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Ser mamá después de los 40: diez casos bien diferentes y un mismo amor

Fertilización, adopción, inseminación, criopreservación, donación de esperma, subrogación de vientre. Hoy es común que una mujer, por distintas razones, tenga un hijo después de los 40 años. Mujeres que luego de varios intentos fallidos por quedar embarazadas y con la angustia a cuesta decidieron adoptar o mujeres que eligieron la criopreservación de óvulos o de embriones, o el caso de adopción de sobrinos luego de que la madre falleciera en un accidente. Ser madre después de los 40: historias reales de las nuevas maternidades (Ediciones B, 2011), de las autoras Silvina Quintans y Patricia Iacovone, incluye 10 testimonios, en primera persona. Todos reales.
“Tratamos de mostrar los distintos modelos de familia: familias monoparentarales, familias biparenterales, con un rol activo del padre en la crianza de los hijos y una familia homoparenteral constituida por una pareja de mujeres. La lista se puede ampliar: familias con un solo hijo, con varios hijos del mismo padre o padres diferentes, familias que combinan hijos biológicos con hijos adoptivos. Con la convicción de que no existe la maternidad sino distintas maternidades, fuimos delineando una lista de diez casos. (…) No hay una sola manera de ser mamá y existen tantos modelos de familia como personas dispuestas a dar amor”, dicen las autoras en la introducción. Todas las historias reflejan en detalle y en un tono intimista, los vaivenes, matices y características que puede adoptar el deseo de ser madre después de cierta edad.
Las protagonistas de los relatos son todas madres que luego de haber transitado una larga y compleja experiencia de vida, vinculada con el deseo de tener un hijo, coinciden en que – sin importar qué y ni cómo- todo valió la pena. “Sandra, que luego de un largo camino de tratamientos de fertilización está en proceso de adoptar niños haitianos, María, que soltera y sin pareja, adoptó a una nena de 4 años, Mónica, que decidió tener su segundo hijo después de los 40 pero con una nueva pareja, Nora y Lucía, que recurrieron a la inseminación para armar una familia, Victoria que adoptó los hijos de su hermana, Laura, que después de haber tenido 4 hijos biológicos adoptó una beba con sus segunda pareja, Elena que criopreservó sus embriones y tuvo a sus hijos con 10 años de diferencia, Paula que decidió ser mamá a los 43, Sofía que tuvo su primer hijo a los 17 y el último a los 44 o Belén que decidió recurrir a una donación anónima de semen para ser mamá. Todas fueron madres después de una larga historia y todas están de acuerdo en alentar a otras a que venzan los miedos y prejuicios y se animen a iniciar el recorrido”.

Sorprende la actualidad de la obra si pensamos en que se publicó hace 14 años. Y que ningún pasaje intenta resolver ni aseverar nada. Solo da rienda suelta para que cada una de las mujeres cuente su propia vivencia y que funcione como disparador de miles de cuestiones que surgen de un tema tan simple y tan complejo como el de las maternidades. “Este libro no se propone dar respuestas a los interrogantes, sino dejarlos planteados. El estudio de los nuevos modelos de familia, de los dilemas bioéticos que plantean los métodos de fertilización asistida, del cambio en los roles de género, de los riesgos y beneficios de los tratamientos de fertilidad, corresponde a los profesionales de las distintas disciplinas que estudian estos temas”, explican. Y claro, porque la maternidad, cualquiera sea su forma es siempre una experiencia personal y cada mujer sabe que su camino es único y aunque comparta con otras, el suyo propio lo descubrirá sola. Y en este punto creo que la propuesta de Quintans y Iacovone intenta ayudar a combatir esa soledad porque compartir todas estas historias le hace saber al lector que no será ni el primero ni el último en plantearse la posibilidad de tener un hijo, sin importar la edad, el estado civil, el género o las creencias. Abrir los ojos a distintas realidades. Por ahí va la cosa.
Lucía y Nora se conocieron cuando la primera tenía 20 y la segunda 38. Eran alumna y profesora en el conservatorio. Las unía la música. Pero fue mucho tiempo después cuando Lucía entró en la vida de Nora ya no como estudiante sino como su pareja. Nora acababa de cumplir 50 y Lucía 38. “Un día empezamos a fantasear con la idea de tener un hijo. Lo íbamos a criar juntas, ninguna de las dos tenía contradicción al respecto. Las posibilidades eran la inseminación o pedirle un favor a un amigo. (…) Me queda muy claro que un donante no es un padre. Si estás criando un pibe que tiene mamá y papá, por más ausente que esté el papá, existe. Hay pibes que tienen mamá y papá, hay pibes que solo tienen papas y hay pibes que solo tienen mamás. Es estúpido verlo como que a un pibe que tiene dos mamás le falta algo. No le falta ni le sobra nada”. “Un hijo de nosotras dos” es el capítulo 4 y narra la experiencia de dos mujeres que luego de estar juntas por un tiempo tomaron la decisión de acudir a un centro de fertilidad, hacer los estudios correspondientes y realizar la inseminación artificial a través de un donante. De allí nació Virgilio. “Con la inseminación no sé si porque fueron esos profesionales, pero nosotras nos sentimos muy bien tratadas. Fuimos a buscar la muestra, habían descongelado el semen, Marta me la dio y me indicó: mantenela a temperatura corpórea. Habremos hecho unas 8 cuadras, esperamos al médico y le di la muestra. Acompañé a Lucía cuando le colocaron la cánula y realizaron la inseminación. Teníamos que esperar 15 días para saber el resultado”.

Los casos que plantea el libro son varios, hasta llegar a 10. Uno más atrapante que el otro. Cuentan las autoras que, durante el período de entrevistas e investigación, previo a la redacción y armado, los casos se multiplicaron de manera inesperada. Y que debido a ello tuvieron que hacer una selección minuciosa que incluyera todo el abanico de posibilidades que pudiera representar la realidad de la mejor manera. Así llegaron a las 171 páginas que proponen el desafío de dejar de referirnos a la maternidad para empezar a hablar de maternidades. Algo impensado para la época en que se escribió el libro. Pero sí. Fueron pioneras sin saberlo. Y se arriesgaron a tocar una temática que asomaba con fuerza pero que, en aquellos años era -aún- algo incipiente. En cada capítulo hay una historia de vida, un repaso por la infancia, adolescencia y juventud de la protagonista, que permite vislumbrar una identidad y descubrir su universo para, por fin, meterse de lleno en la historia. Porque cada una vivió y vive su realidad de un modo diferente y cada una de las situaciones es muy distinta a la otra. Y allí reside lo atractivo de la propuesta.
Y el cierre lo tiene Belén en La decisión era mía, el último relato de la antología. “Es algo maravilloso engendrar un hijo. Me parece único. Un milagro. Me sorprende que haya mujeres que no se les pase por la cabeza. Existen mujeres a las que no les interesa y lo tienen claro: no quiero tener un hijo, estoy en pareja y los dos pensamos igual. Pero hay otras que no. Por eso, si acercándose a los 40 tienen ganas de ser madres, no dejen pasar la situación de encarar y preguntarse: ¿puedo ser mamá soltera? ¿Me animo a serlo? No es fácil, pero es más difícil aún encontrarte más tarde sin un hijo porque no te animaste a ver esa opción. Hay que animarse a patear los tableros, a enfrentar temores, los tabúes y las críticas de la propia familia. No hay que dejar pasar la oportunidad. Me gustaría alentar a todas aquellas mujeres, todavía solteras y de cierta edad, que se escuchen profundamente y no presten tanto oído a los prejuicios de la sociedad. La vida que tenemos es esta y es nuestra”.
♦ Periodista y abogada, ejerció hasta 1998 cuando comenzó su carrera en periodismo gráfico, radial y televisivo.
♦ Ha viajado por más de cuarenta países y fue colaboradora en importantes medios como Clarín, Perfil, Página 12, Nueva.
♦ Ha escrito guiones para documentales televisivos de cultura, viajes e interés general.
♦ En 2011 publicó en coautoría “Ser madre después de los 40 – Historias reales de las nuevas maternidades» (Ediciones B).
♦ Tiene profundos vínculos con la cultura y literatura francesa que estudió durante más de 20 años.
♦ Durante los últimos 15 años, trabajó con Fernando Bravo en Radio Continental.
♦ Su último libro es Viajeras, editado por Planeta.
♦ Licenciada en psicopedagogía.
♦ Especialista en gestión de la producción editorial. Agente literaria.
♦ Es docente en Técnicas de redacción en el Instituto de la Administración Pública (INAP).
♦ Editora externa en Penguin Random House y Ediciones B.
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Nayib Bukele ahora se adueña del fútbol: mientras su hermano asume en la federación local, él sueña con el Mundial 2030

El fútbol es un poderoso imán para gobernantes como Nayib Bukele. El presidente de El Salvador tomará el control de la Federación Salvadoreña de Fútbol (Fesfut) a través de su hermano, Yamil.
No es un hecho aislado. Con una gran popularidad basada en una cuestionada política de “mano dura” que acabó con el crimen organizado y la violencia, el mandatario ya tiene un absoluto control de los tres poderes del Estado. Ahora, puso la mira en el deporte más popular del mundo.
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El objetivo es simple: tener injerencia total sobre un fenómeno social y cultural que une a seis millones de salvadoreños. Quien controla el fútbol domina gran parte del humor ciudadano. El propósito es llevar al débil seleccionado local al Mundial de 2030 que se jugará en varios países, entre ellos la Argentina.
Para el próximo torneo, de 2026, llegó tarde. El Salvador quedó eliminado en la instancia final de las eliminatorias de la Concacaf.
“El principal objetivo es utilizar el fútbol para alimentar la narrativa de que Bukele está cambiando por completo El Salvador, aun y cuando eso está muy lejos de ser cierto”, dijo a TN el salvadoreño Víctor Aguilar, analista para América Latina de la ONG internacional Crisis Group.
Yamil Bukele asume en la Federación Salvadoreña de Fútbol
Yamil Bukele, de 47 años y medio hermano del presidente, asumirá como titular de la Federación Salvadoreña de Fútbol cuando concluya la misión de la FIFA que intervino la entidad en 2022.
Entonces, el presidente de la Fesfut, Reynaldo Vásquez, fue sentenciado en Nueva York a un año y medio de prisión como parte del “Fifagate”, el escándalo de sobornos y corrupción que sacudió a la FIFA y en especial a América Latina.
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele (Foto: EFE)
Yamil Bukele es el único candidato inscripto para las elecciones internas de la federación previstas para el 12 de diciembre. Los distintos delegados de las ligas locales solo tendrán la opción de inclinarse por el hermano del presidente.
“Esperamos que nos vaya muy bien, por el bien del fútbol y de nosotros mismos”, dijo el actual presidente “ad honorem” del Instituto Nacional de los Deportes al lanzar su candidatura.
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Según Aguilar, “Nayib Bukele ha mostrado interés en tener influencia en la Federación Salvadoreña de Fútbol desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, en junio de 2015, cuando recién había sido elegido alcalde de San Salvador, en una publicación en Twitter que después eliminó, dijo: ´Por ahí tengo un familiar que se ofrece para arreglar la FESFUT´”.
En octubre de 2021, ya siendo presidente, tras una derrota de la Selección Nacional ante México en las eliminatorias para el Mundial de 2022, fue incluso más claro y señaló: “Yo creo que es hora de intervenir. Nos sancionan un par de años y luego volvemos jugando de verdad“.
La selección salvadoreña jugó solos los Mundiales de 1970 y 1982. En España 82 sufrió una estrepitosa goleada en contra por 10 a 1 ante Yugoslavia y cayó ante la Argentina de Diego Maradona 2 a 0.
Ahora, el gran sueño es volver a llevar al seleccionado a un Mundial que se niega desde hace 44 años.
“Al presidente Bukele le encanta afirmar que todas sus medidas son ´hitos´ en la historia del país. No dudo de que le encantaría que la selección regrese a un Mundial para poder afirmar que también logró cambiar ese pasado lleno de fracasos y decepciones», afirmó Aguilar.
Por qué el fútbol seduce tanto a los poderes de turno
El fútbol ha sido utilizado por la política (y en especial por distintas dictaduras, como la Argentina) desde siempre. El caso más actual es el de Arabia Saudita, que invirtió cifras multimillonarias para contratar figuras internacionales en su desconocida liga local y aplacar las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos.
El reino saudita ya se agendó la sede del Mundial de 2034 y extendió sus inversiones al tenis, el golf y hasta la Fórmula 1. Hoy Arabia Saudita es sinónimo de fútbol y deporte. Muy pocos hablan de abusos.
Pero Bukele no tiene los petrodólares sauditas. Tiene, eso sí, algo clave a su favor: en pocos años logró pacificar a un violento El Salvador. ¿Cómo hizo? Encarceló a decenas de miles de supuestos pandilleros en una ofensiva total contra el crimen organizado. Los salvadoreños prefieren mirar hacia otro lado cuando se habla de las denuncias por violaciones a los derechos humanos que se acumulan en la puerta de la Casa de Gobierno. El presidente fue reelecto el año pasado con casi el 85% de los votos. Su popularidad es enorme.
Sus detractores lo acusan de controlar los tres poderes del Estado, de encarcelar a miles de inocentes y silenciar a la oposición y la prensa. Tras una serie de maniobras, hasta logró imponer la posibilidad de reelección indefinida prohibida por la Constitución. Ahora, quiere echar a rodar la pelota.
Diego Murzi, investigador del CONICET y de la Escuela IDAES-UNSAM, dijo a TN que “el fútbol es el deporte más popular y convocante a nivel global en un momento en que el deporte se ha convertido en un hecho cultural y social central de la vida contemporánea”.
“Con lo cual tener injerencia en el fútbol implica tener decisión sobre asuntos que convocan e interesan a la población”, afirmó.

Aficionados de El Salvador animan un partido de las las eliminatorias de la Concacaf (Foto de archivo: EFE/Rodrigo Sura)
Para Murzi, especializado en sociología del deporte, “el fútbol se ha convertido en un juego geopolítico. Queda de manifiesto con (Donald) Trump interesándose por el Mundial o apareciendo en el Mundial de Clubes, cuando no forma parte de ninguna manera de su biografía”.
“Lo que refleja eso es lo importante del fútbol. Si pensamos en el proyecto de Bukele, que aspira a exceder los límites nacionales y proyectarse como figura relevante a nivel global, es lógico que intente tener bajo su control el fútbol de su país”, afirmó.
Según el analista, “gran cantidad de gente, sobre todo en Latinoamérica, piensa a la geopolítica basándose en el fútbol. Por eso cree que Argentina es un país relevante en el concierto global, o que India y China no lo son. Creo que para un proyecto político totalitario, o de largo alcance como el de Bukele, es importante movilizar esa dimensión”, dijo.
Bukele no ha inventado nada. Muchos gobernantes han intentado acercarse al deporte en los últimos años como “vehículo de promoción nacionalista o a los deportistas como personificación exitosa de ciertos valores intrínsecos que la actividad deportiva competitiva moviliza y que son afines a la ideología liberal o ´de derecha´ (éxito personal, meritocracia, individualismo, mercantilización, sacrificio, autosuficiencia)”, concluyó Murzi.
Habrá que ver ahora si el presidente salvadoreño logra tapar con el fútbol -y su enorme popularidad interna- los crecientes cuestionamientos internacionales a su política de “mano dura”.
El Salvador, Nayib Bukele, Sumario
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Tokio rechazó las acusaciones “infundadas” de Beijing tras una carta remitida a la ONU e instó a China al diálogo

El Ejecutivo japonés salió este sábado al cruce de las recientes denuncias de China contra la primera ministra Sanae Takaichi, a quien el régimen chino acusó de alterar la postura histórica de Tokio sobre su respaldo a Taiwán.
Desde Tokio calificaron las imputaciones como “totalmente infundadas” y subrayaron la continuidad de su línea política, negando un cambio en la posición oficial sobre el estrecho. Así lo expresó la portavoz Maki Kobayashi durante la cumbre del G20 en Johannesburgo, en declaraciones reproducidas por Bloomberg.
Kobayashi aseguró estar al tanto de la carta enviada por Beijiing a António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y recalcó que Japón explicó ya “en repetidas ocasiones” el sentido de los comentarios de su primera ministra, remarcando la apuesta del gobierno nipón por “el diálogo”.
Pese a ello, en Johannesburgo no fue posible avanzar en una conversación directa: desde China descartaron una reunión oficial entre Takaichi y el primer ministro Li Qiang, aunque ambos compartieron espacio en la foto de grupo de la cumbre.
El origen de la controversia radica en las declaraciones de Takaichi sobre la potencial respuesta japonesa ante una posible escalada militar de China contra Taiwán. El régimen liderado por Xi Jinping reaccionó enviando una misiva donde advierte de posibles “medidas de autodefensa” si Japón llegara a intervenir militarmente en apoyo a la isla, al tiempo que buscó movilizar respaldo internacional en Naciones Unidas.
Lejos de dar marcha atrás, Takaichi reiteró este viernes su negativa a retractarse de sus afirmaciones referidas a Taiwán y defendió la determinación japonesa de actuar igual ante una emergencia de seguridad en la región. Al calor del conflicto, incluso el cónsul chino en Osaka, Xue Jian, llegó a compartir (y luego eliminar) un mensaje en el que apostaba por “cortar el sucio cuello” de la primera ministra nipona.
Al mismo tiempo, las relaciones bilaterales registran nuevas restricciones: entre las últimas medidas, Beijing desaconsejó a sus ciudadanos visitar Japón, ordenó la suspensión de importaciones de mariscos japoneses y detuvo el estreno de nuevas películas japonesas en su mercado.
En cuanto a la relación entre Tokio y Taipéi, Taiwán confirmó el viernes pasado el levantamiento de las restricciones que, desde 2011, afectaban a las importaciones de alimentos originarios de Fukushima (Japón). Las autoridades informaron que dejarán de aplicar los requisitos de doble certificación y la inspección exhaustiva por lotes.
La medida surge poco después de que el gobernador de Niigata, Hideyo Hanazumi, autorizara la reactivación de la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa —la mayor del mundo—, que permanecía fuera de servicio desde el accidente nuclear ocurrido en Fukushima Daiichi en 2011 a raíz de un terremoto y posterior tsunami.
El anuncio del gobierno taiwanés marca la normalización de criterios para la entrada de productos japoneses en la isla, en un contexto donde la energía nuclear y la seguridad alimentaria siguen siendo ejes de debate en Japón.
La disputa regional se enmarca en décadas de sensibilidad diplomática. Desde que los lazos políticos entre China y Taiwán se cortaron en 1949 tras la guerra civil, solo se restablecieron en formatos no oficiales a partir de los años 80, mientras Tokio y Beijing mantienen diferencias históricas sobre la soberanía y seguridad en la región.
International,Relations,Africa,Diplomacy / Foreign Policy
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