Cuando el fútbol se mezcla con las estrictas normas culturales de un país, historias como esta no tardan en salir a la luz. En un episodio que parece extraído de una película, Ramin Rezaeian, destacado lateral derecho del Esteghlal de Teherán de Irán, fue sancionado con una multa de 510 millones de riales (aproximadamente 12.000 dólares) por un acto que, para muchos, es solo un gesto humano: abrazar a una hincha mujer.

Todo ocurrió antes del partido contra el Chadormalu, disputado en la provincia central de Yazd. Una joven aficionada logró burlar la seguridad y subir al micro del equipo. Al ver a su ídolo, no dudó en acercarse y darle un abrazo. Para cualquier hincha neutral, este podría haber sido un momento entrañable. Sin embargo, en Irán, un país donde el contacto público entre hombres y mujeres fuera del ámbito familiar está prohibido, el gesto desató una ola de polémica.

“Ramin Rezaeian, jugador del club Esteghlal de Teherán, ha sido condenado a pagar 510 millones de riales por conducta antideportiva”, expresó el Comité de Ética de la Federación de Fútbol Iraní en un comunicado. Este organismo, encargado de velar por el cumplimiento de las normas, consideró que el abrazo constituía una violación de las estrictas leyes islámicas.

Este no es el primer incidente de este tipo en Irán. En abril del año pasado, Hossein Hosseini, arquero también del Esteghlal, fue suspendido por un partido y multado con 4.700 dólares después de que una hincha saltara al campo y lo abrazara al término de un encuentro. La situación muestra cómo las autoridades deportivas del país mantienen una postura inflexible respecto a cualquier interacción que contravenga las normas sociales.

Rezaeian, a sus 34 años, no es cualquier jugador. Disputó más de 66 partidos con la selección iraní, participó en el Mundial de Qatar 2022 y vistió las camisetas de clubes destacados como Persepolis y Sepahan, además de tener experiencia en ligas de Catar y Bélgica. Sin embargo, ni su trayectoria ni su prestigio parecen haber sido suficientes para evitar la sanción.

La República Islámica de Irán tiene un historial de restricciones estrictas que impactan directamente en el deporte. Durante 40 años, las mujeres tuvieron prohibido asistir a los estadios en dicho país. Esta prohibición solo se rompió en 2019, cuando la FIFA presionó para permitir la entrada de un grupo reducido de 3.500 mujeres al partido entre Irán y Camboya. Desde entonces, aunque se permite la asistencia femenina en número limitado, otras restricciones siguen vigentes.

El abrazo entre Rezaeian y la aficionada mujer pone de manifiesto las tensiones entre las normas culturales del país y las realidades del fútbol moderno. Mientras que en otros lugares este tipo de interacciones podrían considerarse normales, en Irán se interpretan como transgresiones graves. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta qué punto estas reglas están alineadas con la naturaleza global y diversa del deporte?

“El deporte debería ser un espacio de unidad y alegría, no de castigos desproporcionados”, escribió un usuario en X. Las declaraciones del Comité de Ética, no obstante, reflejan una postura firme: cualquier acto que infrinja las leyes sociales será penalizado, independientemente de la intención o del contexto.