DEPORTE
La Libertadores tendrá un campeón brasileño por sexto año consecutivo
El historial general de la Copa Libertadores no miente. Desde aquella primera vuelta olímpica de Peñarol allá por 1960 hasta la última consagración de Fluminense en el Maracaná, en 2023, más allá de uruguayos y brasileños, el dominio sigue siendo argentino. A pesar de los últimos vientos de cambio.
Ya se jugaron 64 ediciones del trofeo continental de clubes más importante de América y estamos a las puertas de la definición de la 65° temporada. Y en la suma final, los equipos de Argentina marcan tendencia con 25 títulos en la global, dos más que los vecinos Verdeamarelos que, sin embargo, ganaron las últimas cinco ediciones consecutivas del trofeo. Y tienen asegurada la sexta, sea Atlético Mineiro o el primerizo Botafogo.
Argentina manda en la Libertadores, sin embargo…
Entre los siete títulos de Independiente, los seis de Boca, los cuatro del semifinalista River y de Estudiantes, y las proezas de Racing, Argentinos, Vélez y San Lorenzo, están todas las copas argentas pero… Brasil se nos acerca a pasos agigantados. De repente, después de la mítica y recordadídisma final en el Bernabéu entre Millonarios y Xeneizes, siempre la bola cayó para el mismo lado.
Seis años al hilo y la historia no cambia
En el 2019, Flamengo pudo con River (2-1); en el 2020 (disputado en 2021 en realidad), Palmeiras derrotó a Santos (1-0); en 2021, el Verdao repitió ante el Fla carioca (2-1 en suplementario); en 2022, el Rubronegro se tomó revancha contra Athletico Paranaense (1-0) y, se dijo, el año pasado, el Fluminense de Diniz pudo contra el Boca de Almirón en la prórroga por 2-1.
Lamentablemente, en este 2024 la historia terminará de la misma manera. Atlético Mineiro, dirigido técnicamente por el argentino Gabriel Milito, eliminó a River y se metió en la final como en 2013 (cuando fue campeón tras vencer al Olimpia paraguayo por penales); y Botafogo completó la faena ante Peñarol, pese a la derrota 3-1 en Montevideo, después del irremontable 5-0 de la ida en Rio de Janeiro. En criollo, por sexta temporada consecutiva, Brasil mete -aunque sea- un equipo en la final. Aunque no es récord: también lo hizo nueve ediciones al hilo, desde 2005 hasta 2013.
Sexto título al hilo en la Libertadores para los brasileños, que además metieron diez equipos finalistas sobre un total de 12 aspirantes al título (River y Boca fueron los únicos que amenazaron su hegemonía). Encima, para sazonar aún más la triste realidad, este año veremos dos elencos extranjeros disputando la Copa en nuestro país.
Argentina, Brasil y… ¿Qué más?
Después de las 48 celebraciones acumuladas por argentinos y brasileños (San Pablo, Santos, Gremio, Palmeiras y Flamengo, tres; Cruzeiro e Inter de Porto Alegre, dos; Vasco da Gama, Corinthians, Atlético Mineiro y Fluminense, uno), el podio se completa con equipos uruguayos. Bah, con dos: Peñarol (5) y Nacional (3). ¿Y más allá, qué?
Colombia y Paraguay continúan en la dulce espera. Son dos vueltas olímpicas de Atlético Nacional de Medellín y otra de Once Caldas entre los cafeteros. Entre los guaraníes, la cuenta es mucho más fácil: hattrick de Olimpia. Chile suma un título con Colo Colo así como Ecuador con Liga de Quito. Por su parte, países como Venezuela, Perú, Bolivia y México -que tuvo su cuarto de hora como país invitado por Conmebol y sus equipos participaron entre 1998 y 2016-, todavía no han podido tener representantes campeones.
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Copa Libertadores,River Plate,Atletico Mineiro,botafogo
DEPORTE
La Seleçao: la crisis que nunca termina
Brasil se despidió del 2024 con un triste empate en casa ante Uruguay (1-1), a quien ha sido incapaz de ganarle en sus tres enfrentamientos post-Mundial 2022. La ‘torcida’ en Salvador, que ni llenó el Arena Fonte Nova, abucheó a la Seleçao al final del encuentro. Hay mal rollo y hastío.
Si la FIFA no hubiera abierto una barra libre en el próximo Mundial, Brasil estaría ahora en medio de un lío monumental. En las eliminatorias sudamericanas, cuando se han disputado 12 de las 18 jornadas, ocupa la quinta posición, lo que aún le da acceso a la próxima Copa del Mundo, pero, hasta la última edición representaba jugar la repesca.
Brasil suma 18 puntos; por delante tiene a Colombia y Ecuador con 19; Uruguay es segunda con 20; y el líder es una Argentina que va sobrada con 25, con la moral por las nubes y con la legitimidad que da ganar el Mundial y dos veces seguidas la Copa América, con 25. Leo Messi disfruta y Brasil se cabrea.
Con un solo tanto más, la madrugada del martes al miércoles, en clásico ante la Celeste de Marcelo Bielsa, la Seleçao sería segunda. No lo logró. Se quedó a medias en su remontada, en buena medida, por las decisiones de Dorival Junior, un entrenador que nadie quería, que llegó en enero y que no ha convencido a nadie: ni internamente, donde no tiene legitimidad con las ‘vacas sagradas’; ni externamente, porque vive en medio de la desconfianza generalizada de la ‘torcida’ y la prensa brasileña.
Cuando la presión ahoga, el técnico paulista enloquece y aboga por planteamientos suicidas. Ya lo hizo en la derrota en Asunción, en septiembre (1-0), y repitió la dosis contra Uruguay. Terminó el partido con dos extremos izquierdos (Vinicius Jr. y Gabriel Martinelli), dos derechos (Luiz Henrique y la joya Esteveao ‘Messinho), sin un ‘9’ de oficio y desalojando a Raphinha de la posición ’10’, que era el mejor en la organización. El gaucho acabó haciendo de falso carrilero por la izquierda. Un desastre.
Un seleccionador discutido
Dorival Junior va zigzagueando en sus apuestas y probaturas. Y, once meses después y habiendo dirigido trece partidos, la Seleçao continúa presentando déficits estructurales que claman al cielo. Lo más preocupante radica en la gestión del medio del campo. No ha sido capaz de armar un esquema que proteja la línea defensiva y sus adversarios con muy poco, como hizo el Loco Bielsa el martes, generan muchísimo daño jugando en entrelíneas.
Las idas y venidas con Bruno Guimaraes y su posicionamiento, Lucas Paquetá, André (ex Fluminense ahora en los Wolves), Douglas Luiz o Joao Gomes proyecten una imagen de improvisación, de discontinuidad. Y la solución de Raphinha como ’10’ (ahora mismo el blaugrana es el líder de este equipo) no es ni propia, es un calco de lo que ha creado Hansi Flick en el Barça.
Brasil es un equipo tierno, irregular, que se rompe y que carece de un líder. Más que nunca, se echa en falta a Neymar. Y aquí, merece una mención especial lo de Vinicius Jr.
Ya no se trata de que haya sido incapaz de agarrar los galones del ahora futbolista del Al-Hilal, sino de que ha embarrancado y se ha empequeñecido. En siete partidos de las eliminatorias sudamericanas, que empezaron en septiembre de 2023, no ha marcado ni una sola vez. A lo largo de 2024, solo ha visto puerta en uno de los once partidos disputados: un doblete a Paraguay (1-4) en la fase de grupos de la Copa América. Esta temporada, 2024-45, no ha marcado con Brasil.
El presidente de la CBF, el otro gran culpable
Las dudas que genera la Seleçao es consecuencia directa de la nefasta política deportiva de Ednaldo Rodrigues, el presidente de la CBF, que tiró a la basura todo el 2023 a la espera del fichaje de Carlo Ancelotti, que dejó tirada a la Confederaçao para renovar con el Real Madrid.
Desde la eliminación ante Croacia en el Mundial de Qatar, y el consecuente y anunciado adiós de Tite, ya han pasado tres seleccionadores. Y, lo peor, es que hay la sensación generalizada de que aún puede haber cambios hasta el Mundial norteamericano. Reina la incertidumbre y la improvisación.
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