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La magia perdurable de ‘Jolene’, el clásico de Dolly Parton que trasciende generaciones y fronteras

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Dolly Parton canta Jolene en el programa “That Good Ole Nashville Music”, 1974

Crecí en Tucson, hija de un fanático de la música clásica de Cuba y de una devota del Great American Songbook de Nueva York. Mientras que los padres de otros chicos tal vez mostraban al menos cierto interés por la música de su época —los años 70 y 80—, los míos en general nos mantenían en un ambiente musical dominado por Ella Fitzgerald, Vladimir Horowitz, Benny Moré y otros íconos de principios del siglo XX, con algunas excepciones ocasionales para el flamenco, el mariachi y clásicos yiddish.

La ausencia casi total de referencias modernas en esa banda sonora era tal que una de mis niñeras —nombrada corresponsal adolescente especial de un diario local— dedicó una columna entera al suplicio que implicaba ir en el auto mientras mis padres elegían la música.

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Cuento todo esto a modo de explicación, si no de justificación, de una grave omisión: llegué a los cuarenta sin saber quién o qué era “Jolene”.

«Jolene» por The White Stripes

Es cierto que, incluso de niña, con el tiempo entendí que existía la música popular y empecé mi autoeducación con un reloj despertador sintonizado en KRQ, “la estación número 1 de éxitos de Tucson”. Pero para entonces, el gran debut de “Jolene” —primero como sencillo en 1973 y después como tema principal del decimotercer álbum de estudio en solitario de Dolly Parton, en 1974— ya se me había pasado por alto, igual que la celebrada versión de Olivia Newton-John de 1976. No sé cómo explicar que tampoco llegué a escuchar la versión de Pentatonix de 2016, que ganó un Grammy. Ni siquiera lo intentaré.

Pero dos semanas después de que el grupo a cappella lanzara ese dueto con Dolly Parton, yo me preparaba para un trabajo de niñera por mi cuenta. Unos amigos vinieron a la ciudad para una boda y yo cuidaría a su pequeño hijo, Ellis, quien venía con instrucciones especiales: Si empezaba a decir “Doween”—y seguro lo haría—, estaba pidiendo “Jolene”, y yo tenía autorización y hasta estímulo para buscar videos en el momento.

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Miley Cyrus en The Backyard Sessions canta «Jolene»

La instrucción era tan directa que entendí que debería saber perfectamente quién era Jolene. Lo único que alivió mi vergüenza fue que mis amigos llegaban tarde. Así que cuando confesé que nunca había oído hablar de esa mujer, solo hubo tiempo para un breve “Ay, querida” antes de que me lo explicaran y se marcharan.

Tal como me advirtieron, Ellis empezó a pedir Doween y no quiso ver prácticamente otra cosa el resto de la noche. Su entusiasmo solo fue creciendo con cada repetición. Busqué todos los videos que pude y descubrí que le fascinaba especialmente un clip de 1974 del programa “That Good Ole Nashville Music” con Dolly en un enterizo de campana y sombra de ojos lila con brillos.

Después de decenas de repeticiones, o abandonas “Jolene” para siempre o te conviertes en fanático.

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Ahora soy de las personas que devoran libros enteros sobre la canción, de los cuales —hasta donde sé— solo hay uno: el nuevo Dolly Parton’s Jolene, escrito por Lydia R. Hamessley para la serie Keynotes de Oxford University Press, una colección que explora el canon musical occidental, una canción o álbum por volumen.

La autora es profesora en Hamilton College, donde imparte cursos sobre música country, medieval, renacentista y de cine, además de ser la Dollyóloga residente, por lo que el libro tiene un enfoque académico claro. Pero si, como yo, pasaste la vida postuniversitaria lamentando no haber tomado cursos divertidos cuando tuviste la oportunidad, la pasión pedagógica de Hamessley es una ventaja.

The Congo Cowboys – Jolene

Para algunos, el libro evocará otra etapa de la vida. ¿Recuerdan aquellos discos “Read-Along”? (Libros infantiles que venían con un vinilo de audio.) En un guiño involuntario a esa experiencia, “Dolly Parton’s Jolene” tiene un sitio web repleto de clips de música y video organizados que regularmente te invitan a escuchar o ver.

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Así que, aunque no comprendas a la primera alguna noción de teoría musical—por caso, “Von Blingin’ potenció aún más el sonido antiguo usando el sexto grado de la escala tanto como fuera posible”—, al hacer clic en el archivo musical o de video correspondiente, todo cobra sentido. O, al menos, te entretiene.

Chiquis Rivera y Becky G – Jolene

Ese tipo de análisis —instrumentación, escalas, tempo, estructura, letra o cualquier otro elemento que cambie de una versión a otra— es un claro punto fuerte de Hamessley. Pero hay más en el libro, con capítulos especialmente accesibles sobre la historia jugosa de la rivalidad entre el country y el pop, nuevas interpretaciones sorprendentes del supuesto trasfondo de “Jolene”, el creciente repertorio de “canciones respuesta” (Chapel Hart con “You Can Have Him Jolene” es un clásico) y el extraordinario talento de Parton para escribir canciones. Las mejores pruebas de esto último se encuentran en las páginas 30 y 31, donde aparecen fotos de la letra original escrita a mano de “Jolene”, con anotaciones de la propia Parton sobre elecciones de palabras hoy emblemáticas. (Resulta que Jolene estuvo a punto de no tener ojos de color verde esmeralda).

Pero mi sección favorita del libro aborda el universo, tan improbable como amplio, de las versiones de “Jolene”, que suman centenares. Desde aquel trabajo de niñera, me convertí en una especie de coleccionista, con especial predilección por la versión en inglés y lingala de Congo Cowboys, la cumbia con Chiquis Rivera y Becky G, y la versión cortometraje de la artista indígena australiana Kaylene Whiskey, entre otras.

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Lil Nas X – Jolene (Dolly Parton Cover) in the Live Lounge

Me obsesiona la idea de que este ruego de apenas 202 palabras a una seductora de Tennessee para que “no te lleves a mi hombre” haya conseguido tal alcance mundial que incluso Nelson Mandela —cuando los guardias de la prisión de Robben Island le permitían elegir música para la megafonía— solía poner “Jolene”.

Ese dato lo contó su amigo y compañero de presidio Tokyo Sexwale en el pódcast “Dolly Parton’s America”. “Ningún ser humano puede permanecer indiferente a ‘Jolene’,” señaló. “A nadie le gusta perder.” Al citar el mismo ejemplo, Hamessley coincide en que la enorme fuerza de la canción proviene, al menos en parte, de ese miedo universal a la pérdida—“no solo la pérdida de una pareja,” escribe, “sino la pérdida de algo mayor, más abstracto e inefable”. Aun así, sostiene que hay otro elemento en juego, igualmente universal: el anhelo.

Leí esa sección mientras visitaba a mis padres y, por curiosidad, decidí ponerles “Jolene”. Cuando les pregunté qué percibían en la canción, respondieron enseguida, casi al unísono: “anhelo”. Sorprendida, me di cuenta de algo. Aunque nunca se apartaron del capullo musical en el que me criaron, quizá nunca fue tan hermético como pensé.

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Fuente: The Washington Post

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Trump celebró la entrada en vigor de sus nuevas tarifas y afirmó que “miles de millones” comenzarán a fluir hacia EEUU

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Trump celebró la entrada en vigor de los nuevos aranceles: “Miles de millones de dólares fluyen hacia Estados Unidos ahora” (REUTERS)

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, celebró este jueves la entrada en vigor de una nueva serie de aranceles dirigidos a decenas de países, consolidando su estrategia comercial basada en el proteccionismo y el uso de tarifas aduaneras como instrumento de presión económica.

La medida, efectiva desde la medianoche de EEUU, forma parte del nuevo esquema de comercio exterior con el que el mandatario busca, según ha expresado, “reestructurar el comercio en beneficio de los trabajadores estadounidenses”.

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En un mensaje publicado en su red Truth Social, Trump escribió: “¡Es medianoche! ¡Miles de millones de dólares en aranceles fluyen hacia Estados Unidos ahora!”, subrayando el momento en que se activaron los recargos. Además, reiteró que los nuevos aranceles permitirán que “Estados Unidos vuelva a ser grande y rico”.

Las tarifas se aplican de forma diferenciada según la balanza comercial bilateral. Países con los que Estados Unidos mantiene superávit seguirán enfrentando un arancel mínimo del 10%, mientras que aquellos con déficit serán sujetos a recargos entre el 15% y el 41%.

El comunicado de Trump publicado
El comunicado de Trump publicado en Truth Social

Entre los más afectados figura India, que recibirá un 50% total: 25% aplicado desde este jueves y otro 25% dentro de tres semanas. Trump justificó la sanción por “la compra continua de petróleo ruso” por parte de Nueva Delhi.

El caso de Brasil también fue destacado. Pese a tener superávit con Washington, algunos productos, como el café y la carne, enfrentan un arancel adicional del 50%. El mandatario asoció esta decisión con el proceso judicial contra el ex presidente Jair Bolsonaro, a quien considera una víctima política. En julio, Trump afirmó: “Bolsonaro está siendo perseguido por defender la democracia. Es una caza de brujas”.

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México, por su parte, obtuvo una prórroga de 90 días para renegociar sus términos comerciales. Mientras tanto, la mayoría de sus exportaciones están sujetas a un 25%, salvo los productos protegidos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Trump también anunció nuevas medidas en sectores estratégicos. Este miércoles declaró que impondrá un arancel del 100% sobre chips y semiconductores, aunque aclaró que “si la compañía fabrica en estados unidos, no hay ningún recargo”.

Respecto a los productos farmacéuticos, adelantó que iniciarán con un arancel reducido que escalará gradualmente: “inicialmente vamos a colocar un pequeño arancel sobre los productos farmacéuticos, pero en un año, año y medio como máximo, subirá al 150% y luego al 250% porque queremos que los productos farmacéuticos se fabriquen en nuestro país”, dijo esta semana a la cadena CNBC.

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Trump también anunció nuevas medidas
Trump también anunció nuevas medidas en sectores estratégicos. Este miércoles declaró que impondrá un arancel del 100% sobre chips y semiconductores, aunque aclaró que “si la compañía fabrica en estados unidos, no hay ningún recargo” (REUTERS)

La próxima fase de la ofensiva está marcada para el 12 de agosto, fecha en que expira la tregua comercial con China. Ambas potencias mantienen reducciones recíprocas —10% sobre productos estadounidenses y 30% sobre bienes chinos—. Trump indicó que la continuidad del acuerdo dependerá de su evaluación personal: “la decisión final está en mis manos”.

Mientras el gobierno proyecta ingresos adicionales por la vía de las tarifas, surgen interrogantes sobre su impacto en el consumo. Según una encuesta de Morning Consult/The Century Foundation, publicada el 31 de julio, el 83% de los estadounidenses expresó preocupación por el precio de los alimentos.

Trump, sin embargo, sostiene que los beneficios serán mayores a los costos. En declaraciones recientes afirmó: “Entra tanto dinero que consideramos un pequeño reembolso”, aunque no ofreció detalles sobre su implementación. También apuntó: “Lo más importante es saldar la deuda”, en referencia al pasivo público, que a comienzos de agosto superó los 36,8 billones de dólares.

(Con información de EFE)

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Asia / Pacific,BEIJING

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Violent attack reignites BOWSER Act debate as Trump floats federal takeover of DC

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

A Senate Republican renewed his push to federalize Washington, D.C., following an attack on a former Department of Government Efficiency (DOGE) staffer and President Donald Trump’s threat to put the District under federal control.

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Sen. Mike Lee, R-Utah, has long called for control of Washington to fall under Congress, going so far as to introduce the Bringing Oversight to Washington and Safety to Every Resident (BOWSER) Act, named after D.C. Mayor Muriel Bowser, in an effort to combat crime in the District.

REPUBLICAN BILL WOULD PUT ‘ANARCHIST JURISDICTIONS’ ON NOTICE, THREATEN FEDERAL FUNDING

President Donald Trump speaks to the media as he arrives at Glasgow Prestwick Airport on July 25, 2025, in Prestwick, Scotland. (Andrew Harnik/Getty Images)

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The bill, which Lee introduced alongside Rep. Andy Ogles, R-Tenn., has not made it out of committee since being dropped in February. But Trump’s highlight of an attack against former DOGE staffer Edward Coristine, also known as «Big Balls,» has resurrected the discussion.

«The Constitution already federalizes D.C.,» Lee said on X. «We just need Congress to do its job — and reassert its lawmaking power over our nation’s capital city. My bill, the BOWSER Act, would do that.»

Fox News Digital reached out to Lee for further comment.

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SENATE REPUBLICANS LAUNCH CRACKDOWN ON DC PERMITTING ILLEGAL IMMIGRANTS, NONCITIZENS TO VOTE IN ELECTIONS

Sen. Mike Lee

Sen. Mike Lee, R-Utah., arrives for the Senate Republicans leadership election in the Capitol on Nov. 13, 2024. (Bill Clark/CQ-Roll Call, Inc via Getty Images)

Lee’s bill would effectively repeal the District of Columbia Home Rule Act, a law passed in the 1970s that established a city council and mayor and reduced the amount of oversight that Congress has over the city and its affairs.

But calls have grown by lawmakers over the years to increase Congress’ oversight of the city, largely centered on concerns over increased crime and criticisms of attempts to rewrite the District’s criminal code.

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And Trump jumped into the discourse, too, threatening that if «D.C. doesn’t get its act together, and quickly, we will have no choice but to take Federal control of the City.»

«Perhaps it should have been done a long time ago, then this incredible young man, and so many others, would not have had to go through the horrors of Violent Crime,» Trump said on his social media platform, Truth Social. «If this continues, I am going to exert my powers, and FEDERALIZE this City.»

Fox News reached out to Bowser’s office for comment but did not immediately hear back.

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‘SHOULD HAVE BEEN PREPARED’: GOP SENATORS FIGHT FOR UNIFIED MESSAGE ON TRUMP’S ‘BIG, BEAUTIFUL BILL’

D.C. Mayor Muriel Bowser

DC Mayor Muriel Bowser speaks at a news conference on Capitol Hill in Washington on March 10, 2025. (AP Photo/Ben Curtis)

Zack Smith, a senior legal fellow at The Heritage Foundation and a former prosecutor, told Fox News Digital that in the past, the D.C. council has pushed «policies that have made it much more difficult for law enforcement, for prosecutors, to do their jobs and keep citizens safe.»

Bowser and the D.C. Council have, for several years, worked to update the District’s criminal code. However, changes to the code that would have severely lowered sentencing for a variety of crimes that were at first vetoed by Bowser were on the precipice of becoming law before Congress and former President Joe Biden overrode the reforms.

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Smith noted that Congress still has the authority to legislate the District, meaning that lawmakers and the federal government are «still the backstop,» and that both Trump and Lee were right to call for a «reevaluation of the District’s status.»

«That’s why Congress was able to step in and overturn that proposed radical rewrite of the Criminal Code,» he said. «And so what the BOWSER Act would actually do, if it repeals home rule, it would essentially change the way the local D.C. government functions. It might involve Congress and the Federal Government taking a more direct role.»

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«I think there is broad and in some ways bipartisan consensus that the current system in D.C. is not working as it should,» he continued. 

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Vicente Palermo y el desafío existencial de sus nuevos relatos

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Vicente Palermo combina imaginación y realidad en cuentos que invitan a la reflexión

El matadero municipal se extendía en un inmenso rectángulo a las afueras de la diminuta ciudad. Sus muros le eran familiares porque acostumbraba aproximarse a ellos en sus caminatas diarias. Fue a la sombra de los mismos que Auguste Menard tomó ese día su decisión: dejaría de ser un contemporáneo. Radicalmente enfadado con el presente, el futuro le atraía todavía menos, en su estólida previsibilidad. No le quedaba, entonces, sino sumergirse en el pasado. No se trataba de viajar por el tiempo, odiaba la ciencia ficción. Dejar de ser un contemporáneo consistiría en construir las condiciones de su vida en un pasado o, en otras palabras, en forjarse un nuevo presente.

Una dura tarea. Debía lograr la proeza de que su mente se tornara plenamente contemporánea al pasado elegido, para que este se constituyera en su nuevo presente. Debería empezar forzosamente por decidir el punto en el sistema de coordenadas espacio-tiempo. Lazos de familia habían hecho que él dominara con soltura la lengua francesa; fundadas razones lo llevaron a escoger los años inmediatamente posteriores a la Comuna de París como su nuevo presente (cuando el levantamiento aplastado no era, todavía, un compendio de ingenuidades sino la raíz del futuro). De esa manera, Menard zafaba también de uno de los principales escollos percibidos: recrear las percepciones pictóricas europeas anteriores a Francisco de Goya estaba más allá de sus capacidades. Además, eso le permitiría disfrutar de los excelentes vinos españoles, del rioja sobre todo, como el Marques de Riscal, descubiertos en la Exposición de París de 1871 (sí, siempre había llamado su atención esa fecha, su proximidad con Thiers y los comuneros).

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Pero no lo haría en el escenario de la Comuna sino en las ricas tierras viñateras de Bordeaux, lejos también de esta ciudad, más cerca de Pau, donde su padre, un austríaco que había consagrado su vida a los negocios, había edificado el inmenso solar en el que siempre había vivido.

La serie de cuentos de
La serie de cuentos de Vicente Palermo permite experiencias literarias que transitan entre lo real y lo imaginario

De sus contados amigos se despidió diciéndoles que, puesto que habría de olvidarlos, no los extrañaría. Perplejos, se resistieron vacilantes al adiós.

Precisaba una mucama capaz de fungir como su único contacto con el mundo exterior. Examinó varias candidatas, pero las descartó porque todas hablaban con el fuerte acento meridional que había terminado de contaminar la región apenas 50 años atrás, obra de silenciosas migraciones internas. Cuando se presentó una muda, que además parecía en extremo despierta, Menard no dudó en contratarla.

Eliminó todos los vestigios de modernidad aún presentes en el interior de su casa. Reemplazó viejas fotografías por daguerrotipos, pistolas vetustas por trabucos arcaicos, un Pissarro de 1891 por una panoplia, y el acostumbrado artefacto en que se sentaba diariamente por una letrina. Un nuevo tipo de salero diseñado a principios del siglo XX, y que mucho apreciaba, conoció la misma suerte ingrata que la radio a galena. Se desprendió de su guarda ropas, por entero, y lo reemplazó por un puñado de indumentarias antiguas que la diligente criada silenciosa supo conseguir. Una vez hecho todo esto y mucho más, advirtió lo que ya sabía de antemano: había cumplido con una porción ínfima de su trabajo. Aquello que ahora le esperaba era lo más arduo: procesos mentales cuya complejidad intuía pero que nunca había recorrido.

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Supo desde el comienzo que habría de resignarse a una fuerte incoherencia, porque ¿cómo construir las condiciones de su nuevo presente subjetivo sin apelar a materiales de su presente biológico, el único que había adquirido al nacer? A menos que su inmersión en el pasado significara un drástico embrutecimiento, cosa a la que no estaba dispuesto a resignarse, habría de hacer transacciones. Si quería, digamos, leer cotidianamente las ediciones de Le Figaro desde 1871, precisaría valerse de medios técnicos inexistentes en esa fecha. Si deseaba mantener a raya las enfermedades que asediaban su precaria salud física, debía contar con medicamentos que se crearían sólo bastante después de los tiempos de la guerra franco prusiana. Menard salió al cruce de esta fuerte impugnación diciéndose a sí mismo que, al fin y al cabo, los seres humanos se movían en una incoherencia semejante ya que vivían permanentemente, aunque por lo general sin saberlo, en el pasado y el presente al mismo tiempo. Lo que más le dolió fue quemar una parte sustancial de su biblioteca, que quedó reducida a unas decenas de libros, malamente incrementadas por unos cuántos más que pudo adquirir a intrigados libreros. Incineró inclusive ediciones recientes de autores antiguos, en la esperanza de hacer más rigurosa su recomposición mental.

"Alexanderplatz" es uno de los
«Alexanderplatz» es uno de los relatos destacados del libro «Venus en cuarentena» de Vicente Palermo

Pero le faltaba sortear un nuevo obstáculo; sabía él que, quien vive en el presente, tiene por delante un futuro abierto, y su voluntad puede incidir en el curso de los acontecimientos. Esto no sucede con quien vive en el pasado, ya que sus futuros en verdad no lo son, ya están determinados, por definición no dispone de opciones a su arbitrio. ¿Se trataría, el suyo, entonces, de un vivir en un pseudo presente, un presente ajeno a la condición humana? A esta poderosa refutación de su emprendimiento, Menard se respondió que esa libertad está a disposición de apenas una por millón, quizás por cien millones, de personas, los hombres extraordinarios, y él no pretendía para sí sino el pasado y el futuro de un hombre común, ya que no se sentía otra cosa. No pretendía tener la menor influencia sobre los hechos futuros en circunstancia alguna, ni traspasar el límite de una sabiduría moral estrictamente contemplativa. Su objeción, por tanto, estaba salvada.

Con todo, la muralla más formidable que se interponía entre Menard y su nuevo presente, era otra: la persistencia soberana del recuerdo. Que los hombres sabían olvidar era una constatación más bien deprimente en todo tiempo y lugar, pero él no precisaba de esa forma de olvido, sino de una mucho más radical. No precisaba borrar la memoria de los hechos, precisaba apagar los propios hechos. No necesitaba eliminar el recuerdo de las atrocidades de la batalla de Solferino, sino a la batalla misma.

Pero el aprendizaje del olvido no habría de consistir meramente en un ejercicio lineal, destinado a devorar una larga sucesión de hechos, sino también en un apagar de las huellas que los acontecimientos habían impreso en la percepción y el significado de acontecimientos anteriores. Era para Menard inaceptable sentar sus reales en 1871 y mantener una lectura de la Revolucion Francesa influida por las grandes contribuciones historiográficas desde fines del siglo XIX. O juzgar los primeros pasos del colonialismo europeo en África a la luz de la confrontación interinperialista de la Gran Guerra.

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La Comuna de París en
La Comuna de París en 1871 (Foto: Archivo Nacional Francia)

Recorrer ese camino resultó, sin embargo, menos penoso de lo que había sospechado. A medida en que más se enfrascaba en su nuevo mundo más eficientemente funcionaba el aparato cognitivo que destruía secuencias enteras de acontecimientos y las reemplazaba por otras; poco a poco, el olvido como fatigoso ejercicio volitivo fue dando paso a una práctica más impensada, que al cabo descansó completamente en esferas no conscientes de su campo mental. Cuando esto ocurrió, y el avance del olvido se tornó incontenible, ya no percibia, naturalmente, lo lejos que había llegado. Se había olvidado de olvidar, puesto que su mente olvidaba sola, y todo lo que había olvidado descansaba, más bien yacía en estratos abisales de su cerebro, desde los que no podía emitir ni siquiera la señal del esfuerzo atroz realizado para hundirlo en ellos. Jugó a su favor, en lo que se refiere a su vida personal, que ésta, sostenida en una sólida fortuna familiar, estaba casi completamente desprovista de episodios que pudieran tener algún interés ni para él mismo; personalmente no tenia nada que olvidar, en otras palabras.

Cuando su nuevo presente entró en régimen, no persistían en el talud su mente ni los vestigios de su mundo anterior y, blindado por un aislamiento sin fisuras, disfrutó algunos años de paz. Decididamente encontraba ese presente más confortable, aunque, víctima de su propio éxito, Menard ya no podía compararlo con ningún otro. Esa precaria felicidad no podía durar por siempre, porque se edificaba en base a una paradoja: la reducción de su vida privada a una reclusión absoluta amplificaba el impacto de las noticias del mundo exterior del pasado-presente, que le llegaban por medio de los periódicos de época y algunas otras fuentes que su perspicaz servidora supo conseguir, o inventar.

Un día se descubrió a sí mismo vomitando; tras Cuba y Filipinas, se le antojaba incontenible el ascenso de los Estados Unidos en el concierto internacional y con ello inexorable la extinción del mundo del espíritu en el que había creído vivir. Fue un punto de inflexión; la atmósfera decadente de la Belle Epoque, y la creciente degradación de la familia imperial rusa – en la que Menard había cifrado confusas esperanzas –, completaron un cuadro que se llenaba cada vez más de hechos abrumadores. Lo invadió una repugnancia que lo deprimió profundamente. Estuvo meses envuelto en un recóndito desasosiego, arrojado a un laberinto del que, finalmente, encontró la salida saltando sus paredes.

Se daba cuenta de que jamás en su vida había tomado una decisión tan importante. Ésta lo impulsaba hacia un mundo desconocido, y para llegar a él, habría de internarse por senderos nunca pisados. Dejaría de ser un contemporáneo.

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