¿Qué hace la muchacha de Quilmes, o la de Lomas de Zamora, o la de Río Cuarto, la de Venado Tuerto, la de Paso de los Libres, la de Río Hondo, la de Puerto Madryn, la de Río Gallegos o la de cualquier punto del país ante un tropiezo amoroso? Llora con las amigas, escucha los temas que le hacen recordar ese cariño esquivo, camina triste y con la mirada perdida, se pone una peli y vuelve a moquear, por ahí le da un poco más a la comida, al helado, a una bebida. ¿Qué hacen las famosas en una circunstancia similar? Se van de viaje al exterior. Marina Calabró, por ejemplo, se fue a Miami.

«La que puede, puede…» argumentan las celebridades argentinas que viajan a los Estados Unidos o a Europa con la misma frecuencia con la que una chica del conurbano se sube al 159, a la Lunajera o al Mitre. En los Estados Unidos, con 30 grados de temperatura y entre playas de agua cristalina, arena blanca y palmeras de tonalidades indefinidas, Marina tomó una drástica determinación con respecto a Rolando Barbano, el hombre que la hizo sufrir y que la desairó, por ejemplo, en la última entrega de los Premios Martín Fierro.ían cuc

Marina ya volvió de su periplo por tierras yanquis y una de las primeras cosas que hizo al retornar a la Argentina por Ezeiza fue chusmear acerca de su actualidad sentimental con Nancy Duré. Pero claro, además de ser su amiga y su confidente, la morocha es periodista, una de las principales bastoneras de Socios del espectáculo, el programa de chimentos que conducen Rodrigo Lussich y Adrián Pallares, que también eran amigos de Marina pero se pelearon cuando ella se separó de Martín Albretch y le dio la primicia a Angel de Brito y ahora le ponen la canción «amiga traidora» cada vez que la nombran.