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La emotiva carta de Endrick para su hermano: «Ya no hay presiones, puedes ser lo que quieras»

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Endrick pasó de convertirle un gol a Inglaterra en Wembley, a jugar la Libertadores con el Palmeiras y luego viajar a España para jugar con la camiseta del Real Madrid con tan solo 17 años. Por lo tanto, atraviesa una serie de cambios muy importantes en su vida. En este contexto, el delantero decidió dedicarle unas emotivas palabras a Noah, su hermano de cuatro años, donde enumera los planes que cumplió en este breve tiempo y, también, los que tiene por delante.

En primera instancia, reveló que su primer objetivo fue mejorar la situación de su familia cuando se fue a jugar al Palmeiras. Luego, que se dio cuenta que su segunda meta en la vida era poder jugar ahí y, finalmente, que su tercer deseo era vestir la camiseta del Real Madrid.

Endrick y sus emotivas palabras para su hermano (REUTER).Endrick y sus emotivas palabras para su hermano (REUTER).

Como cuarto punto ubicó conocer a Cristiano Ronaldo, uno de sus ídolos. Luego, disputar la temporada del Palmeiras de la mejor manera y que puedan ganar el campeonato Paulista. Una vez en España, su sexto objetivo será llevar el número nueve en la espalda y tener su propio hogar. Por último, quiere que Noah viva la vida que él quiera.

«En nuestra familia no nacimos en la abundancia, nacimos para el fútbol» dice en el comienzo de su carta en The Players Tribune. A su vez, el delantero del Palmeiras aprovechó la oportunidad para dejarle por escrito a Noah cómo fue su infancia y cómo todo en su familia gira en torno al fútbol. «Como sabes, en nuestra familia todo empieza y acaba con un balón. Mamá dice que cuando yo era un bebé yo solamente quería: ‘Bola, bola, bola’», aseguró.

Endrick y un sueño cumplido con su gol en Wembley (AP). Endrick y un sueño cumplido con su gol en Wembley (AP).

Endrick viajará a mitad de año para Madrid, y jugar oficialmente para la Casa Blanca, cuando cumpla 18 años. En este sentido, explicó: «En unos cuantos meses voy a irme a vivir a España y tú vendrás conmigo. El Real Madrid… ese fue mi segundo objetivo, el que nunca me atreví a escribir».

El contrato que firmó con el Real Madrid le permite asegurarle a su familia un futuro mejor, y así su hermano tendrá la libertad de seguir sus sueños. Por lo tanto, resolvió: «Durante tres generaciones nuestra familia ha perseguido el sueño del fútbol. Pero ahora tú puedes hacer lo que quieras. Puedes ser médico, abogado. Ya persigues la pelota, igual que yo. Así que puedes ser futbolista si quieres«.

Para cerrar, el futbolista dejó un mensaje de alivio. «Ya no hay más presión, gracias a Dios, gracias a mamá y a papá, y gracias al fútbol«, finalizó.

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La carta de Endrick para su hermano completa

Te quiero. Esto es lo primero, por encima de todo lo demás.

Desde el primer día, he sentido que teníamos un vínculo especial. Nunca te he dicho esto, pero cuando estabas a punto de nacer, en realidad me esperaste para marcar un gol.

Es cierto, hermano. En aquel momento iba a jugar un partido importante, con sólo 13 años, pero tú todavía no querías entrar en este mundo. El reloj no paraba, y mamá y papá se preguntaban a qué estabas esperando. Entonces, de repente, papá recibió una llamada de su amigo, que estaba en el partido.

Dijo: “¡Douglas! ¡Douglas! ¡Endrick acaba de marcar!”

Y entonces, en aquel momento exacto, en la habitación del hospital ya se pudo oír: ¡¡¡Guaaaaaa!!!

Finalmente saliste para celebrarlo conmigo. Cuando llegué al hospital, te di un regalo de cumpleaños. No tenía dinero para comprar un juguete, pero te traje el balón de oro del torneo.

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¿Ves? En nuestra familia, no nacimos en la abundancia. Nacimos para el fútbol.

No sé cuándo leerás esta carta, pero ahora mismo tienes cuatro años, y nuestras vidas están cambiando muy rápido. En los próximos meses, me iré a España para jugar en el Real Madrid; sí, el equipo que siempre elijo en la PlayStation cuando me ves jugar.

Sé que el mundo querrá saber la historia de nuestra familia. ¡Es una historia increíble, hermano! Por tanto, esta es mi oportunidad de contártela tal como pasó realmente, y con mamá y papá aquí para ayudarme.

Como sabes, en nuestra familia todo empieza y acaba con un balón. Mamá dice que cuando yo era un bebé, nunca hice: “¡Brum, brum!” Como los que haces tú. Si me dabas un juguete, lo tenía durante cinco segundos y luego lo ponía otra vez en la caja. Yo solamente quería: “Bola, bola, bola”.

Una bola hecha de cinta aislante. Unos calcetines. Una pelota de baloncesto. No importaba. Si era redonda, o incluso cuadrada, yo quería chutarla. Cuando me dieron la pelota de la Copa del Mundo de Brasil, la del equipo de papá en las várzeas, solía quedarme mirando fijamente los colores, como si fuera una pintura, una obra de arte. ¡Incluso dormía con aquel balón! Lo llevamos en la sangre, hermano.

Puedes preguntarle a mamá cómo yo solía presentarme a la gente…

“…Y ¿cómo te llamas?, Chico”

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“Endrick Felipe Moreira de Sousa, DELANTERO”

Se reían de mí, ¿sabes? “Qué niño más lindo…”

Pero hermano, yo lo decía en serio.

Estaba convencido de que lo conseguiría, y mamá todavía se emociona cuando lo recuerda.

Ella siempre decía que las palabras son poderosas.

En aquel entonces, no vivíamos en un apartamento de alto nivel como ahora. No teníamos una nevera llena de los yogures que te gustan tanto. Vivíamos en un lugar llamado Vila Guaíra, y nuestra vida era muy distinta de ahora. Con el tiempo oirás todo tipo de cosas sobre cómo era nuestra vida. Dirán que todo era dolor y sufrimiento. Pero la realidad es que yo viví una infancia fantástica, gracias a Dios, gracias a todo lo que mamá y papá sacrificaron por nosotros. Y gracias al fútbol, evidentemente.

No creo que te haya dicho esto, pero cuando yo tenía tu edad de ahora, nuestra calle estaba en esta colina. Solíamos jugar al fútbol allí, con todos los chicos del vecindario, y en parte, el motivo por el que nos hicimos tan buenos fue que el balón siempre caía cuesta abajo, y el que fallaba el gol, tenía que ir a buscarlo a la favela de abajo. Así que, si superabas a un contrario, pero fallabas una oportunidad, luego tenías que correr todavía más, para recuperar el balón, antes de que cayese abajo.

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Era agotador, pero las normas de la calle eran muy claras.

¿Tu fallas? ¡Tu corres!

Echo mucho de menos esa época, cuando solo era un niño y el fútbol era solo un juego. El poder estar por ahí con mis amigos charlando… Resenha, así lo llamábamos. Me encantaría que hubiéramos podido vivir esos días juntos, hermano.

Cuando pienso en ello, estoy feliz y triste al mismo tiempo. Son buenos recuerdos, a los que nunca podré volver, ¿sabes?

Incluso los malos recuerdos, a veces me resultan agradables.

Cuando crezcas, oirás esta historia sobre “la conversación en el sofá”. Ya se habla de esto en Brasil, pero mucha gente lo ha entendido mal. Dicen que éramos pobres, que no teníamos comida, pero eso no es cierto. Ellos no conocen a mamá, ¿sabes? Ella siempre le dice a la gente: “Soy demasiado mujer como para dejar a mis hijos sin comida”.

Lo que es cierto es que vi a papá llorar aquel día. Yo tenía 10 años, y creo que aquella fue la primera vez que entendí que nuestra situación era difícil.

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En el plato, siempre tuvimos suficiente de lo que necesitábamos.

Pero no siempre tuvimos suficiente de lo que queríamos.

¿Entiendes la diferencia?

Siempre estábamos apurando con lo mínimo. Papá dice que yo me sentaba en el sofá y le decía: “No te preocupes. Voy a ser futbolista, y voy a conseguir una vida mejor para nosotros”.

Antes de aquel día, yo solo era un niño, y el fútbol era solo un juego.

Pero después de aquel día, el fútbol se convirtió en nuestro camino hacia una vida mejor.

Unas cuantas semanas después, me marché hacia la ciudad de São Paulo, para ir a la Academia del Club Palmeiras, y me marqué mi primer objetivo: mejorar la situación para nuestra familia.

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Marcarme objetivos es una parte importante de mi vida. Es mi forma de hablar con Dios. Cuando me fui al Palmeiras, sabía que al menos tendría dos o tres comidas al día en la escuela y entrenamientos. Aunque, desafortunadamente para mamá no fue tan fácil…

Ella dejó atrás su vida en casa para darme todo su apoyo en mi sueño en São Paulo. El club solo tenía espacio para mí, pero ella dijo que de ninguna manera yo me iría sin ella. Papá se quedó para poder trabajar y enviarnos dinero, y ella se mudó conmigo a una pequeña casita, donde vivimos juntos con algunos de mis compañeros de equipo. Todos bajo un mismo techo. Pero cuando nos íbamos a entrenar, ella no tenía a nadie con quién hablar. No teníamos TV ni Internet en casa, así que solía llevarse la Biblia al parque y se sentaba a hablar con Dios ella sola. En casa solamente tenía una silla. Dejaba su bolsa encima, y cuando nos íbamos a dormir, ella dormía en un pequeño colchón en el suelo.

Sé que es duro para ti imaginarte a mamá durmiendo en el suelo, pero es la verdad.

A veces mamá contaba literalmente el dinero que nos quedaba. Papá nos enviaba dinero, pero esto era en los días antes de Pix, cuando no se podía enviar dinero al instante, y tardaba un día o dos en llegar. En los buenos días, cuando el dinero llegaba, mamá cocinaba chorizo para los demás chicos. Pero la mayoría de los días, solo teníamos para comer nosotros, y ella se sentía muy culpable al cocinar en la casa, porque a ellos también les llegaba el olor a carne, y preguntaban si también había para ellos, pero… ¿Qué podíamos decir? No quedaba nada más.

En realidad, le supo tan mal, que dejó de cocinar del todo.

Recuerdo que había días que justo antes de acostarme hubiera picado algo, ¿sabes? Le preguntaba a mamá si tenía algo para comer, y ella me respondía: “Duérmete Endrick. El sueño te lo quitará”.

Algunas veces, cuando estábamos muy desesperados por el dinero, mamá conseguía que le prestaran algo de arroz o algo de calderilla. Pero un día, hermano… No le quedaban favores para pedir. No le quedaba dinero ni nadie a quién recurrir.

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Llamó a papá y dijo: “Douglas, tengo hambre… No sé qué hacer”.

Papá le envió 50 Reales, pero no llegaban hasta el día siguiente. Ella se puso de rodillas y pidió ayuda a Dios. Entonces cogió la bolsa de la silla y empezó a sacar todo lo que había, hasta el fondo de todo.

Encontró dos Reales, hermano. Algo de cambio… Un regalo de Dios.

Fue al colmado y compró un poco de pan de hacía dos días. Y si le preguntas ahora, te dirá que aquel pan estaba riquísimo. Dice que el hambre es una sensación muy extraña, capaz de hacer que incluso el pan duro parezca una delicia.

Sinceramente, ojalá no tuviera que contarte esto, porque el hambre no es algo bueno. Espero que nunca tengas que experimentarlo como le pasó a mamá. Pero es una parte importante de nuestra historia. La próxima vez que la veas, dale un abrazo y darle las gracias, porque sin sus sacrificios no tendríamos la vida que tenemos hoy.

De hecho, yo no sabía muchas de estas historias hasta hace poco, porque, para proteger mi sueño, mamá siempre me escondió sus dificultades. Jamás la vi llorar. Solía irse al baño para que yo no me diera cuenta. Muchas veces llamaba a papá para decirle que no podía aguantar más y que quería volver a casa, pero entonces yo llegaba del entrenamiento y le contaba con mis amigos lo que había pasado aquel día, y los goles que habíamos marcado… Y entonces ella veía el brillo en mis ojos.

Así que se quedó. Por mí. Por nosotros.

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Así es mamá. Siempre haciendo lo necesario. Algunas veces hace un poco de ‘sargento’; es la que se enfada y grita y nos dice las cosas que necesitamos oír, no las que queremos oír. Y otras veces nos da un abrazo y nos prepara las mejores tortillas del mundo. En cualquier caso, recuerda siempre que todo es por una razón muy sencilla: ella siempre quiere lo mejor para nosotros.

Papá también sacrificó mucho. Después de unos cuantos meses, vino a São Paulo para apoyarnos. Se fue al Palmeiras y preguntó al club si habría cualquier trabajo para él. Tenían una vacante. Era como operario de la limpieza dentro del estadio. De niño, él siempre había soñado con estar en aquel vestuario, así que aceptó el trabajo con una sonrisa. Trabajó allí durante tres años. Primero recogiendo la basura de los alrededores del estadio, y luego subió de categoría hasta llegar a limpiar el vestuario del primer equipo. Solía decir a los jugadores que un día su hijo llegaría a jugar con ellos.

Un día, el portero, Jailson se dio cuenta de que papá no paraba de adelgazar. En la cafetería, el personal de limpieza y del estadio comían con los jugadores, y se dieron cuenta de que papá solo comía sopa. Entonces Jailson rodeó a papá con el brazo y le dijo: “Oye Douglas, dame tu teléfono móvil, que quiero llamar a tu mujer”.

Papá dijo: “¿A mi mujer? ¿Qué quieres con mi mujer?”

Jailson dijo: “No, no. Solo quiero preguntarle qué te pasa, que nunca comes casi nada. ¿Te encuentras bien?”

Para papá era demasiado embarazoso hablar del tema, así que Jailson llamó a mamá y se lo preguntó. Cuando era niño, papá se quemó la mano en una barbacoa. Fue tan grave que casi pierde la mano. Le pusieron una medicación muy fuerte para luchar contra la infección, y esto le debilitó los dientes. Cuando trabajaba para el Palmeiras, se le estaban cayendo todos los dientes. Por eso solo podía comer sopas.

Jailson recogió dinero de todos los jugadores, y le dieron una sorpresa a papá: le pagaron entre todos una dentadura nueva. Dios obra de formas increíbles, hermano.

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Papá solía decir: “mi sueño es morder una manzana”.

Hoy en día, gracias a Dios, puede morder cualquier comida que le apetezca.

En esa época, también conseguí mi segundo objetivo. Nos mudamos a un apartamento encima de una tienda de loterías justo al lado del estadio del Palmeiras. Solo con asomarme a la ventana, podía ver mi sueño cada mañana al levantarme, y cada noche antes de acostarme.

Espera, me olvidé de contarte toda la historia de papá…

Mamá es nuestra ‘roca’, y papá es nuestro amigo. Así es como ha sido siempre. Pero hay mucho más que no sabes de esta historia. Si piensas que yo lo tuve difícil, te equivocas.

Yo nací en un paraíso comparado con papá. Cuando él era un chico, nuestro abuelo no estaba siempre con la familia. El fútbol también era su ‘válvula de escape’. Cuando tenía 15 años, papá se fue de casa, e hizo autostop desde Brasilia hasta São Paulo. La mitad del trayecto lo hizo caminando por la carretera! Está muy lejos, hermano. ¡Y no se lo dijo ni a su madre! Todo el camino llevó a cuestas todo lo que tenía: un par de botas de fútbol, dos botellas de 2 litros — una con agua, y otra con agua mezclada con zumo en polvo — y un par de baguettes de pan. Su plan era hacer pruebas con todos los clubs importantes de la ciudad. Tardó una semana entera en llegar. Alternando autostop y caminar.

Cuando finalmente llegó a São Paulo, no tenía dinero ni tampoco tenía adónde ir. Así que se fue a las puertas de los clubs para preguntar cuándo hacían las pruebas de acceso. Alguien del São Paulo FC vio que estaba pasándolo mal, y le dio algo de comida de su cafetería. En una de esas noches frías, una señora de una casa de beneficencia vio que el chico estaba durmiendo debajo de un árbol del parque, y le ofreció cobijo con ella. Pero en el refugio se estaba tan bien, y habían pasado más de tres noches desde que no dormía en una cama, que se quedó dormido, y se perdió las pruebas del club Nacional AC del día siguiente.

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¿Te imaginas lo cansado que estaría papá? ¿Te imaginas pasarte una semana caminando para perseguir tu sueño de llegar a una prueba de acceso para un club, y luego perdértela?

Cuando me lo dijo, hermano, no sabía si reírme o llorar.

Otra noche, estaba lloviendo, y papá no tenía adónde ir. Así que caminó hasta el estadio del Palmeiras, y durmió debajo del cobertizo de las taquillas. No fue capaz de lograr su sueño, pero realmente lo dio todo por conseguirlo.

Cuando volvió a Brasilia, jugó en las várzeas para subsistir. ¿Conoces las várzeas?, ¿verdad? Allí no te pagan ningún salario, hermano. Se juega por pura pasión. Juegan por un poco de ‘ayuda’, si es que reciben algo. Papá jugaba para pagar la factura de la luz, o por una pequeña bolsa de arroz. Cuando era pequeño, solía acompañarle a todos los partidos, y jugar con el balón en la banda. En la media parte, la gente estaba de fiesta al son de la música, y hacían sus apuestas… Entonces yo solía salir al terreno de juego y hacía mis ‘truquitos’… (¿Sabes que es por eso, que hoy en día todavía me canto canciones a mí mismo cuando estoy jugando en un partido?)

Papá solía verme después de los partidos y me decía: “Endrick, ¿cómo demonios has conseguido una Coca-Cola? No se la has cogido a nadie, ¿verdad?”

Yo le decía: “No, no. En la barra del bar, Dudu ha ganado 10 Reales. Me ha invitado a una Coca-Cola por haberle ayudado a ganar su apuesta. ¡Si vuelvo a acertar, me comprará un pincho de carne!”

¡Este era mi truco! Mamá se quejaba de que solía ponerme perdido de gris jugando por ahí tanto rato… Sabes por la tierra gris que hay en Brasil… Espero que todavía la recuerdes. Mamá tenía que lavarme como si fuera un perrito. Pero cuando ya estaba limpio… ¡Fiuuuuu! A jugar fuera otra vez como un cohete.

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(¿Recuerdas lo que te dije? Nacimos para el fútbol).

Pero, mi sueño no era solo mío, si no que era el sueño de nuestro padre, de nuestro abuelo, y el sueño de toda nuestra familia.

¿Crees que cuando papá tuvo que dormir debajo del cobertizo de las taquillas del estadio del Palmeiras, hubiera soñado que su hijo llegaría a jugar un día en ese club?

Cuando yo tenía 15 años, y me hice profesional con el Palmeiras, puedo decir sinceramente, que conseguí todo lo que siempre había querido en la vida, gracias a Dios. Pude comprarle una casa a mamá, y sacar a nuestras dos abuelas de Chaparral, una zona muy peligrosa. Desde la conversación que tuve aquel día en el sofá con papá, sabía que había logrado mi primer objetivo: ayudar a mi familia a tener una vida mejor.

Pero también … Hermano … ¡Qué alivio!

Cuando tú eras un bebé, ya teníamos una vida muy diferente, y seguirá cambiando en los próximos años.

En unos cuantos meses, voy a irme a vivir a España, y tú vendrás conmigo. El Real Madrid … Este fue mi tercer objetivo, el que nunca me atreví a escribir. Cuando tenía 7 u 8 años, no tenía teléfono, así que solía utilizar el ordenador de mamá para ver allí los resúmenes de los partidos del Real Madrid. Sé que eres demasiado joven para recordar estos nombres, pero yo estaba obsesionado con el equipo de 2013-14 con Cristiano, Modrić y Benzema. Esta fue mi puerta de entrada a la historia de este club. Empecé entrando en YouTube y aprendiendo de ‘los Galácticos’, y profundicé más y más… Puskás, Di Stéfano … Ya verás como en Madrid oirás hablar de esos nombres muy pronto.

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En YouTube puedes aprender sobre cualquier cosa. Es como una universidad. Y yo, más que en nadie, me fijé en Cristiano. No solo en sus jugadas destacadas, sino también en lo duro que entrenaba, y en lo que otros decían sobre su mentalidad. De él aprendí que el trabajo duro es hasta más importante que el talento.

Un día, espero llegar a conocerle. Ahora estoy escribiendo esto y todavía no le conozco. Pero su hijo me sigue en Instagram. Espero que para cuando leas esto, ya habré podido estrecharle la mano. Si Dios quiere, todo me irá bien en el Real Madrid y en mi carrera, y… ¡Cristiano me seguirá! ¡Tal vez nos siga a ti y a mí! Jajaja.

Conocer a Cristiano Ronaldo. Este es el objetivo número 4.

El objetivo número 5 es que el resto de la temporada con el Palmeiras acabe de la mejor manera, y ganemos el Campeonato Paulista.

Y el objetivo número 6… En realidad, tengo una historia muy divertida que contarte sobre esto. Cuando fui a visitar el Real Madrid por primera vez hace unos meses, sucedieron muchas cosas increíbles. Cuando conocimos a Florentino Pérez, él miró a papá a los ojos y dijo: “El Real Madrid será el único club que tratará a Endrick como a un hijo”.

Deberías haber visto la cara de papá cuando lo dijo. Significó mucho para él.

Conocí a Bellingham; aquel jugador tan bueno que siempre marca goles para mí en la PlayStation. Todo el mundo le llama ‘Jude’, así que le dije: “Oye Jude, voy a celebrar mi próximo gol igual que los celebras tú”. Y cuando marqué, le envié el vídeo por Instagram, y él lo compartió en Instagram.

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Incluso recibí consejo de Ronaldo, O Fenômeno. Todo fue como borroso, como si estuviera en un sueño. Pero lo que más recuerdo fue cuando entré en el vestuario y Modrić habló conmigo. Su camiseta con el dorsal 10 estaba colgada; él señaló con el dedo el asiento junto al suyo y dijo: “El número 9 y el número 10. Quién sabe… La próxima temporada, quizás te sentarás a mi lado”.

Este detalle realmente me llegó al corazón. Pensé: “Si Modrić cree que soy digno de llevar el dorsal 9, entonces debo serlo”.

Todavía no he llegado a Madrid, así que no lo sé, pero espero que un día llevaré el dorsal 9 para el Real Madrid.

¿Y el objetivo 7? Quiero tener mi propia casa en Madrid, con una casa donde pueda poner una gran pizarra, y… ¡Escribir todos mis objetivos en ella! Jajaja. ¡Porque mamá no me dejará poner una pizarra en su casa!

“¡No hay espacio Endrick! ¡No hay espacio!”

Ya sabes cómo es. Tenemos que respetarla.

Y en realidad tengo otro objetivo, pero no lo voy a contar porque este ya está conseguido. Este objetivo es que tú puedas vivir la vida que quieras, sea la que sea.

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Durante tres generaciones, o quizás más, nuestra familia ha perseguido el sueño del fútbol. Nunca hemos dejado de intentar cambiar nuestras circunstancias. Pero ahora tú puedes hacer lo que quieras. Puedes ser médico, abogado… O bien, ya que vamos a España, el país de Nadal y de Alcaraz, puedes convertirte en un jugador profesional de tenis. Ya persigues la pelota, igual que yo. Así que puedes ser futbolista si quieres.

Pero no tienes que serlo. Ya no hay más presión, gracias a Dios, gracias a mamá y a papá, y gracias al fútbol.

Dedícate a disfrutar tu vida como quieras, hermano. Este es mi regalo para ti.

Y aquí es donde termina esta carta y empieza el futuro. La gente siempre me pregunta por el Real Madrid y por la selección nacional. Me preguntan cómo creo que irá mi carrera. Pero ¿sabes cuál es la verdad?

Nunca sabemos lo que nos va a traer la vida mañana. Ni siquiera sabemos en realidad si habrá un mañana. Todo lo que podemos hacer es dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado.

Espero que ahora lo entiendas todo mejor, hermano. La vida que estamos viviendo ahora, no ha venido de la nada. Nos lo hemos ganado, con trabajo duro y con muchas lágrimas. Mamá siempre dice que un solo error puede hacer que todo fracase, y tiene razón.

En el momento en que olvidamos de dónde venimos, nos arriesgamos a perder nuestro camino.

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Por estos motivos he querido compartir contigo el don de la historia de nuestra familia.

Mamá comiendo el pan de hace dos días.

Papá durmiendo bajo el cobertizo de las taquillas del estadio.

Mamá llorando en el baño.

Papá llorando en el sofá.

Guarda siempre todo esto en tu corazón.

Desde el fondo de mi corazón,

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