INTERNACIONAL
El legado de Live Aid según Bob Geldof: “La música puede ser un llamado a la acción, pero por sí sola no cambia nada”

“Empatía es el pegamento de la humanidad. Es la base de la civilización”. Con esta afirmación, Bob Geldof rechaza de plano la idea de que la compasión sea una debilidad, en respuesta a declaraciones recientes de Elon Musk y a los recortes de la ayuda internacional por parte de la administración Trump-Vance-Musk. Para el músico y activista irlandés, la empatía no solo es esencial, sino que ha sido el motor de su vida desde que, hace cuatro décadas, una noticia televisiva lo impulsó a cambiar el mundo. A 40 años de Live Aid, Geldof repasa el impacto de aquel concierto benéfico y sostiene que un evento similar sería imposible hoy.
El 13 de julio de 1985, Live Aid reunió a las mayores estrellas del pop y el rock en dos conciertos simultáneos en Londres y Filadelfia. La audiencia global alcanzó 1.500 millones de personas en más de 150 países, y la recaudación superó los 140 millones de dólares. Geldof, entonces líder de The Boomtown Rats, había visto meses antes un reportaje de la BBC sobre la hambruna en Etiopía. Las imágenes de niños desnutridos y la descripción de una “hambruna bíblica” lo sacudieron profundamente. “Si me obligas a articularlas de nuevo, empiezo a llorar otra vez. Esas imágenes son cosas que mi mente no me permite borrar”, confiesa Geldof a The New York Times.
La reacción inmediata fue la creación de Band Aid y la canción “Do They Know It’s Christmas?” (¿Ellos saben que es Navidad?), coescrita con el líder de Ultravox, Midge Ure y grabada junto a una constelación de músicos británicos. El tema recaudó 8 millones de libras (unos 9 millones de dólares de la época) y motivó a Harry Belafonte a organizar en Estados Unidos el proyecto We Are the World, que se convirtió en uno de los singles más vendidos de la historia.
El éxito de Band Aid desembocó en Live Aid, donde Geldof convenció a artistas como Queen, David Bowie, Madonna, The Who, Elton John, Tina Turner y Paul McCartney para actuar sin cobrar. El evento no solo recaudó fondos, sino que también generó una presión política que, dos décadas después, se tradujo en los conciertos Live 8 de 2005, organizados por Geldof para exigir a los países ricos la condonación de la deuda de los más pobres y el aumento de la ayuda internacional.

La ONG Band Aid Charitable Trust, fundada por Geldof, sigue financiando proyectos de desarrollo en África, como el apoyo a centros de salud materna en Etiopía y programas de alimentación infantil. El propio Geldof, a sus 73 años, continúa de gira con The Boomtown Rats, celebrando el 50 aniversario de la banda.
En una entrevista reciente desde Novi Sad, Serbia, Geldof relata cómo la motivación detrás de Live Aid sigue siendo personal. Recuerda un encuentro en Montreal con un camarero etíope que, tras reconocerlo, le agradeció emocionado: “Gracias por mis hijos, gracias por mi vida”. El hombre había crecido en un orfanato de Band Aid y ahora tenía una familia propia. “Obviamente, Live Aid y Band Aid fueron el trabajo de miles de personas. Pero funcionó”, afirma Geldof.

El músico insiste en que la indignación no basta: “No sirve de nada andar cantando ‘We Shall Overcome’. Porque no lo harás. Las canciones de protesta solo son canciones de protesta. La música puede ser un llamado a la acción, pero por sí sola no cambia nada. No irá más allá a menos que estés decidido a actuar».
Sobre el impacto de Live Aid, Geldof desmiente la versión popularizada por la película Bohemian Rhapsody, que atribuye el pico de donaciones a la actuación de Queen. “La película no es correcta. Queen estuvo absolutamente brillante. Pero las líneas telefónicas colapsaron después de la actuación de David Bowie“. Geldof recuerda que Bowie, conmovido por un reportaje de la CBC sobre la hambruna, decidió recortar su repertorio para proyectar el video durante su set. ”Fue un momento extraordinario, porque al final de ‘Heroes’, que el público coreaba, él presenta el clip y pide donaciones. Fue como una bofetada».

Live Aid at Wembley Arena Fans
Live Aid at Wembley Arena – 13 Jul 1985
Geldof considera que un evento como Live Aid sería inviable en la actualidad. “La sociedad ha cambiado. La web es una tecnología que aísla. Sabe quién eres, te dirige, te da lo que cree que quieres y, a medida que te insensibilizas, te ofrece versiones más extremas. Ahora la música es gratis y recibes solo las noticias que quieres ver. La web es una cámara de eco de tus propios prejuicios, así que solo escuchas la música que cree que te gusta. Es un silo del yo. No creo que la música pueda seguir siendo la columna vertebral de la cultura como lo fue».
Ante las críticas que acusan a Live Aid de “complejo de salvador blanco”, Geldof responde: “No hay nada que discutir. Es una tontería, como cualquier dogma. Es como el catolicismo que dice que naces con pecado original. O el freudismo. Es teoría y noción. Ni siquiera merece la pena considerarlo. No existe”.
Sobre la política actual, Geldof lamenta el giro nacionalista y la reducción de la ayuda exterior por parte de Estados Unidos. “Lo que resulta profundamente chocante es el regocijo con el que el triunvirato Trump-Vance-Musk declaró la guerra a las personas más débiles y vulnerables del planeta. Estados Unidos siempre fue, con diferencia, el país más generoso. ¿Por qué la gran América haría eso, mientras el hombre más rico del planeta se ríe diciendo que vamos a meter a U.S.A.I.D. (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) en la trituradora? Es grotesco, es una vergüenza para el país».
british,geldof bob,kywd,kywd sl,live aid,prince charles,princess diana
INTERNACIONAL
Realeza británica: el ex príncipe Andrés al final no perderá su medalla de Malvinas, Meghan vuelve actuar y Harry hace una sentida confesión

La defensa de los veteranos de Malvinas
Meghan al set de Hollywood
El ensayo de Harry de ser británico
INTERNACIONAL
Chinese astronauts stranded in space after debris strikes return capsule during mission

NEWYou can now listen to Fox News articles!
A Chinese space crew is stranded at the country’s Tiangong space station after tiny pieces of space debris were believed to have struck their return capsule, China’s spaceflight agency said Wednesday.
The three-member Shenzhou-20 team had been scheduled to return to Earth on Wednesday, but their mission has been temporarily extended as engineers conduct impact analysis and risk assessments on the damaged spacecraft, the China Manned Space Agency (CMSA) said in a statement.
Their return date has been postponed indefinitely, according to state broadcaster CCTV, which offered no further details.
The crew’s return capsule is believed to have been hit by tiny fragments of space junk – an increasing hazard in low Earth orbit. CMSA has not specified the extent of the damage or what repairs, if any, will be required. If the spacecraft cannot be repaired, protocol states the Shenzhou-20 crew will use the Shenzhou-21 team’s capsule to return to Earth.
NASA AT A CROSSROADS: TRUMP’S PLAN TO REFOCUS, EXPLORE AND BEAT CHINA
Astronauts, from left, Wang Jie, Chen Zhongrui and Chen Dong, wave during a departure ceremony before boarding the Shenzhou-20 spaceship at the Jiuquan Satellite Launch Center in northwest China on April 24, 2025. (Pedro Pardo/AFP via Getty Images)
The Shenzhou program regularly sends crews of three Chinese astronauts to and from the Tiangong space station for six-month missions, where they carry out tasks ranging from scientific experiments to repairing debris damage.
The Shenzhou-20 astronauts – mission commander Chen Dong, fighter pilot Chen Zhongrui and engineer Wang Jie – arrived at Tiangong in April for a six-month rotation. They were nearing the end of their mission when the issue occurred.
NASA ASTRONAUTS BUTCH WILMORE, SUNI WILLIAMS GIVE FIRST INTERVIEW SINCE RETURN TO EARTH IN FOX NEWS EXCLUSIVE
Their replacements, part of the Shenzhou-21 mission, successfully docked with the station on Saturday. That crew consists of astronauts Zhang Hongzhang, Wu Fei and Zhang Lu.

Chinese astronauts for the Shenzhou-21 mission, from left, Zhang Hongzhang, Wu Fei and Zhang Lu wave as they attend a see-off ceremony at the Jiuquan Satellite Launch Center in China, Friday, Oct. 31, 2025. (AP Photo/Andy Wong)
CLICK HERE TO DOWNLOAD THE FOX NEWS APP
Since launching its crewed spaceflight program in 2003, China has steadily expanded its capabilities – building its own space station and setting its sights on landing astronauts on the moon by 2030.
The Associated Press and Reuters contributed to this report.
china,spaceflight,asia,world
INTERNACIONAL
La historia del pastor cristiano que, mirando un documental, descubrió que es nieto de un temido jerarca nazi

En (casi) todas las familias hay secretos. Algunos son nimios y otros pesados. Están, también, los insoportables.
Que alguien a los 47 años se entere de que su abuelo fue uno de los peores asesinos de masas del Siglo XX es uno de esos secretos familiares que integra la tercera categoría.
Leé también: La peor película de la historia cumple 30 años: de las críticas feroces a la actriz que no volvió a trabajar
Una tarde de un fin de semana de agosto del año pasado, Henrik Lenkeit buscó algo para ver en las plataformas. Se detuvo en un documental sobre nazismo. Un tema que sigue generando mucho interés. Él, un alemán que vive hace años en Mallorca, siempre sintió una especial inquietud con el tema, como tantos otros de sus compatriotas que intentan comprender los motivos de lo que ocurrió en su país.
El documental era sobre Heinrich Himmler, uno de los más poderosos jerarcas nazis. Y uno de los más impiadosos. Probablemente el peor de todos. En la pieza audiovisual fueron pasando por su ascenso en las huestes de Hitler, su llegada a la cima de la Gestapo, cómo creó las SS y la manera en que diseñó e impulsó el sistema concentracionario y la Solución Final. Lo dicho: dentro de los malos, el peor.
De pronto Lenkeit se sobresaltó. En una de las fotos que mostraban aparecía una mujer muy parecida a su madre. Pausó la imagen y se corrigió: la mujer era idéntica a su abuela. Miró detenidamente y se convenció. Esa mujer, que el documental afirmaba que había sido amante de Himmler y con el que había tenido dos hijos, era su abuela. Lo único que no coincidía era el apellido de la mujer, aunque sí el nombre propio, Hedwig. Pero pronto recordó que ese apellido que aparecía el documental era el de su tía abuela.
A partir de ese momento, Lenkeit tardó poco tiempo (muy poco comparado a los 47 años que vivió en la ignorancia) en descubrir que su abuelo materno era Heinrich Himmler, uno de los más terribles criminales del Siglo XX. Los generales nazis Hermann Goering, Wilhelm Keitel y Heinrich Himmler junto a Adolf Hitler en abril de 1942 durante la Segunda Guerra. (Foto: BAUER / FRANCE PRESSE VOIR / AFP)
Henrik Lenkeit es un pastor cristiano que además es coach de parejas. Nacido en Alemania, vivió algunas décadas en México y se instaló en Mallorca hace siete años. Se casó con una mexicana con la que tienen tres hijos.
Lenkeit debió sentarse frente a su familia y contarles que era nieto de Himmler.
“Mis hijos nunca me habían visto así. Yo era una olla exprés. Tenía que asimilar todo esto. Cuando 47 años de tu vida son una mentira, gran parte de tu identidad muere. Entré en un proceso de luto”, declaró a El País de España unos días atrás
La pesquisa no fue ardua ni debió desempolvar documentos secretos ni trasegar archivos ocultos. En las dos principales biografías del jerarca nazi se contaba que Himmler había mantenido una relación clandestina (al menos paralela con su matrimonio oficial) con Hedwig Potthast desde 1938 hasta el momento de su suicidio en 1945. De esa relación habían nacido dos hijos: Helge, el mayor, y Nanette Dorothea, la madre de Lenkeit.
Al buscar la partida de nacimiento de su madre, se llevó otra sorpresa. Allí figuraba que Himmler era el padre y que la beba había nacido fuera del matrimonio.
Su abuela era Hedwig Potthast. Lo que sucedió fue que poco después del final de la Segunda Guerra cambió su nombre. Eso bastó para que su identidad quedara enmascarada, aun para sus propios nietos, por 75 años.
Hay que recordar que el uso del apellido materno o el de su cónyuge (Hedwig usó ambos) fue una estratagema útil, un buen recurso, de los hijos de jerarcas nazis para intentar llevar una vida normal sin tener que soportar el escrutinio permanente de los demás.
Para estar más seguro, Lenkeit contactó a Katrim Himmler, una escritora e investigadora que fue sobrina de Himmler, hija del hermano, es decir, una prima de su madre. La mujer había escrito un muy documentado libro sobre la vida de su padre y su tío llamado Los Dos Himmler. Ella aportó documentos y lo acompañó a registros para despejar toda duda sobre quién había sido su abuelo.
Con la información absolutamente confirmada, las contradicciones y los dilemas desbordaron a Lenkeit. Por un lado, no podía creer todas las señales que había desdeñado a lo largo de su vida para escapar a esa verdad dolorosa, las oportunidades que había despreciado para abrir los ojos y poder hablar con su madre del tema. Por el otro, lo obsesionaba haber vivido en una mentira durante tanto tiempo, se preguntaba de manera obsesiva (y lo sigue haciendo) quién era él y quiénes sus familiares más cercanos.

Heinrich Himmler en 1939. (Foto: SNEP / AFP)
Ya es casi un género en sí mismo. Muchos alemanes escribieron libros en los que cuentan la historia de sus antecesores. En realidad narran el descubrimiento (tardío) del pasado nazi de sus padres y abuelos. Tras la muerte de estos y mientras vacían las casas encuentran documentos que prueban la filiación nazi de sus padres. O reciben confesiones de vejez, la develación de secretos que los atormentaron toda su vida. Pero hay una diferencia con la historia de Lenkeit: la mayoría de estos casos son de Mitläufers, es decir, civiles que adhirieron al nazismo, que fueron cómplices, algunos más activos que otros, pero no perpetradores. Y mucho menos jerarcas con el poder de decisión y destrucción de Himmler. Eso es de un tenor absolutamente diferente.
Toda la vida de Henrik y su familia se vio trastocada. Sus cimientos se estremecieron ¿Cómo soportar la revelación de que su abuelo fue un monstruo? ¿Cómo lidiar con el secreto que su madre mantuvo durante tanto tiempo? Son preguntas a las que Henrik Lenkeit todavía no encontró respuestas.
Himmler tuvo una hija con Margarete Boden, su esposa oficial. Gudrun Himmler estuvo detenida por los Aliados tras la guerra. Cuando fue liberada en 1950 tenía 21 años. En su adolescencia, luego de que el padre la llevara a conocer el campo de concentración de Dachau, lo describió como un lugar paradisíaco. Tras quedar en libertad fue una de las pocas hijas de jerarcas nazis que no se ocultó. Pasó a utilizar el apellido de su madre, Bürwitz para facilitar su vida cotidiana. Pero eso no significó que abjurara de los crímenes de su padre. Por el contrario. Aprovechando la devoción de los fanáticos (para ellos se debe haber inventado el término) nazis hacia cualquier nombre o cosa que recordara el Tercer Reich, se convirtió en una impulsora del neonazismo y en defensora de la memoria de su padre. Jamás mostró arrepentimiento ni vergüenza. Hasta llegó a solventar los gastos de la defensa judicial de los criminales juzgados tardíamente como Klaus Barbie. Murió a los 88 años, todavía reivindicando el régimen nazi que su padre había ayudado a imponer.
La historia de los descendientes de líderes tiene varios exponentes. ¿Cómo puede reaccionar un hijo ante el dato de que su padre es un asesino de masas? No hay respuesta posible. Resulta inimaginable para gran parte de la población. Tan inhumano es lo que hicieron que convirtieron a sus propios hijos en víctimas. Que se haya visto afectada su capacidad crítica es, al menos, comprensible. No se puede exigir demasiada lucidez cuando los afectos, los propios recuerdos, la negación y lo aberrante se amontonan. Un posible enfoque de estas historias es el de comprobar hasta qué límites puede llegar la capacidad de negación cuando los afectos están involucrados.
Leé también: Una bomba en la valija: el caso del hombre que quería matar a su mamá y explotó un avión con 44 pasajeros
Algunos se ocultaron y nunca más aparecieron públicamente, trataron de volverse invisibles, siempre con perfil bajo y otros apellidos. Hubo unos pocos que a pesar de las múltiples evidencias, siguieron defendiendo a sus padres, negando los crímenes del nazismo y tratando de reverdecer su ideario antisemita; Gudrun se encontraba en este grupo. Otros se convirtieron en impulsores del pacifismo y denostaron públicamente lo que hicieron sus antecesores y dieron charlas por el mundo tratando que no vuelva a suceder. Henrik Lenkeit, desde la revelación, integra este grupo.
No son muchos los que pueden lidiar con ese legado macabro. Conviven la culpa, el dolor, la incomprensión (propia y ajena), el temor, el odio. Siempre es complicado juzgar a los padres y a los abuelos. Por eso en este tipo de historias hay pocos términos medios. Se los rechaza o se los defiende a ultranza. La mayoría de los hijos juzga a sus progenitores por sus actos privados. Estos descendientes de líderes nazis deben hacerlo también por su atroz actuación pública. Cada uno manejó esa herencia como pudo, pero a todos, de una manera u otra, les fue imposible ignorar el terrible pasado familiar. Todos debieron convivir con el hecho de que ese genocida también era su padre o su abuelo. Algunos muy tardíamente como en este caso.
Henrik Lenkeit desde hace un año intenta lidiar con estos fantasmas del pasado que él consideraba ajenos, pero ahora sabe propios. Sabe que las sombras y los sentimientos encontrados lo acecharan el resto de su vida.
Heinrich Himmler, Nazismo, Holocausto, Segunda Guerra Mundial
POLITICA3 días agoKicillof quiere declarar en emergencia económica a la provincia y pide autorización para tomar más deuda
POLITICA2 días agoDel Presupuesto al diálogo con los gobernadores: los desafíos y negociaciones que enfrenta el nuevo Gabinete
POLITICA1 día agoKicillof busca el apoyo de los intendentes para tomar deuda y les promete un fondo para inversiones



















