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El día que Menem echó a Zulema de la Quinta de Olivos: un matrimonio volcánico y la sospecha de cocodrilos en la pileta

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27 de mayo de 1990. Raúl Granillo Ocampo le alcanzó la página que había terminado de redactar. Carlos Menem, el presidente de la Nación, a diferencia de lo que solía hacer, leyó con cuidadosa atención el texto.

Mientras avanzaba asentía convencido con un movimiento de cabeza. Tomó la lapicera y firmó el decreto 1026 con fuerza, como con bronca. Antes de levantarse del sillón dijo bien fuerte, sin dirigirse a nadie en específico, para que se entendiera que todos estaban involucrados en la orden: “Cuando vuelva quiero esto solucionado ¡Esta casa es mía!”. Luego se fue a preparar para partir de viaje.

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La de viajar era una costumbre que ya provocaba comentarios en la calle. A Menem le gustaba realizar giras presidenciales por el mundo (en menos de un año había recorrido cuatro continentes y más de 20 países). En esta oportunidad parecía más un gusto que una urgencia diplomática. El periplo incluía Malasia, Tahití, Polinesia, Paraguay (reunión de la OEA) e Italia. Allí asistiría al partido inaugural del Mundial 90 que Camerún le iba a ganar a nuestra Selección.

En este momento comenzó a tomar forma el final que ocurriría 15 días después y que quedó inmortalizado como El día que Menem echó de Olivos a Zulema Yoma.

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El día que Menem echó a Zulema y sus hijos de la Quinta de Olivos

El matrimonio entre Carlos Menem y Zulema Yoma llevaba ya 24 volcánicos años.

Se habían conocido en Damasco por un acuerdo familiar. La familia Yoma también era de La Rioja y los padres concertaron la pareja. La madre de Menem estaba preocupada por la relación que su hijo abogado y promisorio político mantenía desde hacía años con Ana María Luján, una mujer separada y con dos hijos. Parecía un amor intenso y genuino que se mantuvo por muchísimo tiempo, aun después del casamiento entre Carlos y Zulema. Ana María Luján terminó trabajando en la presidencia de Menem en una oficina muy cercana a la del presidente. El vínculo perduró por décadas. La funcionaria le dijo a Olga Wornat que los dos días más tristes de su vida habían sido el de la muerte de su padre y el del casamiento de Carlos con Zulema.

Pero, se sabe, esa no fue la única relación extramatrimonial de Menem. A lo largo de los años hubo actrices, funcionarias, mujeres que vivían en los lugares en los que estuvo detenido durante la Dictadura como Martha Meza, madre de Carlos Nair. Era un mujeriego que no solía ocultarlo, que se vanagloriaba de sus conquistas. Los regresos a su hogar -casi siempre regresaba- se convertían en batallas campales porque Zulema no era una mujer de resignarse.

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Ya lanzado a la campaña presidencial -primero la interna contra Cafiero, después la elección nacional- Menem parecía desbocado. Surgían rumores, la gran mayoría ciertos, en las revistas del corazón cada semana. Era como si no quisiera dejar pasar la oportunidad de estar con cada una de las vedettes que veía en la televisión o el teatro de revistas. En 1987, Zulema presentó el pedido de divorcio que Menem no contestó; con la ayuda de jueces amigos la causa languideció.

Al aproximarse la elección que determinaría el sucesor de Alfonsín, Menem le pidió a Zulema que volviera junto a él. Era una cuestión de votos, pero no matrimoniales. La sociedad no veía con buenos ojos a los candidatos separados. Zulema regresó a su lado. Las causas fueron varias: la idea de que se había casado para toda la vida pese a las discusiones, los engaños y hasta los golpes, los dos hijos en común, la avidez de poder y su poder de negociación/presión para ubicar a sus familiares más cercanos en lugares estratégicos de la gestión: los Yoma desembarcarían en el gobierno y rodearían a Menem.

Zulema Yoma, exesposa del presidente Carlos Menem. (Foto: DyN)

La reconciliación “política” fue un fracaso. Las peleas eran cada vez más virulentas. En El Jefe, la biografía del expresidente que escribió Gabriela Cerruti, describe escenas de violencia de género. Otros aseguran que Carlitos Jr. llegó a amenazar con un arma a su padre si no dejaba de ejercer violencia sobre su madre, algunos dicen que no hubo arma pero sí una brutal pelea a golpes de puño entre padre e hijo por esta cuestión. Los más fantasiosos juran que Menem puso cocodrilos en la pileta de Olivos para que atacaran a su esposa.

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Varios testigos dan cuenta de que ya como presidente, Menem quedó deslumbrado con la atracción que generaba el poder: “Soy mucho más lindo y alto que antes”, bromeaba. Las mujeres caían a sus pies. El Hotel Alvear de su amigo Mario Falak era la sede más habitual de esos encuentros clandestinos pero habituales.

Ya en 1990, antes de una recepción en la embajada paraguaya, cuentan que hubo una pelea feroz con Zulema en la que él le destrozó el vestido que ya tenía puesto para asistir a la gala y hasta la golpeó.

Una mañana de principios de mayo, Menem se levantó para ir a la Casa Rosada y ya no regresó. No le avisó nada a su Zulema, que pensó que a los pocos días se le pasaría.

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El 8 de julio de 1989, Carlos Menem asumió la presidencia acompañado de su esposa Zulema Yoma. ( Foto: Alejandro Querol / AP)
El 8 de julio de 1989, Carlos Menem asumió la presidencia acompañado de su esposa Zulema Yoma. ( Foto: Alejandro Querol / AP)

La convivencia con Zulema Yoma, su esposa, se había tornado imposible. Nada nuevo. Lo había sido la mayoría de los 24 años que estuvieron casados. Las trifulcas eran constantes. Ahora, además, había un nuevo factor: las luchas de poder.

Después de pasar alguna noche en el Hotel Alvear y otras en casas de amigos, se había instalado en un departamento de Miguel Ángel Vicco, su secretario privado y empresario lechero.

Leé también: La escandalosa vida privada de Carlos Menem: pizza con champán, amores y unas cuantas lágrimas

Zulema descubrió que tenía la posibilidad de propalar sus quejas y sus críticas por los medios nacionales. Los entuertos matrimoniales del presidente interesaban a todo el mundo. Zulema les daba material del bueno: “Se fue uno de los primeros días de mayo a trabajar y nunca más volvió. Nunca me llamó. No se fue por una discusión ni porque nos tiramos los platos por la cabeza como otras veces. Se fue sin explicaciones, sin un grito. Una mujer puede entender cuando un marido se va dando un portazo. Nuestra relación no es ideal, nuestro matrimonio no es perfecto. Está cambiado, algo le pasa”. Zulema decía eso en público mientras en privado jugaba otras cartas.

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Habían aparecido por toda la Ciudad de Buenos Aires afiches que decían “Lealtad al Presidente, pero no a los delincuentes”. Los firmaba el Comando de Moralización Peronista. Junto a ellos, otros que individualizaban culpables: Eduardo Pan de Azúcar Menem, José Luis Petroquímica Manzano, Roberto Cometa Dromi, Eduardo Guardapolvo Bauza (los apodos eran los negociados o cuentas sin declarar que se les atribuían). Al entorno presidencial le pareció ver los rastros de Zulema detrás de la movida. Lograron que el juez Marquevich iniciara una causa y desplazaron a Fassi Lavalle, Alberto Mazuchelli y otros funcionarios dependientes de Zulema. Los afiches habían salido de la imprenta de Fassi Lavalle.

A mediados de mayo, la revista política Somos de Editorial Atlántida, propiedad de su amigo Constancio Vigil, publicó un suelto en tapa: “Menem se separa de Zulema”. Una jugada con múltiples efectos. El editor le estaba haciendo un favor a su amigo (era mutuo: Vigil obtenía una gran primicia), ponía de sobre aviso a Zulema para evitar tener que decírselo en él en la cara y también preparaba a la opinión pública.

“La casa es mía. No es un bien ganancial”

Para el Tedeum del 25 de mayo, el Presidente se dio cuenta de que los atributos presidenciales habían quedado en Olivos. Los mandó pedir y a preguntar, con cierto tacto, si Zulema acudiría a la Catedral. Zulema ni siquiera respondió. Menem fue solo y con banda y bastón presidencial mulettos. Esa noche ordenó a Granillo Ocampo que preparara el decreto.

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Algo similar ocurrió un par de días después cuando preparaba el equipaje para la gira presidencial que terminaría en el partido inaugural del Mundial. No tenía camisas, ni corbatas, ni trajes. Se pensaron varias alternativas para ingresar subrepticiamente a Olivos, hasta que se escuchó la voz enojada de Menem: “Soy el presidente de la Nación, carajo. Me puedo comprar lo que quiera”. Sus secretarios consiguieron que abrieran una exclusiva sastrería de la calle Alvear en plena madrugada y se llevaron una veintena de trajes, camisas y corbatas (y un sastre en la comitiva para arreglarlos).

Para el momento del inicio de esa gira, ya hacía varias semanas que Menem había dejado de vivir en la Quinta de Olivos. Pero en especial había dejado de tener control de lo que sucedía allí.

Zulema creyó que la pelea definitiva se daría al regreso de Menem de Italia, en un cara a cara que sería muy tenso. Hasta mandó a Carlitos y a Zulemita a Paraguay para que se encontraran con su padre y les asegurara que regresaría. Él les juró que lo haría y se fue al Mundial.

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Pero Menem le tenía reservada una sorpresa a su esposa. La noche del 11 de junio Zulema y Zulemita durmieron en el departamento de la calle Posadas -que le atribuían a Ramón Hernández, otro secretario presidencial, pero que era de Zulema-, porque bien temprano la Primera Dama debía declarar ante Marquevich en la causa de los afiches. Al salir del juzgado, cuando llegaron a la puerta de la Quinta de Olivos, descubrieron que había policías, fuerzas militares y muy serio y envarado, al frente de todos, el Brigadier Antonietti, Jefe de la Casa Militar, al que Menem le había encargado la delicada tarea de evitar que Zulema ingresara a la Quinta. Había también muchos medios ¿Estaban allí porque esperaban alguna declaración de la mujer luego de pasar por Tribunales? ¿Los había llamado ella previendo que esto sucedería? ¿O los había convocado alguna fuente secreta de Presidencia para que el escándalo quedara registrado y Zulema se pusiera límites?

Alguien leyó el texto del Decreto 1026, el que el presidente había firmado antes de partir: “El acceso, el uso y la permanencia en la Residencia Presidencial quedan al arbitrio exclusivo del Presidente de la Nación”. Menem decidía quién entraba. O cómo lo dijo él poco después: “La casa es mía. No es un bien ganancial”.

Zulema comenzó a gritar. “Abuso de poder” era lo que más repetía con su usual energía y dureza enfundada en un jogging azul y blanco. “Debe ser porque hablo mucho de la corrupción. Por eso no me deja pasar. A mí no me gusta la corrupción”, decía con su característico énfasis. Rodeada por los periodistas que casi no la dejaban moverse apeló al argumento nacionalista: “¡Chicos, está la imagen del país. Ustedes son argentinos. Respeten al país!”.

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De pronto se acercó a la mirilla de la puerta mientras el Brigadier la miraba con atención y con un tubo de gas paralizante en su mano, y los periodistas estiraban cada vez más sus brazos para captar cada palabra con sus micrófonos y grabadores. Carlos Jr., su hijo, estaba dentro. “No me dejan salir, mamá” dijo el joven. Ella volvió a gritar: “¡Tienen secuestrado al hijo del presidente! ¡En democracia! ¡Es un escándalo”.

Tenía razón Zulema: era un gran escándalo. Su hija le dijo que se fueran de ahí. Había visto una ambulancia estacionada muy cerca y tenía temor de que la subieran a ella y la hicieran pasar por insana, que la internaran en una clínica psiquiátrica, amenaza que más de una vez había deslizado Menem. Ella, como antes su marido, se terminó yendo con lo puesto.

Apenas ellas se retiraron hacia el departamento de la calle Posadas en el auto en el que habían llegado, se abrió el portón de la Quinta. Y salió Carlos Jr., el supuesto secuestrado, manejando un auto de un rojo refulgente.

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Menem volvió al país al día siguiente y esquivó las preguntas con su simpatía y liviandad habitual. Eran otros tiempos y nadie hablaba de violencia de género. En algún momento, en el programa de Neustadt, se puso solemne y quiso mostrarlo como un servicio público: “Entre mi familia y la patria, elijo a la patria”.

El portugués Fernando Pessoa alguna vez escribió que todas las cartas de amor son ridículas y que no serían cartas de amor si no fueran ridículas. En este caso podemos decir que los telegramas de desamor también lo son. Se cruzaron telegramas en medio de la batalla. Zulema lo acusó por medio fehaciente de abandono agravado, injuria gravísima y conducta ilícita. La respuesta de Menem fue acusarla de interferir en los asuntos del gobierno y condicionarlo políticamente: “Resulta inaceptable tu pertinaz interferencia, tus actitudes públicamente asumidas, sola o con terceros, desautorizando o poniendo en tela de juicio mi desempeño o la de colaboradores de gobierno”, decía otra parte del mensaje. Hubo una misiva más, la escrita por Carlitos. Le reprochaba al padre haberlos “echado como a un perro”.

El caso fue tan escandaloso que ocupó la portada de todas los diarios y revistas desplazando al Mundial 90 y al equipo recauchutado de Carlos Bilardo.

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Muchos años después, en un almuerzo con Mirtha Legrand, Zulema Yoma dijo que no había tenido ni un día feliz en ese matrimonio, exceptuando los de los nacimientos de sus hijos. Al rato, como explicándose, concluyó: “La familia es sagrada”.

La pareja se terminó divorciando legalmente en 1995, después de la muerte de Carlos Junior. En esos trágicos momentos se los vio juntos y apoyándose. Luego Zulema acusaría a Menem de encubrir el asesinato de su hijo.

En 2020 poco antes de la muerte del expresidente un rumor recorrió las redacciones. Zulema y Menem volverían a casarse. Ella estaba viviendo en la casa de él y lo cuidaba dado su frágil estado de salud. Pero la boda no se consumó.

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Zulema, pese a todo, fue y será la mujer de mi vida. Nunca hubiera sido presidente si no fuera por ella”, les decía Menem a los pocos periodistas que lo visitaban. Ella afirmaba que él había sido su único amor.

Carlos Menem murió el 14 de febrero de 2021. Tenía 91 años. Y a su lado estaba Zulema Yoma.

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La Cámara Electoral le ordenó al juez Ramos Padilla que no cambie los lugares de votación en La Matanza

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La Cámara Nacional Electoral (CNE) se involucró este jueves en la polémica por los cambios en los centros de votación de la provincia de Buenos Aires y le ordenó al juez federal platense Alejo Ramos Padilla que de marcha atrás, específicamente, con la modificación de los circuitos electorales en La Matanza.

La medida fue dispuesta por la CNE, que es un tribunal federal, pero como los padrones a usar en esta elección provincial de legisladores bonaerenses del 7 de septiembre son los mismos que se utilizarán en las nacionales del 26 de octubre, la decisión afecta a ambos comicios.

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Esto es así porque la CNE tiene competencia en las elecciones nacionales, pero su decisión de dar marcha atrás con los cambios en los padrones impactará en las elecciones locales y provinciales, pues se usa el mismo padrón.

Los cambios dispuestos en los lugares de votación bonaerenses -realizados con inteligencia artificial y herramientas de geolocalización- motivaron un reclamo del gobernador Axel Kicillof y de su vice Verónica Magario, quienes exigieron a Ramos Padilla que suspenda las modificaciones por este año.

Ahora la CNE dispuso que queden sin efecto los cambios de establecimientos de votación en la sección electoral número 61 de La Matanza, efectuados por Ramos Padilla. Justamente Magario es de ese distrito y fue quien más enojada se mostró en los últimos días con la reforma implementada desde La Plata.

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La modificación implicaba, en la práctica, un cambio de locales de votación de aproximadamente el 80 por ciento de los electores de ese circuito electoral en La Matanza.

El juez federal Alejo Ramos PadillaMatias Adhemar

Los jueces del tribunal, Daniel Bejas, Alberto Dalla Vía y Santiago Corcuera emitieron una decisión administrativa en la que dijeron que se había acordado en 2024 una readecuación de los lugares de votación, pero que esa medida se iba a tomar tras los comicios de 2025 y tras audiencias con los partidos políticos.

Por eso, en virtud de lo ya decidido a fines de 2024 sobre el proyecto de modificación de circuitos electorales cuando se pospuso su tratamiento “una vez concluido el proceso electoral nacional”, es que la CNE anuló la medida tomada ahora, fuera de los tiempos previstos.

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En este contexto, “el reciente cambio de los establecimientos de votación en esa jurisdicción es extemporáneo e imprevisto”, dado que Ramos Padilla había resuelto que convocaría a las agrupaciones políticas a una audiencia presencial para tratar la cartografía electoral de La Matanza una vez concluido el proceso electoral del año 2025, señalaron los magistrados.

Así, para la CNE es necesario revertir el cambio dispuesto por el juez de primera instancia para “resguardar el derecho de los electores a conocer adecuadamente la ubicación de los establecimientos de votación y, de ese modo, promover la mayor participación electoral posible y mitigar el ausentismo”.

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El gobernador Axel Kicillof y los jefes políticos de La Matanza, Fernando Espinoza y Verónica MagarioDiego Nasello

Los camaristas dijeron que estaba prohibido hacer cambios “que pudieran tener impacto inmediato para el proceso electoral en curso, en virtud de lo cual resulta indispensable revertir lo actuado en ese sentido”.

“En particular, a los locales de votación utilizados en la elección nacional 2023 deberá mantenerles el mismo orden de prioridad que tuvieron en esa elección y/o asignarle aquel orden de prioridad que determine el mayor grado de coincidencia posible entre los rangos de mesas que funcionaron en cada uno de los locales en el proceso electoral nacional anterior, y el rango de mesas que asignado a cada uno de ellos para las elecciones del corriente año”, escribieron.

Los integrantes de la CNE le pidieron al juez que adopte recaudos para suspender la publicación de los locales incorrectamente asignados y, una vez producida la nueva asignación, garantizar la adecuada comunicación y difusión de los nuevos establecimientos de votación para que los conozca la gente.

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La reforma fue dispuesta por la Justicia federal electoral de La Plata para “facilitar la cercanía de los electores a los centros de votación, garantizar la logística de traslado y repliegue de urnas y de bolsines y facilitar además el trabajo de las autoridades de mesa”, tras un trabajo de dos años de geolocalización en cooperación con los municipios y con la provincia, había dicho el juzgado.

Galpones de armado de urnas de votación y oficinas del Juzgado Federal en la ciudad de La PlataIgnacio Amiconi

Los cambios, había argumentado Ramos Padilla, se debían a las demoras registradas otros años en la apertura de las mesas de votación. En cambio, Kicillof opinó que los intendentes manifestaron su “preocupación” y solicitó a la Justicia revisar la medida, para garantizar “el pleno ejercicio del derecho al sufragio”.

“Al día de la fecha cuando resta poco más de un mes para la realización de los comicios resulta prácticamente imposible notificar a cada votante sobre esta modificación”, se quejó Kicillof en un escrito con su firma dirigido al juez federal con competencia electoral de este territorio.

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“De esta manera probablemente muchos electores cuando se presenten a emitir el sufragio donde lo hacían habitualmente se encontrarán con el cambio en el sitio de votación, conspirando así contra la voluntad de votar”, opinó el mandatario bonaerense.

En el escrito remitido formalmente a la Justicia, Kicillof fue más allá: “Numerosos intendentes municipales me han manifestado idéntica preocupación sobre esta novedad”. Según la vicegobernadora Magario el 80% de los 14.376.592 electores habilitados para votar legisladores provinciales, concejales y consejeros escolares en la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre próximo podría registrar cambios en los sitios de votación.

Algunos de los distritos donde hubo más modificaciones son San Martín, Almirante Brown y La Matanza, en el Gran Buenos Aires. En el interior de la provincia también se registraron notables cambios en distritos como Ayacucho. El fallo de la Cámara se refiera a la sección electoral número 61, La Matanza.

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Diana Mondino destrozó a Javier Milei por $LIBRA: “O no es muy inteligente o es una especie de corrupto”

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La ex canciller Diana Mondino reapareció en públicó y brindó una entrevista a la cadena de noticias Al Jazeera. Entre otros temas, la ex funcionaria dio su opinión sobre la participación de Javier Milei en el escándalo con la criptomoneda $LIBRA.

El periodista Mehdi Hasan le consultó: “¿Cree que Javier Milei debería haber tuiteado un enlace a una criptomoneda?”; y Mondino respondió: “No, no debería haber tuiteado eso”.

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El comunicador le repreguntó: “¿Por qué cree que lo hizo?”; a lo que la ex canciller declaró: “Hay dos posibilidades: o no es muy inteligente o es una suerte de corrupto. Elija usted. No sé”.

En otra parte de la entrevista, Diana Mondino defendió las políticas económicas que está llevando a cabo el Gobierno nacional. “Argentina está ante una gran oportunidad, no la desperdiciemos”, manifestó.

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Diana Mondino habló sobre Milei y la maniobra $LIBRA: “O no es muy inteligente o es una suerte de corrupto”

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Luego de meses de bajo perfil y contadas apariciones públicas, la excanciller Diana Mondino le ofreció una entrevista al periodista Mehdi Hasan de la cadena Al Jazeera English. Con su estilo incisivo y por momentos provocador, Hasan la llevó por las políticas y las expresiones más polémicas de Javier Milei: desde el escándalo $LIBRA y la salud mental del Presidente, sus perros, hasta el patrimonio de los ministros del Gabinete, la venta de órganos y las comparaciones del libertario entre el Estado y los pedófilos. Las respuestas de Mondino no se quedaron atrás.

“Hay dos posibilidades: o no es muy inteligente o es una suerte de corrupto. Elija usted. No sé”, respondió Mondino luego de que Hasan la inquiriera repetidamente por el escándalo $LIBRA, la criptomoneda que Milei promocionó y que, tras desplomarse en su valor, dejó un tendal de inversores en la banquina.

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Durante ese tramo de la entrevista, Mondino intentaba expresar las bondades del acuerdo de la Unión Europea con el Mercosur, pero el periodista insistía por $LIBRA. “La pregunta era sobre la estafa de Javier Milei a principios de este año, en el que creo que 250 millones de dólares, desaparecieron”, apuntó Hasan.

“Espero que no, y si lo es, algún día tendrá que ir a la cárcel”, fue la respuesta de Mondino, que nuevamente buscó hablar del acuerdo con la UE.

Hasan: ¿Cree que Javier Milei debería haber tuiteado un enlace a una criptomoneda?

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Mondino: No, no debería haber tuiteado eso.

Hasan: Genial, ¿por qué cree que lo hizo?

Mondino: Creo que alguien se lo contó, pensó que era una buena idea.

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Hasan: Alguien ganó dinero con esto. 250 millones de dólares. Desaparecieron.

Mondino: Exactamente, exactamente. Así que hay dos posibilidades. O no es muy inteligente o es una suerte de corrupto. Elija usted. No sé.

Hasan: ¡Wow! Es la primera vez esta noche que dice Diana Mondino: es corrupto o estúpido.

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Mondino: ¡No!

Hasan: ¡Eso es lo que usted dijo!

En ese momento, Mondino cayó en la cuenta de su frase e intentó redirigirla, en el sentido de que ella estaba dando opciones para elegir, no optando por una de ellas. Pero el daño estaba hecho.

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A poco de empezar la entrevista, Hasan cuestionó la motosierra de Milei y señaló que incluso Elon Musk se arrepintió de haberla usado en el gobierno de Donald Trump. Entonces, asoció esa “falta de empatía” con los pobres con el patrimonio de Milei y sus ministros, para señalar que Mondino era “el miembro más rico del gabinete de Javier Milei”.

“Definitivamente no”, le contestó la excanciller. Hasan insistió, señalando que los medios habían consignado que Mondino era el miembro más rico del gobierno de Milei. Ella lo interrumpió.

“Bueno, tal vez el [ministro] que lo declaró, pero yo no era la más rica. Pero ojalá lo fuera”, señaló Mondino, sembrando una duda sobre la rigurosidad de las declaraciones juradas presentadas por sus excompañeros de gabinete.

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