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FLASHBACK: Zohran Mamdani says ‘Israel is not a place’ and ‘not a country’

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Democratic New York City mayoral candidate Zohran Mamdani is once again raising eyebrows, this time over a resurfaced clip in which he says, «Israel is not a place, it is not a country.»

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Mamdani, who as the Democratic nominee is considered the frontrunner for mayor of the city with the highest Jewish population in the U.S., has been criticized for his stance against Israel and refusal to condemn the phrase «globalize the intifada,» which is widely considered a call for violence against Jews.

Now he is being slammed for statements he made during a January 2024 panel discussion on Palestinian solidarity in which he called into question American politicians’ support for the state of Israel. 

MAMDANI BLASTED BY GOP OPPONENT FOR ‘SANCTIMONIOUS HYPOCRISY’ ON POLICE STANCE: ‘ABSOLUTE INSANITY’

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During the panel, Mamdani referred to the pro-Israel movement in America as a «political apparatus that is still well-funded, quite strong, but is increasingly becoming more and more separated from public sentiment.»

He criticized American politicians for supporting Israel’s war against Gaza, saying, «That speaks to the fact that … for so many people, Israel is not a place, it is not a country. It’s an idea.

Democratic New York City mayoral candidate Zohran Mamdani is once again raising eyebrows, this time over a resurfaced clip in which he says, «Israel is not a place, it is not a country.» (Reuters/Jeenah Moon and iStock)

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«You see that in so many politicians’ answers to the questions around Israel … their answers were written around 20, 30 years ago. They speak to a reality that does not exist.»

Mamdani also criticized the idea that Israel and Palestine could exist as separate political entities.

«They [American politicians] pledge fealty to the idea of a two-state solution, irrespective of the fact that a second state for Palestinians is physically impossible because it’s not even a contiguous piece of land at this moment between where Palestinians live. So, that all tells us that there is this disconnect,» he said.

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DOUGLAS MURRAY SLAMS NY MAYORAL NOMINEE ZOHRAN MAMDANI, LONDON’S SADIQ KHAN: ‘STAY OUT OF FOREIGN POLICY’

Mamdani closeup with SEIU banner behind him

Zohran Mamdani speaks to reporters July 30, 2025, two days after a deadly mass shooting in Manhattan. His progressive platform positions, from policing to foreign policy, continue to spur sharp debate. (Kyle Mazza/Anadolu via Getty Images)

He also went on to say that there is a «fear amongst the political class across this country of a discourse that is rising that seeks to question this convention.»

Dating back to his college days, Mamdani has expressed support for a boycott, divestment and sanctions (BDS) against Israel, which Influence Watch describes as «an international campaign to delegitimize the State of Israel as the expression of the Jewish people’s right to national self-determination by isolating the country economically through consumer boycotts, business and government withdrawal of investment, and legal sanctions.»

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In another recently resurfaced video of Mamdani from 2021, the mayoral candidate highlighted his commitment to BDS.

MAMDANI HINTS HE FEARED CUSTOMS HASSLE EN ROUTE FROM UGANDA VACATION: ‘SAD REALITY’

Mamdani at election night gathering

Zohran Mamdani rallies supporters during a campaign event in Long Island City. The progressive candidate has sparked controversy over past remarks on Israel. (Getty Images/Michael M. Santiago)

«I think there is nothing that’s too banal to stand up against the brutality of the occupation and apartheid,» he said. «And, so, you know, if it’s a shipping container or if it is a university that is being funded, a university that helped to develop IDF’s weapons technology, or it is an event with an Israeli ambassador, whatever it may be, I think that we have to showcase what that solidarity looks like.»

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Fox News Digital reached out to Mamdani’s campaign for comment but did not immediately receive a response.

Fox News Digital’s Andrew Mark Miller contributed to this report.

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El asesino de la baraja: seis crímenes, una carta española convertida en firma y 142 años de cárcel

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El comienzo

Era el 24 de enero de 2003 y en la calle Alonso Cano, número 89, Madrid, un edificio de departamentos guardaba la calma de la mañana. El portero, Juan Francisco Ledesma, hacía sus tareas, acompañado por su hijo pequeño. Un hombre entró sin levantar sospechas, sin apuro, con un andar corriente. No gritó ni amenazó. Apenas ordenó. Obligó a Ledesma a arrodillarse en un rincón del hall de entrada, entre los buzones de metal y las paredes frías. Con un movimiento firme, apoyó la pistola en su cabeza y disparó. El sonido seco del tiro retumbó en el edificio. El asesino se fue como había llegado: sin correr, sin mirar atrás, sin explicación. El nene quedó paralizado. Para la Policía, era un crimen más en una ciudad grande. Nadie pensó que esa escena sería la primera de una serie.

Doce días después, el 5 de febrero, un trabajador salió temprano de su casa rumbo a su trabajo. Se llamaba Juan Carlos Martín Estacio, empleado de limpieza. Esperaba el colectivo en la Alameda de Osuna, apoyado en un árbol. Se trata de un barrio residencial a 10 kilómetros de la Puerta del Sol. El mismo hombre que había matado al portero en la calle Alonso Cano se acercó, lo obligó a arrodillarse y le disparó a la nuca. En el suelo dejó un as de copas. Esa misma tarde, en Alcalá de Henares, el mismo hombre empujó la puerta del Bar Rojas, un local de barrio con mesas de fórmica, olor a frituras y un televisor en la pared. Sacó una pistola y disparó sin decir palabra. Mikel Jiménez, de 18 años, cayó sobre el suelo enlosado. Juana Dolores Uclés, de 57, también fue asesinada. La dueña quedó malherida. El asesino salió como había entrado: sin prisa. Allí no dejó naipes, pero la prensa ya hablaba de un “asesino de la baraja”.

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Leé también: El Robin Hood siciliano que pasó de ser un bandido romántico a un asesino despiadado de mujeres y niños

El 7 de marzo, en Tres Cantos, municipio de la Comunidad de Madrid, una pareja de jóvenes charlaba en la vereda. El asesino se acercó de frente. Disparó en la cara del muchacho, Santiago Salas, que sobrevivió de milagro. Intentó disparar a la chica, pero el arma se trabó. En el suelo, quedó una baraja, el dos de copas. Ese naipe tenía algo más: un pequeño punto azul en el reverso, realizado con bolígrafo. Nadie fuera de la policía sabía de ese detalle. Era una contraseña silenciosa, una marca de autor.

El 18 de marzo, en Arganda del Rey, localidad a 28 kilómetros de Madrid, un matrimonio rumano regresaba a su casa por un camino de tierra. George y Doina Magda no llegaron. El asesino apareció de la penumbra, disparó a la cabeza de ambos y dejó en el suelo dos cartas: un tres y un cuatro de copas. Doina murió en el hospital dos días después.

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En apenas dos meses, Madrid y su periferia habían visto seis asesinatos y varios heridos

Siempre el mismo método: acercamiento breve, disparo certero a la cabeza, huida tranquila. Y, cada vez más, una carta española convertida en firma.

No eran cartas de un mazo internacional ni un comodín de póker. Eran naipes de la baraja española, un objeto familiar en cualquier casa. Esa baraja tiene cuarenta cartas, a veces cuarenta y ocho, con cuatro palos: oros, copas, espadas y bastos. Las cartas van del uno al siete, y las figuras son sota, caballo y rey. No hay reina. Las ilustraciones son medievales, con trazos simples y colores planos. Se la asocia a juegos de sobremesa: el mus, la brisca, el chinchón. Es parte de la vida cotidiana.

En la parada de micros de Alameda de Osuna, mató a Juan Carlos Martín Eastacio, de 28 años. Fue ahí donde dejó la primera baraja.

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La baraja inglesa o francesa, en cambio, tiene cincuenta y dos cartas, con cuatro palos: corazones, diamantes, tréboles y picas. Sus figuras son el rey, la reina y la jota. Es la que domina en casinos, póker, blackjack. Es internacional.

El asesino eligió la española porque cualquier persona en el país la reconoce al instante. Un as de copas en el suelo no pide traducción. No es enigmático ni críptico. Es un objeto cotidiano arrancado de su contexto y puesto como rúbrica de un crimen. Esa claridad lo volvía brutal: el mensaje era “yo estuve aquí y lo hice”.

El hombre que dejó esas cartas se llamaba Alfredo Galán Sotillo

Había nacido en 1978 en Puertollano, provincia de Ciudad Real, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Era un tipo que tenía la habilidad de no destacar en nada. Fue soldado profesional y participó en misiones en Bosnia, donde obtuvo una pistola Tokarev TT-33, calibre 7,62 milímetros, un arma dura, simple, pensada para resistir barro y frío. Esa pistola soviética, con balas soviéticas, sería el instrumento de sus crímenes.

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Al volver a España, consiguió trabajo como vigilante en el aeropuerto de Barajas. Era reservado, bebía en exceso, tenía arrebatos de furia. No tenía pareja estable ni amigos íntimos. Su vida era gris y su necesidad de notoriedad lo empujó a matar. Los psicólogos que lo estudiaron después lo definieron como un hombre frío, con rasgos narcisistas, consciente de sus actos. No era un enfermo inimputable. Sabía lo que hacía. Su lógica era el azar: elegir una víctima cualquiera, disparar y dejar una carta como firma.

El 3 de julio de 2003, en Puertollano, Galán cruzó la puerta de la comisaría local. Pidió hablar con un agente y dijo: “Soy yo, el asesino de la baraja”. Los policías lo miraron incrédulos. No era un operativo espectacular ni un arresto con sirenas. Era el propio asesino que se entregaba.

Sus primeras confesiones

En ellas, dio detalles que solo podía saber quien había estado en la escena. Habló de las fechas, de la pistola Tokarev, de las víctimas. Y reveló el secreto del punto azul en el reverso de algunos naipes. Ese dato nunca se había publicado. Era la clave que lo confirmaba.

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Más tarde intentó retractarse, inventó excusas, habló de presiones. Pero las pruebas lo cercaban: las balas, los testimonios, la coincidencia de todo lo narrado. La confesión inicial ya lo había marcado.

En febrero de 2005, en la Audiencia Provincial de Madrid se inició uno de los procesos más esperados de los últimos años. Los pasillos estaban colmados desde temprano. Periodistas con grabadores, fotógrafos que se disputaban un lugar, familiares de las víctimas con carpetas de papeles, y curiosos que querían ver de cerca al hombre del que hablaban desde hacía dos años. No se trataba solo de un juicio. Era la puesta en escena de una historia que ya tenía nombre propio en los diarios: “El asesino de la baraja”.

La firma del asesino era una carta española.

La firma del asesino era una carta española.

Cuando lo trajeron a la sala, Alfredo Galán Sotillo apareció con un paso neutro, ni altivo ni abatido. Vestía prolijo, casi con modestia, pero en sus ojos había una frialdad que incomodaba a los presentes. No buscaba ni escondía nada. Se sentó en el banquillo y miró al frente, a veces con gesto ausente, a veces con una sonrisa mínima que muchos interpretaron como burla.

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El tribunal repasó uno a uno los crímenes

La voz del secretario leyó las fechas como si fueran estaciones de un viaje macabro: 24 de enero en Chamberí, 5 de febrero en Alameda de Osuna y luego en el Bar Rojas, 7 de marzo en Tres Cantos, 18 de marzo en Arganda del Rey. Cada nombre de víctima se pronunció con la solemnidad de una campana. Los familiares escuchaban con los labios apretados. Algunos lloraban. Otros clavaban la vista en el acusado, como si quisieran atravesarlo con la mirada.

Pasaron los testigos sobrevivientes. El joven de Tres Cantos, Santiago Salas, relató cómo un disparo le destrozó el rostro y cómo, mientras caía, vio la baraja que se deslizaba al suelo. La dueña del Bar Rojas contó entre lágrimas el momento en que sintió el fuego del balazo y vio desplomarse a sus clientes. Los peritos balísticos mostraron fotografías de proyectiles y explicaron con precisión que todas las balas correspondían a una misma arma: una Tokarev de calibre 7,62. El arma nunca apareció, pero las balas hablaban por ella.

Luego llegaron los psiquiatras. Con un lenguaje seco, descartaron que Galán sufriera una enfermedad mental que lo hiciera inimputable. Explicaron que matar y dejar cartas no era producto de un delirio, sino de una elección lúcida. Esa conclusión dejó claro que el tribunal no podía suavizar la condena.

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Leé también: El marionetista endemoniado que movía hilos de fe, soledad y vejez para asesinar y enriquecerse

Durante las sesiones, Galán se mostró contradictorio. A veces, aceptaba los hechos y describía los disparos como quien repasa un trabajo terminado. Otras veces, negaba, decía que lo habían presionado, que no recordaba bien. La confesión inicial en Puertollano, con el detalle del punto azul en las cartas, pesaba como una roca.

El 9 de marzo de 2005 llegó la sentencia

El presidente del tribunal leyó con voz firme: culpable de seis asesinatos consumados y tres en grado de tentativa, además de tenencia ilícita de armas. La condena: 142 años y tres meses de prisión. En la práctica cumpliría un máximo de cuarenta, según la ley.

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Al escuchar el veredicto, los familiares de las víctimas no aplaudieron ni gritaron. La reacción fue más profunda: lágrimas contenidas, abrazos apretados, un alivio que nunca puede ser completo. El acusado apenas se movió. Se quedó sentado, como si escuchara una sentencia de otro. En marzo de 2006, el Tribunal Supremo confirmó la condena y rechazó cualquier intento de revisar su responsabilidad.

El asesino cuando estuvo en Bosnia.

El asesino cuando estuvo en Bosnia.

Alfredo Galán no se levantaba cada mañana con un plan calculado como en las películas de asesinos en serie. No había un cuaderno con mapas, ni listas de objetivos, ni un calendario macabro. Había, en cambio, un malestar creciente que lo atravesaba como un zumbido constante. Un vacío que venía de años de sentirse un cero a la izquierda.

En Bosnia, había aprendido a manejar armas, a convivir con la violencia, a ver a la muerte como una presencia cotidiana. Pero al volver no trajo condecoraciones ni prestigio. Trajo una pistola soviética, la Tokarev, guardada como un trofeo secreto. Y sobre todo volvió a una vida que lo ahogaba: turnos de vigilancia en el aeropuerto de Barajas, revisar valijas, mirar pasar a miles de pasajeros anónimos que no lo miraban a él. El soldado se había convertido en un vigilante gris.

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La invisibilidad era su mayor condena

Pasaba desapercibido en bares y en la calle. Nadie lo recordaba. Nadie lo señalaba. Era un rostro más en un vagón lleno. Y entonces apareció la idea de hacerse visible por la vía más brutal. No con palabras, no con gestos amables, sino con un signo que cualquiera pudiera reconocer. Matar y dejar una carta.

Las víctimas eran irrelevantes para él. Podía ser un portero en Chamberí, un joven en una parada, una pareja inmigrante en un descampado. No había relación. No había selección por odio, ni por venganza, ni por codicia. Era la banalidad del azar.

Cuando la prensa empezó a hablar del asesino de la baraja, su nombre creció en el aire. Pero lo que circulaba no era “Alfredo Galán”, era el apodo, el mito, la marca. Y eso empezó a irritarlo. La historia ya no le pertenecía. El público hablaba de las cartas, de los naipes manchados, de las copas con sangre. Él estaba detrás, pero no figuraba. Esa frustración fue el otro motor.

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Por eso se entregó. Porque necesitaba recuperar la autoría del relato. La confesión fue un acto de control: devolverle un rostro al mito. Y para que no quedaran dudas, regaló el detalle que nadie sabía: el punto azul en el reverso de algunos naipes. Esa era su firma íntima, su contraseña secreta. Al decirlo, recuperó el lugar central en la historia.

El porqué, entonces, se entiende en tres planos.

  • Uno: matar lo hacía sentir poderoso, visible, dueño de vidas.
  • Dos: dejar cartas lo convertía en un personaje con marca propia.
  • Tres: entregarse fue su modo de recuperar el control de la historia, antes de que el personaje lo devorara del todo.

En el fondo, lo que buscaba era no ser olvidado. No ser un vigilante más, no ser un soldado más, no ser nadie. Y eligió un camino bestial para lograrlo.

criminales históricos, España

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Baltimore residents reveal what changes they want to see to combat crime amid National Guard threat

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BALTIMORE – While politicians debate how to combat crime in Baltimore, Maryland, local residents who spoke to Fox News Digital advocated for more affordable housing, recreational centers and accessible community resources.

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Earlier this month, Gov. Wes Moore and Mayor Brandon Scott deployed the Maryland State Police and the Transportation Authority Police to partner with the Baltimore Police Department after President Donald Trump floated deploying the U.S. National Guard to crackdown on crime. 

«We got so many kids getting into stuff and killing and on drugs, especially down here in this neighborhood on the Penn North,» Tasha, a young mother who spoke to Fox News Digital earlier this month while pushing her baby’s stroller through Baltimore’s Penn-North neighborhood, said. 

Tasha said more kids need access to rec centers because «so many of them are getting hooked on drugs and caught up in things that they don’t got no business getting caught up in, all because they don’t have nothing else out here to do.»

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BALTIMORE RESIDENTS REJECT NARRATIVE FROM CITY LEADERS ABOUT VIOLENT CRIME DROPPING: ‘NOT GOING LOW’

Fox News Digital spoke to residents in Baltimore’s Penn-North neighborhood about how to combat the city’s crime as President Donald Trump floats deploying the National Guard.  (Fox News Digital)

Fox News Digital spoke to more than a dozen Baltimore residents about how crime is impacting their community. While locals were split on whether Trump deploying the National Guard would curb crime, residents said safety concerns were top of mind. 

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‘BALTIMORE IS ON FIRE’: RESIDENTS REVEAL WHETHER TRUMP SHOULD SEND NATIONAL GUARD TO COMBAT VIOLENT CRIME

More than two dozen people were hospitalized in a mass drug overdose event in Penn-North in July. Meanwhile, three out of the seven homicides in Baltimore during August were in the nearby Park Heights, according to local reporting. 

Between people selling and using drugs on the corner as one police car was parked just down the street, Tasha said that in Penn-North, «everything is back out here running like it didn’t even happen a month ago.»

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Baltimore

A busy street corner in Baltimore’s Penn-North neighborhood (Fox News Digital)

Joseph, a Penn-North resident who spoke to Fox News Digital while a homeless woman slept on his front stoop, said there are abandoned houses and buildings on his street and «all over the place.»

But Trayvon, another Baltimore local, asked, «How can you fix a place and not fix the people?»

«If you fix that, all you’re going to do is make a prettier place to sell drugs,» he said. 

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Scott Graham, a Republican who campaigned in 2022 for Maryland’s House of Delegates to represent the Baltimore suburbs, said high property taxes «discourage people from coming in and buying» property. 

«We have vacant housing all over the place, and people are reluctant to come in. That vacant housing is in areas where there’s high crime,» Graham said. 

Baltimore

Abandoned buildings in Baltimore’s Penn-North neighborhood.  (Fox News Digital)

Moore and Scott have touted «historic reductions in violent crime» in Baltimore, pointing to 91 homicides and 218 nonfatal shootings in 2025, which Scott said are 29.5% and 21% drops. 

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But statistics compiled by the nonprofit research institute Just Facts show that Baltimore’s 2024 murder rate is still 6.8 times the average for all metropolitan areas in the nation and that if the murder rate stays the same as it was in 2024, roughly 1 in every 38 people in the city will have their lives cut short by murder at some point during the course of their lives. 

The 17 Baltimore locals who spoke to Fox News Digital earlier this month were divided over whether deploying the National Guard is the solution to their crime concerns. While many worried it would raise tensions and inspire riots, others said the troops could serve as a crime deterrent. 

«We just need to get back to where we used to be when we were coming up as kids, where everybody got together and everybody worked together, and they moved people off the blocks, and they made the clean blocks, and they did all of those things,» Ronette, a Baltimore resident, said. «Our city just got to a point where we just, it’s everybody for their self. Nobody works together.»

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Trump signed a memorandum this month establishing a task force to address crime in Memphis, Tennessee, similar to his ongoing crime crackdown in Washington, D.C.

He said the effort includes deployment of the National Guard, the FBI, the Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives, the Drug Enforcement Administration, Homeland Security Investigations and Immigration and Customs Enforcement. 

Last month, Trump mobilized 800 D.C. National Guard troops to reduce crime in the nation’s capital. More National Guard troops from Ohio, West Virginia, South Carolina, Louisiana, Mississippi and Tennessee were dispatched to support the crime crackdown.

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In addition to Baltimore, Trump has also floated deploying troops to Chicago and Oakland, but the plans have been met with resistance by Democrats. 

Fox News Digital’s Diana Stacy contributed to this report. 

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La ciencia desmiente mitos sobre gamers y salud psicológica en relación a los videojuegos

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Un estudio internacional revela que los gamers no presentan desventajas psicológicas frente a quienes no juegan (RDNE Stock project)

Frente a una computadora, muchos jóvenes encuentran en los videojuegos una parte central de su vida cotidiana. Lejos de las pantallas, surgen dudas y advertencias en la sociedad sobre los posibles efectos psicológicos de pasar tantas horas ante un juego.

Sin embargo, una investigación reciente aporta claridad al debate y demuestra que los gamers no presentan desventajas psicológicas significativas frente a quienes no juegan. Los resultados señalan que la práctica habitual de los videojuegos no implica un daño o alteración relevante en la salud mental.

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Según un trabajo publicado en Psychological Reports, expertos analizaron aspectos fundamentales como la regulación de las emociones, las relaciones interpersonales y los mecanismos de defensa de personas que destinan tiempo a jugar videojuegos. El objetivo consistió en responder si se diferencian de quienes no participan en esa actividad bajo parámetros clínicos.

De acuerdo con los autores, el interés por el tema surgió ante la percepción social que asocia los videojuegos con adicción, aislamiento y dificultades emocionales, una visión que genera preocupación y debate.

La investigación incluyó a 762 personas de entre 18 y 44 años. Se clasificó como gamers a quienes jugaban ocho horas o más por semana y consideraban el juego parte importante de su vida. El grupo de no gamers estaba compuesto por quienes jugaban menos de ocho horas semanales, o bien no atribuían relevancia a esa práctica.

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Para evaluar las características psicológicas, los investigadores utilizaron tests reconocidos que miden trastornos de personalidad, dificultades en la gestión emocional y estilos de defensa ante el estrés o conflictos internos.

La investigación destaca que los
La investigación destaca que los videojuegos no afectan negativamente la salud mental ni las relaciones interpersonales (Freepik)

De acuerdo con los resultados, solo se advirtieron diferencias pequeñas en la frecuencia de ciertos rasgos de personalidad. Los no gamers presentaron puntajes levemente más altos en indicadores vinculados con rasgos paranoides, histriónicos, narcisistas, evitativos y dependientes.

Por otra parte, los gamers mostraron niveles un poco superiores en rasgos antisociales y esquizotípicos. Sin embargo, una vez ajustados los resultados por edad —ya que los gamers eran en promedio dos años mayores—, la mayoría de esas diferencias perdió relevancia estadística.

Según detallaron los autores, tras el ajuste por edad persistieron tres diferencias: los gamers mantuvieron leves aumentos en rasgos antisociales y esquizotípicos, mientras que los no gamers conservaron una tendencia mayor hacia rasgos evitativos y dependientes. Estas variaciones fueron consideradas menores y no alcanzan a definir perfiles patológicos.

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Además, la edad se mostró como un factor relevante, dado que algunos rasgos tienden a disminuir con el paso del tiempo, como la impulsividad o la sensibilidad en las relaciones interpersonales.

Los gamers muestran estrategias de
Los gamers muestran estrategias de afrontamiento más maduras y no presentan aislamiento social, según el estudio (Freepik)

Los investigadores también analizaron el área de las relaciones con otras personas, un punto esencial para el desarrollo emocional sano. De acuerdo con el estudio, no existen diferencias significativas entre gamers y no gamers en dimensiones como la capacidad de vincularse, el sentimiento de alienación o la seguridad afectiva. Este hallazgo resulta relevante, ya que sugiere que el contacto regular con videojuegos no provoca aislamiento social ni dificulta la construcción de relaciones sanas, al menos en los parámetros medidos.

El estudio observó los mecanismos de defensa, es decir, las estrategias inconscientes que las personas usan para enfrentar el malestar interno. Según los datos, los gamers emplean mecanismos maduros con mayor frecuencia, estrategias consideradas sanas como el humor, la anticipación y la sublimación.

Los no gamers, en cambio, manifestaron más uso de mecanismos de defensa de tipo neurótico, como la represión o la formación reactiva. No hubo diferencias entre grupos en los mecanismos de tipo inmaduro, como la negación o la proyección.

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El análisis incluyó a 762
El análisis incluyó a 762 participantes y utilizó tests reconocidos para evaluar personalidad y regulación emocional (Freepik)

Respecto a la regulación emocional, tanto gamers como no gamers mostraron niveles similares de capacidad para manejar sus emociones. Según los autores, la gestión emocional suele mejorar al llegar a la adultez joven, lo que habría influido en los resultados observados.

El estudio fue llevado a cabo por el profesor Ekin Emiral y Yıldız Bilge, quienes, según sus declaraciones difundidas por Psypost, buscaron cuestionar la tendencia a patologizar comportamientos que se alejan de las normas tradicionales. El objetivo no fue identificar a los videojuegos como causa de problemas de salud mental, sino explorar si las personas que dedican mucho tiempo a esta práctica presentan diferencias estructurales notorias frente a quienes no lo hacen.

Según Emiral, “los gamers no presentan más problemas psicológicos que quienes no juegan”, y en determinadas dimensiones, demuestran incluso una mayor capacidad de adaptación.

Las diferencias de personalidad entre
Las diferencias de personalidad entre gamers y no gamers son menores y pierden relevancia al ajustar por edad (REUTERS/Luc Gnago)

Los autores reconocen algunas limitaciones en su trabajo. Según el informe, el grupo de gamers incluyó más hombres que mujeres, lo que podría haber influido en los resultados relacionados con el perfil de personalidad y el uso de mecanismos de defensa.

Además, la división entre gamers y no gamers dependió del auto-reporte, por lo que pueden existir matices o situaciones no contempladas. El diseño transversal del estudio tampoco permite establecer causas o efectos a largo plazo.

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De acuerdo con los investigadores, los futuros estudios deberían incorporar una muestra más equilibrada en relación al género y generar clasificaciones más detalladas en función de los tipos de juegos y las motivaciones de cada participante.

También sugieren realizar seguimientos prolongados para observar si determinados rasgos de personalidad se desarrollan debido a la experiencia de jugar, o si quienes ya tienen esos rasgos optan por los videojuegos.

A pesar de estos puntos, el estudio representa uno de los análisis más integrales sobre las funciones psicológicas de gamers y no gamers. Según sus conclusiones, la participación frecuente en videojuegos no altera el desarrollo psicológico normal y puede asociarse, en algunos casos, con estrategias de afrontamiento más maduras. Los resultados invitan a abandonar miradas simplistas y considerar al gaming como un espacio de expresión y desarrollo similar a otras actividades culturales.

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