Todos sabemos muy bien que la Libertadores y la Sudamericana tienen sus particularidades que las hacen bien especiales y atractivas por viajes, clima, presión y más condimentos. Ahora, no se puede soslayar que la Champions League también se destaca por sus campos de juego, por sus estadios impresionantes y porque sus partidos son globales por el peso propio de sus equipos. Y que un clásico Real Madrid-Atlético de Madrid hoy es topa de gama en el mundo fútbol.

Es el gran clásicos que los argentinos tenemos en Europa. Porque en el Aleti está el Cholo Simeone desde hace 12 años y porque en el equipo está quien es uno de los mejores del mundo: el Araña, que viene de gol en gol, afirmado en el fútbol español y demostrando que su apuesta fue la indicada: dejó el City porque quería más minutos antes de la caída del team Guardiola y su despegue con Simeone fue gradual.

Además de Julián goleador, sin techo, hay otros tres campeones del mundo: De Paul, que recuperó su imagen y volvió a ganarse aplausos; Nahuel Molina, el tractorcito de la derecha, y Ángel Correa, para alguna magia de recambio. El Atlético es claramente argentino y enfrente estará el más ganador de la historia, el que transpira Champions desde su piel, con o sin Cristiano. Y ahora en con Mbappé en sus filas, además de Vinicius, Rodrygo, Camavinga, el pichón Endrick. Un duelo de octavos de final muy seductor.

Nuevamente se enfrentan en Champions, como en semis 2016-17 y final 2015-16, siempre ganador el Madrid. Llegan de dos empates en uno en esta temporada, con un choque top de entrenadores: un sabio trotamundos como Carlo Ancelotti (increíblemente lo cuestionan) frente a un Cholo que tiene el desafío de sacarse la espina contra el clásico rival, que siempre está un paso adelante en cuanto a individualidades y por historia.