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La bomba que hizo arrepentir a Einstein, borró del mapa a Hiroshima y le puso fin a la Segunda Guerra

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“¡Dios, mío! ¿Qué hemos hecho?”

Era el lunes 6 de agosto de 1945, poco después de las 8.15 de la mañana. Los cielos japoneses abrían cada tanto algunos claros, hasta despejarse por completo y transformarse en una luminosa mañana de verano. Paul Tibbets junior, coronel de 30 años, piloto del bombardero B-29 Supperfortress, cuatrimotor de la Fuerza Aérea de EE.UU., había bautizado Enola Gay, el nombre de su madre, a esa “fortaleza gigante” con imponente aspecto de pájaro de acero plateado, que él conducía.

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Al parecer, desde la cabina de mando se habría interpelado con esa pregunta ni bien pudo vislumbrar desde una altitud de 9.945 metros en qué se había transformado Hiroshima, la ciudad finalmente designada como “el objetivo”. Sus siluetas más urbanas apenas asomaban, envueltas en un hongo gigantesco, de una luminosidad cegadora, una bola de fuego que no dejaba de expandirse hacia arriba y los costados, y que llegaría a una inusitada altura de 12 kilómetros.

Abajo, en el epicentro del estallido, la temperatura oscilaba bruscamente de los 6 mil grados al millón de grados centígrados, ambos registros correspondientes a distintas zonas de la superficie solar, según estimaciones científicas de entonces. Sesenta mil edificios se habían derrumbado en un pestañeo, como si fuesen de cartón: un infierno, seguido de un huracán de llamas alucinantes, con vientos de 1.600 kilómetros por hora y una inmediata oscuridad. Hiroshima se ahogaba, en medio de calamidades nunca vistas entre los humanos.

“¡Es lo más grande la historia!”.

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Harry Truman, entonces presidente de EE.UU., quien había dado la orden del primer ataque atómico de la Humanidad, lo celebraba a su modo al recibir la confirmación del desastre, quizá llevado por el impacto emocional de aquellos días de máxima tensión. Entre 70 mil y 80 mil personas habían muerto al instante, muchas evaporadas por la fisión nuclear recién estrenada. Sólo quedaba de ellas la sombra de sus siluetas sobre veredas, calles y casas. El 90% de la ciudad se había, literalmente, desintegrado. Según mandatos inexorables de la guerra, se imponían soluciones urgentes. Que Japón se rindiera y que la contienda terminara.

Franklin Delano Roosevelt, el gran arquitecto de la escalada de su país a la cima del mundo, muerto apenas cuatro meses antes, el 12 de abril, había supervisado, y autorizado, cada eslabón del Proyecto Manhattan, que terminaría con el nacimiento de la primera bomba atómica, conocida como “Little Boy” (Pequeño chico o Muchachito) y su plan alternativo “Fat Man” (Hombre Gordo). Una crónica dolencia cardíaca le había impedido ver los resultados del proyecto en el que había puesto todo su celo: imposible saber cómo hubiese procesado aquel estampido que tuvo lugar un día que el mundo jamás olvidaría y del cual se están cumpliendo 80 años. A Truman, su vicepresidente y sucesor en la Casa Blanca, le tocaría bajar el pulgar de la letal ejecución masiva que haría estallar a una ciudad de 340 mil habitantes, hasta entonces un pujante enclave del imperio japonés, con dos cuarteles generales de armamentos, logística bélica y tropas, además de un fuerte sesgo industrial y un gran puerto marítimo cercano a la zona urbana.

Una iglesia destruida por la bomba atómica lanzada por EE.UU. sobre la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1845. Foto: AP

“Preferiría ser recordado como un jugador de equipo de football de mi escuela que como el copiloto de este avión”.

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El capitán Robert Lewis, copiloto de la misión, quien había comprobado desde las alturas que en Hiroshima sólo quedaban en pie unos pocos edificios, manifestaría un arrepentimiento por su participación en el lanzamiento de “Little Boy”. Se cuenta que habría registrado en la bitácora del vuelo, a modo de constancia histórica, la frase que le escuchó al piloto Tibbets, aunque algunas versiones le adjudicarían las palabras a él mismo y no al responsable de haber abierto la escotilla para lanzar del Enola Gay la bomba que cambiaría para siempre el curso de la historia. Esta última especulación es factible: difícil que Tibbets haya hecho alguna apelación a Dios al ver el hongo atómico: viviría hasta los 92 años y regaría sus cuentas bancarias dando conferencias muy bien pagas en las cuales aseguraba que “lo volvería a hacer las veces que fuera necesario”, sin señales de arrepentimiento.

Veinte días antes, el presidente Truman, ex vicepresidente, ex senador y ex combatiente de la Primera Guerra, estaba en el día inaugural de la Conferencia aliada de Potsdam cuando fue informado por un telegrama de sólo tres palabras sobre una prueba realizada en el pequeño emprendimiento urbano de Alamogordo, a 766 kilómetros de Los Alamos, Nuevo México, desértica región de Estados Unidos: Baby well born (El niño nació bien). Se refería al primer ensayo de la bomba atómica, test bautizado como Trinity, llevado a cabo el 16 de julio de 1945. No había quedado en pie un solo árbol en 1,5 km a la redonda.

El experimento de Alamogordo había sido secreto, las consecuencias no pudieron serlo: la explosión había alarmado a lugareños de un tranquilo vecindario, a 250 km del lugar, cuyos pocos habitantes se sorprendieron al ver cómo se quebraban los cristales de sus casas y “el sol salía y volvía a ponerse”. El caso dio origen a una de las fake news pioneras de la historia y poco difundidas, ya que para calmar la ansiedad del pequeño poblado se cree que hubo alguna forma de acuerdo con la prensa local para que explicara como causa del inesperado fenómeno algo que nunca había ocurrido, el estallido de un polvorín.

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El Proyecto Manhattan, que había generado el test Trinity, llevaba más de dos años de silenciosa y secreta tarea, con gran número de científicos, militares y trabajadores auxiliares afines a la de estratégica tarea. Lo comandaba Robert Oppenheimer, un físico estadounidense de origen judío, hijo de una adinerada familia que había simpatizado con los republicanos en la Guerra Civil Española. Como tutor mayor, aunque circunstancial, colaboró Albert Einstein, el físico más reputado del mundo, antes y ahora, a 70 años de su muerte. Primero había alentado al presidente Roosevelt para que acelerara las investigaciones con el fin de lograr la fisión nuclear, y aplicar la misma a la construcción de un arma atómica, visto que la Alemania nazi estaba cerca de lograr la suya. En ese punto, Einstein estaba en los cierto.

Las ruinas de Hiroshima, tras la bomba atómica lanzada el 6 de agosto de 1945. Foto: AP Las ruinas de Hiroshima, tras la bomba atómica lanzada el 6 de agosto de 1945. Foto: AP

Ya desde 1939, la nación en armas que impulsaba Hitler, trabajaba en el Proyecto Uranio para investigar la construcción de reactores nucleares, la separación de isótopos y la preparación de explosivos atómicos. En uno de los párrafos de la misiva que le haría llegar Einstein, Roosevelt leería: “En los últimos cuatro meses se ha hecho probable que podría ser posible el iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio … Este nuevo fenómeno podría ser llevado a la producción de bombas … una sola bomba de este tipo, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría muy bien destruir el puerto por completo, conjuntamente con el territorio que lo rodea…”

Trascendería que cuando Einstein supo, con certeza científica, que las consecuencias que generaría esa hipotética explosión nuclear serían monstruosas, mandaría otra carta al presidente Roosevelt, advirtiéndole que no debería lanzar la bomba. En la entretela de los anecdotarios de la guerra circularía un rumor inquietante acerca de que esa carta, sin abrir, se encontraría en el escritorio de Roosevelt poco después de su muerte.

Lo que sí se sabe, y no a modo de trascendido, es que el genio de la física, con Hiroshima y Nagasaki fulminadas, diría en un discurso en Nueva York, del 6 de diciembre de 1945: “Nosotros ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la humanidad lo hicieran antes … Dejamos esta mortífera arma en manos de norteamericanos e ingleses como representantes de toda la humanidad, defensores de la paz y de la libertad. Mas hasta el presente no hemos advertido ninguna garantía de paz ni observado el cumplimiento de las libertades que se prometieron a los pueblos…Se ha ganado la guerra, pero no la paz.”

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A las 7 de la mañana de aquel 6 de agosto, la alarma antiaérea se oyó con claridad en Hiroshima ante la detección de una flotilla de B-29 en los cielos de la ciudad. Fue una alerta fallida. Una hora y cuarto después un B 29 plateado, majestuoso y en solitario, surcaba los cielos de la ciudad, pero nadie le prestaría atención. Segundos fatales. De pronto, el Sol y el cielo se vinieron encima de la gente que iba a sus trabajos y de chicos que marchaban a sus escuelas. Las calles perderían su contorno: eran una funesta sucesión de escombros, cuerpos carbonizados, ensangrentados y con espantosas mutilaciones.

El joven fotógrafo Yoshito Matsushige intuyó desde su casa en las afueras que la historia lo llamaba. Tomó su cámara y salió a caminar por aquel infierno de fuegos nucleares. Logró tomar al momento las únicas fotografías del sufrimiento de la población civil, que a 80 años siguen estremeciendo y en Hiroshima son murales de la evocación. Más aún: las imágenes que logró captar del caos fueron una pesquisa de valía para detectar sobrevivientes y reconstruir los momentos finales de otros.

En un documental para la televisión francesa, que se puede ver en YouTube junto a tantos en estos días, el cineasta Bertrand Collard recogería relatos escalofriantes de los entonces sobrevivientes: “Había gente despellejada, con la carne al rojo vivo y otras con sus intestinos en la mano o los ojos colgando”, lo que permite aproximarse a la dimensión de lo que fue aquella barbarie atómica. En el puente Miyuki, en el centro de Hiroshima, algunas narraciones aseguran que hubo quienes se tiraban al río para atenuar el insoportable ardor de los átomos en sus píeles percudidas, pero con su destino ya jugado: sus cuerpos no tenían la fuerza suficiente para nadar y morían ahogados. Otros, en los alrededores, daban unos pocos pasos y se desplomaban por la radioactividad que se esparcía sin freno.

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Una imagen del 8 de agosto de 1945, en la ciudad japonesa de Hiroshima. Foto: APUna imagen del 8 de agosto de 1945, en la ciudad japonesa de Hiroshima. Foto: AP

A la hora siguiente de atravesar ese infierno, quienes habían logrado escapar a la muerte inmediata, sufrirían una lluvia negra, espesa y ácida, que caía sobre la ciudad descuartizada. Algunos la confundían con agua sucia y con tal de apagar la sequedad de sus bocas y atemperar la sensación de una sed insoportable, la bebían y caían fulminados. No era agua sucia, sino una lluvia radioactiva, una más de las consecuencias devastadoras de “Little Boy”. Muchos expertos adjudicarían las pestes y males endémicos por generaciones a los efectos de esa lluvia negra de altísimo poder letal, que caería sobre la ciudad durante varios días.

No fue sólo eso. La primera bomba atómica seguiría causando por décadas y décadas un daño catastrófico en la población: malformaciones, males hereditarios, leucemias y otros cánceres, alteraciones genéticas, todo tipo de lesiones y enfermedades de rango mortal, y epidemias incurables que el uranio había desatado rabiosamente en el universo civil de lo que había sido uno de los centros urbanos más importantes de Japón.

“Little Boy”, una simbiosis de avance científico y planificación militar que se transformaría en una sofisticada maquinaria de destrucción masiva, había sido producto del trabajo de 130 mil personas durante más de dos años y de una inversión de estimada en cerca de 30 mil millones de dólares de los tiempos actuales. Tenía la misma forma que una bomba habitual, pintada de verde oliva, y medía 3 metros de longitud, 0.71 de diámetro, con un peso de 4.400 kilos. A diferencia de la bomba que se había experimentado en el desierto de Alamogordo, que era de plutonio, la destinada a Hiroshima era de uranio y tenía una potencia estimada en 20 kilotones de TNT.

Los altos mandos y el poder político de Washington, los padres de la criatura, perplejos y hasta se diría incrédulos, dividirían las aguas de inmediato. Surgía la polémica y el debate. ¿Era necesaria el uso del poder atómico para terminar la guerra? El “Imperio del Sol naciente”, es cierto, resistía su rendición y mantenía en alto la alcurnia guerrera de su pueblo con sangre imperial y adoración celestial a la figura del emperador, quien encarnaba a Dios en la Tierra, según su cultura y creencias, expresadas en el Código Bushido, el alma de Japón, el mandato sagrado del samurái, un catálogo de virtudes por los que se debía ofrendar la propia vida si fuese necesario.

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Todo un pueblo se negaba a una “rendición incondicional” exigida por EE.UU. Truman tenía a un imperio nocaut de pie. Igualmente lanzó el bombazo del final: el 9 de agosto, en Nagasaki, detonaría “Fat Man” (Hombre Gordo), en base al plutonio y con un poder destructivo aún mayor que la explosiva arma de Hiroshima (de uranio), sólo que la orografía montañosa de Nagasaki impediría un daño superior. Aun así, unas 50 mil personas morirían en un soplido fatal. Otro hongo atómico sembraría la muerte civil en masa. Algunos estiman que sumadas ambas bombas se habrían matado a unas 600 mil personas, tal vez más, con el correr del tiempo.

Hirohito cedería su dignidad imperial y el 15 de agosto anunciaría en un mensaje radial a la nación japonesa que había llegado la hora de “soportar lo insoportable”. La rendición marcaría el fin de la Segunda Guerra Mundial. El 2 de septiembre de 1945, a bordo del acorazado “Missouri” en la bahía de Tokio, se firmarían las actas de capitulación. Truman miró mejor el mapa. Notó que el gigante chino, asediado por tropas insurgentes y campesinos rebeldes al mando de Mao Tse Tung, el Gran Timonel, estaba a punto de caer en manos comunistas, y que el tutelaje en la región de su otrora aliado Stalin impondría la ley del látigo donde lo juzgara conveniente.

Washington necesitaba al destrozado Japón como un vencido a reconstruir y asociarse para enfrentar el mundo venidero de la Guerra Fría. Estados Unidos entendió que debía respetar las estructuras imperiales del alma japonesa y la figura del emperador como mandatario político, aunque no en la condición divina que le habían atribuido sus ancestros. Había llegado la hora de curar lo incurable: “Little Boy” y “Fat Man” habían borrado dos ciudades y sus gentes de la faz de la Tierra. Japón ya estaba de rodillas cuando esas fauces atómicas descuartizaron su integridad como nación. A 80 años, la pregunta no pierde sentido y el debate permanece: ¿era necesaria un arma que llegara a la devastación para imponer la ley final de los vencedores?

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Quiénes son los líderes europeos que firmaron una carta pidiendo mantener la presión sobre Rusia antes de la cumbre Trump-Putin

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Los principales líderes europeos llamaron este domingo a mantener la presión sobre Rusia para alcanzar la paz y reafirmaron su apoyo a Ucrania, antes de la cumbre entre los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump.

Los presidentes de Rusia y Estados Unidos deberán encontrarse el 15 de agosto en Alaska como parte de los esfuerzos de Trump por encontrar una salida al conflicto desatado en febrero de 2022 con la invasión rusa a Ucrania.

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La cita se efectuará sin la presencia del líder ucraniano, Volodimir Zelenski, quien ha exigido formar parte de las negociaciones.


Al anunciar la cumbre el viernes, Trump dijo que «habrá algún intercambio de territorios para el beneficio de ambos», refiriéndose a Ucrania y Rusia, sin dar más detalles.


«No pueden tomarse decisiones en nuestra contra, no pueden tomarse decisiones sin Ucrania. Sería una decisión contra la paz. No conseguirán nada», advirtió Zelenski el sábado en redes sociales. «Los ucranianos no entregarán su tierra al ocupante».

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El mandatario ucraniano dijo haber conversado con su homólogo francés, Emmanuel Macron, que afirmó en la red X que «el futuro de Ucrania no puede decidirse sin los ucranianos».


El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, también conversó con Zelenski a quien le expresó su «pleno apoyo» y abogó por «una paz justa y duradera que respete la independencia y la soberanía de Ucrania».

Este domingo, los principales líderes europeos firmaron una declaración en la cual afirmaron que «solo un enfoque que combina una diplomacia activa, el apoyo a Ucrania y la presión sobre la Federación Rusa» podrá poner fin a la guerra entre Ucrania y Rusia.

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«Aplaudimos el trabajo del presidente Trump por detener la masacre en Ucrania y estamos listos para apoyar ese trabajo en el plano diplomático, además de mantener nuestro sustancial apoyo militar y financiero a Ucrania» así como «manteniendo e imponiendo medidas restrictivas contra la Federación Rusa», indicaron los líderes europeos.

Entre los firmantes de la declaración figuran Macron, la italiana Giorgia Meloni, el alemán Fiedrich Merz, el polaco Donald Tusk y el británico Keir Starmer, además de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.


Por su parte el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, conversó por teléfono este sábado con Vladimir Putín, y expresó la disposición de Brasil a contribuir a una salida pacífica.

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Putin «agradeció a Lula su empeño e interés en el tema», según una nota de la presidencia brasileña.

Las tres rondas de negociaciones entre Rusia y Ucrania celebradas este año no dieron frutos, y sigue sin estar claro si una cumbre contribuirá a acercar la paz.

Por ahora, posiciones irreconciliables

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La invasión rusa de Ucrania, lanzada en febrero de 2022, ha dejado decenas de miles de muertos, millones de desplazados y grandes destrozos. Putin se ha resistido a los múltiples llamamientos de Estados Unidos, Europa y Ucrania para que se declare un alto el fuego.


La cumbre en Alaska, territorio que Rusia vendió a Estados Unidos en 1867, sería la primera entre los presidentes en ejercicio de Estados Unidos y Rusia desde que Joe Biden se reunió con Putin en Ginebra en junio de 2021.


Trump y Putin se reunieron por última vez en 2019 en una cumbre del G20 en Japón durante el primer mandato del estadounidense, aunque han hablado por teléfono en varias ocasiones desde enero.

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Después de más de tres años de combates, las posiciones ucranianas y rusas siguen siendo irreconciliables. Sobre el terreno, los enfrentamientos y ataques mortales continúan, con lanzamientos mutuos de drones durante la noche, y el ejército ruso sigue avanzando en el este frente a un adversario menos numeroso y peor equipado.

En la región oriental de Donetsk, cuatro personas murieron el sábado tras bombardeos rusos y otras dos en la región de Jersón, en el sur, informaron las respectivas autoridades. Estos ataques han dejado una veintena de heridos.

Para poner fin al conflicto, Moscú exige que Ucrania ceda cuatro regiones parcialmente ocupadas (Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón), además de Crimea, anexionada en 2014, y que renuncie a los suministros de armas occidentales y a cualquier adhesión a la OTAN.

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Estas exigencias son inaceptables para Ucrania, que exige la retirada de las tropas rusas de su territorio y garantías de seguridad occidentales. Esto incluiría más suministros de armas y el despliegue de un contingente europeo, a lo que Rusia se opone.

Donald Trump,Vladimir Putin,Rusia,Ucrania,Guerra Rusia-Ucrania,Últimas Noticias

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Líderes europeos reafirmaron su apoyo a Ucrania y llamaron a mantener la presión sobre Rusia antes de cumbre entre Trump y Putin

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Líderes europeos reafirmaron su apoyo a Ucrania y llamaron a mantener la presión sobre Rusia antes de cumbre Trump-Putin (EFE)

Los principales líderes europeos reafirmaron este domingo su apoyo a Ucrania y llamaron a mantener la presión sobre Rusia para alcanzar la paz, días antes de la reunión prevista entre los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump el próximo 15 de agosto en Alaska.

La cumbre, anunciada por Trump el viernes, forma parte de sus esfuerzos por buscar una salida al conflicto iniciado con la invasión rusa en febrero de 2022. El encuentro se celebrará sin la presencia del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, quien ha reclamado participar en las negociaciones.

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Trump adelantó que el eventual acuerdo “incluirá algún intercambio de territorios para el beneficio de ambos”, en referencia a Ucrania y Rusia, sin dar más detalles. Zelensky rechazó esa posibilidad: “No pueden tomarse decisiones en nuestra contra, no pueden tomarse decisiones sin Ucrania. Sería una decisión contra la paz. No conseguirán nada. Los ucranianos no entregarán su tierra al ocupante”, afirmó el sábado en redes sociales.

En conversaciones separadas con Zelensky, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, expresaron su respaldo a Kiev. Macron señaló en X que “el futuro de Ucrania no puede decidirse sin los ucranianos”, mientras que Sánchez abogó por “una paz justa y duradera que respete la independencia y la soberanía” del país.

El presidente del Gobierno español,
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, junto al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky (EP)

Además, los mandatarios europeos firmaron una declaración conjunta en la que sostienen que “solo un enfoque que combina una diplomacia activa, el apoyo a Ucrania y la presión sobre la Federación Rusa” podrá poner fin a la guerra. “Aplaudimos el trabajo del presidente Trump por detener la masacre en Ucrania” y “estamos listos para apoyar ese trabajo en el plano diplomático, además de mantener nuestro sustancial apoyo militar y financiero a Ucrania”, añade el texto.

Entre los firmantes figuran Macron, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el canciller alemán, Friedrich Merz; el primer ministro polaco, Donald Tusk; el primer ministro británico, Keir Starmer; el presidente finlandés, Alexander Stubb, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

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En paralelo, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, conversó el sábado por teléfono con Putin y expresó la disposición de Brasil a contribuir a una solución pacífica. Según la presidencia brasileña, el mandatario ruso agradeció el interés.

Las tres rondas de conversaciones celebradas este año entre Rusia y Ucrania no produjeron avances. Moscú exige la cesión de cuatro regiones parcialmente ocupadas —Donetsk, Lugansk, Zaporizhzhia y Kherson—, además de Crimea, anexionada en 2014, y que Kiev renuncie a suministros de armas occidentales y a su ingreso en la OTAN. Ucrania considera estas condiciones inaceptables y exige la retirada total de las tropas rusas y garantías de seguridad que incluyan más armamento y presencia militar europea.

Los combates y bombardeos continúan
Los combates y bombardeos continúan en distintos puntos de la región (REUTERS)

Sobre el terreno, los combates continúan. En la región de Donetsk, bombardeos rusos mataron el sábado a cuatro personas y dejaron una veintena de heridos; en Kherson, otras dos personas murieron.

La reunión de Alaska será la primera entre presidentes en ejercicio de Estados Unidos y Rusia desde la celebrada en Ginebra en junio de 2021 entre Putin y el ex presidente Joe Biden. Trump y Putin no se encuentran cara a cara desde la cumbre del G20 en Japón en 2019, aunque han mantenido contactos telefónicos desde enero.

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Los líderes europeos subrayaron que “el camino a la paz en Ucrania no puede decidirse sin Ucrania” y reiteraron su compromiso con garantías de seguridad “creíbles y robustas” para Kiev. Además, calificaron la invasión rusa como una “flagrante violación” de la Carta de la ONU, el Tratado de Helsinki de 1975, el Memorándum de Budapest de 1994 y otros compromisos internacionales suscritos por Moscú.

Seguiremos trabajando con el presidente Trump y los Estados Unidos y con el presidente Zelensky y el pueblo ucraniano por una paz en Ucrania que proteja nuestros intereses vitales de seguridad”, concluye la declaración.

(Con información de EFE y AFP)

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Kash Patel slams ‘corrupt’ sanctuary sheriff indicted for cannabis company extortion

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

Boston’s sanctuary sheriff was arrested Friday on federal charges after allegedly leveraging his elected position to extort $50,000 from a cannabis executive who was seeking state approval to open a dispensary—a scheme FBI Director Kash Patel called a betrayal of public trust.

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Suffolk County Sheriff Steven Tompkins, 67, who oversees more than 1,000 employees in the Boston-area, was handcuffed Friday morning in the Southern District of Florida after a federal grand jury indicted him on two counts of extortion under color of official right, according to a statement from the U.S. Attorney’s Office for the District of Massachusetts.

«When someone entrusted with enforcing the law is accused of breaking it for personal gain, it undermines the public’s trust in every honest officer who wears the badge,» Patel told Fox News Digital. «The FBI will pursue corruption at every level, because no one is above the law. The people of Suffolk County, and the country, deserve leaders who serve them, not themselves.»

Suffolk County Sheriff Steven Tompkins was arrested on Friday in connection to an illegal licensing scheme. (Matt Stone/MediaNews Group/Boston Herald via Getty Images)

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SUSPECTED ICE FACILITY ATTACKERS ARRESTED IN BLUE CITY, CHARGED WITH ASSAULTING FEDERAL OFFICERS

Tompkins was appointed sheriff of the Suffolk County Sheriff’s Department (SCSD) in 2013, elected in a 2014 special election, and later re-elected to serve successive six-year terms. 

He made headlines in 2019 after booting Immigration and Customs Enforcement (ICE) agents out of the county jail, signing an eviction notice that required hundreds of illegal immigrant detainees to be moved out within 60 days, according to a report from the Boston Herald.

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FLORIDA EX-SHERIFF ARRESTED FOR ALLEGEDLY RUNNING ILLEGAL GAMBLING HOUSE THAT GENERATED MILLIONS

According to court documents, a cannabis company applied in 2019 for a retail dispensary license in Boston through the Massachusetts Cannabis Control Commission (CCC). To meet the state’s Positive Impact Plan (PIP) requirement, the company partnered with the sheriff’s department, which agreed to screen and refer graduates from its re-entry program for work at the dispensary’s retail store.

The company’s partnership with SCSD was formalized in a letter signed by Tompkins in 2019 and submitted with its dispensary license application in 2020. The cannabis commission approved the license in 2021 and renewed it in 2022 and 2023, with the company citing the partnership to meet the PIP requirement in each application.

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Governor Deval Patrick swears in Steven Tompkins as Suffolk County Sheriff at the State House on Tuesday, January 22, 2013.

Suffolk County Sheriff Steven Tompkins is accused of pressuring an executive into selling him stocks and then demanding a refund. (John Wilcox/MediaNews Group/Boston Herald via Getty Images)

To raise capital for an initial public offering (IPO) and expand as a publicly traded company, executives sought multimillion-dollar investments from institutions and other high-net-worth investors—not the general public, according to court documents. 

By mid-2020, the company was preparing for its IPO by producing audited financial statements, hiring attorneys and obtaining additional financing.

Prosecutors allege Tompkins pressured the cannabis executive for stock, reminding the executive he had helped the company in its licensing efforts. The executive feared Tompkins might exploit his position as sheriff to undermine the partnership with the department, putting both the license and the company’s planned IPO in jeopardy.

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PATEL’S IMMIGRATION PUSH AT FBI YIELDS 10,000 ARRESTS SINCE JANUARY

In October 2020, the company asked Tompkins for an updated partnership letter to submit with its license renewal application, according to court documents. Within a month of signing the letter, and after alleged pressure on the executive, Tompkins obtained a pre-IPO stake in the company.

Prosecutors claim that in November 2020, Tompkins wired $50,000 from his retirement account to an account controlled by the executive, purchasing nearly 29,000 shares at $1.73 each. Following a reverse stock split, he held about 14,400 shares valued at $3.46 each.

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Suffolk County Sheriff Steven Tompkins on Herald Radio on Tuesday, August 23, 2016.

Suffolk County Sheriff Steven Tompkins is facing up to 20 years in prison for each count of extortion. (Matt Stone/MediaNews Group/Boston Herald via Getty Images)

Once the company launched its IPO in 2021, the stock value jumped to $9.60 per share, increasing the value of Tompkins’ $50,000 purchase of 14,417 shares to $138,403.

By May 2022, the value of Tompkins’ stock had dropped thousands of dollars below his $50,000 investment, but he allegedly demanded a full refund. The executive agreed, issuing five checks between May 2022 and July 2023.

Prosecutors claim some checks were marked as «loan repayment» and «[company] expense» at Tompkins’s direction to disguise the nature of some of the payments.

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Copies of checks showed payments allegedly made to Suffolk County sheriff.

Copies of checks showed payments allegedly made to the Suffolk County sheriff.

US ATTORNEY FOR MASSACHUSETTS SAYS INTERFERENCE WITH ICE OPERATIONS IS ‘DISTURBING,’ THREATENS ARRESTS

U.S. Attorney Leah Foley wrote in a statement that elected officials, particularly those in law enforcement, are expected to be ethical, honest and law-abiding, «not self-serving.» 

«His alleged actions are an affront to the voters and taxpayers who elected him to his position, and the many dedicated and honest public servants at the Suffolk County Sheriff’s Department. The people of Suffolk County deserve better,» Foley wrote. «Public corruption remains a top priority for my administration, and we will continue to investigate and prosecute anyone who uses their position of trust and power for their own gain.»

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FBI Boston special agent in charge Ted Docks added the act was «clear-cut corruption.»

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«From his very first day as Suffolk County Sheriff, Steven Tompkins sought to portray himself as a man of the people–a principled public servant and reformer, devoted to the cause of justice. That’s why it’s beyond disappointing that he’s now accused of gaming a system instituted in the interests of public safety and fair play,» Docks wrote in a statement. «We believe what the Sheriff saw as an easy way to make a quick buck on the sly is clear-cut corruption under federal law. The citizens of Suffolk County deserve better, not a man who is accused of trading on his position to bankroll his own political and financial future. Public servants must be held to the highest of ethical standards, and those falling short will be rooted out.»

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Tompkins, who faces a sentence of up to 20 years in prison for each count, will appear in Boston federal court at a later date.

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