La palabra imperdible queda corta para describir esta propuesta de Netflix: “Inconcebible”, una miniserie basada en hechos reales que engancha, sensibiliza y abre debate al mismo tiempo. Con 8 episodios, ofrece un recorrido intenso por el dolor, la investigación y la búsqueda de justicia.

En 2008, la joven Marie Adler denuncia una violación a punta de cuchillo en su propio domicilio. Pero lo que parecía claro se convierte en tormenta: las fuerzas de investigación comienzan a cuestionar su versión, mientras ella, acosada por la duda y el sistema, decide retractarse y declarar que todo fue un sueño muy vívido.

Por su parte, en un estado de Colorado, la detective Grace Rasmussen y su colega Karen Duvall persiguen una serie de violaciones que podrían formar parte de un patrón inquietante. Esa dualidad entre la víctima silenciada y las investigadoras que no bajan los brazos es el motor narrativo que convierte la miniserie de Netflix en un escalofrío para la pantalla.

El guion adapta con fidelidad el artículo ganador del Premio Pulitzer titulado “An Unbelievable Story of Rape”, y lo hace con un respeto poco común frente al tema de la violencia sexual. La construcción de personajes, el ritmo narrativo y la parte visual se combinan para crear una experiencia potente.

LA MINISERIE QUE CAUSA FUROR A NIVEL MUNDIAL

Entre los puntos más destacados están las actuaciones de Kaitlyn Dever (como Marie) y Toni Collette (como Grace). Su entrega ayudó a que la crítica aplaudiera la serie y que el público la coloquen entre lo más visto y comentado de la plataforma.

La duración promedio de cada capítulo ronda los 50 minutos, lo cual permite ver la miniserie en poco tiempo, ideal para un fin de semana de maratón con contenidos de calidad. “Inconcebible” plantea un espejo incómodo: ¿cómo reacciona el sistema cuando la víctima ve su versión puesta en duda? ¿Cuántos casos esperan reconocimiento? Estas preguntas atraviesan la trama y se filtran al espectador.

En tiempos en que el debate sobre justicia, género y poder está en primera fila, esta miniserie de Netflix ofrece tanto entretenimiento como reflexión. No es solo ver para pasar el rato: es ver para pensar, para incomodarse, para despertar.

La tensión se cortaba con un cuchillo en la cocina de MasterChef Celebrity. Emilia Attias, una de las favoritas del público, vivió un momento de máxima presión durante la preparación de un plato que casi la deja fuera del certamen. Mientras el jurado la observaba con atención, la actriz se mostró nerviosa, al borde de las lágrimas, intentando mantener la compostura frente a una receta que se le escapaba de las manos.

El desafío de la noche requería precisión y creatividad, dos cualidades que la modelo suele dominar, pero el reloj y los comentarios de los chefs le jugaron en contra. “Ya el certamen está entrando en otra exigencia, nos están pidiendo más nivel, más sofisticación, y bueno, hay que estar a la altura”, expresó con evidente angustia mientras intentaba recomponer su preparación. La presión del momento se notaba en su voz, que por momentos temblaba ante las cámaras.

Emilia, siempre elegante y sonriente, dejó ver una faceta más vulnerable. Entre ollas, jengibre y una salsa que no terminaba de cuajar, se sinceró con su compañero de estación: “Hoy me quedo… mirá, me caso con el eno, pero voy recién 11 gramos, son 50 gramos de jengibre. ¿Lo rayás o lo ponés directamente en pedazo?”. La duda, mínima para muchos, se convirtió en un dilema bajo la mirada del jurado.

El intercambio con los demás cocineros fue intenso. Las indicaciones volaban de un lado a otro: “Rallalo, infusionalo, después lo colás y agregale el agar. Ponele un poco de sal también”. En medio del caos, la actriz intentaba sostener el control, respirando hondo para no quebrarse frente a los demás participantes.

EL MAL MOMENTO DE EMILIA ATTIAS

La exigencia crecía y los nervios también. “Que se pasó un poquito, pero si hacés la gelatina para taparla no se va a notar tanto”, le aconsejaron. Ella asintió, decidida a seguir hasta el final sin rendirse, aunque el plato ya no era lo que había imaginado.

Al cierre de la jornada, agotada pero digna, Emilia Attias resumió su sentir con una frase que reflejó su espíritu competitivo: “Vamos a honrarte con todo. Si vos me decís que voy bien, vamos para adelante”.

El exmandatario Alberto Fernández atraviesa un duro momento personal tras la muerte de su querido perro Dylan, el border collie que lo acompañó durante toda su presidencia y que se había ganado el cariño del público. La noticia fue confirmada por el propio Fernández en sus redes sociales, donde publicó un mensaje cargado de emoción y nostalgia, junto con dos fotos que resumen una historia de afecto incondicional.

En su posteo, el expresidente le dedicó unas palabras que conmovieron a sus seguidores: “Aunque tal vez nunca te lo dije, siempre esperé que llegaras. Fuiste parte de mi vida, dándome lealtad, alegría y ternura”, escribió, recordando los años compartidos con su mascota. Las imágenes lo muestran abrazando a Dylan en momentos de calma, una postal que muchos recordarán de los años en la Quinta de Olivos.

El border collie llegó a la vida del exjefe de Estado en 2017, mucho antes de que él imaginara ocupar el sillón de Rivadavia. Desde entonces, fue su sombra en cada paso: recorridos, actos oficiales y hasta reuniones informales. “Me regalaste una amistad incondicional que solo algunos humanos me han dado”, confesó, dejando entrever el fuerte lazo que los unía.

Durante su gestión, el perro no solo fue su mascota, sino casi una figura pública. Tenía cuentas propias en redes sociales, miles de seguidores y hasta apariciones en actos protocolares. Su presencia aportaba un costado más humano a la figura presidencial, y muchos lo consideraban un símbolo de ternura dentro del poder.

LA MUERTE DE DYLAN

Las fotos elegidas para acompañar el posteo muestran el paso del tiempo: una con ambos compartiendo una tarde soleada y otra con Dylan en soledad, como si el propio Fernández quisiera dejar plasmado un adiós silencioso pero lleno de gratitud. Fue, sin dudas, una despedida que no pasó desapercibida entre quienes siguieron su historia.

El mensaje culminó con una frase que sintetiza la tristeza y la fe del exmandatario: “Ahora correrás en algún paraíso en el que, seguramente, volveremos a encontrarnos. ¡Hasta siempre, amado Dylan!”. Una despedida íntima, sincera y cargada de emoción.