muy insuficiente y obliga a la población a caminar kilómetros en condiciones peligrosas para conseguir comida. Acusan a Israel de convertir la ayuda en un arma.
Testigos han informado en varias ocasiones de que las tropas israelíes abrieron fuego en los accesos a los nuevos centros de ayuda. El ejército israelí ha afirmado en repetidas ocasiones que sus fuerzas han disparado “tiros de advertencia” cuando la gente se acercaba a ellas de forma amenazante, según su descripción.
Las autoridades israelíes han afirmado que los centros del G.H.F. eran necesarios para permitir la entrega de ayuda sin que Hamás se beneficiara. Afirman que, en el pasado, Hamás se ha apoderado de gran parte de los alimentos y otras ayudas que llegan al territorio, quedándose con una parte para su propia población, vendiendo otra en el mercado negro y restringiendo el suministro a los habitantes de Gaza.
Francia condenó el martes lo que calificó de disparos israelíes contra civiles reunidos alrededor de un punto de distribución de ayuda en Gaza, afirmando que habían causado decenas de muertos y heridos.

El Comité Internacional de la Cruz Roja afirmó que había atendido a personas que habían recibido disparos el martes cerca de un centro de la Fundación Humanitaria de Gaza en la ciudad meridional de Rafah. La Cruz Roja indicó que su hospital de campaña en Rafah, cerca del centro de ayuda, había recibido a 149 pacientes tras el incidente, entre ellos 16 que fueron declarados muertos a su llegada y otros tres que fallecieron a causa de sus heridas. No fue posible verificar estas cifras de forma independiente.
El ejército israelí afirmó que “no tenía conocimiento del incidente en cuestión en el centro de distribución de ayuda de Rafah”.
La Fundación Humanitaria de Gaza no hizo comentarios específicos sobre ese incidente, pero ha afirmado que ha habido acusaciones falsas de ataques cerca de sus centros de distribución de ayuda y que los medios de comunicación internacionales han relacionado erróneamente sus operaciones con la violencia cerca de los convoyes de la ONU.
“En última instancia, la solución para poner fin a la violencia es más ayuda, lo que creará más certeza y menos urgencia”, afirmó en un comunicado. “Aún no hay capacidad ni alimentos suficientes para alimentar a todas las personas necesitadas en Gaza”.
El grupo hizo un llamamiento a las Naciones Unidas y a otras entidades para que colaboren con ellos.

Desde que la Fundación Humanitaria de Gaza comenzó a distribuir ayuda a mediados de mayo, la Cruz Roja ha afirmado que su hospital de campaña en Rafah ha activado “procedimientos para víctimas en masa” en 20 ocasiones.
“Condenamos con la máxima firmeza el hecho de que, desde hace un mes, cada día haya personas heridas y muertas mientras intentan conseguir alimentos de urgencia en una zona de guerra”, declaró el jueves Christian Cardon, portavoz jefe de la Cruz Roja.
En una declaración separada el lunes, el jefe del comando sur del ejército israelí defendió la importancia de continuar la guerra de Gaza, que se inició para aplastar a Hamás después de que este liderara el ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel.
“No podemos tolerar a Hamás aquí”, dijo el comandante, el general de división Yaniv Asor. “No pondremos fin a esta guerra hasta que se haya eliminado la amenaza”.
En los últimos meses, las conversaciones de alto el fuego entre Israel y Hamás han fracasado repetidamente.
Un punto clave es la permanencia del alto el fuego. Hamás ha insistido en un fin definitivo de la guerra en Gaza. Pero el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha rechazado esa demanda, alegando que primero deben desmantelarse las capacidades militares y de gobierno de Hamás.
El miércoles, funcionarios israelíes señalaron que querían cambiar los procedimientos para que los camiones afiliados a las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales entraran en el norte de Gaza. Netanyahu y el ministro de Defensa, Israel Katz, afirmaron que Hamás estaba tomando el control de la ayuda que entraba en el norte de Gaza y la estaba robando a los civiles.
Los dos líderes israelíes dijeron que habían ordenado al ejército “presentar en un plazo de 48 horas un plan de acción para impedir que Hamás tome el control de la ayuda”.
El organismo del Ministerio de Defensa israelí que supervisa la entrega de ayuda a Gaza dijo que 71 camiones con alimentos, harina, medicinas y otros suministros entraron en Gaza el martes, después de que se tomaran medidas para garantizar que la ayuda no cayera en manos de Hamás.
Aunque el hambre sigue siendo generalizada en Gaza, hay indicios de que los alimentos están empezando a estar algo más disponibles tras un mes de flujos de ayuda.
El G.H.F. ha afirmado que ha distribuido más de 800 000 cajas de ayuda alimentaria desde que comenzó sus operaciones, incluidas casi 40 000 el jueves.
World Central Kitchen, la organización benéfica creada por el famoso chef José Andrés, dijo esta semana que había reanudado sus operaciones en Gaza tras una pausa de siete semanas.
Las Naciones Unidas afirmaron que Gaza seguía enfrentándose a una hambruna catastrófica y que más de 20 meses de suministros insuficientes habían acumulado un déficit.
“Las familias de Gaza están arriesgando sus vidas para acceder a los alimentos, y casi a diario se registran víctimas mortales cuando la gente intenta llegar a los suministros”, la agencia humanitaria de la ONU en un informe publicado el jueves. “La mayoría de las familias sobreviven con una sola comida al día, de escaso valor nutricional, mientras que los adultos se saltan habitualmente las comidas para dar prioridad a los niños, los ancianos y los enfermos, en medio de un hambre y una desesperación cada vez más profundas”.
Ahmad Samier Kafina, de Nuseirat, en el centro de Gaza, dijo que había arriesgado su vida tres veces para ir a un punto de distribución de ayuda en el centro de Gaza porque su familia extendida dependía de él para encontrar comida.
El Sr. Kafina dijo que cada vez había salido del lugar donde vivía su familia alrededor de la medianoche y había caminado durante 45 minutos hacia el lugar, a menudo en compañía de vecinos y parientes porque se sentía más seguro en grupo. Solo una vez había conseguido un poco de comida, pero dijo que se había enfrentado a disparos.
“Allí vi la muerte”, dijo.
Dijo que temía una estampida y que había visto a personas entre la multitud utilizando instrumentos afilados para robar comida a quienes la habían conseguido. A pesar de los riesgos, dijo, no tenía otra opción.
“No tenemos otra fuente de alimento”.
(C) The New York Times.-
Middle East,Human Interest / Brights / Odd News,Military Conflicts,Khan Younis
INTERNACIONAL
Dem senator accuses top Trump official of being responsible for ‘hundreds of thousands of children dying’

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Sen. Jeff Merkley, D-Ore., accused Trump Office of Management and Budget (OMB) Director Russell Vought of being responsible for the deaths of hundreds of thousands of children due to the budget cuts he has overseen under the Trump administration.
Vought faced a high-intensity grilling from both Democratic and GOP senators in the Senate Appropriations Committee on Wednesday over a package of proposed budget cuts – called a rescissions package – the administration sent to the legislative branch earlier this month.
Democratic committee members, as well as some Republicans, appeared very frustrated with the administration over the proposed cuts. At one point during the hearing, several protesters stood and began shouting, causing the proceedings to briefly come to a halt. It was unclear what the protesters were objecting to.
While Vought claimed that the administration’s cuts to USAID and PEPFAR have not halted lifesaving treatment, Merkley asserted that the claim is a «huge deception.»
TRUMP’S PLAN TO SLASH ‘WOKE’ FOREIGN AID, NPR FUNDS CLEARS HOUSE AS SENATE BATTLE LOOMS
In this Jan. 24, 2019 file photo, Sen. Jeff Merkley, D-Ore., speaks during the U.S. Conference of Mayors meeting in Washington. Right: President Donald Trump’s Office of Management and Budget Director Russell Vought is sworn in during the Senate Banking Committee nomination hearing in the Dirksen Senate Building on Jan. 22, 2025, in Washington, D.C. (Kayla Bartkowski/Getty Images and AP Photo/Jose Luis Magana, File)
According to Merkley, a Boston University School of Public Health study claims that some 246,000 children have died due to the various foreign aid programs cut by DOGE.
«We are talking a quarter million children because of your irresponsible shutdown of programs that Congress had fully authorized, and you unconstitutionally shut down in partnership with Elon Musk and the Secretary of State,» fired Merkley. «How do you feel about being responsible for hundreds of thousands of children dying because of your sudden interruption in these key programs?»
Vought soundly rejected the assertion, saying that every administration «has the ability to do a programmatic review when they come into office» and to make changes based on «new spending priorities.»
Before he could finish, Merkley cut Vought off, saying, «I find your response both ignorant and callous.»
MARJORIE TAYLOR GREENE LAUNCHES PROBE INTO PLANNED PARENTHOOD’S USE OF TAXPAYER FUNDS

An American flag and USAID flag fly outside the USAID building in Washington, D.C., U.S., Feb.1, 2025. (REUTERS/Annabelle Gordon)
«You chose to shut down programs in the middle that have resulted in hundreds of thousands of children dying in the last few months. I find that abhorrent, and few Americans have ever had such a devastating and disastrously impact,» Merkley exclaimed.
Sen. Patty Murray, D-Wash., also confronted Vought, accusing the administration of trying to illegally maneuver around Congress to make its cuts, which she said undermine American interests abroad.
«Will you tell us specifically where, the Philippines, Pacific islands, Jordan, you’re planning to undermine American interests?» she asked, to which Vought responded: «Of course not. We’ve been very clear in all the administration’s priorities that all of our commitments with regard to Jordan and Egypt are maintained.»
Before Vought could finish, Murray cut in again, saying, «I assume you’re unwilling to share which humanitarian crisis this administration plans to walk away with, which is what we would be voting on, and that is critical information.»
WATCH: RFK JR. REBUKES DEM SENATOR FOR PLAYING POLITICS WITH CANCER-STRICKEN CONSTITUENT: ‘YOU DON’T CARE’

Sen. Patty Murray, D-Wash., was among Appropriations Committee Democrats who challenged Vought on DOGE cuts and their impact. (Jacquelyn Martin)
But it wasn’t just Democrats taking Vought to task during the hearing.
Sen. Lisa Murkowski, R-Alaska, also voiced frustration over the Trump administration’s DOGE cuts, taking particular issue with cuts to public broadcasting, which she said plays an important emergency services role in her state.
Sen. Mitch McConnell, R-Ky., also voiced objections to the cuts to foreign aid, which he said were opportunities to project American soft power.
«Instead of creating efficiency, you’ve created vacuums for adversaries like China to fill responsible investments in soft power, prevent conflict, preserve American influence, and save countless of lives at the same time,» said McConnell.
For his part, Vought said that «it is critical that this body and the American people writ large, understand that many foreign aid programs use benevolent-sounding titles to hide truly appalling activity that is not in line with American interests.»
FOUR PLEAD GUILTY IN MASSIVE BRIBERY SCHEME AT AGENCY DEMOCRATS FOUGHT TO PROTECT FROM DOGE

OMB Director Russell Vought, shown here from a Jan. 2025 confirmation hearing, was subject to some critical questions by Republican Sens. Murkowski and McConnell at an Appropriations Committee hearing held Wednesday, June 26. (Kayla Bartkowski/Getty Images)
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Vought said the «entire federal government must be responsible with each taxpayer dollar that comes to Washington.»
«The American people voted for change. President Trump stands ready to put our fiscal house back in order and put the American taxpayer first,» he said, adding, «A vote for rescissions is a vote to show that the United States Senate is serious about getting our fiscal house in order. I hope that the Senate will join us in that fight.»
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