Connect with us

INTERNACIONAL

Secuestró un avión, cobró un rescate récord y saltó en paracaídas: 54 años después, nadie sabe si sobrevivió

Published

on


El Día de Acción de Gracias

Luego de 47 años al frente del FBI, J. Edgar Hoover murió con un dolor entripado. No pudo resolver el caso del secuestro de un avión realizado meses antes por un tipo que pidió y obtuvo 200.000 dólares para no hacerlo estallar. Se tiró del avión con los dólares atados al pecho. Fue el día de Acción de Gracias (“Thanksgiving”) de 1971 (24 de noviembre). La memoria de Hoover tiene un pequeño consuelo: nadie resolvió el caso. Al pirata del aire nunca más lo volvieron a ver, ni vivo ni muerto. El crimen fue perfecto, si sobrevivió; una locura total, si no.

El Día de Acción de Gracias es una festividad estadounidense que se celebra el 4º jueves de noviembre. La tradición se remonta a 1621 cuando los colones ingleses decidieron festejar la buena cosecha que habían tenido ese año junto con los indios de la región.

Advertisement

Dan Cooper

Dan Cooper (o como se llame) se hizo famoso la víspera de Acción de Gracias de 1971, un día frío y húmedo en el noroeste de los Estados Unidos. A las 16.00 de ese miércoles, un hombre de 1.83 y unos 80 kilos, de ojos marrones y cabello castaño corto, vestido con un traje negro, camisa blanca y un sombrero tipo Homburg de ala corta, llegó hasta el mostrador de Northwest Orient en el Aeropuerto Internacional de Portland, en Oregón. Pagó 20 dólares en efectivo por un billete de ida al aeropuerto de Seattle-Tacoma, en el estado de Washington. El hombre, de unos 45 años, dijo llamarse Dan Cooper. Le asignaron el asiento de pasillo 18C en clase turista del vuelo 305 de Northwest que despegaría a las 4:35. El viaje duraría media hora.

Leé también: Timothy McVeigh, el supremacista que se creyó patriota y mató a 168 personas con 1800 kilos de explosivos

El vuelo 305 era un Boeing 727-100 que tenía capacidad para 94 pasajeros (66 en clase turista y 28 en primera), pero ese día solo transportaba a 37 más cinco tripulantes: el capitán William Scott, de 51 años; el primer oficial Bob Rataczak; un ingeniero de vuelo y dos azafatas, Tina Mucklow, de 22 años, y Florence Schaffner, de 23, cada una con menos de dos años de experiencia.

Advertisement

Cooper le entregó una nota a la azafata Florence Schaffner momentos después de que el avión despegara. Los hombres que viajaban solos solían pasarle los números de teléfono o de habitación de hotel a las azafatas. Florence asumió otra insinuación y guardó la nota sin leer en el bolsillo de su uniforme.

Identikit del secuestrador, que compró su boleto con el nombre de Dan Cooper.

Cooper le hizo un gesto a Florence para que se acercara. Le dijo: «Mejor lee eso. Tengo una bomba». Señaló con la cabeza el maletín que tenía en el regazo. Schaffner fue a la cocina, leyó la nota y la compartió con su compañera Tina Mucklow. Se la llevaron al capitán Scott y este avisó por radio al control de tráfico aéreo de Seattle-Tacoma. Los operadores de vuelo alertaron a la Policía de Seattle, que a su vez informó al FBI. Los agentes se comunicaron con el presidente de Northwest Orient, Donald Nyrop, que dispuso que se cumpliera con las exigencias del tal Cooper.

Advertisement

La redacción exacta de la nota de extorsión de Cooper se ha perdido porque el secuestrador insistió en que la tripulación se la devolviera. Pero Florence recordaría más tarde que estaba escrita a mano con tinta negra e instrucciones sencillas: 200.000 dólares en efectivo y dos juegos de paracaídas. Los artículos se entregarían al avión cuando aterrizara en Seattle, de lo contrario haría estallar el avión.

El capitán Scott envió a Florence de vuelta con el secuestrador. Cooper se corrió al asiento de la ventanilla y ella se sentó en el asiento del pasillo. Él abrió su maletín lo suficiente como para que ella viera cables y dos cilindros rojos que podrían haber sido cartuchos de dinamita. Cooper le indicó que le avisara al piloto que permaneciera en el aire hasta que el dinero y los paracaídas estuvieran listos en Seattle. El capitán Scott anunció pronto a los pasajeros que un problema mecánico obligaría al avión a dar vueltas antes de aterrizar.

Billetes de 20 dólares y paracaídas civiles

El equipo de crisis del secuestro en tierra, incluyendo policías de Seattle, agentes del FBI, empleados de Northwest y funcionarios de la Administración Federal de Aviación (FAA), tuvo aproximadamente media hora para cumplir las exigencias de Cooper. El FBI reunió 200.000 dólares. El secuestrador había especificado billetes de 20 dólares, lo que demuestra que tenía un plan. Había calculado que 10.000 billetes de 20 dólares pesarían solo 9 kilos y medio. Denominaciones más pequeñas añadirían peso y peligro a su salto.

Advertisement

Cooper especificó que los billetes debían tener números de serie aleatorios, no secuenciales. Los agentes del FBI siguieron sus instrucciones, pero se aseguraron de que cada billete comenzara con la letra clave L, emitida por la oficina de la Reserva Federal en San Francisco. Casi todos los billetes tenían fecha de 1969. A contrarreloj, los agentes realizaron una sesión rápida en la que se fotografió cada billete para crear un registro en microfilm de los 10.000 números de serie.

Mientras tanto, la búsqueda de paracaídas adecuados fue más difícil que conseguir 200.000 dólares en efectivo.

Al principio, la tarea parecía sencilla. Las autoridades de la Base Aérea McChord de Tacoma accedieron a proporcionar paracaídas militares. Pero Cooper los rechazó porque tienen mecanismos de apertura automática. Cooper insistió en paracaídas civiles, con cuerdas de apertura accionadas por el usuario. La policía de Seattle logró comunicarse con el dueño de una escuela de paracaidismo y consiguió los tipos de paracaídas que demandaba el secuestrador.

Advertisement

Una patrulla con las luces y la sirena encendida llegó al aeropuerto de Seattle con todo lo solicitado.

La nota de secuestro de Cooper no decía nada de su plan de saltar en paracaídas con el botín, pero las autoridades lo dedujeron Les intrigaba su pedido de dos juegos de paracaídas. ¿Planeaba llevar a un pasajero o tripulante como rehén? No podían darle paracaídas falsos. Para algunos fue otro brillante detalle de su plan.

Leé también: Perejiles: el crimen de Nora Dalmasso y el pintor que nunca debió estar tras las rejas

Advertisement

A bordo del avión, Cooper bebió whisky con agua y, curiosamente, quiso pagarle la bebida a la azafata Tina Mucklow. Los modales y el temperamento de Cooper fueron motivo de controversia. Según el FBI, estaba borracho y usaba un lenguaje bastante obsceno. Pero Tina lo describió como un caballero. Dijo: «Fue bastante amable. Nunca fue cruel ni desagradable. Era considerado y tranquilo». Un ejemplo fue la solicitud de Cooper de que llevaran comida a bordo para la tripulación una vez que el avión aterrizara en Seattle.

El plan

Con el dinero y los paracaídas listos para ser entregados, la torre de control le avisó al capitán Scott, a las 17:24: «Todo listo para su llegada». El avión aterrizó a las 17:39. Cooper ordenó al capitán Scott que carreteara hasta un punto remoto y bien iluminado en la pista, que se bajaran las luces de la cabina para entorpecer la visión de los francotiradores de las Policía. Especificó que ningún vehículo debía acercarse al avión y que la persona elegida para entregar los paracaídas y el dinero -un empleado de Northwest- debía llegar sola.

El empleado de la aerolínea condujo un vehículo de la empresa hasta un punto cercano al avión. Cooper le ordenó a Tina que bajara las escaleras de popa. En un avión Boeing 727-100, la “escalera de popa” se refiere a la escalera retráctil integrada en la parte trasera del fuselaje, cerca de la cola, que permite a los pasajeros embarcar y desembarcar sin necesidad de una escalera de tierra o pasarela colocada al costado de la nave. Esa escalera, también conocida como escalera ventral, se extiende hacia abajo desde el fuselaje cuando se despliega. El Boeing 727 popularizó el uso de estas escaleras integradas

Advertisement
La tripulación del avión.

La tripulación del avión.

El empleado de Northwest le entregó los paracaídas y el dinero en una bolsa grande de lona. Fue entonces cuando Cooper permitió que descendieran los 36 pasajeros y también la azafata Florence Schaffner. No liberó a Tina ni a los tres hombres en la cabina.

A través del capitán Scott, un funcionario de la FAA le pidió a Cooper permiso para subir al avión para advertir al secuestrador las consecuencias de sus acciones. Cooper le dijo que se fuera al diablo.

Un profundo conocimiento del 727

Usó el teléfono de la azafata para dar instrucciones a los pilotos sobre cómo y dónde volar. Ordenó una altitud máxima de 3000 kilómetros (10.000 pies), con los flaps a 15 grados y una velocidad aerodinámica máxima de 150 nudos, alrededor de 277 kilómetros por hora. Cooper advirtió al piloto que llevaba un altímetro de muñeca para controlar la altitud. Después le dijo a la tripulación que quería ir a México.

Advertisement

El primer oficial Rataczak le contestó que la altitud y velocidad que Cooper había indicado, tendría sólo una autonomía de vuelo de 1.600 kilómetros. Ciudad de México estaba a 3.500 kilómetros de distancia. Al final acordaron una parada intermedia para reabastecerse en Reno, Nevada.

Antes de partir de Seattle, Cooper ordenó un reabastecimiento completo. Un camión cisterna fue enviado rápidamente al avión, pero una esclusa de vapor ralentizó el proceso. Cooper demostró una vez más su profundo conocimiento del 727. Al parecer, sabía que el avión podía cargar 15.000 litros de combustible por minuto. Cuando el reabastecimiento no se completó después de 15 minutos, exigió una explicación. El equipo de combustible pronto completó el trabajo.

Leé también: La adolescente de 16 años que disparó a mansalva contra una escuela primaria porque no le gustaban los lunes

Advertisement

Había más cuestiones que atender. Por ejemplo, negociaron la ruta. Una ruta en línea recta desde Seattle en dirección sur-sureste hasta Reno era imposible a la altura de vuelo que quería Cooper. El 727 habría pasado peligrosamente cerca de varios picos altos de la Cordillera de las Cascadas, incluyendo el Monte Rainier (más de 4000 metros de altura) y el Monte Adams (3700 metros). El capitán Scott y Cooper optaron por una ruta estándar de baja altitud.

Una puerta abierta

El 727 despegó a las 19:46, dos horas y seis minutos después de que aterrizara en Seattle. Otra vez en vuelo Cooper ordenó a Tina que fuera a la cabina con el resto de la tripulación. La puerta de la cabina no tenía mirilla y el avión no estaba equipado con las cámaras y monitores remotos que se emplean en la actualidad en muchos aviones comerciales. La tripulación se quedó perpleja mientras el capitán Scott hacía todo lo posible por mantener la elevación y la velocidad aerodinámica requeridas contra el viento.

A las 20:00, una luz roja se iluminó en el panel de instrumentos para advertir que había una puerta abierta en el avión: era la escalera de popa. Por el intercomunicador, Scott preguntó: “¿Podemos ayudarle en algo?”. La respuesta fue cortante: “¡No!”. Fue la última palabra que la tripulación escuchó de Dan Cooper. Unos 25 minutos después, Scott notó una leve inclinación del avión. Sospechó que se habían bajado las escaleras de popa. Fue cerca del río Lewis, a 40 kilómetros al norte de Portland. Los tripulantes pensaron que Cooper había saltado, pero continuaron hacia Reno, ya que no había forma de confirmar la sospecha salvo desobedeciendo la orden del secuestrador de permanecer en la cabina.

Advertisement

El avión aterrizó en Reno a las 22:15. La tripulación esperó nerviosamente durante cinco minutos. El capitán habló por el intercomunicador, pero al no recibir respuesta, abrió con cautela la puerta de la cabina. No había nadie más en el avión. El secuestrador se había ido y se había llevado casi todo lo que llevaba a bordo, incluyendo su sombrero, su abrigo, el maletín bomba, el dinero en efectivo y un juego de paracaídas.

Leé también: Era médico, ganó un Oscar y fue la última víctima de una de las guerras civiles más sangrientas de la historia

Cooper había bajado tranquilamente las escaleras de popa con el paracaídas y la mochila con el dinero atada en su pecho con cuerdas cuerdas de nailon cortadas del segundo paracaídas que había pedido. Se detuvo en el último escalón, azotado por un viento cortante y una lluvia helada, y se enfrentó a un salto a ciegas hacia un terreno desconocido en una noche oscura y tormentosa. La temperatura del aire a 3.000 metros era de aproximadamente 3 grados bajo cero. Abajo lo esperaban las copas puntiagudas de abetos Douglas de 45 metros y los riscos y grietas de montañas de una milla de altura.

Advertisement

En 1980, un chico encontró un paquete podrido lleno de billetes de veinte dólares (5.800 dólares en total) que coincidían con los números de serie del rescate.

Nunca más se supo de Cooper. Nadie ha podido demostrar que se fugó. Pero nadie ha demostrado que no lo hizo.

secuestro, avion

Advertisement

INTERNACIONAL

El campo de concentración femenino que desafió el olvido

Published

on


El libro del día: «The Sisterhood of Ravensbrück» (“La Hermandad de Ravensbrück”), de Lynne Olson

“Una mujer con un absceso dental murió de septicemia en pocos días”. Así lo documentó Germaine Tillion, etnóloga y prisionera en Ravensbrück, quien, durante su cautiverio, recopiló datos sobre la vida y la muerte en el campo, ocultando su investigación bajo la apariencia de recetas de cocina. Este tipo de detalles, recogidos en notas dispersas entre compañeras de confianza, se convirtieron en pruebas fundamentales para los juicios posteriores contra los responsables nazis. La historia de cómo un pequeño grupo de francesas sobrevivió, resistió y luchó por el reconocimiento de su sufrimiento en el único campo de concentración exclusivamente femenino del Tercer Reich es el eje de The Sisterhood of Ravensbrück (“La Hermandad de Ravensbrück”), el libro de Lynne Olson.

La obra de Olson se distingue por centrar su atención en las resistentes francesas que llegaron a Ravensbrück a partir de 1942. A diferencia de investigaciones previas, como la de Sarah Helm, que abarcó el conjunto del campo y se benefició de la apertura de archivos tras la caída del Telón de Acero, Olson sigue el recorrido de estas mujeres desde su arresto y deportación hasta su papel activo en la búsqueda de justicia y reparación tras la guerra. El relato se apoya en la reconstrucción de sus estrategias de supervivencia y resistencia, así como en la forma en que, una vez liberadas, articularon una campaña coordinada para que el mundo reconociera la magnitud de lo vivido.

Advertisement
Campo de concentración nazi Ravensbrück
Campo de concentración nazi Ravensbrück

Ravensbrück, situado a 80 kilómetros al norte de Berlín, fue diseñado para albergar a 3.000 mujeres, pero llegó a concentrar a más de 45.000 prisioneras: judías, romaníes y otras personas consideradas enemigas por el régimen nazi. Las condiciones eran extremas: una sola letrina para cada 200 internas, atención médica que solía resultar letal y enfermedades menores que se convertían rápidamente en sentencias de muerte. En seis años, alrededor de 40.000 mujeres murieron por hambre, enfermedad, tortura, experimentos médicos y, desde diciembre de 1944, por la acción de una cámara de gas instalada apresuradamente cuando los nazis calcularon que no lograrían exterminar a todas las prisioneras mediante el trabajo forzado en la fábrica Siemens cercana.

La credibilidad de los testimonios sobre Ravensbrück siempre estuvo en entredicho, como subraya Olson en su libro. El campo fue liberado tarde, lo que permitió a las SS destruir gran parte de la documentación incriminatoria. Además, la ausencia de imágenes —ningún camarógrafo acompañó al ejército soviético cuando abrió las puertas el 30 de abril de 1945— dificultó que el horror de Ravensbrück quedara grabado en la memoria colectiva, a diferencia de lo ocurrido con Auschwitz o Dachau. Esta falta de pruebas visuales y documentales complicó la tarea de las supervivientes, que debieron encontrar formas alternativas de registrar y transmitir su experiencia.

Miles de prisioneras enfrentaron condiciones
Miles de prisioneras enfrentaron condiciones extremas y la indiferencia tras la liberación. En su nuevo libro Lynne Olson reconstruye su historia

Las resistentes francesas, clasificadas por los nazis bajo el decreto Nacht und Nebel (“noche y niebla”), estaban destinadas a desaparecer sin dejar rastro. Olson describe cómo estas mujeres supieron aprovechar esa condición ambigua para organizar redes clandestinas dentro del campo: se desplazaban entre barracones durante la noche para repartir medicinas, transmitían mensajes a través de las tuberías y promovían huelgas en las fábricas de municiones. Su actitud, marcada por una “insolencia gala”, les permitió desafiar a los guardianes alemanes sin revelar nunca el alcance de su desafío.

La dificultad para ser creídas tras la liberación llevó a figuras como Tillion a documentar meticulosamente lo ocurrido. Tras la guerra, Tillion publicó su obra fundamental, Ravensbrück, en 1946, ampliándola con nuevas fuentes hasta la edición definitiva de 1988. Sin embargo, ninguna editorial francesa quiso asumir la publicación inicial, que finalmente apareció bajo un sello suizo, reflejo de la resistencia de Francia a confrontar su propio pasado de colaboración y ocupación.

Olson sigue el recorrido de
Olson sigue el recorrido de estas mujeres desde su arresto y deportación hasta su papel activo en la búsqueda de justicia y reparación tras la guerra

Frente a este olvido deliberado, las supervivientes fundaron la Asociación Nacional de Antiguas Deportadas y Prisioneras de la Resistencia (ADIR), desde la que reclamaron vivienda, atención médica y empleo para las exinternas. Según el periódico inglés The Guardian, la fase de lucha colectiva por el reconocimiento y la justicia constituye el desenlace más potente del libro de Olson. El mayor reto de la ADIR fue lograr que los responsables de Ravensbrück comparecieran ante la justicia: de 38 acusados, 19 fueron ejecutados y el resto recibió penas de prisión o fue absuelto. La falta de pruebas escritas seguía siendo el principal obstáculo, ya que los testimonios orales, por convincentes que resultaran, podían ser descartados como “rumores” por los abogados defensores.

La persistencia de las resistentes francesas resultó decisiva en casos como el del excomandante Fritz Suhren, arrestado en 1950 mientras trabajaba como camarero en una cervecería de Berlín. En ese proceso, por primera vez, se admitieron las notas originales de Tillion, quien demostró que Suhren había firmado la orden de ejecución de 500 mujeres el 6 de abril de 1945. El 12 de junio de 1950, Suhren fue fusilado.

Advertisement

Continue Reading

INTERNACIONAL

Bondi DOJ files complaint alleging misconduct by Federal Judge James Boasberg

Published

on


NEWYou can now listen to Fox News articles!

The Department of Justice has filed an official complaint alleging misconduct by US District Court Chief Judge James Boasberg. Fox News has reviewed the complaint which was written by Attorney General Pam Bondi’s Chief of Staff Chad Mizelle and addressed to the Chief Judge of the United States Court of Appeals for the District of Columbia Circuit, Sri Srinivasan.

Advertisement

Fox News has learned that the complaint was written and filed at the direction of Attorney General Pam Bondi.

WHO IS JAMES BOASBERG, THE US JUDGE AT THE CENTER OF TRUMP’S DEPORTATION EFFORTS?

«The Department of Justice respectfully submits this complaint alleging misconduct by U.S. District Court Chief Judge James E. Boasberg for making improper public comments about President Donald J. Trump to the Chief Justice of the United States and other federal judges that have undermined the integrity and impartiality of the judiciary,» says Mr. Mizelle.

Advertisement

Judge Boasberg is presiding over a high-profile case involving the deportation of several migrants to El Salvador and has talked about holding DOJ lawyers in contempt because of his assertion that his order to turn airborne planes around was not followed. President Trump has also made critical comments about Judge Boasberg.

The Justice Department, headed by Attorney General Pam Bondi, has filed an official complaint regarding US District Court Chief Judge James Boasberg. (Getty Images)

The complaint details two occasions on which Judge Boasberg made comments the Justice Department alleges undermine the integrity and impartiality of the judiciary.

Advertisement

«On March 11, 2025, Judge Boasberg attended a session of the Judicial Conference of the United States, which exists to discuss administrative matters like budgets, security, and facilities. While there, Judge Boasberg attempted to improperly influence Chief Justice Roberts and roughly two dozen other federal judges by straying from the traditional topics to express his belief that the Trump Administration would «disregard rulings of federal courts» and trigger «a constitutional crisis.» Although his comments would be inappropriate even if they had some basis, they were even worse because Judge Boasberg had no basis—the Trump Administration has always complied with all court orders. Nor did Judge Boasberg identify any purported violations of court orders to justify his unprecedented predictions.»

TRUMP FOE BOASBERG ORDERS DOJ TO DETAIL STATUS OF CECOT MIGRANTS SENT TO VENEZUELA

Attorney General Pam Bondi speaks to reporters outside the White House, Wednesday, May 7, 2025, in Washington. (AP Photo/Mark Schiefelbein)

This is the second time the Bondi DOJ has filed a complaint against a federal judge. (AP Photo/Mark Schiefelbein)

«Within days of those statements, Judge Boasberg began acting on his preconceived belief that the Trump Administration would not follow court orders. First, although he lacked authority to do so, he issued a temporary restraining order preventing the Government from removing violent Tren de Aragua terrorists, which the Supreme Court summarily vacated.

Advertisement

«Taken together, Judge Boasberg’s words and deeds violate Canons of the Code of Conduct for United States Judges, and, erode public confidence in judicial neutrality, and warrant a formal investigation.» 

JUDGE BOASBERG ORDERS RUBIO TO REFER TRUMP OFFICIALS’ SIGNAL MESSAGES TO DOJ TO ENSURE PRESERVATION

Judge James Boasberg

The complaint details two occasions during which Boasberg allegedly made comments undermining the judiciary’s integrity and impartiality. (DREW ANGERER/AFP via Getty Images)

The DOJ is asking Chief Judge Srinivasan to refer the complaint to a special investigative committee as an inquiry is essential to determine whether Judge Boasberg’s conduct constitutes «conduct prejudicial to the effective and expeditious administration of the business of the courts.» The complaint also asks that Judge Boasberg be taken off the case involving Venezuelan migrants who were deported to El Salvador, «to prevent further erosion of public confidence while the investigation proceeds.»

Advertisement

The case in question is J.G.G. v Trump.

This is the second time the Bondi DOJ has filed an official complaint against a federal judge. In late February, the DOJ filed a complaint about US District Judge Ana Reyes, concerning what the DOJ calls Judge Reyes’ «misconduct» during the proceedings in Nicolas Talbott et al. v. Donald J. Trump et al., which is a case brought by two LGBTQ groups challenging the Trump Administration’s Executive Orders barring transgender individuals from serving in the US military.

News of the complaint comes at a time when the Trump administration has excoriated dozens of so-called «activist» judges who have blocked or paused some of Trump’s sweeping executive orders from taking force in his second White House term.

Advertisement

Judge Boasberg in particular found himself at the center of Trump’s ire and attacks on so-called «activist» judges this year, following his March 15 temporary restraining order that sought to block Trump’s use of the Alien Enemies Act to quickly deport hundreds of Venezuelan nationals to El Salvador.

Boasberg had ordered all planes bound for El Salvador to be «immediately» returned to U.S. soil, which did not happen.

WHO IS JAMES BOASBERG, THE US JUDGE AT THE CENTER OF TRUMP’S DEPORTATION EFFORTS?

Advertisement
Judge James E. Boasberg, chief judge of the Federal District Court in DC, stands for a portrait at E. Barrett Prettyman Federal Courthouse in Washington, DC on March 16, 2023. (Photo by Carolyn Van Houten/The Washington Post via Getty Images)

WASHINGTON, DC-  Judge James E. Boasberg, chief judge of the Federal District Court in DC, stands for a portrait at E. Barrett Prettyman Federal Courthouse in Washington, DC on March 16, 2023. (Photo by Carolyn Van Houten/The Washington Post via Getty Images) (Washington Post via Getty)

His emergency order touched off a complex legal saga that ultimately spawned dozens of federal court challenges across the country – though the one brought before his court on March 15 was the very first – and later prompted the Supreme Court to rule, on two separate occasions, that the hurried removals had violated migrants’ due process protections under the U.S. Constitution.

Boasberg, as a result, emerged as the man at the center of the legal fallout. 

Trump administration officials have repeatedly excoriated Boasberg both for his order and his attempt to determine whether they acted in good faith to comply with his orders, and Trump himself has floated the idea that Boasberg could be impeached earlier this year – prompting Supreme Court Chief Justice John Roberts to issue a rare public warning. 

Advertisement

The complaint, focused on months-old behavior and allegations surrounding Judge Boasberg— first tapped as a judge by then-President George W. Bush in 2002, comes at a time when he could again have a say in a major class action case brought by lawyers representing the former CECOT migrants. 

Lawyers for the ACLU and others in the class asked Judge Boasberg earlier this month to reopen discovery in the case, citing allegations from a United Nations report regarding custodial status of migrants at CECOT, and the recent decision to remove the 252 migrants sent from the U.S. to El Salvador to Venezuela under the prisoner exchange.

Asked at a status hearing in court last week whether the Justice Department would comply with the court’s orders, DOJ lawyer Tiberius Davis said they would, «if it was a lawful order.»

Advertisement

They also said they would likely seek an appeal from a higher court.

In April, Judge Boasberg also ruled that the court had found «probable cause» to hold the Trump administration in contempt for failing to return the planes to U.S. soil, in accordance with his March 15 emergency order, and said the court had determined that the Trump administration demonstrated a «willful disregard» for his order.

CLICK HERE TO GET THE FOX NEWS APP

Advertisement

The U.S. Court of Appeals for the D.C. Circuit stayed his original motion in April, and has yet to move on the matter.

Continue Reading

INTERNACIONAL

Juan Cárdenas: “Detesto la figura del artista que cree que tiene que ir, sí o sí, contra el poder”

Published

on


Juan Cárdenas: “Hay una secreta complicidad entre el arte falsamente militante y la dictadura de mercado” (Foto: Lisbeth Salas)

Sentado en el borde de la cama de un hotel porteño, con la valija todavía cerrada y el sol del mediodía pegado a la ventana, Juan Cárdenas dice: “El artista no es un apostador que va al casino a tirar toda su plata a ver si gana algo”. Atravesó el cielo en un avión trasnacional y el “tráfico infernal” de Ezeiza a Buenos Aires para participar del Festival Cuadernos Hispanoamericanos. Que empieza hoy y se extiende hasta el 1 de agosto en tres sedes diferentes. “Siempre hay un no saber en el artista. No es una especie de ignorancia tonta, es una facultad y hay que ir cultivándola”, agrega.

El ciclo es organizado por la Revista literaria Cuadernos Hispanoamericanos, fundada en 1948 y editada de manera ininterrumpida desde entonces. De esta edición participan más de veinte autores en unas trece actividades desparramadas en los cuatro días que dura. Habrá talleres, recitales de poesía y mesas. Cárdenas participa de dos: una es hoy, a las 19:30, en el Centro Cultural de España en Buenos Aires (“Literatura a la contra: algunos discursos incómodos”); otra es el viernes a las 18 en la Biblioteca Ricardo Güiraldes (“Escritura desde los márgenes”). La entrada es libre y gratuita.

Advertisement

Juan Cárdenas es crítico de arte, traductor y escritor. Publicó varias novelas, entre las que se destacan Los estratos, Ornamento y Peregrino transparente. Nació en Colombia y allá vive, aunque también un poco en Chile: va y viene. Hoy trabaja mayormente como docente. Acaba de publicar, por la editorial argentina Sigilo —sello que editó varios de sus textos—, La ligereza, un libro de ensayos. Son cuatro en total, y cada uno a su modo, entre el diario personal, la reseña de obras y el desarrollo de conceptos, explora la relación entre vida y arte en un sentido casi esencial.

"La ligereza" (Sigilo, 2025) de
«La ligereza» (Sigilo, 2025) de Juan Cárdenas

En el primero, el más potente, el que da título al libro, dice que “vivimos en un mundo que confunde la ligereza con la frivolidad” y que “no hay nada más pesado, nada más insoportablemente pesado que la frivolidad”, cuyo sabor es el de la “ideología dominante”. También dice que el arte, “si flota, es político”, y “si no es político, no flota, por mucho que hable de política o por mucho que trate de ilustrar alguna de las doctrinas de moda. Esto último es lo que le sucede a buena parte de la literatura feminista, queer, ecologista o antirracista que se escribe hoy”.

Aquel concepto, el de la ligereza, reflexiona ahora, del otro lado del teléfono, apareció a contramano de la fascinación: “Siempre me preguntaba por qué determinadas formas de arte me producían decepción. ¿Por qué esto no funciona? ¿Por qué esto se me cae? Fíjate que uno usa esta expresión cuando algo no le gusta: ‘se me cayó’. Y haciéndome esa pregunta, indagando en esa sensación de decepción, lentamente fui dando con el concepto. Precisamente: se me cae porque le falta ligereza. Fue la conciencia de la pesantez, de esa gravedad innecesaria, la que me llevó a elaborar el concepto».

¿Para qué hacemos política progresista o de izquierdas, si no es para producir placer y felicidad?

Cárdenas sostiene que se trata de un “concepto bien dialéctico”: no busca hacer una “apología de la ligereza”, sino que “siempre es relativo y depende de fuerzas contrarias precisamente a la ligereza”. “Es curioso: lo que mantiene en cierto modo flotando a los objetos del arte es su peso”, agrega. En el libro se ve, sobre todo, en la contraposición que hace entre el arte y la transparencia: “Si todo está demasiado claro, es posible que el diablo nos haya jugado una mala pasada. La ligereza despeja la claridad engañosa y nos devuelve a la superficie turbia, manchada de reflejos”.

Advertisement
"El artista no es un
«El artista no es un apostador que va al casino a tirar toda su plata a ver si gana algo»

“Esto está ligado a la relación con el inframundo. Sé que suena un poco místico, pero en el fondo tiene que ver más bien con otras tradiciones. Es como si las cosas estelares solamente pudieran serlo si también mantienen un extraño vínculo con lo que está por debajo de la Tierra”, dice y agrega: “Lo que trato de mostrar es la tensión entre el impulso religioso, que siempre está dentro del arte, y el discurso profanador. El arte tiende a profanar, pero al mismo tiempo tiende a mantener ese vínculo con lo sacro. Y esa duplicidad es lo que yo no veo en mucho del arte militante que hoy se promueve”.

“Ese arte falsamente militante —continúa— es incapaz de salirse de las coordenadas identitarias, lo que es un problema. Lo identitario está ligado a unas lógicas de poder contemporáneo que tienen que ver con el mercado. No encuentro mucha diferencia entre identidad y marca. Ahí dirijo mi ataque. Y sé que hoy está todo muy polarizado, que esto parece el típico discurso antiwoke de que ya no se puede decir nada, lo incorrecto, patatín, patatán. Al contrario: lo que estoy mostrando es una secreta complicidad entre ese arte falsamente militante y la dictadura de mercado en la que estamos”.

Detesto la figura del artista que cree que tiene que ir, sí o sí, contra el poder

En ese punto, La ligereza viene a recuperar una zona fundante, primitiva y —otra vez— esencial: el placer. “El arte da placer no porque imite a la vida, sino porque es capaz de traducir sus leyes secretas al lenguaje de las formas sensibles (…) La ligereza se conquista en el placer por lo gratuito. En aquello que se hace por ninguna razón, como la sucesión de Fibonacci, cuyos misteriosos números se despliegan por toda la naturaleza, desde las alcachofas hasta el árbol genealógico de las abejas. Sigamos soplando porque sí. Busquemos algo de placer, a ver adónde nos conduce”, escribe Cárdenas.

Algunos de los libros que
Algunos de los libros que publicó Juan Cárdenas

Ahora, en esta breve conversación con Infobae Cultura, subraya que “ese placer está fuertemente conectado a las energías políticas más profundas y elementales. ¿Para qué hacemos política, digámoslo así, progresista o de izquierdas, si no es para producir placer y producir felicidad? Si nos desconectamos de ese principio, pues no veo yo que eso conduzca ni al progresismo ni a ninguno de los valores de los que se supone que defendemos». Entonces aparece la pregunta por el propósito del arte. “Personalmente, no me siento muy cómodo con asignarle por default al arte una función”, asegura.

“Incluso detesto también una cosa que se ha vuelto muy cómoda en las últimas décadas: la figura del artista, escritor o intelectual que cree que sí o sí tiene que ir contra el poder. Si rascas un poco verás que es una actitud completamente frívola, que por lo general lo único que hace es repetir discursos inofensivos y atacar unos poderes que es fácil atacar. Yo creo que el arte se mueve en el interior de tensiones, y si esas intenciones obligan, por una circunstancia coyuntural, política o de algún tipo, al artista a manifestarse e ir a la contra, pues me parece que tiene que ser así”, agrega.

Advertisement

“No me gusta asignarle funciones fijas al arte. Creo que el arte se tiene que mover en un terreno que a veces es difícil de entender, lleno de ambigüedades, y uno como artista va navegando esas tensiones y va tomando decisiones a partir de su lectura. Además, siempre hay un no saber. No es una especie de ignorancia tonta. El artista no es un apostador que va al casino a tirar toda su plata a ver si gana algo. El no saber es una facultad y hay que ir cultivándola. El artista no sabe muy bien qué es lo que no sabe, pero intuye cómo darle forma y cuál es el contorno de eso que no sabe”, concluye.

Advertisement
Continue Reading

LO MAS LEIDO

Tendencias