«Es lógico que la gente esté descontenta”. Tanto el entrenador Martín Demichelis como los jugadores de River comprenden perfectamente el escenario en el que deberán jugar este jueves en Núñez contra Deportivo Táchira. Se trata de un enorme desafío, mucho más complejo que el duelo futbolístico ante el equipo venezolano en la última fecha del grupo H de la Copa Libertadores, porque los hinchas tendrán la oportunidad de expresar sus sensaciones en casa luego de la durísima eliminación de la Copa Argentina frente a Temperley y la posterior derrota en La Paternal. Es un examen Monu-mental…

En las tribunas del estadio colmadas por 85 mil personas ya se escucharon silbidos para Demichelis tras la caída contra Boca en los cuartos de la Copa de la Liga y el 2-2 en Montevideo ante Nacional luego de ir 2-0 arriba (el triunfo por 2-1 vs. Libertad en Asunción no pareció mermar el enojo), aunque esos reproches que también alcanzaron a los jugadores con el clásico “pongan más huevo, pongan más corazón…” en el estreno en la Liga Profesional ante Central Córdoba se transformaron en aplausos para el entrenador y el equipo en el Monumental en el recibimiento frente a Libertad.

En esta ocasión, como asumió Demichelis, resultaría “lógico” que los hinchas se desahoguen por la frustración en la Copa Argentina y la tristeza de la segunda derrota consecutiva ante Argentinos. De hecho, en las redes sociales quedó en evidencia que los fanas de la Banda atraviesan días de muy poca paciencia y exigen respuestas inmediatas. Justamente, con esa mezcla de bronca, impotencia y ansiedad seguramente tendrá que lidiar el equipo que salga a la cancha frente a Táchira con el objetivo deportivo de lograr una victoria con una amplia diferencia en el marcador para quedar clasificado a los octavos de la Libertadores como el mejor primero de los ocho grupos.

Claramente, la meta primordial de River este jueves pasará por adaptarse al clima popular que baje desde las tribunas y evitar que las eventuales expresiones de la gente afecten el rendimiento de los futbolistas. Será una nueva prueba de carácter para este plantel que ha demostrado más debilidades que fortalezas en cada momento adverso por la notoria carencia de líderes de esos que absorben la presión y la transforman en contagio positivo, como sucedía con Leo Ponzio y Enzo Pérez, los ex capitanes y referentes que tanto se añoran en Núñez.

“Espero que haya una linda sinergia”, es el deseo de Demichelis, consciente de que otro golpe inesperado provocaría que las inminentes vacaciones de inverno se tornen “difíciles”. Claro, la relación de la gente con el equipo dependerá del semblante de los fanas en el principio de la noche, pero a partir de que empiece a rodar la pelota los jugadores cargarán con la responsabilidad de volver a sacarles una sonrisa a los hinchas después de dos partidos que hicieron explotar la versión más áspera del termómetro del tablón. Es obvio que River frente a Táchira precisa un shock mental determinante para empezar a cerrar el semestre con la cabeza en alto y transmitir ilusión en la gente para que el futuro en la Libertadores se presagie Monumental. Sería la mejor manera de iniciar una reconciliación entre todas las partes y para marcar un punto de inflexión que señale un horizonte iluminado.