ECONOMIA
Cavallo habló del dólar, insistió con un «sistema bimonetario» y le dejó un mensaje a Milei

El exministro Domingo Cavallo reapareció públicamente durante un almuerzo organizado por la Fundación Mediterránea, la institución que lo vio nacer políticamente y de la cual hoy es presidente honorario.
Aunque en su exposición formal no hizo referencias directas a la coyuntura económica nacional, luego reafirmó su postura de que la Argentina debe avanzar hacia un régimen bimonetario.
«Deberíamos ir a un sistema bimonetario»: el mensaje de Domingo Cavallo a Javier Milei sobre el dólar
«Hay que estudiar muy bien el régimen monetario que se necesita. Personalmente, creo que deberíamos ir a un sistema bimonetario muy bien diseñado. No es el que está funcionando ahora y la dolarización puede ser algo que ocurra si es que ese esquema no funciona», planteó Cavallo frente a los periodistas.
El exfuncionario consideró que la dolarización podría convertirse en una alternativa si el sistema de dos monedas fracasa. «Si con las dos monedas el peso se sigue devaluando permanentemente y se vuelve a instalar la inflación, algo que ocurrió en Ecuador, se puede ir a la dolarización», afirmó.
Cavallo fue el encargado de presentar a Jamil Mahuad, expresidente de Ecuador entre agosto de 1998 y enero del 2000, quien implementó la dolarización en su país durante una grave crisis institucional y económica que terminó con su salida del poder tras un golpe de Estado.
La relación entre Cavallo y Milei fue inicialmente buena: el actual presidente lo elogiaba en público con frecuencia. Sin embargo, en febrero pasado, un comentario publicado por el economista en su blog personal generó una fuerte reacción del mandatario.
En ese texto, Cavallo advirtió que la apreciación del peso era de alrededor del 20%, un porcentaje «similar a la que existió en los tres años finales de la convertibilidad». Allí también recomendó al Gobierno eliminar lo antes posible las restricciones cambiarias, comenzando por las de tipo financiero.
Como consecuencia del distanciamiento, Milei terminó desplazando a la hija del exministro, Sonia Cavallo, quien se desempeñaba como embajadora ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
Durante su presentación, Cavallo definió a Mahuad como un «patriota latinoamericano». Recordó que lo conoció cuando este era alcalde de Quito y él visitó Ecuador para exponer sobre la experiencia argentina con la convertibilidad. En esa oportunidad, le sugirió que «crearan un sistema bimonetario como el de Perú entonces». También relató que el expresidente Abdalá Bucaram lo convocó como asesor, aunque su participación y la de su equipo fue breve.
«En política es muy importante explicar bien cuando uno va a tomar decisiones», repitió Cavallo durante su intervención. Contó que técnicos de la Fundación Mediterránea colaboraron con Mahuad en el proceso de dolarización ecuatoriano, y mencionó entre ellos a Gustavo Mondino, Jorge Vasconcelos y Daniel Marx.
«Los militares voltearon a Mahuad pero la dolarización se convirtió en política de Estado en Ecuador«, subrayó Cavallo. También dijo que «admira» al expresidente por su «capacidad de negociación», disciplina que Mahuad enseñó como docente en la Universidad de Harvard.
El llamado de atención de Domingo Cavallo por las reservas del Banco Central
En su blog, en una publicación reciente, Cavallo volvió a expresar diferencias con el rumbo del equipo económico. Insistió en la necesidad de acumular reservas como condición para sostener la desinflación y avanzar en una mayor circulación del peso y el dólar.
«Se necesitan reservas externas para que puedan pagarse sin inconvenientes las importaciones y afrontarse sin demoras los pagos de servicios de la deuda. Y se necesitan muchas más reservas en la medida en que la economía pretenda remonetizarse, no solo en la moneda local, sino también en dólares», escribió.
Por su parte, Mahuad defendió la decisión que tomó al frente de Ecuador. Dijo que actualmente el 95% de los ecuatorianos respalda la dolarización, ya que «sienten que fue un beneficio; esa política ha hecho más en la mejora social de la gente que la suma de todos los programas sociales de la historia del país». Aseguró que optó por ese camino «porque no tenía ninguna otra opción».
También explicó que para aplicar la dolarización tuvo que vencer resistencias políticas, dado que esa atribución correspondía al Banco Central. «Logré una ventanita en el Congreso y ahí hice el anuncio», relató. Aclaró, sin embargo, que no considera esa política como una solución universal: «La dolarización no resuelve todos los problemas. Nada resuelve todos los problemas. Yo no predico la dolarización, digo que para mi país funcionó».
Antes de finalizar, dejó una reflexión general: «Cada país debe hacer su tarea. Analicen las tres patas, que sea técnicamente posible, que la gente la acepte y que sea políticamente posible», concluyó.
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ECONOMIA
Pese a «retenciones cero», adelgazó el saldo comercial, en medio de una explosión de importaciones

La batalla por las buenas noticias está alcanzando su máximo nivel en la semana final previa a la elección legislativa. Confirmación oficial del swap de monedas de Estados Unidos, anuncio de una recompra de deuda -con un ahorro fiscal que será destinado a educación-, promesas de una cuota de exportación de carne al mercado estadounidense que podría dejar u$s400 millones extra. Pero, del otro lado, el mercado también responde con artillería pesada.
Es así que el dólar continuó su presión alcista a pesar de la intervención de Scott Bessent «comprando pesos». Y, en simultáneo, los inversores volvieron a cubrirse del riesgo devaluatorio en el mercado de futuros del dólar. De hecho, ya el contrato a noviembre, en $1.547, cerró por encima del techo de la banda de flotación de esa fecha.
Pero, más allá de las expectativas y los movimientos especulativos, lo que le sigue inflingiendo daño al gobierno son los datos estadísticos. Este lunes se conoció el resultado de la balanza comercial de septiembre. Y el superávit de u$s921 millones, que en otro momento habría sido considerado un número aceptable, esta vez dejó gusto a poco, si se tiene en cuenta que septiembre fue el mes en que las retenciones al agro bajaron a cero para permitir el ingreso de divisas por u$s7.000 millones.
En otras palabras, la expectativa de que el campo pueda hacer otro aporte grande en exportaciones en el último trimestre del año se reduce notablemente, porque después de la venta masiva para aprovechar el «tax holiday», habrá una retracción por parte de los productores, a la espera de mejores condiciones.
Y, para peor, la gran esperanza del gobierno para equilibrar el bajón del campo está con un panorama desfavorable. El petróleo viene mostrando una tendencia a la caída en el ingreso de divisas, a pesar de que el volumen de producción y ventas aumenta. Esto es el reflejo del bajón de los precios en el mercado global.
Hablando en números, en septiembre el barril WTI promedió los u$s63, uno de los precios más bajos del año. Pero hay peores noticias para el futuro: en octubre la caída fue más intensa, y actualmente cotiza a u$s57. Por lo tanto, resulta improbable que la balanza energética -petróleo y gas- deje el superávit de u$s8.000 que se había proyectado a inicios de año y que haya que ajustar las cifras a la baja.
Exportaciones altas: ¿es para festejar?
En realidad, no es que el nivel de exportaciones de septiembre haya sido malo: por el contrario, u$s8.128 millones es un buen número. El problema es que fue un mes excepcional. De hecho, si todos los meses se diera ese resultado, Argentina vendería al año u$s97.500 millones. Pero nadie cree que eso ocurra: los bancos y consultoras que participan en la encuesta REM del Banco Central esperan que el año termine con un nivel de u$s83.548 millones.
Y, aun así, se trata de un pronóstico desafiante, porque implicaría que en el último trimestre del año ingresen u$s20.000 millones. Esa cifra es, aproximadamente, lo que se exportó entre octubre y diciembre del año pasado. Pero, claro, en aquel momento no hubo una semana de «retenciones cero», por lo cual quedó un remanente del agro mayor al que resta ahora.
Y, sobre todo, no había una expectativa devaluatoria inminente, por lo que los productores de soja y trigo mantuvieron un nivel regular de ventas. Lo cierto es que hoy, con otro contexto financiero y político, pocos se atreven a afirmar que en los últimos tres meses del año se alcance un promedio mensual de exportaciones por u$s7.000 millones.
En cambio, del otro lado del mostrador las importaciones gozan de excelente salud, y en septiembre alcanzaron la cifra de u$s7.200 millones, la cifra más alta del año -y con clara tendencia al alza-. Es decir, no hay que descartar la posibilidad de que los próximos meses la balanza comercial pueda tener saldos en rojo.
El riesgo de la profecía autocumplida
La argumentación del ministro Toto Caputo siempre ha sido que un nivel de importaciones alto es síntoma de una economía pujante y que, por lo tanto, no debe ser un motivo de preocupación.
Y, efectivamente, hay cierto consenso respecto de la regla del «tres a uno»: por cada punto de crecimiento del PBI, se necesita que se incrementen tres puntos en la importación, dada la necesidad que tiene la industria y el agro de comprar insumos en el exterior. Según esa fórmula, habría que esperar un crecimiento a «tasas chinas», dado que las importaciones suben a un nivel de 30% interanual. Sin embargo, la actividad productiva y comercial da señales de enfriamiento, y los pronósticos iniciales de 5,5% de suba en el PBI han sido rebajados a 4%.
Lo que señalan los críticos de Caputo es que, contrariando al discurso oficial, los rubros de importación que crecen con más fuerza son los productos de consumo final y los automóviles. Sumados, ambos rubros representan ya el 22% del total de importaciones, cuando hace un año el nivel era de 16%.
Es por eso que la pregunta que se plantea el mercado en este momento es si es sostenible, todos los meses, un nivel de importaciones encima de u$s7.000 millones. Y la propia inestabilidad cambiaria es, de hecho, una prueba de que el mercado no lo ve viable a largo plazo.
De hecho, hay economistas que creen que puede darse un efecto de «profecía autocumplida»: como se teme una devaluación en el corto plazo, se genera un incentivo para que los importadores adelanten compras y acumulen stock, ante la sospecha de que más adelante les resultará más caro; y el resultado lógico de ese comportamiento es un aumento inusual en la demanda de dólares. Como consecuencia, el propio temor del sector empresarial termina agravando el desbalance.
El gobierno tampoco ayuda con sus señales: en el proyecto de ley de presupuesto 2026 prevé que el año próximo habrá un déficit de cuenta corriente por u$s5.751 millones, el doble de lo esperado para este año. Es lo que surge del informe difundido por el ministerio de Economía, en el que se pronostica exportaciones de bienes y servicios por u$s112.695 millones e importaciones por u$s118.447 millones.
Estos números no deben ser confundidos con la balanza comercial -que únicamente tiene en cuenta los bienes que llegan y se van dentro de los containers- sino que, además, considera el intercambio de servicios -lo que incluye a rubros como el turismo, los servicios profesionales en el exterior y las compras online de productos o contenidos de entretenimiento digital.
Un alivio para ARCA
Sorpresivamente, el adelgazamiento en el saldo comercial de septiembre vino acompañado por una buena noticia: al ser tan altas las importaciones, la recaudación por aranceles compensó lo que no ingresó a ARCA por las retenciones a la exportación agrícola.
Puesto en números, lo recaudado por derechos de exportación cayó un 20% en términos reales interanuales, con lo que contribuyó con un 3,6% al total de la «torta» impositiva. En julio, el mejor mes de este año, cuando salió la mayor parte de la cosecha gruesa, su aporte había sido de 6,8%.
Por el contrario, los aranceles a la importación tuvieron una suba explosiva, de 76,5% en términos nominales y 34% si se descuenta la inflación. De esta manera, su contribución al total recaudado fue de 4,6%, mientras que el año atrás sólo representaba un 3,1%.
Es decir, en términos fiscales no se ha visto -al menos no todavía- un impacto como consecuencia del deterioro comercial.
Faltan las reservas propias
Pero cuando se pone la lupa en el rubro de las reservas del BCRA y el mercado cambiario, la situación cambia. Ocurre que, aunque el gobierno se esmere en comunicar fortaleza, tras los u$s20.000 millones que engrosarán las reservas brutas, lo que está pidiendo el mercado es que el aumento de las reservas sea con dólares propios y no «prestados» por organismos de crédito o gobiernos amigos.
Y, para que ello ocurra, tiene que desaparecer el déficit de la cuenta corriente. Esto implica que los dólares que entran por exportaciones tienen que ser superiores a las importaciones y a las divisas que salen del país por turismo o que se compran para atesoramiento. Tiene que quedar una diferencia a favor, para que el BCRA pueda comprar, y hay una casi unanimidad de que con el actual tipo de cambio eso será muy difícil.
De hecho, en uno de los últimos reportes del Fondo Monetario Internacional sugiere que, considerando su débil cobertura de reservas y sus dificultades de acceso al mercado financiero internacional, debería contar con un superávit de cuenta corriente de 1,4% del PBI, como forma de evitar eventuales turbulencias.
Hablando en plata, eso supondría un superávit de cuenta corriente en torno de u$s9.000 millones, mientras el pronóstico oficial en el presupuesto es un déficit de u$s2.447 millones para este año y casi el doble para 2026.
Con semejante cuadro, no resulta de extrañar que, a pesar de que Caputo y su colega Scott Bessent hablen casi a diario sobre la solidez del programa económico, los argentinos siguen refugiándose en el dólar. No se los puede culpar: los datos duros de la economía les dan argumentos de peso.
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ECONOMIA
Ignacio de la Calzada, abogado: “Te puedes ir de tu empresa con indemnización si te debe tres nóminas o se retrasa seis meses en el pago del salario”

En España son muchos los casos de trabajadores que cada año soportan algunas situaciones laborales que se acercan a la ilegalidad. Las principales suelen ser los acosos, el exceso de trabajo o los impagos de nóminas. En relación a este último caso, lo que aún no mucha gente sabe es que gracias a la reforma del artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores, es posible el “autodespido” y el acceso a la indemnización correspondiente. Además del derecho a cobrar el paro.
Esta fórmula denominada coloquialmente como “autodespido”, se refiere a la extinción del contrato por voluntad del trabajador y es aplicable cuando el empleador incuerre en algunos incumplimientos graves. De igual forma, el trabajador va a acceder a la misma indemnización que obtendría de un despido improcedente. Esto es lo que explica Ignacio de la Calzada, abogado laboralista, en uno de sus últimos vídeos de su cuenta de TikTok (@laboral_tips), donde frecuentemente explica a los ciudadanos sus derechos cuando están trabajando.
“Es ese procedimiento judicial en el que el trabajador puede solicitar al juez que se vaya de la empresa con indemnización y el paro cuando su empleadora incumple con dos requisitos”, comienza explicando el abogado. Esta modificación en el Estatuto es gracias a la entrada en vigor de la Ley orgánica 1/2025.
Para que un trabajador pueda acceder a este recurso es necesario que le ocurran algunas de estas dos situaciones, como son el impago de nóminas o el retraso en el pago de salarios de al menos seis meses.
“Hasta ahora lo que se exigía según los tribunales, era que se debieran tres nóminas y normalmente una paga extra, más de lo que decía el estatuto. Se ha modificado y establece que concurre la causa si te deben tres nóminas aunque no sean consecutivas. Tienen que ser nóminas enteras”, comenta de la Calzada respecto a la modificación en el caso de los impagos.
Por otro lado, la reforma más considerable se ha realizado para las situaciones en las que haya retraso en el pago de los salarios de al menos 6 meses. “Seis meses que no tienen por qué ser consecutivos”, comenta el abogado. A continuación, explica cuándo se considera que hay un retraso en el pago del sueldo: “El Estatuto establece que hay retraso cuando tardan más de 15 días en pagarte de la fecha normal”.
Lo que de la Calzada añade sobre esa fecha normal, es que se considera como tal al día en que la empresa suele realizar los ingresos a los trabajadores, y concluye que los retrasos no tienen por qué ser continuados, pueden ir alternando entre unos dentro de fecha y otros fuera de ella. Un ejemplo es que el empleador suela pagar el día 10 y se retrase hasta el 25, si esta situación se da 6 meses, aunque no sean seguidos, es posible pedir el despido voluntario.
“Pero esto no es automático, y debes saberlo. Tú no puedes llegar y decir: ‘hala me autodespido’”, añade el abogado. Para que un trabajador pueda dejar la empresa de forma voluntaria es necesario que inicie un proceso judicial, para pedirle a un juez que finalice el contrato y condene a la empresa a pagar la indemnización.
De esta forma es posible acceder al paro y a la indemnización al mismo tiempo. “Es un buen cambio porque ha aclarado muchos conceptos. Así que, si no te pagan, reclama tu autodespido y que no te engañen”, concluye Ignacio de la Calzada en su vídeo.
ECONOMIA
Empleados de ARCA recibirán un súper bono, tras reclamo del gremio

Hace diez años, casi todos los profesionales de las ciencias económicas rogaban por trabajar en la ex AFIP, hoy ARCA, por los sueldos y premios que recibían los trabajadores impositivos encargados de sostener la demanda de un exigente Estado.
Si bien, ser recaudador de impuestos es un rubro de la economía social poco querido por el resto de los agentes económicos por los férreos controles a los que son sometidos los contribuyentes, representan el primer eslabón de una cadena de recaudación que asegura el funcionamiento con recursos genuinos de todas las oficinas del Estado.
Empleados de ARCA reciben un súper bono, tras reclamo del gremio
Sin recaudación impositiva y sin contribuyentes no hay Estado y, por ende, no hay hospitales, ni universidades, ni escuelas, ni fuerzas de seguridad y un largo etcétera que se sostienen con magros presupuestos. En la actualidad, todos los sectores estatales han sido puestos a prueba por el lema que impera en la administración Milei: «No hay plata».
Solo la hay para sostener los planes sociales y aumentarlos por encima de la inflación para que la Argentina no se convierta en un polvorín social pero el resto de las dependencias estatales, que suelen ser utilizadas por la cada vez más menguante clase media argentina, sufren los efectos de la «motosierra» que poda oficinas y puestos laborales y por la consigna de «nada a nadie» que rige en la Casa Rosada.
Ante este contexto, ya nadie quiere trabajar en la exAFIP, hoy ARCA. Nadie. Ni siquiera si se entra a un cargo jerárquico porque «no se sabe cuanto puede llegar a durar todo esto», confiesa un experimentado inspector de la DGI que solo espera poder jubilarse para salir por la puerta del edificio del Banco Hipotecario, sede de ARCA dirigida por Juan Pazo, hacia su hogar.
Los profesionales y trabajadores que no se fueron con retiros voluntarios por los maltratos de la dirección, la caída en los ingresos, los recortes en los premios y el constante avasallamiento de la autarquía del organismo recaudador, sobreviven a la espera de la jubilación o de conseguir un trabajo mejor en el sector privado que tiene numerosos rubros en problemas financieros
En la sede del gremio de la UPSAFIP, Unión del Personal Superior de la Administración Federal de Ingresos Públicos, en la calle Diagonal Norte, a metros de la sede central de ARCA, hacen fila profesionales de la contabilidad para asesorarse por ascensos que no llegan, o ayudas del sindicato para sus familias.
«La verdad es que las filas son todas de quejas. Compañeros que están endeudados hasta el cuello. Con familia y alquileres que sostener, con padres y gente mayor que atender porque las jubilaciones no alcanzan, con pedidos para conseguir remedios porque son onerosos y todo tipo de problemas que escuchamos y tomamos nota para trasladarlos a la dirección de ARCA a la espera de una reunión paritaria que no se produce para que haya aumentos de sueldo súper necesarios», afirmó Julio Estévez (h), titular del gremio.
El secretario de organización de la entidad gremial, Ricardo Prado, explicó «que hay trabajadores jóvenes con chicos pequeños a cargo que cobran $800.000. Descontados los gastos fijos, se les acaba la plata el día 10 con suerte. Los profesionales que se desempeñan en ARCA, persiguiendo evasores millonarios que se pasean en jets, viajan a Europa y lavan guita, tienen un sueldo promedio de $1.500.000. Estamos hablando de profesionales altamente capacitados para desbaratar hechos ilícitos de tributación. En el sector privado, si no hubiera recesión, estarían ganando el triple», ejemplificó.
El tesorero de la organización gremial, Maximiliano Dajos explicó a iProfesional: «A esta altura no nos interesa juntar dinero de la cuota de afiliación. Como somos muy ordenados con las cuentas y, descontados todos los pagos a proveedores, vamos a vaciar de dinero nuestras cajas de ahorro para dárselas a los afiliados, cuyo bienestar es nuestra única razón de existencia».
Estévez (h) señaló: «Queremos ser claros con nuestra gente. Sabemos que nadie se salva con $300.000, pero es una ayuda en este tiempo tan difícil para el trabajador impositivo y nuestro dinero es de ellos. Así que creo que somos el primer gremio que vacía sus cuentas corrientes y cajas de ahorro en favor de sus afiliados. Si no tenemos más plata, mañana no nos interesa. La gente está primero. Y, tomamos la iniciativa del compañero de La Bancaria, Sergio Palazzo que reparte a sus representados un bono por $345.000. La diferencia con su excelente iniciativa con respecto a nosotros, es que Palazzo logró que el bono lo pagan los bancos. En nuestro caso, Juan Pazo y su conducción en ARCA miran para otro lado cuando los trabajadores impositivos piden un aumento».
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