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La joven multimillonaria que fue sepultada viva y sobrevivió tras haber estado 80 horas enterrada en un ataúd

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Un plan preparado al detalle

Era diciembre de 1968 y Estados Unidos vivía días convulsionados: el país todavía estaba bajo el impacto de los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, la guerra de Vietnam y las protestas estudiantiles. En ese clima, un hecho singular iba a sacudir otra vez al país.

Barbara Jane Mackle, de veinte años, estudiante de la Universidad de Miami e hija del magnate inmobiliario George Mackle, había viajado a Atlanta con su mamá, Jane, para visitar al padre que estaba hospitalizado. Pero el viaje coincidió con un detalle imprevisto: Barbara tenía una fuerte gripe, y en vez de quedarse en la casa de un familiar, madre e hija se alojaron en el Rodeway Inn, un motel cercano a la universidad local.

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La noche del 17 de diciembre, mientras Barbara estaba en cama, dos personas golpearon a la puerta de la habitación y se presentaron como agentes del FBI, con placas en la mano. Dijeron que había ocurrido un accidente de tránsito que involucraba a alguien cercano. Jane Mackle se preocupó y los dejó pasar.

Leé también: El asesino de la baraja: seis crímenes, una carta española convertida en firma y 142 años de cárcel

Eran Gary Steven Krist, un joven de 23 años con antecedentes por robo y estafas, y su cómplice, Ruth Eisemann-Schier, de 26, inmigrante hondureña de familia judía austrohúngara. Su plan estaba preparado al detalle: secuestrar a Barbara para exigir rescate a su padre millonario. Entraron armados, redujeron a la madre con cloroformo y sujetaron a Barbara. Le pusieron cinta adhesiva en la boca, la ataron y la sacaron a la fuerza del motel.

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Jane Mackle quedó tendida en el suelo, aturdida y aterrada. En cuestión de minutos, su hija había desaparecido en manos de dos extraños que usaban insignias falsas del FBI.

Para Barbara, comenzaba la pesadilla

Fue llevada en automóvil hasta un paraje boscoso cercano a Norcross, Georgia. Allí, Krist y Eisemann-Schier habían preparado la pieza central de su plan: un ataúd de madera y fibra de vidrio diseñado como cápsula de supervivencia subterránea.

Gary Krist, el secuestrador de Barbara.

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La caja medía poco más de un metro ochenta de largo y unos sesenta centímetros de ancho. No era un cajón improvisado: Krist había invertido semanas en acondicionarlo. Tenía un sistema rudimentario de ventilación con tubos de plástico que llegaban hasta la superficie, una lámpara alimentada por batería, un ventilador pequeño, varias botellas de agua y hasta leche con brandy para mantenerla hidratada y atontada. Incluía barras energéticas, tranquilizantes y un libro: The Berlin Diary, de William Shirer (un relato sobre el ascenso del nacionalsocialismo). En un costado había un recipiente plástico para orina y heces. Era, en apariencia, una “cápsula de supervivencia”, pero en el fondo no dejaba de ser un ataúd.

Barbara, aún febril y debilitada por la gripe, fue obligada a escribir una carta que le dictaron y luego a entrar en la caja. Le dieron pastillas sedantes y le explicaron que estaría segura si su familia pagaba el rescate. Luego cerraron la tapa, atornillaron los bordes y comenzaron a cubrirla con tierra. La joven escuchaba el golpeteo de palas sobre la superficie, cada palada alejándola más de la vida cotidiana para hundirla en una pesadilla inimaginable: ser enterrada viva.

Dentro de la caja, el aire llegaba en ráfagas frías por los tubos, el ventilador zumbaba con una fuerza mínima, y la oscuridad solo se interrumpía con la tenue luz de la bombilla. El silencio del bosque pesaba tanto como la tierra sobre ella.

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El reloj de la pesadilla había comenzado a correr

Era el 17 de diciembre de 1968. Cada hora, en ese encierro, dependía de la voluntad de sus captores, de la eficiencia del FBI y, sobre todo, de que el rescate llegara a tiempo.

En cuanto Jane Mackle recobró el sentido en la habitación del motel, avisó a la policía. La noticia corrió con rapidez: la hija de George Mackle, el poderoso empresario inmobiliario de Florida, había sido secuestrada en Atlanta. El FBI se movilizó de inmediato. Era un caso de alto perfil: no solo por la fortuna del padre, sino porque el secuestro de una joven universitaria, en un año marcado por violencia política y social, capturaba la atención de todo el país.

El secuestrador tomó esta fotografía que muestra a Mackle en su ataúd y la utilizó como parte de su nota de rescate.

El secuestrador tomó esta fotografía que muestra a Mackle en su ataúd y la utilizó como parte de su nota de rescate.

La primera comunicación de los secuestradores llegó pocas horas después. Una voz masculina, fría y metódica, exigió 500.000 dólares en billetes de 20. Para dar prueba de vida, entregaron a la policía una carta escrita de puño y letra por Barbara. En ella, la joven relataba que estaba bien, que estaba encerrada en un ataúd pero con aire suficiente, y suplicaba que se pagara el rescate. Era la confirmación escalofriante de que estaba bajo tierra, pero viva.

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George Mackle aceptó sin titubear

La fortuna familiar venía de la construcción de grandes urbanizaciones en Florida y el dinero no era un problema. Lo que importaba era la vida de su hija. La familia reunió el monto en efectivo, bajo la supervisión del FBI, que anotó los números de serie de todos los billetes.

La tensión en la mansión de los Mackle era insoportable. Los agentes del FBI instalaban teléfonos especiales para interceptar las llamadas, los periodistas merodeaban la entrada y cada minuto que pasaba sin noticias aumentaba el pánico. Jane se debatía entre la culpa de haber abierto la puerta del motel y la desesperación por rescatar a su hija.

Mientras tanto, en la caja bajo tierra, la joven sentía el tiempo desmoronarse. Le habían prometido aire suficiente para varios días, pero cada inspiración era un recordatorio de su fragilidad. Su única esperanza era esa carta que había escrito antes del entierro, esperando que sus padres la leyeran a tiempo.

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El FBI, con la carta manuscrita de Barbara en la mano, se encontró con una mezcla de alivio y terror. Alivio, porque la joven estaba viva; terror, porque las líneas confirmaban que estaba enterrada en algún lugar remoto, con aire limitado. El tiempo se convirtió en el enemigo principal.

Rastrearon llamadas telefónicas y movimientos sospechosos en las inmediaciones de Atlanta. El dinero del rescate ya estaba preparado, y el FBI tenía un plan: entregar los billetes marcados y seguir a los secuestradores hasta el escondite. Pero Krist era astuto: se movía con precauciones, cambiaba de coche, no repetía rutas, y dejaba instrucciones en lugares previamente acordados.

La carta de Barbara era breve, escrita con trazos tensos: confirmaba su identidad, decía estar con vida y pedía que se cumplieran las exigencias. Esa hoja fue mostrada a los padres como prueba indiscutible. George Mackle, con el rostro desencajado, repitió una y otra vez que daría lo que hiciera falta.

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Rastrillajes fallidos

Mientras tanto, equipos del FBI registraban bosques, casas abandonadas y terrenos baldíos en los alrededores de Norcross y Decatur, siguiendo pistas vagas, testimonios de vecinos y huellas de neumáticos. Cada rastrillaje terminaba en nada.

La prensa comenzó a publicar titulares como: “La heredera enterrada viva”; “Carrera contra el tiempo en Atlanta”. El país entero estaba pendiente, pero esa atención mediática no ayudaba a la investigación: los secuestradores también leían los diarios y cada noticia podía empujarlos a precipitarse.

El 18 de diciembre, siguiendo las instrucciones de los secuestradores, el padre de Barbara se presentó en un punto acordado con el medio millón de dólares en efectivo. Era una fortuna, incluso para una familia millonaria. El FBI vigilaba a distancia, con la esperanza de seguir a los secuestradores hasta donde mantenían a la joven. El intercambio, sin embargo, no salió como estaba previsto. Los secuestradores recogieron el dinero, pero algo en el operativo los alertó que los estaban siguiendo. En medio de la confusión, huyeron, abandonando parte de sus pertenencias, incluido el coche que usaban.

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Dentro del vehículo quedaron huellas y documentos que serían clave. Entre ellos, papeles con la letra de Ruth Eisemann-Schier, fotografías y datos que permitieron al FBI identificarla rápidamente. Era la primera mujer que entraría en la lista de los “Diez más buscados” del FBI. Ruth fue capturada poco después, pero Gary Krist, el cerebro del plan, logró escapar.

Más de tres días bajo tierra

Mientras tanto, la situación de Barbara seguía siendo incierta. Llevaba ya más de dos días enterrada bajo tierra, con aire limitado y la amenaza constante de que cualquier falla técnica en la caja la matara.

Con Ruth Eisemann-Schier ya detenida, todas las esperanzas estaban en que la mujer hablara, pero la información fue mínima. Aun así, la huida precipitada de Krist había dejado huellas: el coche abandonado, rastros de barro, herramientas, mapas. Todo señalaba hacia un área boscosa en las afueras de Atlanta, cerca de Norcross.

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El 20 de diciembre, con más de tres días de cautiverio, los agentes dieron con la zona indicada. Comenzaron a excavar siguiendo las pistas, atentos a cualquier señal de la cápsula. De pronto, uno de ellos escuchó un leve zumbido: el ventilador a batería que todavía funcionaba bajo tierra. Esa vibración tenue fue la clave.

Barbara Mackie rescatada por el FBI

Barbara Mackie rescatada por el FBI

Excavaron con frenesí hasta dar con la tapa de fibra de vidrio. La destornillaron a toda prisa y allí, en la penumbra, apareció el rostro pálido de Barbara Jane Mackle. Llevaba enterrada más de 80 horas, febril y exhausta, pero viva. Había sobrevivido gracias al sistema improvisado de aire, a su propia calma y a la esperanza de que la rescataran.

La imagen de la joven emergiendo de la tierra con una manta alrededor recorrió los noticieros de todo el país. Era la prueba de que, contra todo pronóstico, una estudiante de veinte años había sobrevivido al secuestro más escalofriante de su tiempo.

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El rescate fue recibido como un milagro

Para los Mackle, la angustia de tres días terminó con el abrazo de una hija que había vuelto del subsuelo. Para el FBI, fue uno de los operativos más dramáticos y exitosos de la década.

Con Barbara a salvo, la cacería se concentró en Gary Steven Krist, el cerebro del secuestro. Fue capturado poco después en Florida, todavía con parte del dinero del rescate. El juicio fue rápido y mediático. Krist se declaró culpable en 1969.

Fue condenado a prisión perpetua, aunque gracias a reducciones de pena y programas de rehabilitación salió en libertad condicional en 1979, apenas diez años después. Durante un tiempo, intentó rehacer su vida como médico en Alabama, pero volvió a ser arrestado en 2006 por delitos relacionados con tráfico de inmigrantes ilegales. El antiguo secuestrador nunca dejó atrás del todo su perfil criminal.

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Ruth Eisemann-Schier fue condenada a siete años. Cumplió cuatro y fue deportada a su país de origen. De ella, poco se supo después.

Para la familia Mackle, el juicio fue un cierre necesario, aunque la herida permaneció. Barbara, que había sobrevivido a 83 horas enterrada, buscó rehacer su vida en silencio. Publicó un libro titulado “83 Hours Till Dawn”, donde narraba su experiencia con sobriedad y un tono de resistencia, y luego eligió mantenerse lejos del foco mediático.

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criminales históricos

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La historia de Barry Marshall, el médico que bebió una peligrosa bacteria para demostrar su teoría y ganó el Nobel de Medicina

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Barry Marshall, el hombre que desafió a la comunidad científica al inyectarse una bacteria patógena (Wikimedia Commons)

En 1984, el médico australiano Barry Marshall se convirtió en protagonista de una de las historias más singulares de la medicina contemporánea. Nacido en Kalgoorlie en 1951, este australiano decidió someterse a un autoexperimento para demostrar su teoría sobre el origen de las úlceras gástricas.

El hecho tuvo lugar en el Hospital Royal Perth, en el oeste de Australia, durante un momento en el que la comunidad científica sostenía que esta dolencia resultaba del estrés o de hábitos alimenticios inadecuados. Sin embargo, Marshall sostuvo junto al patólogo Robin Warren que una bacteria específica, Helicobacter pylori, era la verdadera responsable.

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Sus propuestas no recibieron apoyo inmediato. Pero fue el inicio de un episodio marcó un hito en la historia médica. Ya que, años después, le valió en premio Nobel de Medicina.

Helicobacter pylori, una bacteria capaz
Helicobacter pylori, una bacteria capaz de sobrevivir en el ambiente ácido del estómago, cambió para siempre la comprensión y el tratamiento de las úlceras gástricas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La década de 1980 presentaba una realidad médica muy diferente. Según National Geographic, la mayoría de los especialistas afirmaba que el ambiente ácido del estómago impedía la supervivencia de cualquier microorganismo, incluida la mencionada bacteria.

Marshall, graduado en la Universidad de Australia Occidental en 1974, se estableció como médico en hospitales locales y pronto se cruzó con Warren, quien había detectado la presencia regular de esta bacteria en biopsias de pacientes con úlcera. La colaboración entre ambos permitió aislar y estudiar la bacteria en laboratorio, mientras analizaban a pacientes afectados y reunían una gran cantidad de pruebas.

De acuerdo con la misma fuente, el primer gran obstáculo surgió al intentar publicar los resultados de sus investigaciones: la comunidad médica se mostró escéptica y rechazó sus conclusiones.

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La teoría de Marshall contradecía las creencias predominantes y muchos colegas lo ignoraron. Ante esta realidad, del científico decidió tomar una medida drástica: preparó un caldo contaminado con Helycobacter pylori y lo bebió. Un acto que lo convirtió en el primer sujeto de prueba de su paradigma científico.

Barry Marshall, el hombre que
Barry Marshall, el hombre que desafió a la comunidad científica al inyectarse una bacteria patógena, junto con Robin Warren (Nobel Prize)

La decisión del médico no tardó en producir consecuencias. Según National Geographic, pocos días después de la autoexposición, experimentó los síntomas clásicos de la úlcera gástrica: dolor abdominal, náuseas y pérdida de apetito.

Acudió al hospital, donde una endoscopia confirmó la presencia de inflamación estomacal y daños compatibles con la infección bacteriana que había señalado. El tratamiento con antibióticos alivió el malestar en poco tiempo, lo que fortaleció su postulado: la úlcera respondía a una infección y, en consecuencia, se curaba con un enfoque basado en el uso de antibióticos, en lugar de simples antiácidos o cambios en la dieta.

De acuerdo con el relato documentado por National Geographic, la noticia del caso atrajo rápidamente la atención de médicos, investigadores y medios de comunicación.

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El experimento de Marshall impulsó a diversos laboratorios e instituciones a investigar la bacteria, abrir nuevas rutas de investigación y cambiar el enfoque sobre la dolencia gástrica. El respaldo académico y clínico no se produjo de inmediato; varios años de escepticismo pasaron hasta que la opinión mayoritaria reconoció el papel patógeno de Helicobacter pylori.

Antes del descubrimiento de su
Antes del descubrimiento de su papel patógeno, la mayoría de los especialistas negaba que una bacteria pudiera causar enfermedades en el aparato digestivo humano. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cuando la comunidad médica aceptó la conexión entre la bacteria y la enfermedad, la transformación fue profunda. Los tratamientos tradicionales con antiácidos y recomendaciones alimentarias dieron paso al uso de antibióticos específicos, que permitieron la curación completa y redujeron de manera significativa las complicaciones graves, como el riesgo de cáncer gástrico.

El reconocimiento internacional a la labor del equipo llegó en 2005, momento en el que Marshall y Warren recibieron el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento.

Para entonces, su contribución ya había cambiado de manera irreversible las prácticas médicas asociadas a la salud estomacal. De acuerdo con National Geographic, la decisión de Marshall no solo supuso un acto audaz, sino que inspiró a la comunidad científica mundial a contemplar nuevas explicaciones y desafíos, en un ejemplo de cómo la perseverancia puede producir avances en beneficio de millones de personas.

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Tras esta serie de eventos, Marshall se consolidó como un referente indiscutido de la medicina por su empeño en validar su teoría ante la falta de respaldo institucional, su disposición a arriesgar su salud y su contribución a la comprensión de una de las enfermedades más frecuentes del aparato digestivo. En tanto, Robin Warren, el patólogo que compartió la investigación, acompañó el proceso y participó del mismo reconocimiento. El experimento transformó no solo el tratamiento médico, sino también la forma de investigar y resolver enigmas científicos.

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Mark Warner silent when pressed on whether Jay Jones should drop out over violent texts

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

Sen. Mark Warner, D-Va., was silent when pressed by Fox News Digital as to whether Jerrauld «Jay» Jones — his party’s nominee for commonwealth attorney general — should drop out of the race after texts surfaced depicting the murder of then-Virginia House Speaker Todd Gilbert.

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Warner, on his way to a closed-door briefing as vice chairman of the Senate Intelligence Committee, averted his glance to an aide talking in his ear as the press converged.

When Warner stepped off the elevator on the second floor of the Philip Hart Senate Office Building in Washington, he appeared to go the long way around an open-air looping hallway to get to the Senate Intelligence Committee hearing room, after spotting the press.

JAY JONES SAID IF MORE POLICE WERE KILLED IT WOULD REDUCE SHOOTINGS OF CIVILIANS, ACCORDING TO VIRGINIA LAWMAKER

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He was also pressed on whether he would demand Jones return a $25,000 donation made to his campaign in August — which Fox News Digital reported on earlier Tuesday — and whether Warner regretted the gesture at this juncture.

Fox News Digital discovered a joint fundraising page for Jones and Warner on the Democratic Party’s top fundraising platform, ActBlue, as well.

«Senator Warner, do you want Jay Jones to drop out of the race in Virginia?» Fox News Digital asked Warner, who continued walking and focused on an aide’s ongoing comments to him.

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«Are those comments acceptable — do you want Jay Jones to drop out,» other reporters chimed in.

YOUNGKIN SAYS DEMOCRAT AG CANDIDATE JAY JONES MUST ‘STEP AWAY IN DISGRACE’ OVER TEXTS ABOUT FORMER GOP LEADER

Warner continued walking, turned the corner toward the briefing room, as the entourage passed a U.S. Capitol Police officer before the Old Dominion’s senior senator dipped into the members-only foyer for the committee.

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Warner’s response, or lack thereof, starkly contrasted with Virginia’s junior Sen. Tim Kaine, who told Fox News Digital earlier Tuesday he stands by the embattled millennial candidate.

«Jay has apologized,» Kaine said. «I’ve known Jay Jones for 25 years.»

WATCH: KAINE DEFENDS JONES AMID AG CANDIDATE’S TEXTS ENVISIONING MURDER OF GOP LEADER: ‘STILL A SUPPORTER’

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Sen. Mark Warner listens to the testimony of President Donald Trump’s nominee for Office of Management and Budget Director Russell Vought, not pictured, in January in Washington. (Kayla Bartkowski/Getty Images)

«I think those statements were not in character, and he has apologized — I wish other people in public life would sincerely apologize for stuff,» the 2016 Democratic vice presidential nominee added.

Jones, a former delegate from Norfolk, Virginia, faces growing calls to bow out of the race, albeit with only mixed reviews in that regard from Virginia Democratic lawmakers like the commonwealth’s U.S. senators.

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Texts received by Virginia Del. Carrie Coyner, R-Chester, in 2022 and released to the National Review and Fox News Digital depict Jones illustrating a choice between shooting former German Chancellor Adolf Hitler, Cambodian dictator Pol Pot or former Virginia House Speaker Todd Gilbert, R-Shenandoah.

DEM SENATOR’S HEFTY DONATION TO DISGRACED AG CANDIDATE’S CAMPAIGN COMES BACK TO HAUNT HIM

Gilbert, Jones said, would deserve «both bullets» — implicitly sparing the historically evil world leaders.

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Jones is also under fire for logging, without any time logs yet coming to light, 1,000 hours of community service with both the NAACP of Virginia and his political action committee.

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Mark Warner holds hearing in Senate

Sen. Mark Warner, D-Va., speaks at a hearing in Washington in 2025. (Kevin Dietsch/Getty Images)

Jones had been charged with reckless driving after speeding at 116 miles per hour on Interstate 64 in New Kent County, Virginia.

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New Kent, Virginia, officials noted to Fox News Digital the straight-arrow nature of that heavily trafficked stretch of 64 — between I-95 in Richmond and the Hampton Roads and Monitor-Merrimac Bridge-Tunnels in Norfolk — produces many speeding tickets.

Fox News Digital reached out to Jones for comment and did not receive a reply. 

Fox News’ Tyler Olson and Andrew Mark Miller contributed to this report. 

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Tensión con Estados Unidos: al ritmo del reguetón, Nicolás Maduro convoca una marcha de milicianos para desmentir que sea un narcotraficante

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Las calles de Caracas estarán parcialmente bloqueadas esta semana hasta el jueves por la marcha que ha convocado el régimen chavista para defender a Nicolás Maduro de las acusaciones de que lidera organizaciones de narcotraficantes y criminales, mientras escala la tensión por las amenazas de que la Embajada de Estados Unidos en Caracas sufriría atentados terroristas.

La insólita marcha de cuatro días ha sorprendido a propios y extraños por la instalación de una tarima oficialista frente a la sede de las Naciones Unidas, interrumpiendo el tránsito en la capital venezolana por el corte de la Avenida Francisco de Miranda, que es la principal arteria vial que enlaza la ciudad del este al oeste.

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Más que un acto político, la marcha parece un festival musical en el que bandas pocos conocidas prodigan y hacen propaganda a favor de Maduro al ritmo de reguetón mientras los milicianos bailan con fusil en mano y se hacen fotografiar para su álbum familiar.

El tema de la convocatoria es para protestar la presencia de la flota aeronaval de Estados Unidos desplegada en el Caribe frente a las costas de Venezuela y desmentir que Maduro lidere el Cártel de los Soles y el Tren de Aragua, según acusaciones del presidente Donal Trump y el secretario de Estado Marco Rubio.

Los pocos que acudieron al primer día de la marcha dijeron que “estaban contra el imperialismo. Nuestro presidente Maduro no es narco. Queremos que Estados Unidos quite los barcos en el Caribe”, dijo una mujer de unos 60 años, que lucía orgullosa un uniforme militar.

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«Queremos decirle al señor Trump que saque sus barcos, su poco de baterías que tiene aquí, porque este no es un país narcotraficante, es un país que combate al narcotráfico», dijo un trabajador aeroportuario de 62 años.

Otra caraqueña de unos 30 años, exclamó a Clarín: “Esto es una locura, los chavistas están quemando los últimos cartuchos o días que le quedan con esta marchita. Se sienten perdidos. Ya falta poco. Los que acuden al llamado son todos empleados de los ministerios”.

En las barreras policiales un agente agregó: “Qué le voy a decir, no hay gente, esta marcha está vacía, siempre lo mismo, tenemos que trabajar sea el gobierno de izquierda o de derecha”, dijo el uniformado con cara de aburrimiento.

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En la solitaria tarima con funcionarios vestidos de negro sonaba un reguetón elogiando a Maduro. En algunas pancartas se leía: “No somos narcoestado, somos bolivarianos”, mientras las ancianas empuñaban unos fusiles viejos sin balas.

“Aprendí a disparar al enemigo interno”, repetía otra mujer mientras bailaba al compás de la banda musical y se tomaba las fotos para su álbum familiar.

El bloqueo de las calles de Caracas durará hasta el jueves para reclutar a civiles que quieran defender a Maduro.

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La embajada de EE.UU.

Este lunes el régimen de Maduro también alertó que la Embajada de Estados Unidos en Caracas sería atacada con explosivos por un supuesto “grupo terrorista local” de derecha, lo que aumentó la escalada de tensión.

El que dio el pitazo del supuesto atentado en la sede diplomática de EE.UU. fue Jorge Rodríguez, presidente de la chavista Asamblea Nacional en un comunicado que publicó en su cuenta de X, alertando sobre la amenaza de “extremistas” para colocar “explosivos” en su Embajada en Caracas.

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En su programa televisivo, Maduro dijo que un «grupo terrorista local» planeaba colocar una carga explosiva para una «operación de falsa bandera» que buscaba «comenzar una escalada de enfrentamiento».

«Hubo dos fuentes, una fuente de carácter nacional y una fuente de carácter internacional, que se le hizo seguimiento y coincidió con la posibilidad de que un grupo terrorista local colocara una carga explosiva en la embajada de Estados Unidos en Caracas», afirmó. «Era una acción de provocación», aseguró.

Maduro dijo que Rodríguez informó la tarde del lunes «oficialmente al gobierno de Estados Unidos» sobre «los responsables de la preparación de este ataque terrorista» y señaló que buscan a algunos de los responsables en Venezuela.

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Esta amenaza se produce después que el gobierno de Donald Trump amenazara con explotar los centros del narcotráfico en Venezuela y fuera autorizado por el Congreso de Washington.

La Embajada de EE.UU. en Caracas, una fortaleza construida en Valle Arriba al sureste de la ciudad, está fuertemente custodiada por vehículos oficiales de inteligencia militar, policial y seguridad. Las relaciones diplomáticas entre ambos países están rotas desde enero de 2019 porque el gobierno de EE.UU. reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.

Desde hace dos semanas circula un fuerte rumor de que María Corina Machado, que hoy cumple 58 años, se encuentra refugiada allí. Es el propio ministro de Interior y Justicia, Diosdado Cabello, quien ha insinuado que Machado se refugia en esa sede diplomática. «Ella está en Valle Arriba, en una casa grandota, que dicen que no hay nadie, pero sí hay (…) pero no le vayan a decir a nadie porque es secreto«, ironizó Cabello el pasado 17 de septiembre.

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