Es histórico por donde se lo mire. Por primera vez en sus casi 120 años de vida, el Bayer Leverkusen se consagró campeón de la Bundesliga. Además, quebró la apabullante hegemonía del Bayern Munich, ganador de las anteriores 11 ediciones del torneo alemán. Si ya es valiosa la conquista por ese contexto, mucho más lo es por la forma en que se adjudicó el campeonato. Que lo haya ganado cinco fechas antes del final habla de un equipo voraz que arrasó a sus rivales. Y que asombra a todo el mundo por su estilo de juego.

Las luces en Europa iluminan siempre la Premier, donde el Manchester City, el Arsenal y el Liverpool pelean cabeza a cabeza por ser el mejor; la Serie A, donde el Inter domina nuevamente y cuenta los días para dar la vuelta olímpica; y la Liga española, donde el Real Madrid muestra su chapa para encaminarse hacia un nuevo título. El Leverkusen, con un fútbol muy dinámico y vistoso, más que estar a la altura de ellos parece ubicarse un escalón por encima. ¿Exagerado? Hay que verlo jugar para confirmar que estamos en presencia de uno de los equipos más atractivos de los últimos tiempos.

Xabi Alonso, de escaso rodaje como entrenador, armó una revolución con una propuesta audaz, ofensiva y ambiciosa que combina posesión con verticalidad. Lo posicional y lo funcional. Es como si fuera un mix entre el juego del City y del Liverpool. Toquetea buscando el espacio para atacar como los de Guardiola y también presiona en campo rival para robar y lastimar rápido como los de Klopp.

Sin grandes nombres pero con grandes figuras que ya atraen a varios clubes poderosos (Florian Wirtz, elegante enganche, a la cabeza), es un equipo de autor que cuenta, además, con el aporte de nuestro Exequiel Palacios. Lleva nada menos que 43 partidos invicto esta temporada y aún puede lograr dos títulos más: la Copa de Alemania (es finalista) y la Europa League (a un paso de las semis). Bienvenido a los flashes. El fútbol necesita equipos disruptivos, que causen impacto. Como hace este Bayer Leverkusen.